Sin embargo, tu rol ahí no es el del filósofo, científico o artista. Tu rol es del ciudadano de a pie que se siente infinitamente insignificante, carente de virtud y con talentos ahogados por el costo de la subsistencia diaria. Tu único consuelo son aquellas cosas diseñadas para la masa a las que te aferras desesperadamente y nadie podría culparte por ello, excepto quizá por Schopenhauer y Nietzsche.

Quizá no pienses demasiado en tu día a día; quizá, con suerte, la reflexión no sea lo tuyo. Vives el presente sin pensarlo. Siempre físico, carnal, académico, hedonista, monetario, consumista, trabajador. Cuando te pasa una desgracia, recurres al abrigo protector de tus sesgos y supersticiones, sumándote a la turba iracunda que quiere quemar vivo a aquel infeliz hijo de puta que se haya atrevido a hacer preguntas y a cuestionar tus creencias, las que constituyen tu única brújula existencial sin que lo sepas siquiera; la realidad es una jungla compleja y oscura ante la cual el humano es demasiado pequeño para concebir tal enormidad sin perder la razón. Pregúntele a Foucault sino.

Que si te gusta la fiesta, el regueton, beber, comer, coger, comprar, y ves en la libertad sin compromiso laboral, sentimental, político ni existencial, una Meca de la superación personal; con poca o escasa consciencia de la otredad salvo que puedas ganar algo de ella, estás en tu derecho. A veces confundido en la religiosidad de tu entorno pues no reflexionas sobre ello, sobre nada. Que si eres alguien que desconoce su propia esencia e identidad por estar actuando un rol de ser exitoso o en búsqueda del éxito. Que si eres el individuo que los autoproclamados virtuosos y aquellos beligerantes mentales odian más intensamente. Pues todo eso forma parte tanto de ti como de la otredad.

Sepas que esos humanos de virtud son más infelices que tú. Así que siéntete privilegiado por ser parte de la masa. Tienes un fin, una carta de navegación existencial, quizá simplona, pero funcional. Eres más pasible a ser social, a encajar y aguantar mejor la carga laboral, a gozar con cosas de fácil acceso, a desconocer la causa de tus miedos y penas, a no enloquecer por completo.

Gracias a ti hay una masa, y eso, aunque sea detestable, funciona, tiene valor, uno que los doctos y sabios no han sabido darle por vivir en bibliotecas en lugar de en el mundo.

Por gente como tú se mueve la economía, la democracia, la web, la estética de masas y todo aquello que transforma el mundo, en esta pesadilla huxleyliana.

¡Y que nadie se atreva a decirte que tus manías no tienen valor! Tus clichés del Wattpad, tus TikToks virales, tus Youtubes de música chatarra, tus podcasts de moda, tus relatos huecos que ponen en riesgo una estabilidad emocional que jamás tuviste. Todo eso es valioso. ¿Sabes que no es valioso? Está reflexión cargada de pesadas referencias filosóficas que a nadie le importa tres carajos. La vida es así.

Saber más no te hará mejor ni más feliz, sino todo lo contrario. Las respuestas tienen un precio alto y hay preguntas que es mejor no hacerse jamás. Estás mas feliz así, créeme. Por mucho que lo haga sonar como una ironía llena de menosprecio, así como estás, estás mejor. Estudiarás, trabajarás, ganarás tu dinero, creerás, todo eso es mejor que la nada en que la asunción de la realidad te termina hundiendo. Estás bien así. Es lo mejor.

Ahora bebamos y bailemos, déjame tontear y gozar, yo también quiero olvidarme de que existo.