Parte 30 Había una vez ...Parte 2
Dios estaba triste y solo
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—¡Les estoy diciendo que no soy nadie sospecho! — Se quejó Xue Feng en voz alta frente al fiscal — Solo estamos de pasó ¿Verdad? — Miró a su silencioso amigo a su lado esperando que lo apoyara.
—No lo conozco — Dijo Hei Zheng inexpresivamente sin mirar a Xue Feng.
Apenas ingresaron al pueblo, fueron rodeados por los guardias locales y detenidos bajo la sospecha de ser fugitivos. Desde entonces, habían pasado dos días y Xue Feng se había peleado con los carceleros varias veces generándole dolores de cabeza. Era bueno ya que no habían sido torturados ni puestos en una maloliente celda.
—¡Oye! ¿Cómo puede tratar a tú amigo? —Xue Feng sacudió la manga de Hei Zheng repetidas veces.
Hei Zheng lo observó con frialdad—¿Quién es ese? No te conozco, solo me cruce contigo de casualidad.
Xue Feng lo miró con resentimiento.
El juez tenía dolores de cabeza solo con escucharlos. Agitó sus manos para indicarle a sus hombres que se los llevaban al calabozo de nuevo. Suspiró y tomó el decretó a su lado. Por órdenes del primer ministro, cada joven que pase por una torre de vigilancia debe ser detenido hasta que una autoridad de la corte llegue.
Debido a esta irracional orden, la gente joven que fue detenida sin justificación se ha estado quejando sin fin, y no solo eso, los habitantes estaban insatisfechos por el abuso de autoridad y cada vez era más difícil de controlar.
En las mazmorras, Xue Feng se rescató sobre el heno de forma perezosa. La luz del sol se filtraba a través de la única ventana cayendo directamente con él. Incluso en un lugar sucio como lo era la prisión, su perfil era hermoso y limpio como si no pudiera ser manchado.
Hasta que la sombra se proyectó en su cara. Xue Feng abrió sus ojos encontrándose con la cara inexpresiva de Hei Zheng.
—¿Quién eres?
—¿Yo? Un simple viajero— Respondió Xue Feng con una sonrisa.
— Un viajero no va por ahí con ropa de seda — Señaló Hei Zheng, bajo sus ojos hacia la parte inferior del cuerpo de Xue Feng y dijo— Tampoco llevan consigo con colgante de jade blanco.
—¿Qué piensas que soy?— Xue Feng se incorporó quedando muy cerca de Hei Zheng. A esa distancia, sus respiraciones se podían mezclar y sus ojos podía ver más allá del otro.
—Un mocoso malcriado que escapó de casa— dijo Hei Zheng retirándose. Fue hasta el extremo opuesto de la celda y se sentó.
Xue Feng soltó una carcajada — Según tu suposición soy alguien de influencia, pero no prueba nada. Puedo ser un ladrón que haya robado a una familia rica y me puse sus cosas mientras huía.
— Ese jade es una pieza única, a simple vista se nota que ha sido fabricado por un experto, además tiene un diseño poco común. Un ladrón no se interesaría en una pieza como está.
—Mnn— Xue Feng levantó el jade y jugo con él —¿Tan extraño se ve?
Hei Zheng no respondió, cerró sus ojos e ignoró la presencia ruidosa de Xue Feng.
Esa noche, el ruido de la puerta abriéndose despertó a Hei Zheng, pensó que eran los guardias trayendo un poco de heno para la noche fría, pero de repente, un peso extra lo aplasto contra la tierra.
—¡Ayúdame! Quieren llevarme a la sala de tortura —Como trueno, la voz de Xue Feng hizo eco al oído de Hei Zheng aturdiéndolo.
—¡Ayúdame!
—¡Señor, por favor baje la voz!
—¡Su excelencia quiere que vuelva a casa!
Hei Zheng intentó salirse del agarre de Xue Feng sobre su cintura, pero Xue Feng se negaba a soltarlo.
—¡No me iré sin mi mejor amigo!
Los recién llegados se miraron entre sí, levantaron la lámpara y vieron que al fondo había dos hombres tirados en el piso abrazados en posiciones ambiguas.
Hei Zheng rodó por el piso invirtiendo sus posiciones, ahora era Xue Feng quien estaba siendo presionado contra el suelo.
Aunque fue tomado de sorpresa, Xue Feng rió despreocupadamente que irritó a Hei Zheng — Lo dijo en serio, no me iré sin ti.
— Ya lo veremos— Hei Zheng sacó una larga soga que guardaba en el interior de sus mangas y un movimiento que Xue Feng no pudo ver, sus manos fueron selladas. Una vez que terminó con la tarea, tomó el extremo opuesto y lo jalo lanzándolo a los dos hombres en la entrada
—Llévenselo lejos de mí.
Xue Feng se recuperó rápido y declaró— Me escaparé de nuevo si no lo llevan con nosotros.
Los dos hombres no lo pensaron dos veces y sujetaron a Hei Zheng inmediatamente de los dos brazos, mientras que de la soga sostenía a Xue Feng— Por favor acompáñenos
Xue Feng amplio su sonrisa, en cambio Hei Zheng lo fulmino con la mirada.
Así los dos salieron de prisión y fueron metido a una carrosa lujosa y amplia tirada por cuatro caballos negros con diez solados vestidos de civiles custodiando las ventanas y entrada. Con tanta vigilancia, los dos no tenían forma de escapar sin que fueran descubiertos, así que obedientemente permanecieron tranquilos en el interior.
Con la mirada fría y el corazón frío, Hei Zheng observó a Xue Feng que fingía querer dormir en la esquina.
Xue Feng no soportó esa mirada y se movió en dirección a la ventana donde podía ver la luna que flotaba en lo alto del cielo. La brisa que ingresó cambió la atmósfera que los rodeaba y se hizo incómodo.
—¿Estás enojado? — preguntó sin voltearse.
—Quiero la verdad —dijo Hei Zheng.
Xue Feng lo miró con un puchero—¿Importa tanto quién soy? No era que la gente común no era importante quién eres, sino cómo es tú corazón.
Hei Zheng inclinó la cabeza sin entender.
—¡Su alteza! ¿Tiene frío? Le traeré una manta— Dijo unos de los soldados de afuera.
— Estos idiotas — Xue Feng se cubrió la cara con su palma.
Hei Zheng estaba sorprendido, pero no lo suficiente para hacer un escándalo. Desde el momento que vio a Xue Feng sabía que no era una persona normal, solo que no esperaba que fuera a encontrar el Emperador recién coronado en el medio del camino.
Durante la última gran guerra, el clan Xue se hizo con el poder del continente, sometió a los doce clanes restantes y durante diversas generaciones produjo Emperadores agresivos y dominantes.
Sin embargo, había un rumor que circulaba entre los ciudadanos. Se decía que el clan Xue estaba maldito, por eso los hombres morían jóvenes y en cada generación el número de hijos era menor. Se contaba que porque el clan Xue era ilegítimo, el cielo los castigaba una vez que asumían el trono.
El anterior Emperador murió a los cuarenta y el año pasado, el príncipe heredero de diecisiete años asumió el trono de dragón. Desde entonces, la corte imperial ha estado silencioso provocando toda clase de rumores.
—¿Su alteza no tiene a nadie a quien molestar y por eso se viste de civil? — Dijo Hei Zheng.
Xue Feng le dio una sonrisa amarga— ¿Por qué piensas eso? Solo salí a dar un paseo.
—¿A cuatrocientos metros de la Capital Imperial?
—¡Sí! ¿Y con eso? Ser Emperador es mucho trabajo ¿Crees que a alguien le importa si estoy cansado o aburrido? — El tono de voz de Xue Feng cambió, se volvió fría y apática.
Hei Zheng abrió levemente los ojos, luego recompuso su expresión. "Dios está solo, Dios está triste" — Pensó.
—Entonces te escapaste y el primer ministro dio una orden global para buscarte.
—¡Si!
—¿Qué tiene que ver eso conmigo?
Xue Feng se quedó en silencio.
Hei Zheng continuó — No soy su amigo, ni su familiar, ni mucho sus súbitos. Su majestad, búsquese a otro para jugar.
El interior del carruaje quedó en silencio prolongado. Los dos hombres se miraron mutuamente.
—¡Entonces, se mi general! De esa forma, serás mi súbdito, mi amigo y un miembro de mi familia— Dijo Xue Feng aplaudiendo con sus dos manos muy satisfecho con la idea que se le ocurrió.
Hei Zheng dijo —¡No, me niego!
— Eres muy tímido.
—No soy tímido.
Sin forma de escapar, Hei Zheng ingresó a la Capital Imperial como un rehén del joven emperador. Los dos fueron llevados al palacio imperial por los escoltas imperiales, donde el primer ministro los recibió con un sermón de tres inciensos.
Xue Feng no perdió tiempo y en corte matutina del día siguiente dio una orden de que Hei Zheng fuera nombrado General. Tal petición causó alboroto en la corte, un hombre sin estatus y orígenes desconocidos no podía de la nada tener tal rango.
Aun así, Xue Feng evadió las protestas nombrando a Hei Zheng como miembro de su clan, por lo tanto, podía tener un rango militar.
Era de noche en el palacio real, todos sus habitantes estaban dormidos a excepción del Emperador, que iba rumbo al palacio Ning, lugar donde actualmente se estaba quedando Hei Zheng como invitado de honor. Aunque era el lugar más apartado de la residencia, todos los días, después de cada sección de la corte, Xue Feng iba a visitarlo con una jarra de vino.
Hoy, debido a que tuvo que atender algunos memoriales, terminó su trabajo tarde y como era una noche calurosa de verano, tenía ganas de beber al aire libre.
Tal como anticipó, Hei Zheng estaba sentado en el patio leyendo algunos libros viejos con gran interés. Su espalda estaba apoyada contra un pilar y solo tenía una lámpara de aceite como fuente de luz.
Xue Feng sonrió y lo llamó —¡Oye! Vamos a beber.
Hei Zheng levantó sus ojos de las hojas un momento, luego los volvió a bajar —Piérdete.
—¡Gracias a mi puedes pasarte el día leyendo esas cosas aburridas! — Xue Feng sentó a lado de Hei Zheng y le sirvió un poco de licor —¿Qué tan buena es esa cosa que tiene a mi general tan enamorado?
—¿No consideran que un nombre que no sabe el arte de la guerra pueda ser un general?— Hei Zheng respondió con otras preguntas.
Xue Feng bebió de un trago su copa y dijo— Eres un artista marcial, algo debes saber de estrategia militar.
La hoja del libro que Hei Zheng movió se congeló solo por un momento.
—¿Creíste que no me daría cuenta? — Dijo Xue Feng bebiendo otra copa — No haces ruido al caminar, cuando estábamos en prisión te despertaba al más mínimo ruido. Esos hábitos no son de un erudito, sino de una persona entrenada y la prueba que te delató fue que tienes músculos fuertes, lo comprobé cuando te abracé esta vez.
Hei Zheng lo miró por las esquinas de sus ojos — Si ya sabes todo eso ¿No preguntarás quién soy?
— No lo dije antes, de donde eres a dónde vas ¿Importan esas cosas?
—¿Si hubiera un asesino que fuera a matarte?
Xiue Feng se apoyó en el pilar del lado opuesto a donde estaba Hei Zheng sonrió— Entonces ....Mátame
Una sombra cubrió la cara de Hei Zheng. Un viento feroz sopló y agitó las hojas de los árboles desprendiendo sus flores hacia el cielo.
—¿Está aburrido su majestad?
—Si, mucho.
—Entonces ¿Por qué no celebran un gran banquete para divertirse? Puedes invitar a quien quieras, comer la comida que más te guste e incluso llamar artista para entretenerte...
Al no tener una respuesta, Hei Zheng miró hacia atrás y vio que Xue Feng estaba dormido. Lo observó por un largo rato hasta que decidió apagar la linterna.
Lo cargo horizontalmente en sus brazos y lo llevó al interior de la habitación, donde lo dejó sobre una cama atham. El rostro despreocupado de Xue Feng quedó reflejo en el interior de sus pupilas. Aun dormido, Xue Feng era hermoso, no poseía la delicadeza de una mujer, ni la sensibilidad de una, sus rasgo eran agradables a la vista y dejaban una calidez en el alma. a la vez, había otro tipo de sensación en le pecho de Hei Zheng que prefería ignorar.
—Que molestó.
Después de ese día, Hei Zheng no vio a Xue Feng por unos días, pensó que el rey por fin se había aburrido de su presencia y lo dejaría en paz. Sin embargo, Xue Feng apareció poco tiempo después y lo arrastró a una gran celebración en el salón principal del palacio.
Esa situación no ocurrió una vez, sino varias veces. Xue Feng era el centro de las fiestas. Rodeados de hermosas mujeres y deliciosa comida acompañada con el vino más delicioso parecía no tener ninguna dificultades en la vida.
Muchas veces, Hei Zheng se quedaba a su lado bebiendo en silencio, a veces no se molestaba en asistir y con más frecuencia se iba a la mitad cuando Xue Feng estaba distraído.
—¡Póngase a trabajar su majestad! — El primer ministro ingresó con la cara roja de ira e incremento al ver a Xue Feng estar perezoso en su estudio.
—Estoy cansado— Dijo Xue Feng jugando con el pincel y la tinta—Hace calor y mi mejor amigo me ignora ¿Cómo quieres que trabaje así? — Le sonrió.
El anciano tuvo que tragarse la sangre acumulada en su garganta. Guardó sus manos en el interior de sus mangas y caminó hacia un costado de la habitación donde estaba Hei Zheng leyendo libros.
—Su excelencia tenga compasión de este viejo.
—Ten compasión de este joven que debe estar aquí cuidando de un flojo que hace un berrinche cada vez que no estoy —Dijo Hei Zheng.
—¡Oye! No lo pongas de esas formas— Xue Feng miró de mala forma a Hei Zheng— Te tengo aquí porque eres el único que se atreve a ignorar la órdenes de este Emperador, por lo tanto, no accederás a mis peticiones y puedo concentrarme.
—Entonces ponte a trabajar.
—Pero hace calor— Xue Feng se deprimió— No he salido del palacio en mucho tiempo, al menos vayamos a ver el festival ¿Qué dices?
—Si su majestad termina todos los memoriales, este ministro lo dejará ir—Dijo el Primer ministro agotado mentalmente. Se pellizco el entremedio de los ojos y suspiro.
—¿En serio? — La expresión de Xue Feng se iluminó e inmediatamente se puso a leer los documentos que tenía en la mesa.
—Si no lo mimara, sería una persona decente— Murmuró en voz baja Hei Zheng.
El viejo ministro lo escuchó y por sus ojos una serie de emociones brillaron por un momento hasta desaparecer —Su alteza ¿No le ha dicho nada?
—Si se refiere a los secretos del estado, me lo ha dicho hasta dormido— Indiferente, Hei Zheng regresó a sus libros.
—No me refiero...— El ministro sacudió la cabeza — Por favor cuide de su majestad.
—Necesito un aumento de sueldo.
El primer ministro río.
—¿Qué es tan divertido? — Xue Feng lo miró con sospecha. —¿Yo también quiero saber?
Hei Zheng lo ignoro.
Esa noche, cerca de la medianoche, juntos antes de que el festival terminará. En la torre más alta, cerca de las puertas de la ciudad, dos hombres bebían en silencio, al menos una de la parte lo estaba porque el otro no pudo aguantar más y comenzó a parlotear.
—¡Mira! ¡Mira! -Ese puesto están asando red, deberíamos ir.
—No.
—¡Tsk! Tacaño, solo es un rato.
—No sabía que te gustaba estar a solas conmigo- Xue Feng le guiño- ¿Tanto te gusto?
Con respuesta, Hei Zhen corrió varios pasos a un costado. Xue Feng río.
—¿Cuánto ha pasado desde que nos conocemos?
—No lo sé. — Hei Zheng bebió un poco de su vaso y dijo con frialdad — Prefería nunca haberte conocido, mi vida sería más tranquila.
Xue Feng solo sonrió, no dijo nada. Estaba acostumbrado a que Hei Zheng le hablara así y lo tratara con frialdad.
En ese momento comenzaron a caer pequeños cristales blancos del cielo, fue lento y pausado. Los copos cayendo alrededor de ambos tan silenciosos como flores marchitas que se negaban a morir sin luchar.
Xue Feng exhaló lentamente el aire frío despreocupadamente — Sería bueno si pudiéramos estar así para siempre
Fue al amanecer cuando ambos regresaron al palacio imperial. La primera nevada del año fue causada por los rayos del sol que emergieron del horizonte.
Xue Feng caminaba por delante tarareando una melodía, mientras que Hei Zheng lo seguía un par de pasos atrás. De repente, se detuvo y Hei Zheng hizo lo mismo.
—Fue una noche divertida. Gracias.
Era inusual que Xue Feng le diera las gracias. Un sentimiento difícil de explicar apretó el pecho de Hei Zheng. Viendo el perfil iluminado por el amanecer habló con prisa. -- ¿Por qué me dices eso?
Xue Feng volvió y dijo — Estoy cansado. ...Vivir es agotador.
Entonces dios... Bajo el sol
Hola queridos lectores. Últimos 5 cap
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