capítulo tres
El pelinegro por fin había salido de la oficina de su suegro, odiaba con toda su suerte estar ahí encerrado, con ganas de querer aventarse del palco presidencial, bueno,, era normal querer hacerlo después de que lo entretuvo poco más de una hora, hablándole de que la casa en la que Jisung vivía era espaciosa, pero no digna de su pequeña hija Amanda que toda la vida había sido merecedora, también sobre lo que equivalía el ser el Yerno del presidente, todo lo que ameritaba, todas esas fotos familiares, conferencias a las que debía asistir y vanagloriar a su suegro por todos sus disques logros, su apoyo incondicional en cada una de sus acciones y sobre todo, discreción y fidelidad a la familia Castle, ¿Qué eso no era lo más ridículo del mundo? ahora sí le convenía a John Castle el que Jisung fuera su Yerno, le convenía gracias a su fama que incrementaba en el mundo de las leyes, sin duda era un joven exitoso que ahora debía conservarse a lado de la familia solo para servirle, vaya mierda, el no queria quer su vida fuera de ese modo, sin embargo, sabía que Amanda, su bella prometida le había dado todo sin rechistar nada, así que el se lo debía.
Él demandante hombre insistió más de una vez que fuera a cenar a su casael debía llegar a cenar con ellos, porque era su obligación hacerlo y negarse estaba de enbalde, aquella noche debía asistir, pasar tiempo en familia, acordar algunas cosas y no era algo que podía declinar como si nada,, porque Amanda lo pedía, incluso le había dicho que lo extrañaba de una patética manera donde exigía su atención, pero esta vez y por primera vez, Jisung negó muchas veces a todas las peticiones, argumentado que tenía un caso muy pesado en el cual estaba trabajando, del cual no era todo mentira, realmente el caso que el grupo de abogados estaba llevando era difícil y gracias a su éxito con el anterior caso, Jisung estaba muy solicitado en en el bufete, aunque no lo suficiente como para no disfrutar de una cena con su prometida, tiempo había cuando hay suficiente interés, pero sinceramente no quería cenar con ella, ni con su suegra y sus constantes críticas o su suegro y sus comentarios mal intencionados y fuera de lugar, menos con sus coñados que lo menos presiaban de la misma forma, pobre de sus esposas, pocre de ellas que debían soportarlos todo el maldito rato.
Aunque aquella misma noche, lo que le perturbaba la mente no era más que la cuestión de ir o no ir al bar de ciudades bajas, digo, solo eran dos simples opciones, pero aún así, como buen abogado puso las dos opciones en la mesa para analizarlas, dos opciones completamente difíciles, dos opciones que si bien no eran muy difíciles, marcaban todo un futuro sin que ninguno de los dos involucrados lo viera o sospechará aún, era su efecto mariposa, acciones que declinaba a uno de los dos futuros deseables y posibles, Jisung sabía que de ambos lados de la balanza había mucho, aunque esta vez no era la cantidad la que importaba, era la calidad y es por eso que lo tebnia entre la espada y la pared, lo que ya tenía establecido o unn futuro incierto, realmente estaba por verse.
la primera opción era ir donde Minho lo había citado esta noche, ir al bar, tomarse una buena cerveza fría que tanto necesitaba para despejarse la mente, ver a Minho una vez más sumándole más culpa a su mente por pensarlo de manera indebida, si iba, sabía que sus ojos le traicionarían más de una vez e indiscreto miraría los labios carnosos de su acompañante de copas de esta noche y eso no estaba bien, jamás en su vida había mirado tan detenidamente los labios de alguien, jamás en su vida tuvo tantas ganas de probar la suavidad de unos belfos tanto como a los de Minho y eso lo perturbaba, lo asustaba, no estaba bien, nada de lo que pensaba estado alrededor de Minho era correcto, sabía que lo miraría a los ojos nuevamente y que sí, nuevamente se volvería a perder en todo lo que esos ojos expresivos quisieran decirle, sabía por supuesto que el ver detenidamente al hombre, lo haría sentir incomodo y asi lo alejaría de manera patética.
La segunda opción era la más fácil, No ir a encontrarse con su pesadilla, simplemente encerrarse en su casa, analizar bien el caso y los papeles que inculpaban al señor Marshall, darse una ducha e ir a la cama para dormir y soñarlo nuevamente, las desventajas de es plan, eran que aunque le sonaba lo más sensato, si no iba, no volvería a ver la sonrisa de conejito nuevamente dirigida a él por lo menos, sentía que si él no iba esa noche, nunca más volvería a ver a Minho, por alguna extraña razón, eso lo hizo sentir mal, no volver a ver al castaño... sonaba tan estúpidamente malo que le daba un revoltijo en la panza de solo pensarlo, aunque su consciente le gritaba que esa idea era la que más razón tenía, pero ¿Qué sería de esta historia si la gente no tomará decisiones impulsivas? todos los humanos solemos tomarlas y muy pocas veces meditarlas, pero ahí estaba la magia, en no saber que caja de sorpresas están escritas en nuestro destino y Jisung, esta noche estaba por abrir esta caja que dictaba su nombre en letra cursiva sin ningún signo de precaución.
¿Perdía algo si iba? No, Jisung no perdería nada si iba, nada, porque Jisung no tenía nada que perder, Jisung era simplemente un hombre, un hombre muy diferente a Han y ese era quien quería presentarle a Minho, ser Elvis por última vez no estaba mal, ¿no?, digo, en fin tomar decisiones que no estaba acostumbrado a tomar no le harían daño a nadie.
¿Perdía algo si no iba? puede que se perdiera de esa sonrisa y eso no era nada tentador, perder la sonrisa tan linda y contagiosa de Minho no estaba en parte de su planes, pero... ¿él tenía planes? ni si quiera lo sabía, suspiró ruidosamente, estaba exagerando nuevamente las cosas, Minho solo quería conocerlo porque quería ser su amigo, no para algo más, el muy tonto Jisung solo se estaba ilusionando, ilusionarse con alguien como Minho era tan absurdo, porque el joven no había dicho nada más que su deseo de conocerlo, pero ¿Cuántas personas antes le habían dicho eso a él? ¿Cuántas personas se habían interesado en él realmente? ¿Cuántas personas buscaban a Jisung y no a Han? solamente Amanda cuando eran niños tontos que subían a los árboles, fuera de eso, todos se interesaban en el serio, formal y antipático abogado Han, en el hombre que te puede destruir con palabras o salvarte el culo de un problema con la ley, toda la gente se interesaba por Han, el brillante y joven chico de leyes con un futuro brillante, pero Minho quería conocer la parte de él que nadie conocía, ni el propio Jisung y eso le gustaba, le gustaba que Minho no lo viera como el joven y exitoso abogado pariente del presidente, y lo viera como lo que es, un simple humano, un simple humano sin títulos, un simple humano que cometía errores, un tonto humano, que por esta vez, no medito demasiado en sus acciones.
¿Para qué se comía más la mente? la respuesta estaba ahí desde que Minho hizo la pregunta, Jisung iría, se divertiría esta noche, conocería todo lo que Minho le ofreciera, y luego, le dejaría en claro que no se volverían a ver, más que nada porque junto al castaño, su estabilidad emocional dependía de un hilo, estaba en la cuerda floja, y ni sobre pensaba las cosas.
Tomó la ruta que lo conducía a ese famoso bar, el camino lo sabía a la perfección, conocía las ciudades bajas como la palma de su mano, vivió por ahí durante mucho tiempo, toda su niñez, adolescencia y un poco de su adultez, solo llevaba viviendo en la ciudad principal no más de cuatro meses, realmente a veces extrañaba su lugar de origen, extrañaba lo libre que era antes, pero las cosas tienden a cambiar siempre ¿no? las cosas siempre dan cambios y solo nos quedan recuerdos de lo que solía ser y eso no estaba mal, todos debemos avanzar sin esperar mucho del pasado porque ya no nos queda más de él que los recuerdos y los aprendizajes de nuestros errores, Jisung conocía también el bar, bar en donde trabajo por años, trabajo que mantuvo oculto hasta de Amanda, le gustaba ese trabajo, pero no estaba bien visto, asi que cuando tuvo que irse, no pudo más que agarrar sus cosas y darle las gracias a Carl, el dueño; volver a entrar al bar de nuevo le hacía sentir cosas extrañas y más que esta vez iba acompañado.
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄ƷƸ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
Minho se encontraba en la casa de Yang, su madre aún estaba en el trabajo, por lo tanto pudieron hablar a gusto sobre lo tan interesante que tenía que contar el menor, quien había prometido serviría para "El baile de las mariposas" como una buena pieza musical, había comunicado en la carta que le llegó esa mañana a su pequeña oficina, la firma era un zorro, sabía con exactitud de quién se trataba.
--- Innie, por favor que esta noche realmente tengo que salir, tendré quizá una noche interesante--- le apresuró el castaño, el chico menor era demasiado parlanchín, así que en un pequeño momento te hablaba de más de diez temas distintos, normal que Jeongin se desviará del tema su mente siempre se manejaba demasiado rápido.
---Te he dicho que Felix nunca va a corresponderte, ya deja pasar las cosas ¿okey? Que lo trates de persuadir con tus saliditas de noche, no te llevará a ninguna parte, el anda enamorado de ya sabes quién--- el menor lo miró con desaprobación, pero Minho solo le sonrió cínico.
--- ¿Y quien te dijo que saldría con Felix? te equivocaste hoy, amigo mío --- El menor lo miró con una sonrisa incrédula, alzó las cejas con sorpresa fingida--- Esta vez he mirado a los ojos del mismísimo sol y créeme que son los ojos más precisos que he visto en la vida--- suspiró, los ojos negros pasaron en su mente nuevamente, envolviendolo con la dulzura que enmanaban --- Pero anda, dame la información que quiero.
--- ¿Cómo que no es Felix? en que momento las cosas cambiaron tanto ¿De que me he perdido?--- el de ojos de zorro se sentía indignado, le encantaba el chisme y no era justo que Minho no se lo contará.
--- Dejemos el chisme para luego, necesito esa información ahora mismo--- Minho lo miró serió, Jeongin sabía que el mayor hablaba enserio, pero no le importó ni un poquito el enojo del otro, en su Minho no estaba molesto, es solo su manera de querer intimidarlo, pero ya no surtía efecto.
--- Bien, bien, no desesperes que me pones de nervios con tantas presión--- se sentó en la silla de madera, la cual crujió al movimiento, realmente los muebles del menor no estaban en las mejores condiciones, pero este se había negado incondicionalmente a que sus amigos le ayudaran económicamente, él quería conseguir todo por su propia cuenta.
-- No hablas rápido y yo tengo prisa-- Innie hizo un puchero al tono fuerte de Minho, el castaño al verlo quiso hizo soltar una risa ruidosa, pero se contuvo -- Vamos niño precioso, necesito esa información, dila antes de que te golpee o te meta una hoja a la boca.
--Arreglas todo a los golpes o metiendo todo a la boca ¿Acaso tienes una fijación oral?- ambos se rieron como tontos, ellos y sus bromas- Abusas de un pobre niño inocente e indefenso como yo-- el castaño soltó una carcajada, Jeongin no tenía nada ni de inocente, ni de niño, menos de indefenso.
-- Jeongin, tienes 21 años, ya no eres un niño, ni tampoco eres indefenso, ¿Qué acaso no recuerdas que casi le rompas el brazo a Chan solo porque intento apretarte una mejilla con ternura? ¿O que pateaste tan fuerte las bolas de Hyunjin por seguirte el paso cuando apenas te conocíamos y desconfiaba de ti?- Innie sonrió con inocencia, sí, él había hecho eso y no se arrepentía en lo absoluto-- Pero no cambies el tema.
-- Bieeen, querido y poco chismoso amigo, pues el baile al que por cierto jamás te vi entrar, fue en honor a que la pequeña y para nada berrinchuda hija del presidente, se casará pronto; esa noche, el joven Han pidió su mano, el baile se festejo por esa causa, y hasta ese momento, solo fueron risas, joyas estúpidamente costosas, vestidos caros, trajes caros y champagne caro, la pedida de mano por cierto fue horrible, Han tenía cara de querer correr en todo momento y cuando desapareció, bueno... bueno eso no importa. Lo que sí importa fue que me fije bien en el viejo, se le vió de forma misteriosa y sospechosa, estaba hablando con el cenador del distrito del sur, y si bien sabemos, esos dos hombres juntos son desfalco total a por lo menos tres distritos más, y las ciudades bajas ya están muy jodidas como para otro desfalco económico y su tonta y absurda forma de pedir impuestos hasta por respirar, el hombre necesita toda esta cortina de humo para que el derrame económico sea por debajo del agua, creo que va a tener que gastar mucho por caprichitos de la nena, y claro, ¿Quién más que nosotros para pagar tan costoso evento?.
-- Pobre de aquel hombre Han, se esta casando con la mismísima hija del diablo, me compadezco del hombre-- Minho tomó un sorbo de agua, miró su reloj, solo medía hora para ver a aquel hombre de preciosos rasgos faciales, aquel hombre que necesitaba ver aunque sea un poco más.
-- Ni tan pobre-- se burlo el chico menor con algo de sorna-- El maldito esta subiendo como espuma del más caro Champagne, es un renombrado abogado que le salvó el culo a Gill, el muy hijo de perra borro todo historial de Gill, gracias a eso lo salvo de la maldita cárcel, es igual de mierda, y es por eso que va a ser parte de tan despampanante familia, todo son unas fichitas, créeme, no te compadezcas de él.
-- Con esa boquita besas a tu madre-- Se burló el mayor del leguaje utilizado por el otro chico, Innie solo giró los ojos harto de la burla y le enseño el dedo medio-- Bueno, pero si parece que el famoso Han es igual de hijo de puta que su suegro, esta bien, investigaré sobre él. No puedo creer que hombres como ellos sean los encargados de la ley, joder que tremenda mierda es esto.
-- Ni que digas Honnie, de estos hombres ninguno se salva, ni siquiera Han, quien es tan amable o eso aparenta, solo es simple fachada, lo he visto dos veces y con eso tuve suficiente.- Jeongin desconfiaba completamente del abogado que rodeaba a la familia Castle.
-- Sí, solo me has hablado muy poco acerca del pobre y ya tengo suficiente de él-- miró su reloj-- Es hora de irme, nos vemos luego Innie.
-- Adiós Minho, pórtate bien y por favor, olvida de una vez a Felix, me alegra ver que sales con otra gente, pero realmente no te creo.-- Minho sonrió negando las ocurrencias de Innie, si tan solo supiera... ¿Es que acaso era tan difícil que aceptarán que Felix ya no era nada más que un amigo para él?
-- Cuídate Innie, prometo que así será-- ya había pasado demasiado desde que dejo de pensar en el pecoso, y esta vez, alguien más ocupaba sus pensamientos, alguien con quien estaba a nada de volverse a ver, y la emoción que sentía no podía ocultarla.
El camino de la casa de Innie al bar no era tan lejano, aun así se cubrió con un abrigo y camino por las desiertas y oscuras calles que gritaban falta de atención, las calles eran oscuras, sin pavimento y con casas de madera tan pequeñas como una sola habitación, digamos que ciudades bajas no era el mejor lugar del mundo, ciudades bajas era un cúmulo de distritos llenos de precariedad y desasociego; aún así, a Minho le gustaba estar ahí, se sentía cómodo en ese ambiente, ¡Vaya! que paradoja, él al ser un chico siempre forrado de dinero, viviendo en los mejores lugares del país, se sentía cómodo en los lugares tan inseguros.
¿Jisung sí iría? las manos le temblaban por el nerviosismo, tenía años desde que se sintió asi de nervioso, ¿y si él no iba? bueno, si él no iba las cosas quedarían completamente claras, no se volverían a ver, era la decisión que había dejado enteramente en manos del pelinegro, las esperanzas de que el chico apareciera era lo único a lo que se encontraba aferrado esa noche, solo la esperanza de que cualquier decisión que tomará fuera la mejor para ambos, aunque dentro,muy dentro de él sabía que esperaba verlo más de lo que había esperado algo en la vida, digamos que el chico realmente tenía esperanzas reales de verlo aparecer por aquellas puertas de ese bar al cual nombraban libertad y la felicidad momentánea fluía en el aire, todos aquí eran libres, se sentían libres, había algo que hacía que aquel lugar no fuera tan precario como lo parecía.
Entró al bar, esta vez solo la mesa del rincón estaba vacía, le gustaba este bar, más que nada porque se respiraba libertad, las personas aquí presentes, por más ebrias que estuvieran eran libres, por eso es que cito a Jisung aquí, quería que ambos fueran libres, que nuevamente esa noche del viernes, Elvis y Frank volvieran a encontrarse una vez más, y ahí era un buen lugar para conocer esas personalidades que tanto ocultaban y que apenas si crearon.
-- ¿Gusta algo de beber, joven?- Minho asintió al camarero.
-- Un coñac, por favor-- el hombre alzó una ceja casi con burla, muy raro que alguien pidiera un coñac en ese lugar, aún más raro que lo tuvieran, aunque bueno, el hombre sí reconocía a Minho, aunque era raro que él viniera solo, por lo general siempre venía con un amigo, o varios de ellos; se apresuró a servir el coñac, se lo entregó y este sonrió de una forma tan mágica, al camarero se le hizo bonito ver a alguien sonreír con esa alegría, ¿Quién sería causante de tal sonrisa en el joven que acostumbraba verlo serio?
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Dieron nueve con diez y Jisung no llegaba, tal vez y el joven pelinegro no era muy puntual, seguro y la puntualidad no era parte de Jisung, aparte Minho había llegado temprano, por eso y porque cuando esperar algo o a alguien, el tiempo pasa lento, desgraciadamente lento.
Volvió mirar el reloj, nueve y veinte, bien, las esperanzas comenzaron a caer, una por una, tal vez y realmente no fue buena idea haber pensado en invitarlo, se había apresurado sin siquiera conocerlo, ¿Tan tonto era para creer que realmente el otro vendría? patético, simplemente patético, Minho, siempre apresuraba las cosas sin conseguir algo realmente bueno para él, tal vez se había emocionado demasiado con algo que nunca pasaría, nunca, nunca, nunca, solo en sus sueños, esos guajiros que se ahuyentaban; se tomó el coñac de golpe y pidió otro, esperar un rato más no sería demasiado, diez minutos más, solo eso, si él no llegaba en diez minutos... todo aquello que no había comenzado, estaba terminado.
Nueve treinta y Jisung no apareció, suspiro ruidosamente con un malestar en el pecho, francamente su ánimo ya no estaba tan bueno ahora, había decaído en picada y todo por ser un tonto e ilusionarse fácilmente, un trago más y se iría a casa. Bien, esperaba que las decisiones del chico sea las mejores para ambos, aunque eso no quitaba que su pobre corazón se sintiera patéticamente aplastado; esperaba verlo por lo menos una vez más, pero es que, ¿Qué carajo pensó Minho?, que el joven vendría, le sonreiría y luego de que se conocieran a tal grado de que le diera acceso a los lindos y relucientes labios que había soñado besar, vaya pero que idiota Minho, que idiota era, Jisung nunca dio algún indició de que buscaran lo mismo, ¿Qué esperaba?, que Jisung también sería igual que él, que él tendría los mismos gustos que él, ¡Carajo!, tenía que dejar de ser tan iluso, en este mundo sabía que lo que gobernaba era el amor de un hombre por una mujer y no un hombre por otro, ese amor muchos lo veían como un terrible pecado.
Pago los tragos al mesero, el pobre mesero fue testigo de ver desaparecer esa sonrisa, incluso le dió pesar el verla desaparecer junto con el brillo de la mirada del castaño, tan feliz que se veía cuando llego... Y ahora solo era la sombra de quien llegó.
Minho se levantó del asiento decidido a salirse del local e ir a su casa a dormir, de verdad que con pesar se levantó de la mesa, sus ilusiones estaban por el piso.
Aunque todo cambio en cuanto miró a la puerta, aquella persona paso la puerta del establecimiento, con los grandes ojos mirando por todas partes en busca del castaño, Minho al verlo no pudo evitar sonreír con verdadera alegría, él estaba ahí, él sí había ido, incluso se quedó estático en su lugar contemplando si era o no real lo que sus ojos le mostraban, se volvió a sentar alegre cuando cuenta se dió que sí era él, Sung estaba ahí realmente.
Se acercó a la mesa en cuanto vió al castaño mirándolo con una enorme sonrisa, su respiración estaba pesada, sentía nervios en el estómago, aparte la carrera que pegó porque llegaría tarde lo había dejado si aliento y el poco que había almacenado, lo perdió en cuanto lo vió nuevamente, ahí sentado dándole una gran sonrisa, esperándolo.
-- Disculpa la tardanza-- fue lo primero que se le ocurrió soltar--Me encontré un conocido en el camino y me ha retrasado más de lo que debería, una disculpa.
--No hay problema, ya estás aquí y eso es lo que importa-- tomó asiento enfrente del castaño, le sonrió, por primera vez en todo el día Jisung había sonreído a alguien realmente.
-- ¿Ya te ibas?-- preguntó el menor casi con temor, bueno, si era sincero consigo mismo, creía que el castaño ya no estaría ahí, digo, volver a ver a su amigo de la infancia, le quito mucho tiempo, aparte no miró el reloj y es por eso que había llegado tarde, suerte la suya que ahí estaba él, esperando un rato más, esperando por él.
--Sí-- Minho se rascó la nuca nervioso-- bueno... es que pensé q~que realmente no vendrías y bueno... ya no tenía nada que hacer por aquí entonces.
--Una enorme disculpa-- Jisung le dió nuevamente una sonrisa y eso hizo saltar emocionado el corazón de Minho--venir aquí, me hizo ver a personas que conozco, un reencuentro bastante alegre que se alargó un poco, no fue mi intención que esperarás tanto, realmente no vi el reloj y bueno... creo que me atrase mucho, sin embargo, gracias por esperarme.
-- No hay problema, de verdad me alegra que estés aquí-- Jisung por muy valiente que se sintiera, aún no se atrevía a mirar a los ojos al mayor, porque sabía que sus mejillas lo delatarían por su sonrojo, aunque la sonrisa no abandonó nunca su rostro, se sentía extrañamente feliz-- ¿Eres de aquí?
--Sí, bueno... lo era antes de terminar mis estudios-- Minho puso los codos en la mesa, entrelazo las manos y recargo su barbilla en sus manos, interesado por saber sobre el chico.
--¿Abogado, verdad?-- Jisung asintió orgulloso, realmente las leyes si le gustaban, le encantaban, era lo suyo, de verdad eso era maravilloso, la ley le encantaba... si tan solo está no fuera tan frágil y rápida de romper -- ¿Cuántos años tienes?
-- 22 años-- Minho se sorprendió, era realmente joven-- ¿Y tú?
-- 24, dos años de diferencia entre tú y yo- -le sonrió, y es que no podía hacer nada más que eso, sonreír como un bobo-- ¡AY!, pero que descortés de mi parte ¿Algo de beber?, una disculpa, Jisung, por no ofrecer algo antes, es que verte aquí... me nubló la mente.
-- Una cerveza no estaría mal-- Jisung mentiría si dijera que le temblaban las piernas cada que Minho pronunciaba su nombre, es que lo decía de una forma exquisita, casi como si saboreara cada palabra de su simple nombre.
El mesero se acercó, pidieron dos cervezas mientras se sonreían, Dylan, en su vida solamente había visto sonrisas tan puras como esas muy pocas veces, y para su fortuna todas aquellas sonrisas fueron en ese mismo bar, bar en donde no solo asistían para buscar la felicidad momentánea en el alcohol, sino también asistían para ser libres, donde los amantes podían amarse sin ser juzgados y es por eso que Dylan le gustaba trabajar ahí; al ver a aquellos dos chicos sonreírse de tal manera en que los ojos brillaban, Dylan lo supo, supo que entre esas sonrisas, parte de sus almas se iban entrelazando sin que ninguno de los dos fuera consiente de eso.
-- Y cuéntame-- Minho decidió hablar primero, Jisung se veía tímido bebiendo su bebida, las cervezas habían llegado hace un momento-- ¿Quieres que conozcamos a quienes somos día a día o... esa tentadora oferta de conocer lo desconocidos que podemos ser hasta para nosotros mismos?
Jisung lo pensó, realmente no quería que Lee conociera quien era Han, el petulante, serio y orgulloso hombre, tampoco quería hablar del vulnerable, torpe y aburrido Jisung, no, él no perdería el tiempo hablando de quien era cuando solo vería a Minho esa simple noche, no la desperdiciaría en lo absoluto, él estaba ahí porque quería volver a sentirse como se sintió aquella noche que conoció al castaño, quería que el hombre la enseñanza solamente una vez en la vida que él podía ser alguien diferente.
-- Esta noche quiero que seamos Frank y Elvis- soltó decidido--¿Hay algo malo en eso?
Minho realmente no se sorprendió en lo absoluto, cuando lo conoció, pudo ver aquella curiosidad que le provocó a Jisung, pudo ver que ser Elvis, el hombre que bailaba con otro hombre, lo saco de la monotonía y eso le gustaba al pelinegro de alguna forma.
--Me parece buena elección Elvis -- el mencionado sonrió nuevamente, se tomó el tarro de un trago y pidió otras dos rondas para ambos, los corazones de ambos estaban extasiados, Jisung incluso reto a Minho a ver quien se tomaba ese último tarro con más rapidez, esta vez ganó Jisung quien se levantó victorioso alzando las manos, Minho soltó una carcajada enorme.
-- Querido Frank-- rodeó la mesa y estiró la mano hacia el castaño, este alzó una ceja, cautivado por lo libre que se notaba su compañero-- Usted me ha pedido un baile la otra noche, es justo que ahora usted me complazca a mí, bailado este tan preciado... ¿Uhm? ¿Jazz?-- hizo una pausa pensando, no alejo ni un poco la mano --Frankie ¿Esto es Jazz?
-- Elvis, esto efectivamente es Jazz-- el efecto del alcohol empezaba a llegar, sentían ese mareíto que se sentía al ya tener un poco de alcohol en el sistema, Minho estiro la mano hasta tocar la del menor, ambos se miraron a los ojos nuevamente, el negro fundiéndose con el café, la electricidad del toque fue inevitable-- Claro que acepto bailar contigo Elvis.
-- Pero aquí no Min...Frank, aquí hay mucha gente, no nos verían bien si lo hiciéramos--no, porque dos hombres jamás se verían bien bailando juntos, quiso decir.
--A esta gente no le importa en lo absoluto vernos bailar, créeme, no son prejuiciosos.
--¿Ha bailado con alguien más aquí, joven Frank?-- soltó en un tono casi receloso, estaba no solo curioso, sino también indignado por no ser el primero con quien bailaba aquel castaño, una cosquillas interna le hacía querer ser el único, el único con quién baila a, el único al que le Reía, el único, el único, el único, vaya pero que egoísta. Lo quería todo para él, pero sabía que no podía, no podía, no podía, quererlo era egoísta, quererlo todo suyo aún más, pues esto tenía tantos contras y el que conocía tanta gente, el que ya tenía a alguien a lado suyo ¿Por qué querría a alguien más? El problema es que Minho no se sentía como "alguien más" Minho se sentía como el único.
--No querido Elvis, es muy poco lo que bailo, pero cada quien está en sus asuntos, ni nos notarían-- Jisung quiso ser atrevido por primera vez en su vida, asintió nervioso, bien, confiar en el castaño no estaba de más. Le confiaría la vida, como si le conociera de toda ella.
Minho jalo a Jisung hasta el centro de aquel lugar, era muy cierto, nadie los veía, nadie los juzgaba siquiera, el jazz sonaba, el solo del saxofón estaba dándose paso, el castaño comenzó a moverse divertido alrededor de Sung, movió las caderas, las piernas y los brazos, rodeo a Jisung quien no sabía que hacer hasta que tímido comenzó a bailar moviendo los pies al compás de la canción, pero aquel jazz culmino dándole paso a otro, uno aún más movido que el anterior, Minho se movía con ritmo, Han trataba de seguirlo sonriente, ambos sin soltarse de las manos; en un momento, el castaño hizo girar al pelinegro, soltaron una carcajada ruidosa, a causa del alcohol y la alegría de aquel lugar, unas cuantas parejas se les unieron al baile, todos disfrutando de la magia de las canciones, Sung giraba con alegría mientras el mayor movía los pies con destreza, el jazz colaba por su cuerpo, ahora el menor ya no se sentía avergonzado en lo absoluto, bailó más de cinco o seis canciones después, todas siendo una nueva experiencia.
Los ojos de Jisung estaba brillando, la alegría que ambos sentían era inexplicable, se sentían cansados de tanto mover las piernas, pero ninguno quiso alejarse, solo Minho quien fue a pedir unas bebidas más, luego volvió, tomando de la mano nuevamente al chico, se sentían tan complementados el uno al otro, como si sus manos unidas, sus pies en movimiento y ambos mirándose fijamente fuera alegría pura, la fuente de la felicidad. Las bebidas llegaron, las bebieron felices, bailaron un poco más y luego Minho ya bailaba con una señora adulta quien lo había sacado a bailar, Jisung solamente se dedicó a mirar alegre a Minho mientras tomaba su bebida, miro el reloj y... ¡Oh mierda! El tiempo pasaba volando cuando eres feliz, ya tan rápido sería media noche, debía irse, tal como cenicienta en el cuento, irse para continuar con su vida cotidiana, irse, para nunca más volver a Minho, esto le entristecía, pero era la forma en la que tenía que pasar, son cosas de la vida ¿no? Las historias como estás son fugaces porque la felicidad también lo es ¿No? La felicidad es momentánea al igual que los ratos con Minho, no tenía porque sentirse triste siquiera. El problema es que lo hacía.
Espero que Frank terminara su baile con aquella mujer y fuera a él para poder darse un final, este sonriente lo miró, movió los hombros de forma graciosa, ¿Dónde almacenaba tanta pila? Movió la cabeza y chasqueo los dedos, los hombros también los movis mientras se acercaba a él.
-- Ya debo irme Minho, mañana tengo trabajo-- el mayor soltó un adorable puchero, miró su reloj y mierda, sí, esta vez sí debían despedirse, el trabajo los esperaba temprano.
-- Tienes toda la razón-- fue por su saco, Jisung lo esperaba parado a lado de un taburete, el hombre dejo unos billetes en la mesa, donde se sentaron antes, como pago y fue a donde estaba él parado- hora de irnos querido, Elvis.
Jisung pegó un repentino saltito, cuando una mano de Minho se apoyó en su espalda baja y lo empujó despacio a la salida, camino a su lado sin que el mayor soltará su espalada, era un toque tan íntimo que le causo cosquillas, caminaron a la puerta y al salir, la ráfaga de viento les sopló en la cara, al estar bailando por tanto tiempo, hizo que aquel viento los relajará y le diera un poco de frío.
-- Mi auto está aquí cerca-- Jisung le informó.
-- Te acompaño a tu auto-- el mayor camino a su lado sin mover ni un centímetro la mano que abandonó la espalda baja de Jisung al salir, la mano descansaba a lado del cuerpo de Minho, rígida y sin saber bien donde ponerla.
Jisung tímidamente tomó la mano de Lee, nada perdía haciéndolo, estaba tan solo unos cuantos pasos de dejar de ser Elvis para siempre, de despedirse de quien fue esa noche, despedirse de aquel hombre que jamás sería de nuevo, que tristeza que las cosas fuera así, pero su destino estaba escrito ya y no tenía el nombre de Minho en él para su lamentable vida, ni como su amigo, ni como algo más, Minho debía ser un extraño para él si quería seguir estado en esa forma acorde de vida, una vida feliz y simple que no llevaba a Minho en ella; Minho se quedaría con Elvis, porque aquel extraño hombre que fue solo unos momentos, le había pertenecido al castaño, gracias a él se creó al final de cuentas, lamentablemente todo tenía un final y ese era el final de aquella libre personalidad que no sabía que podía tener. Así que tocar su mano que estaba tan cálida y entrelazada a la suya era aquella pequeña libertad que se daría antes de cortar todo de tajo.
El auto estaba cerca, a únicamente cinco pasos de donde ya estaban, Jisung suspiró resignado, era hora de salir del cuento de hadas al que se había sumergido esa noche.
-- Debo irme, un gusto verte Minho-- se giró a verlo una vez más, y ¡Oh mierda!, no debió hacerlo, porque en ese momento las ganas de besarlo se instalaron nuevamente, la mirada de Minho no le ayudó a controlarse, menos cuando los ojos castaños se encontraron divagando por su cara centrándose en sus labios.
-- Bailemos esta última pieza, aún se escucha aquí el Jazz y esa canción es de mis favoritas-- el sonido sí se escuchaba, Minho no mentía, Jisung asintió sonriente, y lentamente se acercó a Minho tomándole del los hombros, entrelazando las manos en su nuca, Minho tomo su cintura esta vez con las dos manos, era un encuentro tan íntimo, ambos locos corazones dieron un vuelco emocionados, movieron sus pasos al compás del lento Jazz, y ninguno fue consiente de sus actos, al verse a los ojos sentían que se perdían y eso fue lo que paso, al verse a los ojos perdieron lejanía, se perdieron a ellos mismos uno a otro, entregándose al contrario sin saberlo realmente, cuando menos lo esperaron, sus labios solo estaban a centímetros de tocarse y ellos no podían dejar de mirarse.
Y aunque no se creyera, Jisung fue el que dió el primer paso y pego sus labios a los del castaño cerrando los ojos, no sabía si los que se estaba besando era Elvis y Frank o eran ellos realmente, lo que importaba es que sus labios se acariciaban lentos, con la luna nuevamente de testigo, viendo como las manos de Minho apretaba esa estrecha cintura, y las de Jisung acercaban aún más al castaño para sentirlo un poco más. La caricia de los labios termino, ambos se miraron a los ojos sin poder decir nada, Jisung aprovecho eso y dejando otro casto beso en la boca, se alejó del castaño a regañadientes, reprochándose el ser tan débil y recordándose que esta era la primera y última vez que besaba a un hombre, porque era un terrible pecado, un pecado que sabía a gloria, eso era Minho, la gloria del pecado y él no podía permitirse pecar nuevamente; subió a su auto, sin decir nada hasta que encendió el motor.
-- Fue un gusto verte una vez más en la vida, Minho-- arrancó el auto sin mirar atrás, tal vez si miraba atrás volvería a caer nuevamente y era algo que no debía permitirse.
Luego de esta noche, Jisung se alejaría de Minho a pesar de ya saber lo adictivos que eran sus labios, los esponjosos y suaves que realmente eran, él tenía que olvidarse de todo ello, Amanda no merecía esto, su futuro no lo merecía y no lo echaría por la borda, no podía, no debía hacerlo, él ya tenía una vida hecha y Minho solo era... un capricho de la vida, esa noche Elvis debía morir, junto al recuerdo de aquella mágica noche.
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