capítulo 4
A Jisung siempre le inculcaron que cada que quisiera limpiar sus males, debía ir a la iglesia y hablarlo con el ente poderoso, arbitrario y benevolente que todos conocían como Dios, Dios aquel que veía todo, que todo perdonaba, que todo identificaba, Dios, aquel que siempre quería, que nunca odiaba, perfeccionista, aquel que todo mundo debía querer; Jisung estaba ahí, ante él, tratando de pedir que sus males sean saldados.
De esa forma se despojaba de la culpa, limpiaba sus pecados y se liberaba del peso que cargaba en la espalda, todo esto se lograba si y solo si iba realmente arrepentido; el problema de aquel pelinegro, es que por más que quisiera sentir culpa, no lo hacía en lo absoluto. No se sentía culpable de besar a aquel castaño de sonrisa tan bonita, trataba de sentirse culpable, sí, y trato de convencerse muchas veces de que sentía la culpa carcomerle, que sinceramente sí le pesaba haber cometido tales actos, realmente se había castigado pensando en que había cometido un pecado, un error irremediable, la peor de sus condenas.
Había besado a un hombre y eso merecía el peor de los castigos, pero... es que no había besado a un hombre común y corriente, simple y poco especial, no, nada de eso, lo había besado a él... A Minho, y era casi como besar a un ángel, era imposible que él se sintiera realmente culpable de hacerlo, ¿A quién lograba mentirle diciendo que se arrepentía? A absolutamente nadie, ni a él mismo, él no lo hacía en lo absoluto y ese era su problema, su problema era que por más que quisiera, no se arrepentiría nunca de besar a Lee Minho. No sé arrepentiría porque a pesar de que anteriormente había besado alguna que otra boca, nunca había besado de tal forma, nunca había sentido esa tremenda descarga de energía que sintió la noche del viernes, nunca antes se había sentido tan libre, tan liberado, nunca se había sentido salvado y al estar con él lo sintió, se sintió salvado, era tal vez por eso, o porque realmente Minho le atraía demasiado como para admitirlo, pero por alguna de esas razones es que jamás se borraría de aquella noche.
Aquél domingo lo pasaría junto a Amanda, iría a la iglesia junto a toda la familia de la pelirroja, comerían el desayuno en familia y luego la tarde se la dedicaría a su prometida, quizá irían de paseo o a comprar nuevos listones para la chica, Amanda amaba comprar listones para el pelo, realmente era su pasatiempo favorito, sería un plan tranquilo ¿No? Era algo que hacía desde hace más de dos años, acompañar a la familia Castle a misa, ir a desayunar, algunos días montaba acaballo con el hermano de su prometida, otros simplemente se la pasaba conversando alegremente con Amanda y luego iba a comer en la casa del presidente, un Domingo familiar, un domingo que estaba condenado a pasar el resto de la vida, no se sentía muy cómodo con ello, pero debía hacerlo, estaba resignado.
Aunque realmente antes no tenía ningún pecado que Dios pudiera perdonarle al ir a misa, realmente no era muy religioso, solo un simple creyente por simple tradición y costumbre, Jisung antes ni siquiera sentía la necesidad de ir a misa todos los domingos, solo se resignaba e iba sin rechistar porque así lo dictaba la regla de ser un buen hombre; una vida tan aburrida como la suya no necesitaba que le perdonarán ningún pecado, porque jamás había pecado antes, ni siquiera con la mirada. Hasta ahora, ahora hasta estaba nervioso e inquieto por ir a la iglesia, estaba abrumado y no sabía como sacar su aventura del día viernes de su cabeza y sus pensamientos, esperaba realmente hablarlo con el ser imaginario en el que creía, se supone que de eso se trataba ¿No?, esto de hablarlo se trataba de fe, y la fe era lo único que lo podía salvar de caer nuevamente con Minho, a ese sentimiento prohibido que lo atacaba desde que probó sus labios, o desde antes de eso, desde que lo conoció.
Se encontraba en el atrio de la iglesia, había llegado demasiado temprano esperando encontrar al cura, estaba decidido a hablar del tema cuando salió de su casa, lo hablaría con el padre en confesión, le contaría desde lo que pensó cuando conoció a Minho hasta la noche del viernes en que bailaron tomados de la mano y en que él de forma atrevida beso al otro hombre, se escudaba que era por pura curiosidad y los tragos, no le diría que pensó en él la semana antes de besarlo, o que muchas noches pensó en besarlo y lo soñó incluso, no diría nada de ello, era un secreto, uno muy íntimo, y luego de hablar eso con él cura, listo, le daría alguna penitencia y sus pecados estarían eliminados, su cuenta estaba saldada; pero al llegar a la iglesia se arrepintió, no podía hacerlo, ¿Qué dirían de él? No, No, nadie más podría saberlo, Minho sería su secreto, se llevaría esto a la tumba, de todos modos ¿Que tenía que confesar si no se arrepentía de nada para hacerlo?, tal vez y debía volverse más descarado, de esta forma el peso de un pecado no sería demasiado y menos si aquel pecado lo había disfrutado demasiado.
Entonces esperó a su prometida y a su familia, ¿Qué más podía hacer a esa hora en una iglesia?, se sentó en las banquitas del atrio y miró sus manos durante todo el tiempo de espera, las entrelazó y suspiró... esas mismas manos habían tocado el cabello tan sedoso del castaño, esas mismas manos que deseo pasar por todo el rostro de aquel innombrable, no podía siquiera pensar en decir el nombre de Minho en voz alta, se lo había prohibido, mucha tentación con solo una palabra, creía que con solo decir o pensar su nombre era suficiente para correr a brazos del mayor nuevamente.
—-Jisung—- la voz de la pelirroja se hizo notoria con tremendo grito, levantó la vista y la linda chica le saludo con la mano efusiva y alegremente, estaba parada en la puerta de la entrada, radiante, con los lindos ojos verdes mirándolo tan enamorada, la pelirroja no esperó más, se soltó del brazo de su padre y corrió hasta él, él se levantó de la banca esperando aquel abrazo que no tardo en llegar, la chica se colgó de su cuello, él la levanto y le dió una vuelta, a simple vista lucían con una pareja estrella —- ¡Dios santo, Jisung! No sabes cuanto te extrañe.
La pelirroja enterró su cara en el cuello de su futuro esposo, sin importar que estuviera dando un espectáculo, o que la gente la considerará una impropia, todo mundo juzgaba a Amanda en susurros, la tachaban de una inapropiada, berrinchuda y que no sabía comportarse, todo lo contrario a Jisung, a él lo veían incluso de ejemplar y se cuestionaban porque un chico como él estaba con una chica como ella, con una chica tan poco cuidadosa como la hija del presidente, para algunos su respuesta era: "por dinero", las mujeres románticas decían: "por amor", cuando la verdad era simple, Jisung estaba al lado de la pelirroja por agradecimiento y un inmenso cariño.
—-También te extrañé, Mandy—- Dudo de su palabra, por primera vez en su vida sentía que ver a Amanda era algo que no extrañó, tantas cosas en su cabeza la hizo quedar de lado, es por eso que debía alejar al castaño de su vida, porque le quitaba lo que él creía importante de la mente, poniéndolo como prioridad y eso no era bueno, nunca lo sería.
—- Niño, pero por fin te dejas ver -— dijo la madre de la pelirroja llegando a ellos, Amanda se separó de él, la mujer mayor fue donde él y le tomó las mejillas apachurrándolas en el proceso, Jisung le sonrió amable.
-—Un gusto verla, Magda, lo siento, he estado un poco ocupado con tanto trabajo-— le dió un beso en la mano, ella lo miró con cariño y acarició su cabello.
—-Han, ¿Hoy vamos a una carrera de caballos?-— dijo el hermano de Amanda a lado de su esposa embarazada, no sabía ni cuando había llegado a lado de él, pero ahí estaba el pelirrojo, Han negó.
—-Hoy le dedicaré el día a Amanda, esta semana estuve muy ausente-— aparte me carcome la culpa de haber probado otros labios antes que los de ella. Jonathan asintió, le dio un abrazo fraternal como saludo, la mujer que lo acompañaba solo le dió una sonrisa frágil, después ambos se adentraron a la iglesia sin esperar a sus padres.
—- Han-— saludó el presidente simplemente, sé paró a lado de su esposa, después de saludar a unos colegas suyos; Han solo dió un asentimiento como saludo, incluso se sentía irritado a su presencia, si solo el hombre no hubiera organizado tal baile, él no estaría en tal posición, todo lo que se hubiera evitado si simplemente el hombre no hubiera organizado tal baile, le hubiera dado más tiempo de entregarle el anillo a Amanda y no se sintiera tan presionado, todo, todo era su culpa.
La gente comenzó a llegar al atrio, todos saludando a la familia de forma respetuosa, claro, la familia del presidente era muy respetada por todos, sin duda era una tontearía no presentar respeto ante la familia presidencial; a esa hora, en la iglesia principal ninguna persona de clase baja asistía a la catedral, porque no tenían ningún derecho de asistir a la iglesia aunque fuera un acto religioso, porque no pertenecían al gran mundo, solamente los domingos a esa misma hora, personas religiosas y ricas se veían citadas en tal sitio.
Entraron a la iglesia sin decir nada más, el padre los recibió a todos dándoles la bienvenida y los buenos días, Amanda lo tomó del brazo muy alegre, imaginando lo lindo que sería salir de la iglesia así del brazo con él, pero ya con una unión de por medio, suspiro soñadora, ya pronto sería ese día. Se posicionaron en la segunda fila de la iglesia, detrás de los padres de la chica, quienes iban custodiados por militares para que nada le pasará al presidente y la primera dama, esos hombres darían su vida por ellos sin duda, a ellos también los cuidaban, pero no tanto como a John.
La iglesia era hermosa, con acabados de oro, estilo barroco, Ángeles pintados en el techo con delicadeza, imágenes religiosas bastante góticas, era una iglesia muy hermosa de todo el país, iglesia que se llenó de pura gente rica, con ropa costosa y monótonas, tratando de lucir lo más humilde posible para que su Dios les tuvieran bondad, ya que si algo estaba calcado en la biblia era que la humildad era una base; las mujeres iban con un velo en la cabeza como lo dictaminaba la ley religiosa, un velo que las cubriera y vestidos largos para no mostrar nada de piel y faltarle el respeto a la religión, si asistía alguien con un vestido que mostrara algo, era tratada feo por toda la gente, así que nadie se atrevía, pues Dios los veía a todo rato y castigaba las faltas de respeto, al parecer si la mujer mostraba algo de piel era merecedora de un castigo.
La misa comenzó sin más demora, el padre pidió la santa señal y luego comenzó a dar el sermón, hasta que las puertas se abrieron interrumpiendo, alguien había llegado tarde y eso estaba mal visto, por supuesto, muy mal visto. Cuando Jisung, junto con todos los presentes, voltearon a ver de quien se trataba, su sorpresa fue absoluta, casi como de caricatura animada, fue hasta exagerada, su boca se abrió bastante, ni siquiera pudo disimular en cuanto lo vió, Minho estaba ahí, a su vista nuevamente, no frente a él, pero si en el mismo sitió, se sintió chiquito en su lugar, quiso esconderse en algún sitio, correr, alejarse de la iglesia lo más pronto posible, volverse invisible, o todas las elecciones posibles, pero lo único que pudo hacer fue permanecer en ese mismo sitio a lado de Amanda, rogando que Minho no lo hubiera visto ni un poco, se maldijo al parecer algo quería decirle el destino o era una simple coincidencia, aunque no lo creía, con Minho no podía ser una simple coincidencia todo eso.
Minho nunca había sido fiel creyente de las religiones, pero esa mañana sus padres lo habían citado en la iglesia a misa de las ocho de la mañana. Sus padres sí eran demasiado creyentes en la religión que gobernaba todo su país de forma monótona, nuevamente gracias al tirano que estaba al poder, ninguna otra religión podía existir en todo el país, si para Castle existía algo igual de importante que el cargo que portaba, era la religión, es por eso que todos los ciudadanos debían creer en lo mismo que él, más que nada era otra forma de controlar a la nación, de eso no había duda. Los padres de Minho asistían juntos a misa todos los domingos, no podían faltar ningún día, pero esa mañana querían ser acompañados por su único hijo, ya que tenía tiempo que el castaño no asistía con ellos con la excusa de trabajo, querían ser acompañados por él, comer el desayuno y luego ir a su casa para platicar cualquier cosa hasta la hora de la comida, Minho lo resumía a un simple día aburrido, estar con sus padres era aburrido.
Suspiró pesadamente, no era muy fan de levantarse temprano los domingos y más si era para ir a misa a escuchar las aburridas frases de un señor que se creía merecedor de la palabra de un ente que no sabían ni si existía, era aburrido ir a misa, pero no tenía de otra, su madre le había pedido que los acompañará con mucha determinación y no podía negarse, ir no le costaba nada, hacer feliz a su madre por un día tampoco, aún se sentía como un traidor por lo que haría en el baile de las mariposas, hacerlos felices antes de aquella traición, era como enmendar la culpa, realmente sentía que todo el tiempo estuvo viviendo bien gracias a tal cargo de su padre, la relación de este con el presidente y su burbuja de privilegios a los que estuvo acostumbrado, el problema de Minho era que era consiente que mientras él vivía en una burbuja de lujos, otros realmente sufrían por culpa de la desigualdad que gobernaba, y eso no era justo, eso y ver a tanta gente necesitada, ver gente que ni para hacer una comida al día tenía, eso le había impulsado a aceptar aquel loco plan, aunque sus padres salieran embarrados en el proceso; pues si el plan funcionaba, los incrementos económicos de su familia se verían afectados, su padre iría a la cárcel al no tener buenas fuentes de ingreso para tanta cantidad monetaria, si él no lograba cumplir el plan, y lo tomaban como traicionero, sus padres incluso podrían ser expulsados del país, además de la inevitable vergüenza de tener un hijo traidor...
El baile de las mariposas consistía en un plan revolucionario para nada simple, un plan suicida y traicionero por una buena causa, algo que realmente era completamente altruista, pues realmente ninguno de los siete jóvenes implicados buscaba más que libertad; no buscaban quedar al frente del país, enriquecer sus bolsillos, o incluso el simple ego de decir que derrotaron a Castle para terminar siendo igual o peor que él, no buscaban el mando, solo buscaban igualdad ¿Era mucho pedir?, al parecer sí, pues debían de forma militar, social, inteligente y silenciosa, llevar a cabo el sacar del puesto a Castle, de eso se encargaría Hyunjin, pues al tener un padre como general del ejército, se encargaría de convencer a coroneles de traicionar a Castle, de eso se estaba encargando últimamente y es por eso que su ausencia era notoria en el grupo de amigos, al parecer Hyunjin era el que mayor trabajo haría en el plan.
Al igual que Hyunjin, cada uno tenía una importancia dentro del plan, cada uno de los miembros eran importantes. Jeongin, el dulce chico, tenía como importancia el ser informante de las acciones del presidente, con quien hablaba, que hacía, que decía, porque lo hacía si es que era posible saberlo. Felix y Changbin, eran los que justo en ese momento planeaban el golpe de estado, los que recaudaban hombres de cualquier posición económica y los invitaban a rebelarse, aunque claro no era fácil, no podían contar el baile de las mariposas tan simplemente, cualquiera por unos pesos podría vender tan valioso secreto y no se arriesgarían a eso. Seungmin era el encargado de la imagen social, la forma en que quería llegar a contemplar el plan, era buscando, a través de su magnífico talento y belleza, no solo información sino también ingresos económicos para la causa, personas que estuvieran dispuestas a dar algo monetario, información del mundo alto. Chan era como el cerebro del plan, quien se encargaba de tener todo procesadamente calculado, era quien de forma inmediata armó el plan, quien citó a cada persona con su puesto, Bang Chan era la maldita inteligencia en persona. Mientras que Minho, quien también jugaba un rol importante, era el encargado en buscar y encontrar cada trapo sucio de cualquiera que estuviera en el gabinete, era el que buscaba de forma infiltrada cualquier información para dar el golpe mortal al imperio Castle, Lee Minho era el que se hacía pasar por uno de ellos, el trabajo más peligroso sin duda, pues si lo cachaban buscando esa información, su nombre sería el primero en saberse.
Se colocó el traje y camino con dirección al garaje, su casa no era lo más grande del mundo, era un simple departamento con el cual Minho estaba feliz, no contaba con empleados, la zona no era la mejor de la ciudad capital, pero a final de cuentas, se encontraba feliz con lo que tenía.
Subió al auto, y condujo por más de media hora, estar cerca del centro no le importaba en lo absoluto, entre más alejado era mejor para él, manejo sin ningún reparo en la hora, incluso se bajó a comprar un café, cuando miró por fin el reloj se dió cuenta de que era tarde, dejo su café a medio beber, pagó y cansado fue a la catedral pomposa, frunció el ceño en su típico estado serio y entró al atrio de tan maravillosa arquitectura, la iglesia por fuera era hermosa, a Minho no pasaba desapercibido eso, pues era fiel admirador del arte, igual que Hyunjin, quien le había enseñado unas cuantas cosas. Las puertas del recinto sagrado estaban cerradas, más que nada para que ningún mirón de baja sociedad se le ocurriera siquiera cruzar vista con alguno de esas personas.
Ni siquiera tocó, él abrió la puerta y tal vez no debió hacerlo, pues muchas miradas, si no es que todas, se posaron en él con desaprobación, muchas malas caras como para toda la semana, maldijo en su mente, a Minho no le gustaba ser el centro de atención, hizo una leve reverencia como de disculpa y luego se persignó tratando de fingir estar realmente avergonzado, no estaba avergonzado, no le importaba irrumpir en un lugar que no era sagrado para él. Minho no se fijó en nadie a su alrededor y se fue a sentar en las bancas traseras, luego buscaría a sus padres y explicaría porque llego tarde.
La misa pasó lenta y tormentosa para el pelinegro, para Han Jisung fue incómoda, no solo eso, fue un grado más que incomoda, estar con Amanda y Minho en un mismo lugar, en un mismo techo, le daba pánico, sentía que en cualquier momento el telón caería, y su teatro y mentiras terminarían por descubrirse, se sentía mal de solo pensar en que Minho descubriera que era Han, y que le descubriera el compromiso que ya todo mundo sabía que existía, sentía miedo de lo que Minho iría a pensar de él, no solo por besarlo sino también porque lo hizo estado comprometido, se negaba rotundamente a eso, Minho no debía saberlo, por eso es que había decidido alejarlo, no verlo nunca más.
—- Hey, estás pálido, ¿Te encuentras bien?-— preguntó su prometida preocupada por el semblante del pelinegro, se notaba pálido, perdido en sus pensamientos e incluso parecía que le faltaba el aire, no era normal, su rostro siempre era serio, pero no perdido, no como lucía en ese momento, como si hubiera visto un fantasma.
-—S~sí—- asintió ausente— S~solo debo ir al baño— la misa por suerte había terminado, todos estaban por salir del lugar.
Caminó tropezándose con la gente que ya salía del recinto, chocó con una o dos personas pidiendo disculpas vanalmente, debía salir de ahí, de esa iglesia sin ser visto por Minho, sin ser buscado por Amanda, así que el único refugio era ir al baño que estaba detrás de la iglesia; caminó sintiendo menos presión cuando se vió lejos de las puertas de la iglesia, así ninguna persona lo vería, suspiró tranquilo y se metió a el baño cerrando la puerta a su paso.
¡Oh! ¡Oh!, grave error, pues ahí parado, lavándose las manos mientras silbaba una canción que Jisung conocía muy bien, estaba Minho. Preso del pánico, se giró rápidamente para huir del lugar, pero no contó que la puerta estaba cerrada, que él la había cerrado a su paso y se estrelló con ella de forma graciosa, el golpe le dolió en la frente, pues esta había salido afectada en su huida.
—- Carajo-— soltó tal vez demasiado fuerte como para llamar la atención del castaño.
Minho volteó a ver a esa peculiar persona de la cual reconoció rápidamente su voz, esta vez Minho se sorprendió de verlo ahí parado, realmente el mundo sí era muy pequeño, ¿No?, se miraron fijamente por unos segundos, atónitos de volverse a ver nuevamente en un lugar como ese, estaba nervioso, uno porque el corazón le comenzó a latir de forma desesperada, otro por volverlo a ver después de jurarse no volver a hacerlo nunca, y es que antes les fue muy fácil no encontrarse nunca, ¿Por qué ahora se veían a cada nada?.
—- El café me da muchas ganas de hacer pipí— fue lo primero que comentó el castaño atónito, joder, ¿En serio había dicho eso? no podía ser más idiota, se recriminó mentalmente el castaño— Ho~hola Jisung.
Por primera vez en la vida, Minho había tartamudeado, nunca antes lo había hecho por nadie, ni siquiera por el pecoso, siempre había sido demasiado seguro y ahora... había tartamudeado en un simple saludo, genial, ahora quedaré como un patético ante sus ojos.
— Minho, yo~ yo ya me iba, lo siento por interrumpir— se giró y trato desesperadamente de jalar la manija.
— ¿Huyendo de mí?— la voz del mayor hizo suspirar inconscientemente a Jisung, se volteó levemente y negó.
— ¿Yo?— negó desesperadamente para que le creyera—No, no, solo estaba salvaguardarme de tu presencia, puff, ¿Huir de ti?, para nada.
— Sí, claro lo que tú digas— Minho se recargó en el lavamanos, viendo la desesperación por salir del pelinegro, cruzo los brazos tratando de mostrar que no se daba cuenta de que el menor planeaba huir, no pudo reprimir aquella sonrisa traviesa que asomaba en sus labios.
— Exacto— el de mejillas abultadas le sonrió falsamente, abrió la puerta por fin— bueno, yo ya me iba... Adiós.
— No es justo— interrumpió sus pasos en cuanto lo escuchó hablar, se giró curioso.
— ¿Qué no es justo?— se metió al baño y cerró la puerta mirando a su acompañante con curiosidad.
— Que me beses un día y luego me trates tan indiferente.— Jisung casi se atraganta con su propia saliva, ¿realmente había mencionado ese acontecimiento?
— Estas lo~loco, yo...— no sabía ni que decir, culpar al alcohol no le parecía buena alternativa, se sentía demasiado transparente ante el mayor— miré joven Lee, lo que hicimos el viernes no es correcto.
— ¿Según quién?— este frunció el ceño sin comprender las palabras de Han.
— Según todos, ¿No lo ves? — Jisung tomó la misma postura que el castaño, solo que desde la puerta del baño.
— ¿Desdé cuándo darse besos es malo?— preguntó Minho completamente indignado, ¿Es que incluso él no lo comprendía después de haberlo besado?
— Nosotros somos hombres— dijo muy afligido el menor, eso era un impedimento grande, los hombres no se besaban entre ellos, aunque ahora... Él había besado a un hombre y para su mala suerte le había gustado más de lo que quería.
— ¿Y eso que tiene de diferente?— Han lo miraba atónito, preguntándose internamente eso, ¿Qué diferencia había entre besar a una mujer o a un hombre?
— Que los hombres no se besan entre ellos.— susurró, Minho giro los ojos, claramente fastidiado.
— claro que lo hacen, el amor es para todos— ¿Qué no era tan simple?, cualquiera podía amar a quien se le viniera en gana.
— Pero nosotros no podemos amarnos Minho, somos hombres— otra vez ahí está aquella palabra, somos hombres, que molestó sonaba esa excusa— la ley de la vida no lo permite, es incorrecto.
— Los hombres también aman Jisung— le dijo como si quisiera explicárselo con manzanas— ¿Qué diferencia hay de amar a una dama o a un caballero?
— Que los hombres deben amar a las mujeres y las mujeres a los hombres— eso le habían enseñado desde siempre, ¿no?
— No me vengas con eso después de haberme besado Jisung— soltó el mayor, deshizó él crucé de brazos y como si fuera un felino cazando a su presa comenzó a acercarse, Han se dió cuenta, sus piernas temblaron como siempre lo hacía a su cercanía.
— Pues eso fue un error— Minho alzó una ceja poco creyente de las palabras del menor, solo dos pasos más y estaría frente de él— Po~por favor aléjate un poco, lo que hicimos no es correcto— hizo una pausa para contemplar lo vulnerable que se notaba— Ellos... ellos dicen que no es correcto.
— Y dime, Jisung. ¿Tú crees en eso?— Han quiso asentir convencido, pero ni se movió en lo absoluto— ¿Piensas que no lo correcto?— dió otro paso a él, Jisung estaba a nada de bajar las defensas, su cercanía lo embriagaba metiéndolo en una especie de embrujo—- pero anda, dímelo mirándome a los ojos, dime que no sentiste nada.
— ¿Y tú si lo hiciste?— dijo en un deje de valentía, lo miro a los ojos, para ver aquella expresión al hacer la pregunta, los ojos eran la ventana a la verdad y él, como abogado lo sabía, si Minho mentía, lo sabría inmediatamente.
— Yo solo sentí como si el corazón se me saliera del pecho, la respiración se me cortará y mi cerebro no pudiera más que decir tu nombre, y no conforme con eso, no, no Jisung— hizo un movimiento de su dedo negando— sino que cada maldita hora desde que probé tus labios, he querido volverlo a hacer, siento unos cosquilleos en el estómago cada que te pienso, siento que puedo correr, saltar y ser inalcanzable con solo tenerte a mi lado siendo libre, sí Jisung, yo sí sentí algo, pero fue desde la primera vez que te ví, y por amor a cualquier ente poderoso, esto no puede ser incorrecto si me siento en el cielo estando contigo, no sé si esto es el amor a primera vista, Sunggie, pero sin duda puedo perderme en tu mirada y no querer ser rescatado nunca.
— Pues iremos al infierno si lo seguimos haciendo— comentó el menor al ver que cada una de las palabras del castaño eran verdaderas, bajo lentamente la mira de sus ojos a sus labios, mierda era tanta la tentación.
— Es un placer si estoy a tu lado— sus alientos chocaron, la mirada del más alto fue a dar a los finos labios de Jisung y con esa acción Jisung se derritió cuál mantequilla, paso saliva con dificultad, la boca se le hizo agua— Porque mi corazón se siente plácido contigo, Jisung.
Sus labios se encontraron en una milésima de segundo, como una simple caricia, Jisung apresado entre Minho y la puerta, sin escape y sin querer escapar, Minho volvió a acariciar los belfos del otro suavemente, sin querer asustarlo, acariciando sus labios como si estos mismos fuera seda y los del menor fuera una rosa frágil, así de delicado, Jisung quería más, pero no debía, se alejó de él, pero lo mantuvo cerca.
— Dices bobadas Minho, tú no estás a gusto conmigo, ni mucho menos es amor a primera vista, tú estás buscando a Elvis y ese hombre no soy yo. Esa parte de mí, se quedó en esa calle la noche del viernes, yo soy Jisung y no soy quien estás buscando.
— Veámonos— soltó de repente el castaño, sin pensarlo siquiera, no se alejó en ningún momento — Esta vez sin ser Elvis o Frank, esta vez como Minho y Jisung, no solo busco a Elvis, yo te buscó a ti, en cualquiera que sea tu personalidad, te buscó a ti, porque eres tú al que quiero conocer.
— Min~ Minho, es mejor que nos alejemos— el menor dijo con ápice de miedo, tantas cosas que tenía guardadas que le aterraba que él las descubriera, pero... es que con él se sentía libre, dejaba de ser tan monótono, Minho le mostraba a color la vida, y no los simples colores grisáceos que ya conocía.
— ¿Y dejar todo de lado?, ¿Eso quieres?— cuestionó Lee, deseando con todas sus fuerzas que Han no se alejará nunca de su lado, ¿Cómo es que lo mantenía tan cautivo?, no sabía, pero él no podía salir siquiera de esa burbuja sentimental en el que solo quería que Jisung y él se encontraran.
— ¿Dejar algo que ni siquiera ha empezado?, por supuesto que es lo mejor que podemos hacer, tú no me conoces...
— Pero quiero hacerlo, cariño.— Susurró plenamente convencido de querer conocerlo del todo— Seamos libres, justos.
El entorno se convirtió en uno dudoso, Han quería ser tan libre como se sentía estado a su lado, ¿Qué importaba un momento más de rebeldía?, ¿Qué importaba si alargaba más este eclipse de todas tonalidades que lo envolvía? ¿Habría una diferencia de daños?, total nada le quedaba por apostar realmente, su destino estaba escrito, ¿Qué más daba salirse un momento del guion?, después de esto volvería a su monotonía, ¿Qué más daba alargar ese momento de colores que le brindaba el castaño?, solo era un momento, nada más que un mísero momento y debía aprovecharlo.
— Nos vemos el viernes a la misma hora, en el mismo lugar— Han beso sus labios en una pequeña caricia, busco el picaporte y abrió la puerta escapando del lado de Minho.
—Te esperaré hasta entonces— la sonrisa en la cara de Minho fue imposible borrarla en el transcurso de toda la semana.
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2024
La wildsunlover de la actualidad, no sabe cómo carajos las wildsunlover de hace dos años podía escribir más de cinco mil palabras por capítulo. La Mafer de ahora ya no puede hacer ni un simple capítulo, pipipipi lo siento mucho.😿
Siganme en X, estoy como wildsunlover, les sigo de vuelta :)
¡Feliz domingo tengan todxs!
Un capitulo que iba a publicar desde hace unos días pero no pude. :(
¿les gusto el capitulo? espero que sí, estuvo algo aburrido la verdad, pero fuimos conociendo más sobre el baile de las mariposas, que nervios me da ese plan bastaaa.
Feliz semana tengan Todxs, nos vemos hasta la próxima actualización.<3
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