capítulo 17
La mañana de un sábado de julio, el antepenúltimo del mes, amaneció gris. Gris y con los pueblos sureños en marcha, con un plan ya impuesto en las manos, con ganas de justicia. Las protestas terminaron, y ahora venía la toma de sus derechos. Y Hyunjin estaba atentó a cada movimiento, el sur estaba por ser tomado, realmente solo esperaban a que nada llevará realmente a ese extremo, al extremo de, por pedir sus derechos, se perdieran vidas. Hyunjin por más militar que fuera, las muertes inocentes eran algo que no podía cargar en la conciencia, no se podía permitir que nadie muriera por algo que les pertenecía, pero ¿Qué más podían pedir?, Estaba claro que "por favor", no era opción y la última que tenían, era lo forma bélica.
El plan de las mariposas, era la misión más difícil de todas las que había tenido a su corta edad y es que, ¡Vamos!, Hyunjin solo tenía 23 años, Eso, un poder que aunque no quería, debía cargar encima, en las manos, en el deber; el amor a sus compañeros era lo que lo mantenía firme ante el plan, porque aquellos no eran solo sus compañeros de libertad, si no también sus hermanos y lo impulsaban por salir adelante, a cumplir con su promesa, pero era tan difícil ser el fuerte de todo un país. Aquellos seis chicos, eran sus hermanos y arriesgarse a todo, teniendo mucho por perder, lo hacía fenomenal, aunque lo mantenía melancólico, amaba a esos chicos, pero vamos era una guerra, dónde era más probable salir muerto, que libre.
Rezaba cada noche porque todo saliera conforme lo habían planeado, pero saber que la primera fase, en dónde tenía todo para derrotar a Marshall, se vio afectada, enloqueció, lo frustró tanto que lo mantuvo estresado. Enterarse que el causante de su estrés, el causante de que él fallará (no le gustaba fallar), era nada más y nada menos que Han Jisung y este a su vez era el amor de Minho, fue un golpe que lo dejó sin aire. Joder, era obvio que su reacción no fue la mejor, pero es que su amigo estaba con el enemigo, ciego de un amor que ni siquiera le parecía amor realmente, porque vamos, ¿Por qué de repente aparecía Han a la vida de Minho?, Justo cuando el plan estaba en marcha, eso era sospechoso, y Hyunjin no creía en el destino.
Por eso cinco días antes, el día martes, antes de que se fuera de la ciudad para planear bien lo del sur, antes de que Jisung partiera, decidió encarar a Minho en su casa, por lo menos para disculparse. Llegó temprano, tanto que Minho aún no llegaba a casa, se sentó en los escalones de la entrada y un gato color gris apareció, arisco, maullandole fuertemente, y a Hyunjin le dió miedo. El gato maulló más fuerte, acercándose a él despacio, erizado y amenazante.
— Ho~Hola, gatito— le dijo intimidado, ¿Cómo era posible que un gato lo espantara de esa forma?, ¡Dios! es que no era que le espantaran todos los gatos del mundo, pero ese en especial, le daba más miedo. Y el gato al darse cuenta, decidió jugar un poco más con él, se acercó lentamente acechando a su presa; se acercó lentamente, muy lentamente, pero aún así llegó a Hyunjin y este estaba pálido del miedo, se le ocurrió soltar otro sonidito gatuno, amenazante, el chico estaba a punto de salir corriendo si es que la bola de pelos lo atacaba.
—Morgan, deja a Hyunjin en paz.— Dijo Minho, el tono de su voz fue... Diferente. Diferente y molesto, no esperaba verlo ahí, sin duda.
— Hola, Min— saludó, poniéndose de pie, Minho se acercó a la puerta presuroso, busco las llaves en su bolsillo, solo levantó las cejas como saludo.
— Hyunjin— abrió la puerta, paso a dentro y dejo la puerta abierta para que el menor lo siguiera, y este así lo hizo, entró viendolo presuroso, Minho estaba muy, muy ajetreado y Hyunjin no sabía porque.
—Min, yo... Lo siento.— se disculpó parado en la sala, Minho se detuvo en medio al pasillo a su habitación, esto lo hacía sentir más culpable, cómo si su ser estuviera lleno de plomo.
— ¿Qué sientes?— dijo recio, haciéndose el tonto, no estaba pensando con claridad, ni quería hacerlo, solo quería actuar sin pensar, con el corazón y este le exigía tomar sus cosas y aceptar la propuesta de Jisung y así lo haría.
— Siento mucho ser un idiota contigo, el otro día no actúe muy bien, y yo... Lo siento.— Minho asintió, era raro que Hyunjin diera el brazo a torcer, los dos eran tercos.
— Yo también lo siento, me alteré, bueno, supongo...— lo miró a los ojos, sus disculpas parecían honestas. Le dió una sonrisa, ¡Ay dios! ¿Cómo decirle a Hyunjin, que él se iría pronto del país, porque estaba tan malditamente enamorado, que quería dejarlo todo por ser libre?. Decidió no decirlo, y simplemente actuó.
Fue a su habitación, Hyunjin lo seguía en silencio contemplando sus acciones, sacó una maleta del armario de ropa, la más grande, pondría dinero, ropa, pertenencias, muy pocas cosas, pero importantes, llevaría lo elemental para comenzar una nueva vida.
— Espera... ¿Dónde vas? — Lee Know no se giró a verlo, no quería verlo, se sentía culpable, culpable de dejarlo todo, pero es que no quería perder a Jisung, ¿El amor lo estaba volviendo loco?, Pues no importaba, Minho quería ser egoísta y loco, un loco que no rompería su corazón de nuevo.—¿Minho?
—Hyunjin…— este lo entendió todo, entendió el tono de voz que el mayor utilizó, un tono lastimero. El más alto miró al mayor detenidamente, con la boca formada en O, Minho estaba haciendo maletas, echándose para atrás y él solo estaba ahí en su casa, estático y viendolo poner la ropa en su maleta, buscando desesperado sus prendas.
— No. No Minho.— comenzó negando, soltando una sonrisa nerviosa, sin saber que hacer— ¡Carajo!, No Minho, no puedes hacer eso.— se acercó tomándolo del hombro, lo giró para que lo enfrentará, los ojos del mayor demostraban que sentía mucho la situación, estaba arrepentido, se sentía culpable.
—Prometo que no diré absolutamente nada.— le dijo Minho con sinceridad, jamás en la vida los echaría de cabeza— Si me llegan a apresar, juro que jamás hablaré del plan, de ustedes, de mis hermanos, te juro que no...
— ¿Tus hermanos?— soltó en un tono ácido, no se sentía enojado, estaba dolido, muy dolido, se sentía traicionado—, No Minho, no son tus hermanos, no si los vas a dejar a media misión. Eres un desertor.
— Yo…— dijo Minho, pero las palabras se le atoraron, eso era, era un desertor, no quería serlo, pero si debía, lo haría sin rechistar.
— ¿Por qué los estás dejando?— Dijo el menor en un tono roto, tratando de hacerse el fuerte— ¿Por qué nos estás dejando?— la voz ya no le salía correctamente, el nudo en su garganta se hacía presenta cada segundo que pasaba— Minho, ¿Por qué los está haciendo?, ¡Vamos!, Fuiste el primero en apoyar este plan, tu fuiste quien apoyo a Chan, quien le dió la maldita idea al grupo. ¡Joder, Minho!, Me metí la soga al cuello, cargue con la responsabilidad, solo porque me insististe. No puedes hacernos esto, ¿Por qué?
— ¡PORQUE LO AMO HYUNJIN!— le interrumpió, ahí estaba, ahí estaba la palabra, amor, ¿Qué era amor? ¿Por qué lo estaba haciendo perderse?, Se preguntó Hyunjin, su corazón dolía.
— El amor no es suficiente justificación.— le dijo jalandose el cabello con desespero, ¿Lo dejaría todo por ese sentimiento?, ¿Acaso no era muy extremista?.
— Pues lo es para mí,— susurró Minho, el amor de Han era suficiente para abandonarlo todo— ¡es que no lo entiendes!, Hyunjin, no lo haces.
— Claro que lo hago, mierda. — Hyunjin sintió su pecho oprimido, claro que lo entendía, lo entendía porque lo sentía— pero eso no es suficiente, no puedes dejarlo todo por un chico.
—Mira, me importa una mierda si estás de acuerdo, o no, me voy a ir en este mismo momento con Jisung, no puedo dejarlo ir, tú porque jamás te has enamorado, pero cuando lo hagas...
—Te entiendo— le interrumpió, casi en un grito, Minho lo miró sorprendido — entiendo está mierda de estar enamorado, ¡Porque lo estoy!, Mierda, estoy tan enamorado, y es tan mutuo que parece cuento de hadas, Minho. Pero también sé que esa persona a la que amo, irá a la maldita guerra, está en peligro también, lo acepta, joder acepta nuestro destino y ni él ni yo, hemos puesto un pie atrás. estoy sacrificandolo todo por eso, ¡Todos estamos perdiendo algo!— dijo con lágrimas en los ojos, aceptando si realidad.— Y sé que en cualquier momento puedo perder a Félix, o Félix puede perderme a mi, pero es un maldito sacrificio.— se fue sentando en el piso desesperado, le faltaba el aire. Ya no veía a Minho, ahora veía al vacío —No seas tan egoísta, Minho.
—¿A~amas a Félix?— dijo sorprendido, ¡oh mierda!, No sabía ni como sentirse, o si debía sentir algo al respecto, por lo menos.
— ¿De todo lo que te hable, fue en lo único que te fíjate? Eres increíble.— dijo enojado.
— Es que es extraño, digo… siempre estuvo tras de ti y ¡wow!, Es mutuo— se sentó a lado de él. Sus dos mejores amigos estaban enamorados, ¡Joder!
— ¿Sigues sintiendo, por lo menos una pizca, por él?— preguntó Hyunjin, de repente, se sentía mal por no medir sus palabras y soltar eso a la primera.
— Nada más que un amor fraternal, cómo el que te tengo a ti.— recalcó Lee.
— Pues sí, Min. Lo amo— comenzó a llorar mientras se daba cuenta, lo amaba, mierda lo amaba, pero ellos si eran concientes de sus conciencias, y de que no podía olvidarlo todo por su amor.
— Lo suficiente como para...
— A diferencia de ti y ese tal Han. Nosotros si sabemos que existe algo más fuerte, que debemos buscar la justicia que merece el pueblo, nosotros si queremos hacer algo, Min. Hay gente que nos necesita, hay gente que merece que luchemos por ellos.
—Hyunjin.— susurró despacio.
— ¿Mande?— el otro se limpió las lágrimas con impotencia, no le gustaba llorar, por algo que no podía arreglar.
— ¿Y si no vuelvo a verlo? — preguntó temeroso, con la idea de arrepentirse. ¿Y si me odia?
— Es lo mismo que me preguntó, Min. ¿Y si no vuelvo a verlo?, Bueno, por lo menos sabré que hemos sido héroes.— trataba de convencerse, Minho negó.
—Yo no quiero ser un héroe.— Claro que no quería, pero irse, ahora con la cabeza más fría, era una mala opción. No podía permitir que ese hijo de puta, que había tocado a Jisung, SU Jisung, estuviera tan bien, y en el puesto por más tiempo y se quedará con la suya. Para que Jisung fuera realmente libre, Castle tenía que morir o estar preso, no había de otra. Y aunque tuviera que sacrificarse él por Jisung, aunque tuviera que dejarlo ir, para que estuviera en paz. Los corazones rotos, el tiempo se encarga de curarlos, pero si a Han le pasaba algo… ya no habría ni tiempo que pusiera saldar las cuentas. Debía dejarlo ir, debía ser valiente poner la razón en vez del corazón y luego conseguir la manera de hacerlo feliz, aunque juntos no estuvieran.
Esa noche Minho escribió la carta y mando a Jeongin para que se la entregará, no pudo ir en persona, no soportaría ser la causa del llanto del moreno, no podía verlo de esa forma, le rompería el alma y ahora debía ser fuerte por los dos. Esa noche Minho lloró una vez más en la cama, si sus amigos también se sacrificaban, ¿Por qué él no hacerlo?, Solo rogaba porque Jisung no lo odiará tanto y entendiera sin explicarle mucho, sus acciones. No quiso abandonarlo, pero era algo que debía pasar.
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Sábado,
en alguna parte de la tarde.
Jisung vistió ese traje pulcro, estaba perfectamente bien colocado, su cabello están bien peinado, y el plan, ya estaba bien contado. Solo esperaba por Amanda, solo esperaba verla salir, del baño, con el vestido que había comprado apenas. Cuando la puerta del baño se abrió, la vio salir con el cabello rojo bien peinado en un elegante chongo, su maquillaje (que pocas veces usaba), resaltaba sus labios en un color rojo aterciopelado, el cuello lo tenía lleno de joyas, y el vestido oliva, que jamás en su vida, Jisung le había notado, la hacía lucir divina. Amanda era muy hermosa, demasiado, pero era tan inteligente y audaz que su belleza era lo que menos destacaba.
— ¿Nos vamos, señor Han? — le extendió la mano, Han se la tomó, le dió un beso en el dorso y esta se sonrojó.
— Por supuesto, señorita Amanda— dió una pausa— ¿O debería llamarte señora Han, de una vez?
—Suena bonito. Pero no, aún no, mejor cuando lleguemos al baile— Han asintió con una sonrisa tenue.
— Bien, Mandy. Vámonos, el carro nos espera— salieron del hostal, ella agarrándolo del brazo, cómo siempre, mentiría si dijera que no estaban nerviosos, porque ambos se cagaban de nervios, estaban por caer de nervios, aunque no lo demostraron. Menos cuando subieron al auto que los esperaba, y partió con dirección a la gran fiesta.
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Minho había terminado tarde de trabajar, tarde se refería a diez minutos, pero al final, era fuera de su tiempo. Salió sintiéndose como Zombie, trabajar un sábado era espantoso, horrible, casi indigno, solo quería ir a su casa, tomar a su gato en brazos y dormir todo una vida. Aunque no podía, claramente.
Llegó a su casa, está se sentía vacía, grande, ausente, ¿Ausente de que?, Quien sabe, pero se sentía sola, al tener un dueño con el pecho vacío. Caminó a la cocina, está vez solo se prepararía una pasta y se serviría vino, lo necesitaba.
Puso el agua en las estufa, la dejo calentar y fue a buscar a su gato, para darle de comer, si tenía suerte, el gato ya estaba en la casa, durmiendo en algún rincón.
— Morgan — lo llamó en la habitación, pero ni luces del gato. Ya vendría más tarde cuando tuviera hambre, se dijo para regresar a la cocina. Aunque su labor se vio interrumpida, habían tocado la puerta.
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Llegaron al baile ostentoso, Jisung abrió la puerta del carro a Amanda, está bajo sonriente, le gustaba que Han hiciera estos actos, siempre los hizo con ella.
—Vaya que debemos subir escaleras, y yo tan floja que soy— le comentó haciéndolo reír, ese era el principal motivo de Amanda, ver feliz a su amigo, ver feliz a su complemento, porque lastimosamente ya no podía llamarlo alma gemela, ya no lo era, y quizás nunca lo fue.
— Toca ejercitar pierna, si no ¿Cómo quieres bailar toda la noche? ,— Amanda rió de igual manera, comenzaron a subir los escalones.
— Subir escaleras en tacones es horrible, pontelos tu y me dirás si quieres bailar después.
— Bueno, que bueno que me he traído Zapatos míos y no unos tuyos.— se rió mientras subían,— aunque si me los pongo, me veré más alto, ¿No?
— Sip, y al grito de la moda.— Amanda ya estaba cansada, odiaba los tacones, los tiraría ahí mismo si fuera posible.
— ¿Por qué grita?— bromeó Jisung, un poco más animado.
— Es que le pisaron el pie— se carcajearon, antes de subir los últimos escalones que les faltaban, cambiaron su semblante a serio y se formaron en la corta fila.
Pasaron rápidamente, un hombre los miró serio e imponente.
—Nombre.
— Amanda Han. Hija del presidente John Castle. Me ha mandado en su representación, a mi y a mi esposo. Han Jisung.— se presentó con el cuello estirado, viéndose imponente, Han intentó hacer lo mismo que Amanda.
—Señora Han, señor Han.— saludó— adelante, es un gusto tenerlos aquí, tiene años que el presidente Castle no viene. Una disculpa por no reconocerla.
— No hay problema— le dió una sonrisa y juntos pasaron al gran salón donde todo era, plateado. Extrañamente plateado.
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Minho se acercó a la puerta, la abrió sin fijarse quién era, pero ese alguien, sonrió enormemente al verlo, Minho solo le dió una leve sonrisa, era lo máximo que podía llegar esos días, lo máximo que podía lograr, una mínima sonrisa, y su amigo lo notó.
— Me alegra saber que sigues de pie — le comentó con una enorme sonrisa el menor, pues a pesar de que la última vez que lo vió era un conjunto de lágrimas, arrepentimiento y tristeza, hoy por lo menos le sonrió.
— Eso creo, me siento como un zombie— un muerto viviente, esa era su mejor descripción.
—Uno bastante feo, si soy sincero.— Innie entró a la casa siguiéndolo, paso por la sala y luego al comedor.
— Calla idiota, y dime, ¿A qué se debe tu presencia en esta casa?— dijo sentándose en la mesa, su amigo sin preguntar, se sentó en la silla frente a él.
— Quería saber cómo estabas.— dijo con sinceridad, lo quería ver, porque sabía que su amigo, no están en las mejores condiciones posible, digo, el mismo lo había visto tomar decisiones difíciles, cómo alejar al que él nombraba el amor de su vida, de su lado. Innie incluso se sentía culpable.
— Pues vivo, creo.— ese en lugar de hacer reír a Jeongin, lo hizo sentir un poco miserable.
— ¿Crees?— Minho sonrió a medias.
—Sí, que tal si nunca existimos realmente y solo somos creación de algún o alguna escritora.— Innie sonrió por la broma, bueno, ya sonreía, un avancé al fin de cuentas.
— Que loco sería eso, pero bastante creíble. Le entro a la conspiración.— Minho se puso de pie, Innie lo vió dudoso, ¿Dónde iba?
— Me alegra oír eso. ¿Quieres pasta?— oh, ahora su duda era resuelta, su estómago rugió en repuesta.
— ¿Hiciste?— Minho asintió, ¿Qué no era obvio?
— Sí— se rascó la cabeza— bueno, casi.
— ¿Tiene algo?— Dijo Innie sorprendido, ¿Minho le ofrecía comida?, Que pasaba, era el día de sorprender a Jeongin, o que.
— Sí, veneno.— dijo Minho convencido, Innie abrió los ojos hasta el tope.
— Gracioso, ve a servir la pasta, muero de hambre— le ordenó el menor, Minho le sonrió a medias y encogió los hombros.
— Apenas puse el agua a hervir, ahora te esperas y te pones a cortar tomates para la pomodoro.— Jeongin resopló, el mayor era muy injusto con él.
— Me preocupa que cocines, siempre vas a alguna casa a robarte comida, más a la de Chan.— comentó sacando los tomates y poniéndolos en el lavaplatos para lavarlos.
— Sí, bueno, hoy quise comer algo hecho por mi, ¿Me vas a ayudar, o no?— Innie le enseñó los tomates que lavaba.
— Que no ves, estoy haciendo algo, imbécil.— Minho en lugar de ofenderse, se rió.
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Han estaba... Sorprendido. Y es que ahí todo era diferente a los bailes que él conocía, estos lucían más alegres, con música en parlantes modernos y un ambiente bastante peculiar. Amanda miraba por todas partes, buscando a alguien.
— Aún no llega el presidente y tengo ganas de hacer pis.— le susurró la pelirroja, dando saltitos en su lugar.
— ¿Por qué no vas?— le preguntó embelesado con todo su alrededor.
— ¿Y si me gana?— le pregunto refiriéndose al presidente.
— Pues si vas al baño, es para que no te gane, Mandy— está le dió un golpe divertida— no creo que se vaya rápido.
— ¿Y si, sí? — le cuestionó ella, se estaba orinando ahí.
— ¿Y si no?— le regresó Jisung, girandose a verla.
—Es que me voy a orinar si sigo aquí, tienes razón, voy a hacer pipí. Vengo.
Amanda caminó presurosa al baño, chocando con la multitud, y Jisung le siguió el camino hasta que la perdió entre la gente, bien, solo le quedaba ver a su alrededor.
¿Será que si esa noche, salía frustrado de la fiesta, iría a la parte trasera de la casa y Minho estaría ahí? Sería algo casi cómico, sabía que eso no pasaría realmente, pero... ¿Perdía algo si iba a echar un ojo?, Solo uno rápido al balcón por lo menos.
Salió evitando a la gente, olvidándose de ver al presidente llegar, llegó gracias a la suerte al que era el balcón y abrió la puerta, pero en esta, un hombre, de no más de treinta años estaba parado ahí, viendo hacía fuera, pero se giro cuando escucho la puerta.
— Lo siento, no~no sabía que había alguien— comentó apunto de cerrar la puerta.
— No hay problema, chico. Pasa, adelante.— Jisung salió al balcón, quería aire fresco y el recuerdo de Minho una vez más en su memoria.
— Mucha gente fuera, ¿No?— el hombre asintió.
—Demasiada, no me gustan las multitudes, pero no tengo nada que hacer.— ni siquiera habían reparado en repasarse el uno al otro, verse o cualquier cosa que no fuera hablar.
— Te entiendo, yo también odio las multitudes.— susurró viendo a el patio trasero, se sumieron en silencio, uno que aquel hombre rompió.
— La luna está muy bonita hoy— comentó el hombre, y esas simple palabras hicieron que el corazón de Han saltará, por tremendo deja vú.
— Alguien ya me dijo eso antes— estaba perdido en sus recuerdos. El hombre se giró a verlo, pero Han no se giró, solo se dedicó a ver a su alrededor. Aquí no había una fuente, ni un arco de árboles, ni Minho.
— ¿Ah sí? — Han asintió — muy pocas personas se paran a contemplar la Luna ¿Puedo saber quién?
— El amor de mi vida.
—Eso es tan romántico — dijo sin ninguna burla, aquella persona desconocida no dijo nada de burla al respecto. Iba a contestar, pero se vio interrumpido cuando la puerta se abrió.
— Jisung, te estaba buscando— Amanda salió del lugar, sin fijarse en la otra persona.— te me perdiste y cuando salí ya no estabas, te estuve buscando puedes creer que— se interrumpió ella misma, mirando a la otra persona con ojos bien abiertos— señor presidente. Un gusto.
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— Ya sirve la pasta y deja de estar buscando al gato, va a volver, siempre vuelve.— Minho lo miró mal.
—Solo porque sé que ese gato siempre sale, dejaré de buscarlo, y también ya tengo hambre.— se fue a la cocina y busco los platos, cuando los encontró, sirvió la comida. Llevó los dos platos y Jeongin ya había puesto la mesa.— si sirve de algo, Innie.
— Más que tú, sí — le dió una sonrisa angelical.
Ambos se sentaron en las sillas, y se dispusieron a comerse todo lo que había en sus platos, en silencio, en completo silencio. Nadie dijo nada, nadie habló realmente, solo el sonido del cubierto en el plato. Hablaron hasta que ambos acabaron.
— ¿Co~cómo estás?— le preguntó Innie.
— Ya lo preguntaste amigo, si es incómodo sacar una conversación, no te preocupes, por cuántos silencios ya hemos pasado.
— No habló de cómo estás físicamente, habló de cómo estás estás conforme... Conforme el corazón, ya sabes, con lo de Jisung.
—Yo…— Minho sintió un nudo en la garganta. — yo quiero ir a verlo, ¿sabes?
— Entonces… ¿Por qué no te fuiste con él?— preguntó Jeongin viendolo serio.
— Ese… ese día, el día en que tú le~le entregaste la carta, él… ¿Cómo estaba?
— ¿Quieres la verdad?— Minho asintió, era lo que más necesitaba.
— Cuando me vió, su cara esperanzada se vino a bajo, en cuanto le dije que no irías se quedó quieto, en silencio, cómo si una bala le hubiera atravesado el corazón. Cómo si te hubieras llevado su corazón en ese momento. Min… ¿Fue buena idea quedarte?, ¿Lo valía realmente? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
— Hyunjin vino a casa esa noche— comenzó su relato, Jeongin lo miró atentó — me hizo entrar en razón…
— Si ese hijo de puta te obligó a seguir, voy a ir en dónde esté y molerlo a golpes, nadie puede obligarte a quedarte, Minho.— el menor estaba molesto, si tan solo Hyunjin había sido el causante de que Minho cambiará de opinión iba a golpearlo tan fuerte.
—No me obligó, Jeongin.— dijo firme, tomo su vaso de agua y le dió un trago largo— él solo… dijo las palabras que necesitaba para quedarme.
— No entiendo, estabas tan convencido.
— Me tuve que quedar si debemos derrotar a Castle, me debo quedar, sabes. Porque por más que salga corriendo tomado de la mano con Jisung, ellos nos buscarán y trataran de encontrarlo, ¡Viste la brutal paliza que le dió!, Es capaz de eso y más, es capaz de todo. No seremos realmente libres si solo escapamos, Castle nos encontrará y yo… debo derrotarlo, para que él pueda ser finalmente libre, ¿Lo entiendes?.
— ¿Estás haciendo esto por libertad?
— Estoy soportando esto por amor, Jeongin.— le corrigió— aúnque deba dejarme de lado para que continúe con la vida que merece, no me importa, no si él está bien. Y para lograrlo, debo vengarme de Castle, el debe pagar por todo lo que ha hecho por él, por el pueblo. Esa es nuestra misión, ¿No?.
— ¿Tu serás feliz con esto?
— Lo seré si él lo es, no lo veo de otra forma.
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— Hola— le devolvieron el saludo. Han enmudeció, ¿Ese hombre era el presidente?, Estuvo hablándole como si fuera su simple amigo, ¡ay que vergüenza!.
— Veo que ya se conocen— dijo Amanda viéndolos, asombrada, ella estaba asombrada.
— Una amistad de balcón, supongo. Una disculpa, pero ¿Ustedes quienes son?
—Oh, dónde deje mis modales— sonrió Amanda, dándole la mano, el presidente la tomó y le dió un beso.— soy Amanda Castle, Hija de John Castle. Él es Han Jisung, mi pro… mi amigo, sí, mi amigo.
Que raro era para ella mencionarlo cómo su amigo, cuando toda la vida lo presento de otra forma. "Mi novio" "mi alma gemela" "el amor de mi vida" "mi futuro esposo" "mi prometido", que difícil era llamarlo amigo.
— Oh, un gusto— le dió la mano a Han, quien se mantuvo en silencio.
— El gusto es mío— le respondió.
—Bueno, ¿Y a qué debo su presencia?, Tiene años que nadie de su país pone un pie aquí.
—Señor… quiero hablar con usted en privado ¿Se podría?— Comenzó Amanda, el hombre la miró embelesado, ella era muy hermosa ante sus ojos.
— Cuando termine de dar mi discurso, me esperarán atrás del escenario, ahí los veré.— Han y Amanda asintieron, bien, era hora de comenzar a jugar las cartas.
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— Voy al baño— comentó Jeongin luego de un rato de charla banal. Se levantó de su asiento y camino al pasillo del baño, se conocía la casa de Minho cómo la palma de su mano, la conocía de arriba a abajo.
Minho se quedó pensando, ¿Realmente hizo bien al quédese?, Creía que si, pero no estaba muy seguro. Espera que Han estuviera mejor que él ahora, porque ciertamente Minho se sentía miserable. Paso dos semanas sin él, y justo cuando se habían arreglado para verse todos los días que pudieran y disfrutar de esa amor de verano, Pum. Todo se les vino a bajo.
Eso no era justo, no era, no para simples almas que lo único que querían era estar juntos, ¿Tan diferente era el poder amarse libremente?, Al parecer si, y ahora tenían que sacrificarse para poder conseguir paz.
La puerta sonó nuevamente, ¿Otra visita?, Se levantó perezoso de la mesa, camino hasta la puerta de su casa con pasos torpes y perezosos, no quería otra visita inesperada. Abrió la puerta.
Un extraño hombre lo esperaba, le dió una extraña sonrisa torcida y dijo lentamente.
—¿Lee Minho?— este asintió.
—Sí, soy yo.— dijo con el ceño fruncido, percatandose de los otros dos hombres que lo acompañaban.
— Queda detenido por faltas a la moral, actos pecaminosos de homosexualidad y sobre todo, por traición a la casa Castle.— Minho lo sabía, tarde o temprano irían por él.
Jeongin escuchó todo desde el baño, y al escuchar que detendrían a Minho, quiso salir corriendo del baño. Pero cuando salió, Minho ya no estaba en la sala y la puerta de su casa estaba abierta. No, no era posible, esto debía ser una broma, una de mal gusto. Se asomó y corrió por toda la calle, pero del auto en el que se llevaron a Minho, ya no había rastro.
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Estaban esperando detrás del escenario, tal y como el presidente se lo había pedido.
— ¿Es buena idea?— estaba nervioso, muy nervioso.
— Lo es Hannie— se convenció Amanda
—¿Y no te duele hacerlo?— vamos, iba a traicionar a su padres era algo difícil, ¿No?, Amanda sabía que era difícil, aún así iba a continuar fuertemente.
— Me dolió más verte herido, por ese monstruo que llamé padre. Toda la gente sufre por su culpa. Hannie, el no debe ser alguien que goce de tanta libertad, no lo merece. Ha hecho a todos miserables.— en todo tenía razón, Castle hizo miserable a todos.
El presidente terminó el discurso, todos aplaudieron y supieron que el momento había llegado, era ahora de poner a su favor a ese presidente. El mencionado bajo del escenario y camino a ellos.
—Por favor, acompañenme a mi oficina— camino por delante con sus guardias siguiéndolo. Han iba temblando, Amanda iba impaciente. Caminaron por el pasillo con la alfombra roja reluciente. Era la casa presidencial, grande y espaciosa. !Dios! Era hermosa, tan hermosa que Amanda quedó encantada. Y ni decir de la enorme oficina que les dió la bienvenida al final del pasillo. — adelante. Mike, déjanos solos, por favor.
—Sí, señor— los guardias salieron, cerraron la puerta a su paso.
—¿Para que soy bueno?— dijo sentándose en su silla, esperando que los otros se sientan frente de él.
— Necesitamos su ayuda, señor— comenzó la pelirroja, Han solo debía guardar silencio, nada más que silencio.— le seré franca, presidente Jung, y se lo diré con la mayor sinceridad posible.
— Lo cual agradezco — comenzó el joven presidente.
— Mi país dará un golpe de estado, es algo que se está planeado de forma inmediata y según quien me informo del plan, sería algo que comenzará pronto, tan pronto que no hay tiempo.
—¿Quieres qué ayude a controlar a su propia gente? ¿Qué tu papá no puede hacerlo?— los miró incrédulo, ¿Eso querían?
—No se trata de eso, señor. Hablo de que…— la interrumpieron.
— Espera, a ver si entiendo. ¿Quieres mi ayuda, para que puedan controlar un golpe de estado?— especialmente, Jung sabía que Castle lo aborrecía, y sabía que el país que este controlaba no era el país más igualitario posible. No pensaba ayudarlos, sabía lo trágico que era vivir de esa forma.
—No señor.— negó Amanda con la cabeza.
—¿Entonces?— la miró intrigado, que joven tan inteligente, se dijo internamente.
— Quiero que nos ayude a dar el golpe de estado.— la miró asombrado, con la boca abierta. ¿había escuchado bien?
— Espera… ¿ Tu estas de acuerdo con traicionar a tu padre?— que diga que sí, que diga que sí, que diga que sí.
— Sí, estoy de acuerdo con tirar su monopolio, con quitar un corrupto, tirano del puesto, señor. Mi padre ha hecho mucho daño.
— ¿Entonces para que soy bueno?— dijo más interesado, esto le encantaba, borrar a Castle del puesto era lo que más quería. Los tiranos no merecían un país entero a su disposición.
— Faltan recursos señor.— dijo ella de forma diplomática— Armas, comida, dinero. Hace falta todo lo que mi padre se ha llevado, y yo no tengo el control suficiente como para poder robar todo ese dinero y dárselo a quienes van a ayudar. Así que vengo a pedir su ayuda. Es un pueblo pobre, levantándome en armas contra todo un sistema corrupto, señor.
— Estoy dentro.— dijo emocionado Jung, ayudaría a ese país, aún así no fuera suyo.
—¿Quiere algo a cambio? — Jung negó.
— Nada, por el momento.
Cuando llegaron a la casa, luego de tan maravilloso baile y de que su plan estuviera en marcha, Amanda estaba cansada, completamente cansada y harta de los tacones, los tiro a lado de la cama y en el momento escuchó un sonido. El de su teléfono. Lo saco de la maleta, un objeto que estaba prohibido en su país, y que ahora lo mantenía fuera todo el tiempo, ya que en ese país no era prohibido. Vio el número de Jeongin.
Si, el día en que se fueron, Amanda dejo en manos de Jeongin un teléfono y le dijo que lo mantuviera oculto y solo la llamará de emergencia. Contestó inmediatamente. Los sollozos del menor le dieron la bienvenida.
— Jeongin— le saludo sentándose en la cama, Han se estaba quitando los zapatos, pero podía oírlo todo, ya que el aparato sonaba fuerte.
— Seño~señorita Amanda. ¿Han está ahí?
— Sí, ¿Pasa algo?— Jeongin mantuvo un silencio, que dejo a ambos alertas, le pasó el teléfono a Han.
— hola Jeongin, ¿Estás bien? — el menor negó. Ya había llamado a Hyunjin antes, Hyunjin ya estaba enterado de eso. La guerra estaba por comenzar sin duda.
— Han… lo tienen. Tienen a Minho.
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Hola personas de mi corazón.
Anda fuerte el asunto. :( Tienen a mi bebé noooo.
Por cierto, ¿Quién es su Bias?, Yo tengo mi Big 3 y es Lee Know, Félix y Seungmin. Aunque Jeongin me anda haciendo ojitos. JAJAJAJA. Bueno, hasta aquí un capítulo más.
Coman bien, duerma bien, les tqm, besito. Bai💚
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