Mi Vida Con Evelia
No sé si tengo miedo al amor o al dolor que podría causarme, me da mucho miedo, pero eso no puede impedir que amemos. Amar es arriesgarse a perderlo todo para ganar lo más hermoso, así yo nunca pueda aprender a apreciarlo, porque me queda poco tiempo.
Evelia Martínez
I
—Uno de nuestros personajes más populares del último par de años
ha sido Fernando Alonso. Es un tipo estupendo, pero válgame Dios, — el periodista empezo a enumerar sucesos con sus dedos — dejó los estudios en el noveno grado. Se enroló dos veces en el ejército y ¿Cree que lo dejaríamos redactar su propia columna? Escribiría impregnando todo con errores de ortografía. Es un chico con mucha Imaginación, nada más que imaginación. Le sorprendería saber su alto grado de imaginación ¡Se rompería el Termostato!
Lo sorprendió un poco descubrir que se estaba encolerizando. Su madre solo sabía planchar ropa por real y medio, empezando por aquella época en que publicaba fotos de accidentes automovilísticos y de clandestinas ejecuciones. Todo ello le ganó una multa extremadamente alta en las redes sociales. Y ahí estaba ese fulano de pelo teñido de gris y zapatos de quince dólares y camisa que aún conservaba los dobleces de la tienda, hablando de patrañas.
Fernando salió arrecho de la editorial. Sentía que había perdido el tiempo; solamente porque al escribir tenía una caligrafía decadente y muchísimos errores ortográficos. Pero no quería darse por vencido. Sabía que si quería llegar a ser un escritor reconocido. Tendría que empezar por inscribirse nuevamente en la universidad.
Y así lo hizo. Con ayuda de sus amigos logró consignar todos los recaudos y anexarse a la matrícula de la carrera de Literatura.
Era un muchacho independiente y sagaz, pero a la vez muy sensible. A veces su mente se nublaba por los fragmentados recuerdos de la violencia intrafamiliar que sufrió su madre cuando él apenas era un niño de tierna edad.
No recordaba la última vez que su padre lo había golpeado a él o a su mamá. En el fondo sabía que su padre era un cobarde, aunque nunca pronunció esa palabra: ni entonces, ni nunca. Creo que eso era lo más peligroso que se podía hacer, porque a un cobarde le da más miedo que lo descubran que cualquier otra cosa,
incluida la muerte.
Pero eso ya era parte del pasado.
Entre tantas nubes tristes y lúgubres apareció ella.
Se llamaba Evelia. La mayoría ya la conoce, el ser más etéreo y hermoso que pudo haber creado la Madre Tierra.
Desde un principio Fernando la imaginaba como una niña engreída, odiosa, antipática y sobretodo hermosa que para nada contrastaba con su personalidad tan corroída en petulante apatía y repugnancia por cualquier cosa que no le agradara...
Creo que eso es una tremenda exageración ¿Verdad mi Querida Doctora Internista? Debería de empezar por el comienzo para luego callarme e irme a descansar, empecemos de nuevo, pero esta vez de la Voz de nuestro protagonista.
II
Evelia tenía una apariencia tan linda, era como un osito cariñosito cuando la conocías a fondo y le tomabas el cariño necesario; pero claramente nadie le decía Osito Cariñosito. Lo que para mí era el superlativo "Idiota", para ella era "Pitufina", sustantivo que odiaba y la hacían poner roja como una olla hirviendo, desde ese día aunque se parecía a una Pitufina algo malcriada me limité a no hacerla molestar y agradarla día tras día.
¿Por qué la llamaban Pitufina?
Simplemente por su gran parecido: tenía una baja estatura, unos cabellos rubios deliciosamente lisos, unos dientes algo grandes, una voz autoritaria y al mismo tiempo chillona, unos enormes lentes
que cuando los usaba me dejaban medio ciego y con su uniforme azul rey se formaba una especie de Betty la Bella, porque fea en realidad no era.
Si, Evelia era una niña muy bella, pero a veces ella usaba esto para su
beneficio, ¿Su beneficio? Creo que han olvidado cuando en la carta anterior dije que debería de haber escrito un libro sobre "Los 12 novios de Evelia Martínez" aunque 12 era un número muy pequeño para describir las personas que habían pasado por su vida amorosa. Y no lo hago por burlarme de una amiga algo exigente con los homenajes a la verdad, sino que no quiero ridiculizar en eufemismos una larga historia y camino de tristeza y alegrías que no conozco con exactitud.
Evelia era blanquita y caraqueña. Pensaba que era porque allá en la capital reina la neblina, pero la realidad era otra, ella sufría de Anemia Depranocítica, patología que aún no he investigado a fondo; solo sé que se da una anemia cuando los niveles de hemoglobina bajan y no se lleva el oxígeno necesario a los tejidos del organismo. Había veces en que estaba de un color rosado, otras veces llegaba a las clases más blanca que de costumbre, razón por la cual las enfermeras del Instituto le regalaban sulfato ferroso para subirle los niveles de Hemoglobina, frascos que almacenaba en su casa y casi nunca tomaba; creo que ya tendría varios frascos de Sulfato escondidos debajo de su cama, uno para regalarlo a cada uno de sus innumerables novios.
Aparte de este tipo de anemia sufría de muchas otras enfermedades que la obligaban a tramitar reposos y a faltar repetitivamente a muchas clases, voy a nombrar algunas para no saturar la historia de tantas patologías:
—Diabetes, Epilepsia, Artritis Rematoidea, fibromialgia, trombopatia plaquetaria, Ataxia Cerebelosa tipo 2, Reflujo Gástrico, Gastritis Crónica, hipertensión Arterial, una arritmia, un prolaxo en la válvula mitral, Fibrosis Quística de páncreas, Vasculitis, síndrome de Cushing, una mala absorción intestinal, una parálisis en el sexto par Craneal, asma... — Entre muchísimas otras.
La mayoría de sus compañeros pensaban que era hipocondríaca. O que simplemente se inventaba todas estas enfermedades.
Ella siempre había tenido una debilidad por los Barberos, de hecho hubo un tiempo en que todos sus novios se dedicaban a esto, era por ello que el Pobre Bolaños había caído en sus garras, y como todos habías ido a parar a la lista de los regazados. Cambiaba a sus novios a la velocidad de la luz así como de camisa; cada semana recibía mensajes de un nombre diferente; eso lo puedo
aclarar con toda sinceridad porque mis ojos biónicos no mienten y yo no sufro ni de miopía ni de astigmatismo.
Rara vez hablaba con ella por decisión propia; aunque siempre me vivía contando sobre sus experiencias y conversaciones, mientras yo le prometía que tarde o temprano le escribiría un libro, cosa que aún no me he dedicado a hacer. Los dos al final estudiamos medicina y nuestro trato se fue enfriando poco a poco, creo que he envejecido. También tengo presente que mis oportunidades con ella se han tirado por la borda, se han derretido como la cera de una vela.
No voy a contar nada más sobre sus múltiples parejas, solo voy a aclarar que yo no entré nunca en esa lista de hombres regazados. ¡Y le doy gracias a Dios! Porque de seguro no aguantaría una cruz tan grande y pesada, así fuera por solo 7 días de la semana. Me conformo con su amistad algo Fugaz.
¿Es fiel este relato mi amor? Ojalá me respondas uno de los tantos
mensajes que siempre te mando y dejas en visto.
Para ser sincero, siempre quise ser parte de esa lista de Novios rezagados; perdonenme por la descarada mentira.
Siempre acostumbro a colocar una dedicatoria antes de empezar una nueva aventura. En esta oportunidad como los personajes son enigmáticos, me voy a arriesgar y lo dedicaré a personas anónimas. Los Anónimos que están por debajo de cada frase cundida de conocimientos; Los Anónimos que nos hacen adentrarnos poco a poco en lo desconocido; y en los Anónimos algo conocidos que entre personas bizcas destilan pisadas que nos hacen descubrirlos de manera descarada.
Si aún eres una persona anónima, esta historia espera por tí. Si aún no conoces de reojo a mi amada Evelia, debes de leer esta especie de Novela Biográfica.
Firmado:
Fernando Alonso
Cartas Ocultas De Mi Verdadero Yo
Editorial Esmeralda - 2024
III
Vamos a hablar sobre la vida de un nihilista. Imaginemos a una persona que no cree en nada, que no encuentra el sentido de las cosas, que se siente desesperanzada por la vida. Imagina que esa persona se siente vacía, y sin nada que vivir, pasa sus días sin emoción, y no disfruta de los paseos que se anastomosan en el horizonte.
Leonardo era un joven de unos veinte años, que había crecido en un entorno difícil. Su madre era una persona dura, y su padre había abandonado a la familia cuando era pequeño. Leonardo se sentía frustrado con la vida, y le resultaba difícil sentir felicidad, o tener motivación para algo que le dibujara sonrisas en papel crepé. A pesar de eso, intentaba encontrar algo que lo hiciera sentir productivo, pero no lograba encontrarlo en ningún lugar.
Había intentado el ejercicio, leer libros, navegar en internet, hacer deportes, y conocer gente, pero nada parecía llenar el vacío que sentía en su vida. Los días pasaban, y Leonardo se sentía más y más deprimido. Empezaba a resignarse y a perder la euforia por las cosas sencillas.
Un día, decidió hacer algo diferente. Quería salir de su rutina, y experimentar algo nuevo, sentir algo en sus entrañas y sazonar de emoción la vida. Estaba cansado de sentirse vacante en emociones. Así que salió a una calle que no había visto nunca y empezó a recorrerla con los ojos clavados en el piso.
Uno de los barrios más peligrosos de la ciudad es el Barrio de las Estrellas, también conocido como "El Infierno". Está ubicado en una zona marginal de la ciudad, donde el crimen y la pobreza están a la orden del día. Se cuenta que abundan las pandillas y los asesinatos, y que la policía apenas tiene presencia.
Los habitantes viven en condiciones muy precarias, en viviendas hechas con materiales improvisados y en la miseria. Las escuelas están abandonadas y los jóvenes no tienen muchas oportunidades de crecer. En las calles se huelen las drogas y el alcohol, y el clima es de inseguridad. Se habla de un aura de tristeza y miedo qué contrasta clandestinamente con los sentimientos de Leonardo.
Caminó apesadumbrado durante varios minutos, el cielo estaba empañado de nubes grises. Se parecía a aquel hombre vestido de gris que simulaba el poema: Tomaba un baño en las mañanas que siempre estaba muy frío, tomaba el desayuno que siempre estaba bastante caliente, tomaba el autobús para llegar a su trabajo, que siempre llegaba a la misma hora, y se sentaba en su oficina a leer el periódico que siempre decía las mismas cosas.
Mientras caminaba se escuchaba una melodía hermosa que lo hipnotizó, la siguió como si fuera un pequeño perdido buscando a su madre y se encontró frente a las puertas de un bar.
Una de las pocas tiendas del barrio era una licorería pequeña y gris, con la pintura descascarillada. La puerta estaba oxidada, y los vidrios de la ventana estaban sucios y rotos. Los escombros de botellas de licor rotas estaban por el piso, y el olor a alcohol se sentía desde la calle. El interior de la licorería estaba apagado y desolado, con botellas vacías en los estantes.
El dueño del establecimiento estaba sentado tras la caja registradora, con una mirada fija y vacía. Parecía que no tenía mucho que hacer, ya que no había mucho movimiento. La mayoría de la gente del barrio no tenía dinero para gastar en alcohol. Y, los pocos que tenían algo de dinero preferían comprar comida. Así que la licorería estaba casi vacía, con la excepción de unos pocos ignorantes y un individuo muy misterioso que tocaba un instrumento musical en la esquina: Era un viejo piano de cola.
El pianista tocaba una melodía melancólica. Leonardo se sentó en una mesa, y escuchaba mientras bebía un trago. El pianista era muy talentoso, y Leonardo empezó a sentir una sensación extraña, una sensación de paz. En ese momento, pensó que la música podía llenar el deshabitado hueco que sentía. Por primera vez en mucho tiempo, sentía algo de felicidad.
Entonces se levantó, y fue hacia el pianista, y le preguntó con algo de pena su inquietud.
—¿Podría hablar con usted por un momento?
El pianista se volvió a mirarlo, y sonrió.
—Por supuesto, — respondió — ¿Qué te gustaría hablar?
Leonardo se sentía nervioso, y no sabía por dónde empezar. Pero, de repente, le salieron las palabras.
—No sé si tengo un sentido en la vida, no sé si merezco ser feliz. Siempre he tenido una vida muy difícil, y a veces no sé si vale la pena seguir adelante, no sé si tengo un propósito en la vida. ¿Cómo encuentro mi propósito?
El pianista le miró fijamente, y con aire de filósofo empezó un monólogo, sin dejar de tocar el piano. Era un pasaje muy bonito que no contrastaba con lo decadente del escenario.
—Todo el mundo puede encontrar Su propósito, pero primero hay que buscarlo. El propósito no llega a uno, sino que uno lo busca y se lo gana. Y todos tenemos algo que ofrecer al mundo, un talento, una habilidad, una cualidad especial que podemos compartir con los demás.
Yo, por ejemplo, me siento feliz cuando comparto mi amor por la música con otros. ¿Tienes una pasión, una cosa que te apasiona en la vida, algo que te hace sentir vivo? ¿Hay algo que haces que te haga sentir como si nunca hubieras necesitado nada más?
Leonardo pensó un momento, y respondió a la pregunta expresando su Amor por la Escritura, El enigmático pianista se alegró, lo felicitó y lo instó a continuar y hacer realidad ese sueño. Lo que no sabía es que anteriormente le había vedado los sueños alguien muy cercano a él.
Estamos hablando de su propio hijo: Santiago Alonso.
El pianista menos concurrido y muy extraño era Fernando Alonso. El fracasado periodista y Escritor convertido en médico internista.
El desgraciado tenía mucho dinero, no podríamos entender que hacía viviendo en este lugar tan deplorable.
La única conclusión repleta de mentiras que podemos dar es la siguiente: Fernando vivía en este barrio porque su familia no tenía mucho dinero para moverse a otra parte. Su padre trabajaba en una fábrica, y sus ingresos eran muy pocos. Todavía peor, su padre se enfermó y no pudo trabajar más, dejándolo como el único sostén de la familia. Para tratar de sobrevivir, Fernando aceptó trabajar para una banda criminal. Sabía que eso era una vida peligrosa, pero no tenía muchas opciones. Él estaba desesperado por darle de comer a su familia. Así que aceptó, aún sabiendo que era un trabajo peligroso y al margen de la ley.
Sería una buena trama para su siguiente obra de teatro.
Lo más extraño Es que luego de muchos años se reencontraron. Leonardo ya era una persona eminente en el campo editorial gracias a sus consejos desinteresados. Este mismo Leonardo lo ayudó a publicar su libro sin recibir nada a cambio.
Así fue como durante comienzos del 2023 se podía ver en las diferentes librerías una gorda enciclopedia que simulaba ser novela famosa. Con el tiempo el público se fue aburriendo, ya su obra se había vendido y en el futuro no estaban escritas nuevas ediciones. Todos los ejemplares fueron tirados a la basura, y terminó apareciendo en las primeras planas con el siguiente titular: "Médico convertido en fracaso de escritor"
La Nueva Novela anónima "Abogada Desyréeth" lo había dejado desempleado, no podía creer que su amigo lo había despedido, la única opción que le quedaba era volver al hospital y reencontrarse con Evelia Martínez.
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