Navíos imposibles
EL AZOTE DE DIOS
Capítulo 21: Navíos imposibles
El magnífico árbol blanco de Gondor, ya había perdido la mayoría de sus níveas hojas debido a que ya terminaba el otoño. Imrahil, Príncipe de Dol Amroth, Dictador y comandante general de la Gran Alianza, discutía con el Rey Aragorn, el Rey Éomer, Lord Elrond y el maestro Funbol, los pormenores de los preparativos de la guerra, en una sala fría y sobria de mármol blanco y negro.
―En todo este año en que Urd se apoderó de Mordor ―decía Imrahil―, ni los famnyas, ni nosotros hemos permanecido ociosos. Las sabias medidas del Rey Aragorn y el Rey Éomer, nos han brindado las fuerzas y los números necesarios para enfrentarnos al enemigo, junto con varias fortalezas que impedirán que Urd arrase los campos del este de Rohan a placer.
―Fue una buena decisión de usted, Príncipe Imrahil, de construir fortalezas en Gondor del sur ―le alagó Elrond.
―Fue necesario colocar todas estas fortalezas al norte del rio Harnen para evitar que los famnyas cruzaran aquel de forma impune, como lo hicieron los hombres de Harad cuando Urd empujó a nuestros aliados del sur a cruzar el rio. También ordené que a ambas orillas del rio Poros se aplique el mismo sistema, esa será nuestra penúltima línea de defensa por el sur. La última serán las fortalezas al norte del rio Anduin y al sur del Emyn Arnen, de esta forma todo el sur de Gondor y Osgiliath quedaran protegidos.
―¿Qué hay de los puentes del Poros y el Harnen? ―preguntó Aragorn.
―Estos dos puentes son el único y el principal paso seguro hacia Gondor del sur y Harad ―respondía Imrahil―, por lo tanto, he mandado fortificar estos accesos, al mismo tiempo que hemos construido dos poderosos castillos que resguarden cada puente, de hecho, cada castillo está cubriendo su respectivo puente. No se puede ir de una orilla a otra, sin pasar por el medio del castillo.
Los oyentes intercambiaron miradas de asombro, menos un enano quien se veía satisfecho de sí mismo.
―Por supuesto, todo esto no se hubiera logrado sin la ayuda de los enanos ―dijo de pronto Funbol, un señor enano que tenía mucho peso entre los otros reinos enanos y que aspiraba a ser nombrado señor de Moria.
―Ayuda que apreciamos mucho, maestro Funbol y que no pensamos ignorar en el futuro ―le respondió Imrahil haciendo una reverencia.
―Las fortalezas que protegen Rohan y que están en la orilla del Anduin, el camino antiguo y la más exterior, la que va desde Dagorlad a Wilderland, ya están completadas ―siguió informando Imrahil.
―Escuché que Urd construyó una muralla que cubre todo el este de Mordor ―dijo Éomer.
―Es cierto ―contestó Imrahil, entrelazando sus dedos mientras apoyaba sus codos en la fría mesa de mármol negro, a la vez que llevaba su labio superior a sus dedos―. Luego de que nuestros aliados de Khand, los cuales fuesen enviados a espiar al enemigo que en un principio creíamos que permanecían junto al mar de Rhun, retornaron con la noticia de la edificación de dicha muralla. Al principio no creí que fuera posible una obra de esa envergadura, pero yo mismo fui al este de Mordor y lo vi con mis propios ojos. No es una simple empalizada, sino toda una muralla defensiva por la cual pueden ir incluso caballos por entre sus almenas.
Todos los presentes intercambiaron miradas de asombro, incluso el arrogante y prepotente de Funbol se veía impresionado.
―Urd no es tonta, quiere asegurarse de que ninguna fuerza le ataque por la retaguardia ―dijo Imrahil con el ceño fruncido―. Con el paso del oeste cubierto por Minas Ithil y la cadena de fortificaciones que van hasta Osgiliath del este, no creo que el enemigo decida atacar por allí. Tampoco es una opción ir por el Udun, ahora que este es un abismo insondable. La única ruta que podrían tomar para invadirnos, seria por un portalón que se encuentra justo al medio de la muralla este de Mordor.
―Tomar esa ruta ya sea por el norte o por el sur, rodeando Mordor es una locura ―dijo Funbol, ceñudo.
―Para nosotros sin duda lo seria ―le respondió cortés Imrahil―. Ir por el norte o el sur y pretender ingresar por el portalón de la muralla de Mordor, sin embargo, el enemigo puede recorrer enormes distancias cada día con su ejército de jinetes, distancias impensables para nosotros, pero viables para el enemigo.
―¿Entonces, acaso no podremos atacar nosotros al enemigo? ―preguntó Funbol mientras golpeaba la magnífica mesa de mármol negro.
―Muy cerca de Minas Ithil, se encuentra la torre oscura de Cirith Ungol, la cual está ya dentro del suelo de Mordor y quizás sea el fuerte principal del enemigo.
―¿No estamos seguro de esto último? ―preguntó Éomer.
―Luego de escuchar el relato de cómo Sir Frodo, entró a Mordor ―decía Imrahil―, he mandado a espías a tomar el camino que tomó nuestro salvador. Ellos irán por la guarida de Ella la Araña e ingresarán a Mordor sin ser vistos, de esta forma penetrarán en suelo enemigo y nos darán luego su informe al retornar. Debemos saber más de nuestro enemigo, cuántos son, en qué lugar de Mordor está su fuerza principal y cómo puede sustentarse su ejército en ese erial que era la tierra oscura de Sauron. Por lo colosal de la muralla que erigieron al este de Mordor, sus números deben ser mucho mayores a los que estimamos en un principio, tal vez la información que nos dio Shagra, no eran del todo exageraciones.
Los demás oyentes intercambiaron miradas de preocupación.
―¿Pero qué hay del monstruo que resguarda el lugar? ―preguntó preocupado Aragorn.
―Descuide, mi señor, he encomendado esta labor a los mejores hombres posibles. En caso de encontrarse con la abominación, darán cuenta del ente.
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La preocupación de Aragorn con respecto a un ataque por parte del engendro arácnido, al final no tuvo razón de ser. Ella la Araña, luego de cinco años de ser herida por Sam, se había refugiado al interior de las montañas en una especie de hibernación.
Gildor Inglorion, era un elfo que había conocido a Frodo y sus amigos hobbits cerca de la Comarca y los había salvado de ser descubiertos por los nazgul, ahora, dirigía a un grupo de hombres cuya labor era penetrar en Mordor y ver los preparativos del enemigo.
―Tenías razón, Mablung, Ella la Araña, se refugió al interior de las montañas ―decía Gildor que mantenía los sentidos en alerta por si acaso.
―Me debes dos monedas de plata, Gildor ―le dijo Mablung, quien en el pasado casi había matado a Gollum cuando este estaba cazando peces y fue rescatado por Frodo.
―¿Escuché mal o este humano hizo una apuesta con Gildor? ―preguntó Orophin, el elfo.
―No escuchaste mal, hermano, aun así, debes seguir practicando el lenguaje de los hombres, ya casi lo hablas a la perfección ―le contestó su hermano Rúmil.
Rúmil y Orophin, eran elfos silvanos que habían ayudado a Frodo y a los demás miembros de la comunidad a llegar sanos y salvos al bosque de Lorien. Su hermano Haldir, había luchado en el abismo de Helm al mando de un selecto grupo de los mejores arqueros elfos y murió en ese lugar, por esa razón habían jurado ayudar en todo lo posible a Aragorn, quien había sido su amigo.
El grupo de cuatro espías, logró atravesar las cavernas del monstruo y llegado a Mordor sin que las chicas gato los hubiesen descubierto.
Los cuatro no permanecieron ociosos y penetraron en territorio enemigo, allí, al abrigo de las capas elfos, pasaron desapercibidos de la vista de los guardias y rodearon la torre de Cirith Ungol.
―Veo que han modificado Cirith Ungol ―decía Rúmil, quien forzaba la vista al máximo.
Cirith Ungol seguía siendo la torre oscura de los tiempos de Sauron, sin embargo, en uno que en otro lugar se habían hecho modificaciones para asemejarla más al tipo de arquitectura del cual provenían las chicas gato. Todo el conjunto presentaba un aspecto alienígena para los espías.
―¿Seguimos con el plan? ―preguntó Orophin.
―Ya no ―respondió Gildor―. Creí que las fuerzas de Urd construirían más fortalezas en este lugar, pero solo veo un campamento inmenso.
―Entonces lo que nos dijeron los esteparios era cierto ―interrumpió Mablung―, el enemigo es de naturaleza nómada.
―Mejor dirijámonos al interior a ver si encontramos a más enemigos ―dijo Gildor.
―¿Más? ¿Qué no te parecen suficientes? ―dijo incrédulo Mablung al ver el enorme tamaño del campamento que rodeaba Cirith Ungol.
―Si los famnyas acabaron con las fuerzas de Agog, estoy seguro que todavía hay más campamentos como este ―decía Gildor―, debemos verificar la cantidad aproximada del enemigo.
Los cuatro espías asintieron y se internaron en Mordor.
En el año en que las fuerzas de Urd se habían atrincherado en Mordor, las chicas gato habían permanecido muy activas. Aunque Urd había ordenado erigir una muralla que cubriese todo el Este de Mordor, consideró que se debía hacer algo si esta barrera fuese franqueada por el enemigo.
Todo el ejército de logística con sus más de 500 mil hombres se dedicaron a varias tareas, como la titánica tarea de desecar la Ciénaga de los Muertos, para de esta forma darle al ejército de Urd más campos abiertos por el que podría transitar su ejército, así también, se limpió todos los desechos que provenían de las fraguas orcas de los tiempos de Sauron, desechos que se levantaban como pirámides enormes que afeaban el paisaje.
Cuando Frodo y Sam cruzaron Mordor, ellos consideraron que la única esperanza que tuviesen estas tierras, sería la de ser anegadas por el océano. Ahora el paisaje era muy diferente y aunque faltaba mucho por hacer, la vegetación brotaba aquí y allá, debido a lo rico y fértil que era la tierra de Mordor gracias a su naturaleza volcánica.
La ceniza de la montaña del destino y las montañas de ceniza ya se habían asentado y riachuelos puros comenzaban recorrer las tierras donde antes no había más que desierto, erial que ocasionó la muerte de más de la mitad del ejército de Isildur, cuando La Ultima Alianza penetró en Mordor por el Udun y los combatientes cayeron prematuros debido a la falta de agua.
―Por los valar ―decían los espías al ver los absurdos números de chicas y chicos gato, junto con otras razas, los cuales eran los encargados de realizar la gigantesca obra de terraformación de todo el erial que antes era Mordor.
―¿Ya te parecen suficientes soldados? ―preguntó Mablung con los ojos abiertos como platos al ver el mar de chicas gato delante de ellos, empeñadas en realizar a la perfección las labores de desecación de la enorme ciénaga.
―Vayamos al sur, debemos ver qué pasa en el mar de Nurnen ―dijo Gildor y todo el grupo se encaminó hacia ese lugar.
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Si las cantidades de hombres en la Ciénaga de los Muertos les parecieron absurdas, en las fértiles planicies de Nurnen, se encontraban números enormes de chicas gato, concentradas en labores de agricultura y cría de ganado para la alimentación del colosal ejército de Urd.
―Creo que tenemos problemas ―dijo Rúmil al ver la enorme extensión de los campos delante de él y los efectivos que las cultivaban.
―Estos famnyas parecen ser simples agricultores o eso espero, de lo contrario, no veo cómo podremos ganar la guerra ―dijo Orophin, no pudiendo dar crédito a sus ojos.
―¿Crees que el ejército se encuentre al este en la muralla? ―preguntó Mablung.
―Debemos ir a verificar ―dijo Gildor, y los infatigables hombres se dirigieron al este.
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La muralla resultó ser como la describió el Príncipe Imrahil, toda una proeza, un alarde de la capacidad de construcción del enemigo.
―Ni el abismo de Helm, ni minas Ithil, ni Minas Tirith pueden compararse con el tamaño de esta monstruosidad ―susurró Mablung con la boca abierta.
―¿Me pregunto cómo la habrán construido tan rápido? ―preguntó Orophin, muy impresionado.
―Allá tienes la respuesta ―señaló Gildor a las pirámides de cráneos que pertenecían a orcos, trasgos y trolls que estaban esparcidas a distancias equidistantes a lo largo de la gran muralla.
―Mejor vamos al norte de Cirith Ungol ―sugirió Rúmil, luego de tragar saliva al ver la escena de pesadilla―. La muralla está bien defendida, pero no creo que la cantidad de soldados en este lugar, justifique los números de famnyas que vimos antes.
Gildor asintió y todo el grupo se dirigió furtivo al norte. Muchas veces pudieron ver como los jinetes de Urd, iban y venían de una posta de descanso a otra.
―Menos mal que ahora los humanos usan el mismo sistema para comunicarse entre las fortalezas del sur de Gondor y el este de Rohan ―decía Mablung a sus compañeros, los cuales, como él, siempre iban cubiertos por las capas elfos que les mimetizaban con el paisaje a modo de parecerse a unas simples rocas que no llamaban la atención del enemigo.
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Cuando los cuatro compañeros llegaron al Isenmouthe, vieron con asombro que más de doscientos mil soldados se reunían frente a lo que era una vez el Udun, la antesala a las ya desaparecidas puertas negras de Mordor.
―Tenemos problemas ―decía Mablung―. No entiendo, con todo este ejército solo en el Isenmouthe, ¿Por qué Urd no ataca la Tierra Media?
―Desconozco la razón ―contestaba Gildor, preocupado por todo lo que vio en Mordor―, pero doy gracias a los valar por habernos dado un año de gracia antes de que comience el próximo invierno.
―El cual ya está a la vuelta de la esquina ―dijo Rúmil con gesto de preocupación.
―Están acumulando provisiones ―decía Orophin―, cuando llegue el crudo invierno, no necesitaran detener su marcha para saquear los campos, solo quemarlos. Así con provisiones propias, nuestras fortalezas defensivas no les detendrán en absoluto.
―¿Qué es eso de allá? ―dijo Gildor forzando la vista con lo que se le sumaron los otros dos elfos.
―¿Qué pasa, qué es lo que ven? ―preguntó Mablung, quien no gozaba de la lejana vista de los elfos.
―Son monstruos, los famnyas trajeron monstruos con ellos ―le respondía Gildor, a quien se le descompuso el rostro―. Algunos tienen arneses y monturas y otros parecen ser azuzados para entrar en jaulas.
―¿Monstruos? ―preguntó alarmado, Mablung.
―Parecen ser crías de dragones entre otras bestias extrañas ―decía Rúmil, quien no se volteó a ver al humano y seguía con la vista fija en el horizonte―. Parece que transportan catapultas diminutas y lanzavirotes pequeñísimos. También transportan una especie de tubos de hierro con ellos.
―¿Qué hacen esos barcos al lado del abismo? ―preguntó Orophin, al ver unos seis barcos enormes junto a un barco mucho más grande de color celeste―. ¿Qué es lo que hacen?, no entiendo, parece que quieren colocarles unas extrañas velas.
Los espías estaban muy confundidos y acercándose para tener una mejor vista, se quedaron a ver el desarrollo de todas las cosas incomprensibles que sucedía delante de ellos. Una vez terminadas las labores de las chicas gato, cada miembro del grupo se encomendó a los valar.
―¡Esas extrañas velas se hincharon!... ¡Ahora, llevan por los aires a los barcos! ―exclamó Gildor, quien no daba crédito a sus ojos.
―Debemos retornar a Gondor y advertirle al Príncipe Imrahil de esto ―dijo asustado Mablung.
―El problema será si nos creerán, porque yo no creo lo que estoy viendo ―dijo Rúmil, mientras que su hermano Orophin, rezaba en lengua sindaril pidiendo la ayuda de los valar.
El grupo intercambió miradas nerviosas y se dirigió hacia el camino que antes guardaba Ella la Araña.
Los cuatro integrantes se acercaban a la entrada de las cavernas y tuvieron un susto enorme cuando en la noche, vieron su marcha detenida por un gato anaranjado el cual les miraba fijo a través de las capas elfo.
Aunque los espías quisieron dispararle al gato con una flecha certera, vieron como el felino llevaba un cascabel dorado y enorme en la cola. No había forma de darle sin evitar que el ruido del cascabel alertara a los posibles guardias que pudiesen estar a los alrededores.
Luego de tensos y largos minutos que les parecieron eternos a los espías, el gato que los observaba fijo como una estatua y olfateando el aire, decidió que no había nada extraño en las rocas que estaba observando y se dirigió al campamento Famnya.
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El resto del viaje transcurrió sin novedad alguna y Gildor dio su informe a Imrahil.
―Gildor, lo que me dices, bueno, es tan difícil de creer ―dijo Imrahil, quien tenía una expresión de escepticismo en el rostro.
―Le juro, Príncipe Imrahil, que mis hombres y yo mismo vimos lo que vimos.
―Entiendo, Gildor, por más increíble que parezca tu historia debo dar fe de lo que presenciaste. Puedes retirarte, tú y tus hombres hicieron un gran trabajo, debes estar orgulloso de lo que hicieron.
El elfo dio una reverencia a Imrahil y luego se retiró de la sala dejando a un preocupado Imrahil, barajar las posibilidades que se le presentaban, sean estas buenas o malas.
«Con siete barcos voladores que pueden cruzar las montañas de las cenizas o las montañas de las sombras, nuestras fortalezas exteriores son inútiles», pensaba el príncipe. «Sin embargo, estas no son suficientes para llevar todo su ejército a través de las oscuras montañas de Mordor. ¿Me pregunto dónde atacará el enemigo?, tendrá que ser un lugar donde tanto su ejército y sus navíos imposibles vayan juntos... Minas Tirith y Edoras quedan descartados, si quisieran atacar a Lorien, tendrían que ir por el norte y rodear todo el bosque de Mirkwood, sé que el enemigo puede hacer eso, pero esa es una medida ineficiente en extremo... Solo queda..., agarrar al toro por los cuernos».
CONTINUARÁ...+
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