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La decisión de Imrahil

EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 29: La decisión de Imrahil


Un viento gélido y cortante castigaba el rostro de Chaika, mientras esta, gracias a su vista superior de chica gato, divisaba desde la entrada oriental de la bahía de Forochel a la enorme isla de Forochel situada mucho más al norte. La fuerza implacable del viento hacia que numerosas gotas de agua muy fría provenientes del mar se estrellasen en el rostro de la chica gato.

Chaika agrió la expresión, pero no debido al horrendo temporal que la rodeaba, sino más bien a la reunión que hace unos momentos tuvo con varios hombres de Eriador.

―Chaika sama, por favor regresemos a la tienda ―le pidió Amane quien tiritaba de frío en ese momento, y Chaika luego de mirar una vez más la lejana isla de Forochel, decidió hacer caso a la sugerencia de su amiga.

―¿Hay alguna novedad en el sur? ―preguntó Chaika, mientras se calentaba las manos al frotarlas una contra la otra.

―Nuestra situación se verá muy comprometida si seguimos en este lugar ―le informaba Amane―. Mirando hacia el sur, los ejércitos enanos se aproximan por nuestra derecha y el ejército de Eriador avanza hacia nosotros, además, he recibido reportes de que los elfos se acercan por nuestra izquierda, aún están lejos y si nos vamos enseguida podremos salir del cerco que se nos viene encima. ¿Qué es lo planeas hacer?

―Al final logramos llegar hasta el extremo norte de Eriador, seguro los humanos no se esperaban tal cosa, debieron quedar muy sorprendidos cuando se enteraron, sin embargo, la sorprendida fui yo cuando todos esos hombres de Eriador, vinieron a entrevistarse conmigo ―dijo Chaika y luego tomó una botella de yogurt y bebió su contenido para quitarse el mal sabor de boca que le produjo la reunión con los humanos.

―Todos ellos antiguos espías y seguidores encubiertos de Sauron y Saruman ―dijo Amane con gesto de asco en el rostro―. Debiste haber ordenado su ejecución.

―Estuve tentada a hacerlo, sin embargo, esos hombres tienen razón, sin su ayuda no podremos regresar donde mi tía. Ellos tienen puestos estratégicos que convencerán al Rey de Eriador de retrasar su marcha y por ende la de los enanos y los elfos. Aprovecharemos su traición para ir donde Urd sama sin tener que librar una batalla para abrirnos paso hacia el sur.

―No sé si fue necesario trato alguno con esos perros, podríamos ganar en la batalla del sur.

―Cierto, pero olvidas el hecho de que no pienso arriesgar la vida de mis hombres de manera innecesaria, más si tomamos en cuenta que todavía tenemos una ruta de escape alternativa.

―Disculpe mis palabras, no estoy a la altura de tan gran comandante que tiene como prioridad la seguridad de sus hombres.

―Descuida, ahora solo resta dirigirnos al este a toda velocidad antes de que los elfos nos corten el paso. Iremos a Carn Dum, negociaremos con los trolls y atravesaremos Angmar, una vez hecho esto navegaremos por el rio Anduin hasta los campos de Celebrant, luego nos dirigiremos al oeste hasta Isengard, donde nos encontraremos con mi tía.

―Urd sama no estará muy contenta con el acuerdo que tuvo con los perros humanos.

―Lo estará si con este se le asegura la no intervención de los ejércitos de Eriador y el de los enanos. Elrond por otra parte es un problema, pero él no podrá avanzar para reforzar a Rohan o Gondor sin la ayuda de los enanos y humanos de Eriador.

Amane asintió, pero luego le vino una preocupación, Chaika podía ser muy tolerante con los humanos, pero los pieles verdes eran otra cosa, le preocupaba que las cosas se saliesen de control con los trolls de Carn Dum.

―No te preocupes ―la tranquilizó Chaika, que al parecer había leído el gesto de preocupación en el rostro de su amiga―, si pude hacer un trato con esa escoria de Eriador, lo de los trolls no me sacará de quicio.

―¿Ves que Urd sama tiene razón?. Debemos exterminar a los humanos, son una raza que haría lo que sea, lo que sea para satisfacer sus ambiciones.

―No juzgaré a toda una raza por el obrar de unos cuantos despreciables.

―Pero hemos pasado por tanto desde que llegamos a la Tierra Media para echarnos atrás con el plan de Urd sama.

―Sí, hemos pasado por tanto, pero no hemos aprendido nada, ¡nada!... Exterminar a toda una raza, es una locura. Sin importar lo que me diga mi tía, no creo que se logre construir un mundo mejor gracias al derramamiento de sangre de inocentes, gente que no tiene por qué cargar con los pecados de sus ancestros.

Un silencio se impuso en la tienda, tan profundo que pareciera que el fuerte soplo del viento no pudiese vencerlo, solo el chisporroteo de las velas y el ronroneo constante de los gatos adormilados se hacían notar con claridad.

―Amane, avisa al ejército, nos vamos hacia Angmar.

.

.

En minas Tirith, el clima invernal no otorgaba piedad alguna a las gentes que vivían en la ciudad blanca. Una fuerte nevada que iba en todas direcciones debido a un viento intempestivo que se empeñaba en soplar en varias direcciones al mismo tiempo, dificultaba la vista de quien fuera se atreviese a salir a las calles en esa noche. De todas esas personas, eran los vigías en las almenadas murallas quienes se encontraban más frustrados por la situación, ya que su labor resultaba imposible de cumplir debido a que no podían ver siquiera más allá de la extensión de su brazo extendido.

Pero sin duda alguna, era Imrahil quien se encontraba más frustrado ya que sus pedidos para que los ejércitos enanos de las Montañas Blancas o Ered Nimrais, junto con los ejércitos enanos del Druwaith Iaur, apresuraran el paso para enfrentarse al ejército de chicas gato parapetado en Pinnath Gelin o también conocido como las Verdes Colinas de Gondor, estaba marchando de manera muy lenta.

―Podría enviar a los ejércitos de Gondor, Dol Amroth y Edhellond a atacar a las chicas gato por el este, pero esto no servirá de nada sin el ataque de los enanos por el oeste.

―Es un buen plan, Imrahil ―le decía Aragorn―, tal vez deberíamos realizar el ataque.

―No, mi rey. Si algo saliese mal sería el fin de Gondor, no habría ninguna barrera entre el campamento enemigo y la capital.

―¿Cuál es tu plan entonces? ―le preguntaba Éomer, el cual había venido a Minas Tirith, para pedir ayuda debido al otro ejército enemigo que se encontraba en el norte y que bloqueaba todo el paso que comunicaba con Eriador, paso que estaba a un tiro de piedra del abismo de Helm y por tanto también cerca de Edoras, la capital del reino de Rohan―. Mi gente tuvo que dirigirse a las colinas de San Gebir, tuve miedo de que mi pueblo no alcanzase ir a Minas Tirith si el enemigo nos perseguiría, pero mis temores gracias a los valar no se materializaron. Sin embargo, esta espera me trae desasosiego ya que tampoco los ejércitos de Eriador junto con los enanos y elfos han venido en nuestra ayuda.

―Este inmovilismo es preocupante ―decía Gandalf―. ¿Deberíamos acoger a la gente de Rohan en Minas Tirith?

―Sé que la gente de Rohan está sufriendo en este momento ―le contradecía Imrahil―, pero deben permanecer en el San Gebir. Según los informes de los esteparios y nuestros fallecidos aliados: los orcos. Los Famnya usan las migraciones de gente que huye hacia sitios seguros a su favor, así los defensores gastan sus recursos en alimentar a los refugiados en vez de a sus propias tropas.

―¡Pero debemos hacer algo! ―exclamó Gimli―, los tártaros han bloqueado los suministros en armas y armaduras que tanto necesitamos, además... ―quiso continuar Gimli, pero la rabia le impidió seguir hablando.

Legolas dio unas palmadas al hombro de su amigo, al mismo tiempo que trataba de que no surcasen por su rostro lágrimas de impotencia.

―Para cortar las caravanas de suministros ―continuaba Legolas―, no les importó masacrar... Incluso, incluso los orcos de Sauron no se asemejan a estas bestias.

―El enemigo no solo quiere vernos aniquilados físicamente, sino mentalmente ―señalaba Aragorn con expresión sombría―. Sus tácticas de terror están diseñadas para acabar con nuestra voluntad de lucha y hacer caer a la población civil en el pánico.

―¿Cómo se encuentra la reina Galadriel? ―preguntó Imrahil, quien apretó los puños debido a la furia lo mismo que los presentes.

―Ya se encuentra mejor ―informaba Aragorn―. El trauma mental que sufrió tardará en sanar, pero Arwen me dijo que esta mejor a diferencia de su madre luego de que los orcos..., bueno...

―¿Y la Reina Arwen, mi señor? ―preguntó preocupado Imrahil.

―Galadriel la consoló luego de la muerte de mis cuñados, y ahora es su deber consolar a su abuela. Al menos eso es lo que me dice, pero yo sé que se guarda todo por dentro.

Un silencio sepulcral sobrevino en el salón donde se llevaba a cabo la reunión, solo interrumpido por el ulular del viento, el cual, como un lobo, parecía llorar debido al hambre y al deseo de saciar su apetito con carne y sangre humana.

―Me llegaron informes de que un tercer ejército enemigo se dirigió hacia la bahía de Forochel, según los reportes que recibí, creo que su objetivo es más amedrentar a los ejércitos de Eriador que librar una batalla ―intervenía Gandalf.

―A diferencia de Gondor y Rohan, Eriador no se enfrentó ni con Saruman ni con Sauron ―les recordaba Aragorn―, sus ejércitos tienen a todos sus hombres completos, les costará a los famnyas abrirse paso hacia el sur.

―Eso es cierto ―decía Imrahil―, creo que Urd, espera que este ejército suyo en Eriador, amedrente a hombres, enanos y elfos, para de esta manera no mandarnos apoyo alguno o al menos retrasar su tan necesitada ayuda, algo que creo que el enemigo está logrando.

―¡Los enanos de Eriador no se dejarían intimidar ante nadie! ―gritó Gimli ceñudo.

―Tampoco Lord Elrond, y los demás elfos de Rivendel ―declaró Legolas con gesto serio.

―Estoy seguro de eso ―dijo Imrahil con una reverencia de cabeza para calmar los ánimos―. Sin embargo, Eriador es otra cosa, tengo informes que el reino de Arthedain, está perdiendo poder.

―La gloria del antiguo reino de Arnor ya se ha desvanecido por completo ―decía Aragorn.

―Me temo que así es ―concordaba Imrahil―, ahora el reino sucesor de Arnor, el actual reino de Arthedain, no puede mantener a su territorio unido. He escuchado que los territorios de Rhudaur, Cardolan del norte, Minhiriath, y Cardolan del sur, planean separarse de Arthedain. También he escuchado rumores similares de los territorios de Eregion, Enedwaith e inclusive Dunland.

―Es extraño que con la amenaza Famnya hayan todos estos problemas secesionistas ―decía Gandalf.

―Lo sé ―asintió Imrahil―, también escuché esta vez por parte de los enanos, que las cosas toman un rumbo parecido en los territorios al oeste de los reinos enanos como ser Lindon, Lindon del norte o Forlindon, y Harlindon o Lindon del sur. Todos estos problemas son los causantes que Eriador todavía no venga en nuestra ayuda, y por lo tanto, los reinos enanos tampoco pueden hacerlo. Después del desastre de los reinos enanos del norte al este de Angmar, ya no se atreven a ir solos por su cuenta, y lo mismo puedo decir de los elfos en Rivendel.

―Pero lo anterior no explica la actitud de los reinos enanos al oeste de las Verdes Colinas de Gondor ―decía preocupado Éomer.

―Lo sé ―continuó Imrahil―, no podemos continuar así, por lo que yo veo, Urd ha planeado dos escenarios: primero, su ejército en Eriador concentrará las fuerzas de nuestros aliados en el norte mientras ella nos atacará... Si no lo está haciendo en este momento, pero no creo que esta sea su mejor opción, no puede atacarnos con dos de sus ejércitos separados de su ejército principal, sin contar con el que está dentro de Mordor.

»Segunda opción ―continuaba Imrahil―, arriesga mucho si ordenó que su ejército se abra paso a sangre y fuego atravesando Eriador, no, yo creo que irán hacia Angmar y negociaran con Turok en Carn Dum, para que las deje pasar, de seguro navegaran el Anduin hasta reunirse con Urd en Isengard.

―¿Tu plan, Imrahil? ―preguntó Gandalf.

―Gimli, en tus venas tienes la sangre de tu pariente Balin, el último señor de Moria. Legolas, eres el príncipe silvano del desaparecido reino de Thranduil. Ya es hora que los dos reclamen lo que por derecho les pertenece, aun cuando esto nos ponga en contra de Funbol y el resto de los señores enanos, me temo que no podremos hacer respetar la unidad de la gran alianza.

―Hablas de traición hacia la gran alianza ―dijo nervioso Legolas.

―Creo que la traición ya ha sido cometida y no por los presentes en este salón, sino ¿cómo se explica que justo en este momento de necesidad varios territorios de Eriador deciden escindirse de Arthedain?. Todos sabemos que no todos los traidores que apoyaban a Saruman y Sauron fueron descubiertos, podemos seguir actuando con honor todo lo que queramos, pero el enemigo seguro será más pragmático.

―Piensas solo lo peor ―dijo Gimli, que por lo tenso de la situación saco su pipa para fumar su preciado tabaco.

―Ese es mi trabajo, por lo que se me eligió.

.

.

Luego de la reunión, Aragorn fue a ver a Arwen a quien encontró en sus aposentos en compañía de una niña de unos doce años y de un niño de siete, los cuales estaban durmiendo.

―Arwen, mi amor, ¿cómo te encuentras?

―Me encuentro mejor, esposo mío. Acabo de volver de los aposentos de mi abuela, ella ahora se encuentra mucho mejor.

―Sabía que la reconfortarías.

―En realidad debes agradecer eso a la princesa Lothiriel y al príncipe Elphir, ellos trajeron de vuelta la sonrisa a los labios de mi abuela.

―Por lo visto no solo fue a tu abuela a quien devolvieron la sonrisa ―le dijo Aragorn sonriente y Arwen le devolvió la sonrisa junto con un beso.

Los dos niños se parecían a su padre, pese a tener sangre elfica en sus venas, ambos eran de tez muy bronceada y de un cabello muy negro.

―¿Deberíamos despertarlos? ―preguntó Aragorn.

―Déjalos dormir, no descansaron desde que vinieron de Dol Amroth. Sus tías Ivriniel y Finduilas me pidieron que les cuidara.

―¿Cómo se encuentra Finduilas?

―Ya está recuperada de la muerte de su esposo Denethor, ella sufrió mucho con la muerte de su hijo Boromir y la caída en deshonor de la casa de los senescales, supongo que este aspecto, el dolor, hizo que se llevase bien con mi abuela. Ivriniel nunca se casó y tiene un carácter parecido al de mi abuela.

―¿Y los hijos de Imrahil?

―Con dos tías tan serias y severas, están necesitados de cariño, fue una tragedia que la esposa de Imrahil muriera al dar a luz a Elphir.

Arwen se levantó con cuidado de la cama para así no despertar a los príncipes y luego salió al pasillo junto a su esposo.

―¿Deseas algo?

―Solo una cosa mi señor.

―¿Cuál? Pídemelo y te la daré.

―Solo deseo tu compañía, no quiero compartirte con nada ni con nadie, no traigas a este momento lo que tú e Imrahil hablaron en el consejo junto a los demás. Deseo tanto solo estar nosotros dos y nada más.

Los dos reyes salieron a un balcón cubierto y miraron como la fuerte nevada y el viento glacial habían pasado para dar paso a una nevada gentil.

Aragorn observaba la gentil nevada y no pudo evitar mostrar un rostro de pena, lo que antes era una escena de paz y romántica, ahora se había convertido en el heraldo de un enemigo cuyo único objetivo era destruir a todos y cada uno de los hombres.

«¿Por qué? ¿Por qué las cosas malas parecen volver a repetirse? Ahora las cosas parecen tan diferentes y similares al mismo tiempo... Sin poder confiar en nuestros aliados, dejando todo en manos del destino, solo un camino de sangre y muerte delante nuestro con un débil haz de luz de esperanza el cual se ve cada vez más lejano... Luchamos para alejar para siempre la muerte y la desesperanza del corazón de quienes más amamos y, sin embargo, una vez más estos dos demonios nos plantan cara y amenazan todo y a todos los que amamos... ¿Es que acaso los valar se divierten con nuestra desgracia?».

―Aragorn, mi amor...

―¿Qué sucede, tienes frío?

―Mi señor, yo quería decirte algo...

―Dijiste que no querías que cosas malas nos perturbasen.

―No, no es eso, yo, yo estoy embarazada, espero un hijo tuyo.

Aragorn vio todas sus dudas aclaradas y agradeció desde lo más profundo de su corazón a los valar por la bendición que le habían otorgado y procedió a abrazar a su esposa con pasión.

En los aposentos de Aragorn y Arwen, la Princesa Lothiriel y el Príncipe Elphir empezaban a despertarse.

―Lothiriel, Lothiriel ―decía el niño mientras sacudía a su hermana mayor para desperezarla―. Mira, hay unas sombras pegadas a las paredes y que se mueven, parecen tener orejas y cola.

CONTINUARÁ...

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