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Extraño enemigo

EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 16: Extraño enemigo


El monte del destino rugía con toda su fuerza, como si quisiera dejar en claro que era su fuerza la que regía todo Mordor y no las criaturas mortales que habitaban en su interior.

Ajeno a la furia del enorme volcán, Ryu por fin ya había llegado a su destino y comenzó los preparativos para atrincherarse en el paso que comunicaba la torre de Cirith Ungol con Minas Ithil.

«Menos mal que llegué antes que Chaika», pensaba preocupado Ryu. «Ahora espero que ella llegue antes de que los orcos o los humanos me ataquen».

El temor por parte de Ryu estaba confirmado, ya que en ese momento todos los orcos que no fueron con Agog a la Ciénaga de los Muertos habían visto el arribo de los hombres de Ryu y empezaron a prepararse para la batalla.

―¡Deprisa, no debemos dejar que corten el paso de Minas Morgul! ―gritaba el viejo Shagra, quien se quedó en la torre debido a su cojera―. ¡Tomen todas las armas que puedan y vamos de una vez!

«Maldición», pensaba Shagra. «Sólo hay tullidos y enfermos en la torre y los alrededores. No sé qué traman los tártaros, pero debemos impedir que bloqueen el paso. No creo que los humanos sepan del arribo del enemigo, Minas Morgul queda escondido de la vista de la torre y el paso tampoco es visible... ¡Estúpido Agog! No debió haber llamado a todos los orcos, ahora no hay comunicación entre Cirith Ungol y Minas Morgul o las fuerzas que ya deben estar en la Ciénaga de los Muertos».

La preocupación de Shagra era justificable y una masa patética, aunque numerosa, se dirigía a toda prisa donde se encontraba Ryu y sus hombres, dispuestos a recuperar el paso para de esta forma no quedar separados de sus aliados humanos ahora que casi toda la totalidad de las fuerzas de Agog se encontraba en el sur.

«Con la puerta negra y todo el Udun, ahora convertidos en un abismo, Minas Morgul es la única salida que tiene Mordor por el oeste», pensaba nervioso Shagra. «Si los gatos logran vencer en la Ciénaga de los Muertos, esta será la única vía de escape, no podremos ir al sur y luego al este ya que el enemigo bloquea todo el norte del mar de Nurnen».

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Luego de varias semanas en que la nieve castigaba la ciudad de Edoras, capital del reino de Rohan, por fin el clima daba una tregua a las sufridas personas de la capital. Esto, unido al regreso de los hombres que fueron a luchar apoyando a los elfos en Dol Guldur, dio como resultado todo un ambiente festivo el cual se apoyaba, además, en las noticias de victoria que llevaban los jinetes.

―¡Los tártaros fueron derrotados en el norte, en el bosque de los elfos! ―exclamaba feliz un hombre, mientras los jinetes pasaban al son de vítores de la multitud.

―¡Urd y sus tártaros no nos atacarán por el norte!, ¡todo gracias a nuestros caballeros y a los hombres de Gondor! ―vitoreaba una mujer con un pequeño niño en brazos, el cual señalaba al nutrido grupo de jinetes y soldados que ingresaban a la capital.

―¡Los elfos hicieron retroceder a los orcos de Sauron en la anterior guerra y ahora nuestros caballeros ayudaron a los elfos a expulsar a los tártaros! ―señalaba contento un hombre gordo mientras se sumaba a los vítores de la multitud presente.

―¡De seguro también venceremos esta guerra! ―celebraba un hombre canoso y algo calvo cuando fue interrumpido por los gritos de la multitud.

―¡Es el comandante enemigo, aquel que llaman el carnicero de Mirkwood! ―gritaron eufóricos los habitantes de Edoras, cuando un capitán de Rohan mostró orgulloso la cabeza de Hikari para que todo el mundo la viese.

Junto a los vítores generales, se sumó el descompasado pero fuerte ruido de tambores y uno que otro cuerno tocado por algún soldado que estaba apostado en las cercanías.

Aragorn, que había venido a Edoras junto a varios caballeros para ayudar en caso de que los tártaros decidiesen salir de Amon Lanc para dirigirse a Edoras, estaba al lado de Éomer y veía como los orgullosos guerreros de Rohan y Gondor se aproximaban al "castillo de oro".

Deorlas, capitán de Rohan; y Hallatan, capitán de Gondor, ambos que habían luchado en Amon Lanc, encabezaban la marcha y fueron recibidos por sus respectivos reyes.

Deorlas le entregó la cabeza de Hikari a Éomer, y este la puso en un pedestal alto para que todo el mundo pudiese verla, luego él, junto con Aragorn y los otros capitanes, se dirigieron a los establos reales donde habían depositado los cadáveres de los enemigos. Allí, podrían hablar con más calma y sin la interrupción de la multitud que comenzó a aglomerarse para ver lo que quedó del comandante enemigo.

―El enemigo nos superaba en número, mis reyes ―informaba Deorlas―, sin embargo, decidió no salir a confrontarnos. No sé las razones de esto, tal vez sobreestimaron nuestros números, sea como fuere, le doy gracias a los valar por ello, de lo contrario nadie hubiese regresado con vida.

―Los tártaros levantaron fuertes defensas en el Amon Lanc ―continuaba Hallatan―, hubiese sido imposible haber tomado la fortaleza. Por fortuna, lord Elrond ordenó construir catapultas y onagros para destruir Dol Guldur. Los enemigos decidieron derrumbar sus propias defensas para plantar batalla y, para suerte nuestra, decidieron arrinconarse en las torres altas, fue así como obtuvimos ventaja en un primer momento.

―Luego ―continuó Deorlas―, el enemigo decidió salir en masa de sus escondites. Fue allí cuando la marea cambió y agradezco a los dioses que el enemigo haya decidido huir por el bosque en vez de atacarnos u otro hubiera sido el destino de todos los que estábamos en el Amon Lanc.

Éomer asintió con la cabeza y siguió pidiendo pormenores de la batalla. Aragorn se entristeció al oír del destino de Flenegal y su hermano Flaivias, pero lo peor fue cuando le comunicaron la muerte de Celeborn.

―Celeborn, muerto..., esta sin duda es una terrible noticia ―dijo Aragorn consternado.

―No creo que los elfos sigan prestando su ayuda después de la muerte de su rey ―dijo Éomer preocupado―. ¿Ustedes cómo percibieron la situación?

―Fue un duro golpe para la moral de los elfos ―decía Deorlas―, pero la valentía que mostraron lord Elrond y el Rey Celeborn, al enfrentarse al carnicero de Mirkwood, hizo que ellos regresasen a sus bosques con miradas tristes, pero también llenas de orgullo, yo no diría que nuestros aliados elfos dejarán de combatir a nuestro lado.

―¿Y qué hay de Gandalf? ―preguntó Aragorn.

―Gandalf salió sano y salvo de la batalla, lo mismo que Legolas el elfo, y Gimli el enano. Lo único que parecía molestarle a Gandalf era que su báculo estaba destrozado ―respondió Hallatan, tranquilizando a su rey―. Los tres fueron a Lorien a presentar sus respetos a la reina Galadriel.

―Primero sus hermanos y ahora su abuelo ―murmuraba Aragorn, quien frunció el ceño al imaginarse la pena de Arwen al ver llegar el cadáver de Celeborn.

―Rey Éomer, mi Rey Aragorn ―dijo Hallatan, interrumpiendo los pensamientos de Aragorn―, Gandalf nos ordenó llevar con nosotros los cadáveres de los enemigos.

Deorlas se adelantó y luego guio a los reyes a la parte posterior del establo donde se hallaban los cuerpos. Junto con ellos venía un elfo de nombre Galdorin y un enano llamado Kilibin.

Tanto Aragorn como Éomer, se sorprendieron al ver los cadáveres de los enemigos, era la primera vez que veían al enemigo tártaro, pero lo que más les sorprendió fue ver que no sólo había hombres entre ellos, sino también mujeres.

―¿Permiten a sus mujeres combatir junto con los hombres? ―decía Éomer―. ¡Esto es de bárbaros!

―Tal vez eso mismo es lo que piensen los tártaros de nosotros ―dijo Aragorn al ver las pulidas armas y armaduras que llevaban los cuerpos.

Aragorn y Éomer se acercaron más a los cadáveres, no pudiendo negar que este enemigo poseía una belleza que no tenía nada que envidiar a la de los elfos, además que la naturaleza extraña de estos les desconcertaba.

―Como pueden observar mis señores ―señalaba Deorlas―, estos enemigos pertenecen a una raza la cual jamás habíamos visto en la Tierra Media. Además, el enemigo parece ser conformado no por una sino por varias razas, algo similar a las fuerzas que tenía Sauron, las cuales se conformaban de no sólo orcos, sino que también había trasgos, y diferentes clases de trolls.

Los reyes asintieron al ver como algunos cadáveres tenían cola y orejas de gato, pero otros parecían tener colas de lobo o de zorro, incluso vieron una oreja de conejo ya que el par derecho había sido cortado.

―El cabello del enemigo posee diversas tonalidades de color –decía Deorlas–. En un principio conté sólo siete, pero luego los elfos me informaron que contaron más de setenta y cinco tonalidades diferentes de color. Aunque parezca increíble, todos los cabellos son naturales, ninguno presenta tinte alguno, también los ojos del enemigo presentan el mismo número de variaciones en color.

Hallatan había sacado el casco de uno de los cadáveres y luego un delicado y agradable aroma penetró en el ambiente.

―El aroma que perciben ―explicaba Hallatan―, proviene de todos los cascos del enemigo. No sé cuál es la razón para que este se esparza cada vez que se retira el casco, no puedo explicarlo.

―Galdorin, Kilibin, ¿qué pueden decirnos de las armas y armaduras del enemigo? ―preguntó Aragorn, y tanto el elfo como el enano se pusieron a inspeccionar las extrañas armaduras y armas.

―Cuidado con las espadas ―les previno Hallatan―, algunos de mis hombres o los hombres de Deorlas, sufrieron severos cortes en los dedos al agarrarlos por la hoja.

El elfo y el enano se pusieron a desvestir los cadáveres e inspeccionar las armaduras, luego, tomaron las diferentes clases de espadas y trataron de romperlas con las suyas, luego golpearon estas contra el piso.

Aragorn y Éomer no necesitaban ser unos expertos herreros u armeros para saber que las espadas eran de un nivel muy superior a sus armas y esperaron ansiosos el reporte.

―Sus extrañas armaduras de placas son mucho más livianas que las que usan ustedes los humanos o las que los elfos o nosotros los enanos usamos ―revelaba Kilibin―. No todo es de hierro, sino que hay varios segmentos de cuero prensado que son excelentes para detener espadas y flechas. La tela fina que tienen por debajo de la armadura es algo que ni el elfo o yo hayamos visto antes, su calidad es muy superior y, por más increíble que parezca, su función parece ser la de evitar que la punta de las flechas penetre muy profundo en la carne y que, además, sea fácil de retirar. Viéndolo todo en conjunto, diría que el objetivo de estas armaduras es más la movilidad que la defensa, aunque este último aspecto también está muy bien cuidado. No entiendo la razón de porque no usan botas, sino esta especie de sandalias, algunas con estas raras plataformas elevadas, tal vez se deba a que el hierro cansa las extremidades, si esta es la lógica, este es un ejército con una movilidad jamás antes vista.

―Respecto a las armas ―informaba Galdorin―, la casi imperceptible curva de las espadas y la forma del mango de estas, les dan un balance muy superior, incluso a las mejores espadas elfo de antaño. Su aspecto es engañoso, si las observan bien parecen ser muy frágiles, pero de hecho son muy resistentes y su filo es algo que jamás había visto en todos mis miles de años, creo, sin llegar a equivocarme, que un golpe de esta espada puede seccionar el hueso de un hombre de un solo tajo y de manera limpia, además, puedo asegurar que podría cortar a seis hombres sin protección alguna y apilados uno encima del otro. No son de doble filo como nuestras espadas, sino que solo tienen un solo filo. Mi conclusión es que la forma de lucha del enemigo implica movimientos de bloqueo y de desarme nunca antes visto, disculpen, pero no veo ningún escudo por aquí.

―No lo necesitaban ―respondió Deorlas, señalando una espada pequeña junto al cuerpo de un enemigo―. Con esa pequeña espada bloqueaban cada uno de nuestros golpes, eso si no lo hacían con sus espadas normales, las cuales las manejaban con una mano o con dos manos. La espada más larga y curva que está más allá, esa sí la utilizaban con dos manos, vi como uno de los elfos era cortado a la mitad por una de ellas, la espada le penetró el cráneo con una facilidad propia de una pesadilla y luego salió limpia por entre sus piernas.

Aragorn y Éomer intercambiaron miradas de asombro y luego dirigieron su vista a los cuerpos inertes del enemigo, la belleza de rostro y cuerpo de estos, era perturbadora, y el color de cabello y de ojos de los caídos acentuaba su belleza.

―Primero los hobbits y ahora estas criaturas ―decía Éomer―, al parecer esta cuarta era nos depara a nosotros los hombres, ver maravillas nunca antes vistas. Lástima que estas hayan venido a la Tierra Media con el deseo de hacer la guerra.

―¿Hallatan, Deorlas, hay algo más que deban informar? ―preguntaba Aragorn.

―Mi Rey Éomer, Rey Aragorn ―decía nervioso Deorlas, mientras echaba rápidas miradas a Galdorin y a Kilibin―, hay algo más que deben ver, son unos cuerpos que están más allá y que no se los mostramos debido a la presencia del elfo y el enano.

Aragorn y Éomer se extrañaron y pidieron ver los cuerpos, Galdorin y Kilibin también pidieron ver los cuerpos.

El grupo se dirigió al fondo del establo y vieron uno al lado del otro, los cuerpos de varios elfos y enanos.

―¿Qué significa esto? ―preguntó Kilibin al ver lo que parecía ser los cuerpos de algunos enanos, aunque estos se caracterizaban por no tener barba, salvo uno de ellos la cual era muy corta.

Galdorin por el contrario no dijo nada, pero con el ceño fruncido se acercó a inspeccionar el cuerpo de los elfos yacidos ante él. Algunos tenían el cabello rubio y la piel blanca, típica de los elfos de la tierra media, mientras que otros tenían la piel bronceada y el cabello blanco o de color azul oscuro. También sus orejas eran distintas, a diferencia de los elfos de la Tierra Media, estos elfos tenían orejas larguísimas y muy puntiagudas.

―Los cuerpos que ven aquí ―informaba Hallatan―, no son de soldados. Los enanos sin barba parecían ser los ingenieros a cargo de las defensas de Amon Lanc, mientras que los elfos parecían ser una especie de herbolarios como los que hay en las casas de curación en Minas Tirith, otros parecen ser simples cocineros.

―¿Por qué estos enanos y elfos están con el enemigo? ―decía Éomer ceñudo―. ¿Por qué decidieron ayudar a un enemigo que masacró a los reinos elfos y enanos del norte?

Todos los presentes intercambiaron miradas, pero nadie sabía la respuesta. Esa misma tarde Éomer ordenó quemar todos los cuerpos y Aragorn le pidió a Galdorin y Kilibin, que fuesen muy cuidadosos con todo lo que vieron en los establos reales, a la vez que apurasen el envío de las nuevas armaduras y armas de acuerdo a las especificaciones que les informaron los jinetes esteparios, aliados de Gondor y Rohan.

.

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Un enorme grupo caótico de orcos atacaba con todo lo que le permitían sus escasas fuerzas la posición de Ryu y sus hombres bajo el cielo encapotado de nubes negras. La única luz en plena noche provenía de las antorchas que cargaban los orcos y trasgos, las cuales las usaban como armas contra las chicas gato que defendían el paso entre la torre de Cirith Ungol y Minas Tirith.

―Perros verdes ―maldecía Ryu, mientras cortaba por la mitad a un orco que se le echaba encima―, toda la tarde cortamos el avance de los orcos, pero cada vez vienen más y más. No podré defender esta posición con menos de mil soldados, espero que Chaika y sus soldados lleguen pronto.

Shagra había enviado a algunos orcos a informar a Agog acerca de la presencia del enemigo en el paso de las montañas de Mordor, pero sabía que no llegarían a tiempo para evitar que el enemigo se hiciese fuerte en el paso.

«Si esto es una trampa y Agog va hacia ella, debemos recuperar el paso o al menos enviar a un orco a avisar a Minas Morgul para que envíe refuerzos», pensaba Shagra, quien en ese momento veía como la ola verde ganaba terreno cada vez más. «Esta situación puede cambiar en cualquier momento, los orcos están débiles y enfermos, no aguantaremos este ritmo».

Shagra decidió que no podrían seguir combatiendo y ordenó que todos los orcos hicieran un último esfuerzo para romper la defensa enemiga, el plan consistía ya no en vencer, sino en que al menos un orco llegase donde los humanos e informase de la situación.

La carga verde fue poderosa y algunos orcos y trasgos lograron atravesar la defensa y dirigirse a Minas Ithil, sin embargo, los mortales arqueros de Ryu acabaron con todos, con excepción de un enorme pero delgado troll que vestía una armadura de cuero que le cubría la espalda, la cual paraba todas las flechas.

El troll se alejaba cada vez más del paso, cuando de pronto, una sombra cayó sobre él, decapitándole en el acto.

La cabeza rodó unos metros y luego se detuvo bajo el peso de un delicado pie que se posó sobre esta.

―Lamento haber tardado tanto, general Ryu ―se disculpaba Chaika mientras que con un rápido movimiento de su espada, limpiaba su arma de la sangre del troll.

CONTINUARÁ...

Notas finales del autor: los samuráis impregnaban el interior de sus cascos con un delicado perfume, la idea era que el rival que los decapitase luego de una lucha justa y singular, tuviese una experiencia agradable.

Las espadas samuráis, tienen una técnica en metalurgia que hace que no pierdan el filo con el paso del tiempo, pese al increíble filo, los samuráis igual afilaban el arma cada día. La forma de probar las espadas japonesas con una pila de cuerpos amontonados sí es verdad, aunque parezca increíble. Las espadas japonesas son pesadas pero su peso no es tanto en comparación a las espadas europeas.

Los samuráis no llevaban botas de hierro, solo simples sandalias, algunas con pequeños zancos debajo de ellas. Recuerden que Japón a diferencia de Europa, no posee muchos campos abiertos, por lo que esa clase de sandalias eran muy útiles, en especial en época de lluvias.

La movilidad es lo que definía la victoria de la infantería en el mundo antiguo, recuerden que los romanos vencieron a la imparable máquina de guerra griega, que eran las falanges gracias a su movilidad. Roma conquistó el mundo conocido gracias a su movilidad, no a las grandiosas falanges de Alejandro Magno.

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