Demostración de fuerza
EL AZOTE DE DIOS
Capítulo 25: Demostración de fuerza
El enorme hongo de fuego sobre Osgiliath del oeste menguó y fue reemplazado por una gigantesca columna de humo negro que ascendía de forma ominosa hacia el firmamento.
Aragorn, Arwen y los demás guardias de Minas Tirith, junto con el resto de la población miraban boquiabiertos el destino que tuvo la extraña fortaleza voladora de Urd.
―¡Sí! ―se escuchó un grito en algún lugar, el cual cortó el silencio omnipresente en la ciudad y después toda una algarabía estalló dentro de las murallas blancas de la capital de Gondor.
Sonaron los cuernos y retumbaron los tambores, al mismo tiempo que Aragorn abrazaba a Arwen con fuerza delante del árbol blanco de Gondor. Un gesto que también era imitado por los ciudadanos en los niveles inferiores de la ciudad blanca.
―Mi amor, la fortaleza voladora del enemigo se estrelló en Osgiliath ―le decía Arwen a su esposo, quien continuaba abrazando a Arwen.
―No sé qué clase de poder pueden invocar estas famnyas para poder lograr elevar un castillo en el aire, pero doy gracias a los valar por que la amenaza fue consumida por el fuego ―decía Aragorn, quien no podía quitar la vista de las ruinas de Osgiliath que en ese momento estaban siendo presas del fuego―. Solo lamento la suerte que sufrieron los valientes soldados que estaban en la ciudad en ese momento, eran hombres valientes y no merecían morir de esa forma.
―¿Crees que Minas Ithil este combatiendo al enemigo en este momento? ―le preguntó Arwen.
―Ya envié a varios de mis mejores hombres a reforzar a Faramir, solo espero que no haya más castillos voladores que puedan asediar a nuestro amigo.
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En minas Ithil, también los soldados y el resto de la población lanzaban gritos de júbilo al ver como la amenaza del ejército de chicas gato había sido exterminada debido a la llegada del oportuno viento, el cual hizo que los barcos voladores de Urd, se precipitasen sobre sus propias fuerzas, consumiéndolas en un mortal incendio que se extendió por todo el paso.
Faramir descendía con su sombra alada en un claro próximo a su fortaleza y apenas tocó el suelo, descendió de su montura voladora y fue corriendo hasta la ciudad, la cual ya no estaba siendo rodeada por el fuego que hace un momento exterminó a las invasoras famnyas.
Los guardias de las almenas, al ver como se aproximaba su señor, abrieron las puertas y por estas ingresó el príncipe llamando a gritos a su amada esposa.
―¡Faramir! ―gritó Éowyn y el príncipe corrió hacia ella y la abrazó con pasión.
―¡Éowyn! Mi amor, cuando atacaron la cima de la torre de la luna, mi corazón se detuvo, creí que te había perdido.
―El príncipe Imrahil, sugirió que bajásemos por la torre un momento antes del ataque de los barcos voladores del enemigo.
―Debo agradecerle a Imrahil por tan oportuna y bienaventurada decisión.
―Me temo que deberás esperar un poco, amor mío, él y Gandalf están en la sala de curación recibiendo las atenciones apropiadas.
―¿Qué fue lo que les sucedió?
―Gandalf cayó exhausto luego de aconsejarte en la batalla, y el Príncipe Imrahil fue herido por los escombros mientras descendíamos los escalones huyendo del enemigo. No te preocupes, me informaron que ambos se recuperarán.
―Espero que así sea ―decía Faramir con una sonrisa, mientras volvía a abrazar a Éowyn ―. Roguemos para que Urd no envíe más ataques como este a nuestra ciudad, perdimos a varias de nuestras monturas voladoras y las altas águilas también sufrieron muchas bajas.
―Agradezco a nuestras amigas las águilas por haber llegado tan pronto ―decía Éowyn.
―Eso debemos agradecerle a Gandalf y Radagast, ellos fueron los que pidieron a las águilas para que viniesen en nuestra ayuda en caso de que el enemigo decidiese atacar por el paso. Fue toda una suerte que las águilas y el viento llegasen en el momento exacto del ataque.
―Todo esto debe ser obra de los valar, quienes nos cuidan desde los cielos ―le aseguró Éowyn y viendo las llamas que seguían cubriendo el paso, abrazó con fuerza a su esposo.
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En lo alto de la empalizada que servía como bloqueo de todo el paso entre Minas Ithil y la torre oscura de Cirith Ungol; Urd, señora y comandante del poderoso cuarto ejército del Imperio Famnya, veía como el fuego aún reclamaba el suelo delante de ella.
Tanto Sakurai como Gigi observaban angustiados el fuego que negaba irse del estrecho cañón, incluso la guardia personal de Urd, miraba de manera nerviosa las enormes llamas y es que ellos eran parientes de Chaika y estaban preocupados por la suerte que pudo tener esta.
―Ai ―dijo de pronto Urd, dirigiéndose a la kunoichi―, quiero que avances por las paredes del cañón y me informes si hay rastros de la general Chaika.
La chica gato se inclinó, pero cuando estuvo a punto de dirigirse al cañón, Gigi se levantó en sus patas traseras y señaló con una de sus zarpas al firmamento.
―¡Urd, es Chaika sama! ¡Está a salvo! ¡Chaika sama!
Urd se quitó el casco y la máscara arrojándolos sin miramientos a un costado, mientras que una exhausta Amane, depositaba con sumo cuidado a Chaika justo delante de Urd.
Las dos chicas gato recién llegadas estaban cubiertas por el hollín del humo del incendio, y Chaika elevó su mirada hacia la gigante delante de ella.
Urd intentó decirle algo, pero su sobrina ya empezaba a correr y se abrazó a ella mientras lloraba con fuerza.
―¡Tía, tía!
Los enormes brazos de Urd, que antes despedazaron de forma brutal y cruel a Agog, ahora rodeaban con ternura y cuidado el pequeño y delgado cuerpo de su joven sobrina mientras la reconfortaba lo mejor que podía.
―Shuuu..., shuuuu..., tranquila, tranquila, ya todo pasó ―la reconfortaba, quien, como una madre, acariciaba con su mejilla la cabeza de su adorada sobrina.
Luego de un tiempo, Urd se separó de Chaika quien seguía hipando debido al llanto y le preguntó por la suerte del General Ryu.
―Él se dirigió hacia Osgiliath, con su dirigible gigante... No sé qué fue de él, su nave estaba muy dañada.
―Entiendo, tú y Amane vayan a los centros de curación ―le dijo Urd, tratando de poner el tono de voz más dulce que podía ofrecer esa voz fría como el hielo.
―Venga, Chaika sama, déjeme llevarla ―le dijo Amane, e hizo que Chaika se apoyase en ella.
―Gracias, Amane, por cuidar de Chaika ―le dijo Urd al mismo tiempo que hacia una reverencia.
―¡No es necesario que haga una reverencia, Urd sama! ―exclamó Amane, quien se puso roja como un tomate―. ¡Con gusto daría mi vida por Chaika sama!
Urd le ofreció un remedo de sonrisa a la amiga de su sobrina, y aunque esta era sincera, hizo que Amane tragase saliva.
―Mejor vayan de una vez al centro de curación ―dijo Gigi, con un tono de voz duro.
―¿Por qué empleas ese tono de voz con Chaika sama? ―le preguntó ceñudo Sakurai, al mismo tiempo que se enjuagaba las lágrimas.
―¿Y qué tono de voz quieres que use?, con lo preocupado que les pusieron a todos ustedes.
―Tú eras el más preocupado ―le señaló Urd, con una sonrisa de lado―. No dejabas de llamarla Chaika sama.
―¡Urd, no me pongas en evidencia frente a esta pequeñaja! ―gritó Gigi, pegando un salto, haciendo que Chaika le mirase con sorpresa y luego no pudo evitar dar una pequeña sonrisa, con lo que después fue guiada por Amane a los centros de curación.
Los centros de curación estaban vacíos en ese momento, solo unas pocas camas estaban siendo ocupadas.
Cuando las dos chicas gato entraron a una de las carpas, fueron recibidas por el general Sora, quien al igual que ellas estaba cubierto de hollín.
―¡Chaika, Amane! ¡Qué bueno que lo lograron!
―¡Sora, estás vivo, que felicidad! ―le respondió Chaika y fue a abrazar al joven general.
―¿Esa de atrás es Mizuki? ―quiso saber Amane, quien reconoció a la chica lobo quien se hallaba de espaldas y recostada en la cama.
―Sí ―le respondió el chico demonio―. No está herida, salvo su orgullo, dejémosle descansar un rato.
Los tres jóvenes fueron a otra sala y hablaron respecto al desastre que resultó ser la batalla que libraron.
―¿Cuántos regresaron de la batalla? ―preguntó Chaika.
―No muchos, solo un puñado ―le contestó Sora, haciendo que Chaika abriera mucho los ojos―. Todos aquellos que podían volar y que agarraron a alguien y lo llevaron a salvo hacia el bloqueo. Fui yo quien rescató a Mizuki, ella quería quedarse y morir junto con sus hombres, pero la traje de vuelta... No está muy contenta conmigo.
―¿Pero por qué, si la salvaste? ―se extrañó Chaika.
―Solo esta angustiada y dolida por sus hombres, ya se le pasará ―razonó Amane.
―¿Y ahora qué sucederá a continuación? ―preguntaba Chaika―. Esto es un tremendo desastre.
Saliendo a toda prisa de la tienda de Urd, Sakurai llevaba consigo la enorme y ornamentada jaula llena de pajarillos multicolores, temiendo que su señora hiciese un desastre dentro de la tienda, la cual salvo por la presencia de la guardia personal estaba vacía.
―Gigi, ¿qué crees que pasará ahora? ―le preguntaba el niño elfo al gato negro de Urd.
―No lo sé, pero te diré algo, Urd no retrocederá en su misión de derrotar a los humanos.
Urd tenía una expresión inescrutable dentro de su tienda.
―Mis generales no pudieron tomar Minas Ithil... Ryu, quien combatió conmigo en tantas batallas murió... Todo esto es mi culpa, ¿qué me dicen ustedes? ―dijo Urd quien estaba sentada en su viejo y tosco taburete, y no enfocaba a nadie en particular con esa mirada suya que parecía tener un fuego interior.
―El plan era perfecto, una fuerza aérea era algo que nunca hubiesen esperado los humanos ―dijo uno de los guardias.
―El plan lo era, pero no así la ruta elegida ―contesto ceñuda Urd―. Todas esas vidas se perdieron en vano.
―Los generales hubiesen podido hacer algo ―intervino otro guardia.
―En la batalla perdimos a casi toda nuestra infantería ―se lamentó Urd y agarró una botella de sake y procedió a beber de esta.
―Quisiste llevar la guerra a un nuevo nivel, lo mejor es siempre ir por un camino ya transitado y seguro ―le hizo notar otro guardia.
Urd arrojó la botella de sake a una pared de la tienda con lo que esta se partió en varios pedazos.
―¡Es lo que planeo hacer! ―gritó Urd―. ¡Pero eso no repondrá a los hombres que perdí!
―¿Qué es lo que planeas hacer? ―le preguntó otro guardia.
―Los humanos deben estar celebrando la victoria sobre nuestras fuerzas en este momento. Debo hacer algo... Atacarlos ahora solo les mostrará que su victoria le hizo daño a mis fuerzas... Tengo que hacer algo que devuelva el miedo a sus corazones.
Urd sonrió y luego salió de la tienda.
Gigi y Sakurai siguieron a Urd a una sección del campamento y su señora se detuvo frente las tiendas de ingenieros enanos.
Urd ingresó a una de las tiendas. En su interior había un enano muy gordo, tanto, que no podía moverse por su cuenta.
―¡Urd sama! ―exclamó el enano―. ¿En qué puedo servirle?
―Maestro Kai, necesito de sus servicios.
―Por supuesto Urd sama, ¿en que puede ayudarle este humilde enano?
―Necesito que me ayude a construir unos puentes.
―¿Unos puentes?
―Así es, y felicidades maestro Kai, acaba de ser nombrado general.
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La noticia con respecto a la victoria sobre las chicas gato en el paso de Minas Ithil, se extendió como el fuego por toda la Tierra Media y elevó la moral de todos los que estaban en primera línea contra el ejército Famnya, incluso había planes que contemplaban la recuperación de los territorios de Rhun, Harad y Khand, así como la marcha hacia el sur del mar de Rhun para de esta forma tener fuerzas que vigilasen todo el norte, sur e inclusive el este de Mordor, de esta forma todo el ejército de Urd quedaría atrapado en Mordor como una vez lo estuvieron las fuerzas de Sauron en el apogeo de los elfos hace ya dos eras atrás.
La única noticia lamentable fue la pérdida de hombres en Osgiliath del este y sus cercanías debido a los monstruos que fueron lanzados desde la fortaleza de Ryu. Aragorn ordenó que sus mejores cazadores y arqueros dieran cuenta de las peligrosas bestias, las cuales, cobraban nuevas víctimas a medida que pasaban los días. Se organizaron diversos y numerosos grupos para esto, los cuales eran respaldados tanto por diestros cazadores elfos, como por endurecidos y mañosos tramperos enanos.
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En los recién construidos castillos a las orillas del rio Harnen, el cual delimitaba los territorios de Gondor del sur y Harad, las guarniciones de hombres ya sean de Gondor o de Harad, vigilaban la otra orilla del rio, prestos a comunicar de inmediato cualquier presencia del enemigo que se aventurase a cruzar el Harnen.
Duilinor, un viejo capitán a cargo del castillo situado más al este del Harnen, fue comunicado por uno de sus guardias que un masivo ejército Famnya se acercaba por la otra orilla del rio.
―¡Por el sagrado árbol blanco de Gondor, no puede haber un ejército tan grande! ―gritó el viejo caballero al ver el ejército multitudinario de chicas gato dirigidas por Kai, que se acercaban a la otra orilla del rio.
En un principio, Duilinor creyó que el enemigo intentaría cruzar el rio para atacarle, pero en vez de eso, se alejaron de su castillo y empezaron a construir un puente con diversos árboles que llevaban consigo, traídos desde los valar sabe dónde.
Eran tantos los efectivos y tan metódica su labor, que en un santiamén un enorme puente facilitó el avance del enemigo hacia la otra orilla del rio.
Duilinor ordenó a sus hombres que se preparasen para el ataque, al mismo tiempo que mandó a algunos jinetes de Harad que comunicasen de esta situación a las demás fortificaciones del rio, sin embargo, el enemigo lejos de atacarle, pasaron de largo y se dirigieron al oeste.
Luego de dos días, y pegados a las montañas de las sombras, las chicas gato llegaron al rio Poros y atravesaron el rio de la misma manera, bajo la atenta mirada de los ejércitos de Gondor, Harad y Khand, quienes recibieron las órdenes de no atacar al enemigo.
Los ejércitos de Gondor y Rohan se reunieron en Pelargir, esperando a que llegasen refuerzos por parte de los enanos y los hombres de Rhun junto con los esteparios, sin embargo, el enemigo una vez cruzado el Poros, se dio media vuelta y haciendo que varias chicas gato entonasen varias canciones, retornaron por donde habían venido, desmantelando los puentes una vez cruzados los ríos.
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―No entiendo las tácticas del enemigo ―reconocía Éomer, en Minas Tirith, luego de una semana de que las famnyas retornasen a Mordor―. Su ejército podía aplastarnos por su superioridad numérica.
―Desarrollamos tácticas que darían batalla al ejército de Urd, gracias a la información de los esteparios ―decía Aragorn―, sin embargo, nunca creí ver a un ejército tan grande darse la vuelta y regresar por donde vinieron al son de canciones extrañas..., no sé qué pensar de todo esto.
Imrahil apoyó sus codos en la mesa, entrelazó sus dedos, volvió a apoyar su labio superior en estos y viendo grave a los dos reyes dio su punto de vista:
―Esto es una demostración del enemigo, quieren hacernos ver que la derrota que sufrieron en el paso de Minas Ithil, no les afecta en lo más mínimo. Quieren hacernos ver que las fortalezas que construimos para repeler el avance enemigo y resguardar nuestros territorios, son inútiles ante su poder. Para Urd, no somos más que insectos a los cuales ella puede aplastar cuando le plazca.
―La noticia de la llegada del enemigo y el avance por el Harnen y el Poros ya se ha esparcido como el fuego ―les recordaba Gandalf―. El Príncipe Imrahil tiene razón, las tácticas del enemigo son para introducir el miedo en nuestros corazones.
―¿Qué podremos hacer, Gandalf? ―preguntó Arwen.
―No debemos caer en la desesperación ―le contestó el anciano mago―. Sin importar qué, debemos mantener la moral en alto. No vencimos a Sauron para ahora caer ante una fuerza extranjera.
―Ahora que pasó la demostración de fuerza de Urd, pronto llegará el ataque del enemigo ―razonaba Imrahil―. Su ejército es tan masivo, que lo más seguro es que ataquen por diferentes frentes al mismo tiempo, sin embargo, tendremos la ventaja de que el enemigo ya no nos tomará por sorpresa, estaremos preparados y en continuo apronte, no tendrá vía libre para cruzar los ríos, esta vez tendrán que combatir.
―¿Crees que intentarán cruzar por el paso de Minas Ithil? ―preguntó Éomer.
―No lo creo ―dijo Imrahil―. Urd sufrió una seria derrota en ese lugar, no volverá atacar por allí, de todas maneras, el paso de Minas Ithil es en sumo estratégico por lo que debemos reforzarlo. Tanto las águilas como las sombras aladas deberán permanecer en ese lugar, solo vendrán el número suficiente de nuestras aliadas para avisarnos de la proximidad de nuestro enemigo y sus rutas de ataque.
Todos los presentes estuvieron de acuerdo y fijaron su vista hacia Mordor, vista que estaba siendo obstaculizada por la primera nevada de magnitud que anunciaba la llegada del tan temido invierno.
CONTINUARÁ...
Notas finales del autor: Julio Cesar, también uso la táctica de construir un puente sobre el rio Rhin. Construido en solo diez días, impactó tanto a los bárbaros germanos, que estos se rindieron ante Julio Cesar, a su regreso ordenó destruir el puente para que no fuese usado por el enemigo.
Los mongoles practicaron la meritocracia y la mejor prueba de esto fue el general Subotai, de origen muy humilde y sin pertenecer a la familia de Genghis Khan, en sus últimos años era tan gordo, que era trasladado en una litera de manera orgullosa por sus hombres, que lo adoraban por sus tácticas superiores. Toda una diferencia con los europeos, que solo seguían a miembros de la realeza, los cuales iban al frente de sus ejércitos y se arriesgaban mucho en las batallas, mientras que Subotai y los otros líderes mongol, dirigían desde una distancia segura todo el transcurso de la batalla.
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