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Carrera armamentista

EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 18: Carrera armamentista


La Montaña del Destino en Mordor, dejó de rugir para emitir un suave y constante ruido que bien podría tomarse como el ronronear de un gato gigantesco al interior del enorme y solitario volcán. Las bolas de fuego que antes salían de las entrañas del Orodruin, fueron remplazados por el constante flujo de estrechos riachuelos de lava que daban al volcán un aspecto elegante sin perder un ápice de la peligrosidad que siempre mostraba a todo aquel que viese la enorme mole pétrea.

Todos los habitantes de Minas Ithil, que en un principio se mostraron aliviados de que cesase el incesante bramido del volcán, ahora se mostraban nerviosos ante el silencio del coloso, el cual era acompañado de la falta de noticias de Agog y sus orcos.

Ante la amenaza de los orcos que habían erigido una fortificación que había cortado todo el paso entre Minas Ithil y la torre oscura de Cirith Ungol, los caballeros de Faramir, no tuvieron otra que volver donde su señor e informarle de la restricción al libre tránsito por ese lugar.

Aunque ningún otro caballero fue autorizado para intentar cruzar por el paso, una pequeña figura recorría la distancia que separaba Minas Ithil del bloqueo recién construido. Dicha figura era pequeña y tomaba todas las precauciones para no ser vista por los guardias y arqueros orcos que estaban sobre la empalizada de madera reforzada.

«Tengo que ver por mí mismo la empalizada», pensaba Bergil, mientras que poco a poco se acercaba a la empalizada pegándose lo más que podía a la pared del cañón que formaba el angosto paso.

Lo primero que notó fue el olor a carne podrida que parecía salir de los guardias orcos, los cuales vestían gruesas armaduras de cuero. Luego, el niño notó como la piel de los orcos parecía más rugosa en vez del aspecto tensado debido a los fuertes músculos que tenían los pieles verdes.

Bergil forzó la vista al máximo y vio que unas criaturas hermosas las cuales parecían ser seres humanos con la excepción que estas tenían la cola y las orejas de un gato, se dirigían donde los guardias orcos y empezaron a hablar algo.

Los guardias orcos se quitaron las pesadas armaduras de cuero y Bergil miró con ojos abiertos como platos como los fornidos orcos en realidad eran muy delgados debajo de la armadura, otra cosa que notó fue que toda la piel de los guardias era muy rugosa.

Los delgados orcos empezaron a quitarse la piel de los brazos y el rostro, revelando de esta forma que debajo de las pieles orco se encontraban las mismas criaturas con cola y orejas felinas.

Ante el horror de la visión de esas vestiduras hechas de piel orco, Bergil, emitió un agudo gritó el cual fue escuchado por los guardias de la empalizada los cuales empezaron a dispararle, pero debido a que fueron tomados por sorpresa carecieron de la puntería de la cual eran famosos.

«¡¿Qué fue eso?!, ¡¿qué fue eso?!», no podía dejar de pensar al recordar como los "orcos" se quitaban la piel para pasársela a los hombres y mujeres felinos que subieron a la empalizada.

Bergil corría a toda la velocidad que le permitían sus piernas y cuando volteó el rostro para verificar si lo perseguían, vio con horror que una chica gato montada en un caballo ya estaba sobre él.

.

.

Una suave pero constante nevada caía sobre la más importante fortaleza del reino de Rohan: el abismo de Helm.

Varios campesinos trabajaban paleando la nieve para que de esta forma el acceso elevado hacia el portalón de la fortaleza quedase accesible para las incesantes caravanas que iban y venían. Dichas caravanas estaban conformadas tanto por enanos como por elfos, los cuales traían las nuevas armas y armaduras que reemplazarían a las que llevaban tanto los hombres de Rohan como de Gondor, para librar la guerra contra el invasor tártaro.

En el interior de la fortaleza se encontraban Éomer, Rey de Rohan y Aragorn, Rey de Gondor, junto con ellos estaban Gandalf, Gimli y Legolas, los cuales habían retornado de los funerales de Celeborn en Lorien y habían escoltado a Arwen hacia la fortaleza.

Arwen había llorado mucho con el funeral de su abuelo, pero ahora se encontraba repuesta ante la presencia de su amado esposo y rey de Gondor.

«Como las reinas que somos debemos ser fuertes y guiar a nuestros súbditos en estos tiempos oscuros», recordaba cómo le decía su abuela Galadriel para animarla, al mismo tiempo que veía como Kilibin, el enano,y Galdorin, el elfo, mostraban a su esposo y a los demás, las nuevas armas y armaduras que forjaron sus gentes.

―Como pueden ver, hemos forjado para los caballeros estas armaduras de placas que llamamos "góticas" por provenir de la forja de godos, estas tienen la característica de tener el peto más amplio ―señalaba Kilibin, quien se veía orgulloso de las armaduras forjadas por su raza―, de esta forma, los caballeros no tendrán que realizar más respiraciones cortas y rápidas las cuales cansan antes de tiempo.

Aragorn estaba de acuerdo, antes cuando era un simple montaraz, el jamás combatía con armadura y era infatigable, y aunque la armadura protegía de las flechas orcas, uno no podía respirar libre y se cansaba antes de comenzar siquiera la batalla.

―Las placas son fáciles de remplazar si se dañan luego de la batalla, lo mismo puedo decir del resto de partes de la armadura ―seguía explicando Kilibin―, también hemos redondeado la parte que cubre a los brazos, esto hace obsoletos a los escudos. Sólo colocamos pequeños escudos circulares del tamaño de un plato pequeño por encima de la muñeca para añadir algo de protección, este escudo puede cambiarse al otro brazo de ser necesario.

―Es un trabajo magnifico Kilibin ―dijo Aragorn, quien estaba impresionado.

―¿Los escudos ya no son necesarios? ―preguntó Éomer.

―Así es rey, debido a la movilidad del enemigo y a las técnicas de lucha que usa, ellos no tienen escudo, por lo tanto, nosotros tampoco debemos tenerlos ―respondió Galdorin.

―Rey Éomer, Rey Aragorn, el aspecto que representa la mayor innovación se centra en los hombros ―señalaba Kilibin―. Antes los caballeros no podían levantar su espada por encima de la cabeza, pero ahora si pueden hacerlo y, además, pueden realizar ataques rápidos.

―Eso en verdad es un adelanto ―dijo Gimli, feliz por la maestría de los armeros enanos.

Kilibin asintió con la cabeza y luego prosiguió con la muestra de armaduras.

―Los aspectos que nos daban la desventaja con respecto al enemigo ya fueron superados, estos eran: poca movilidad, incapacidad para levantar muy en alto las espadas y dependencia de un escudo.

―Las armaduras que nos muestra, maestro Kilibin, son espectaculares ―alababa Gandalf―, pero no creo que los caballeros puedan costearse tales armaduras.

―Ya hablé con Éomer y decidimos que tanto las arcas de Rohan y Gondor serán las que sustenten la forja de las armaduras ―informaba Aragorn―, sin embargo, no creo que todos nuestros hombres puedan llevar estas caras armaduras.

―Estas armaduras solo son para caballeros ―señalaba Galdorin―, para la infantería hemos diseñado otro tipo de armadura, la cual puede ser llevada por todos si también las arcas de Rohan y Gondor deciden cargar con todos los gastos.

―Enfrentamos un enemigo que viene decidido a conquistarnos ―intervino Arwen―, debemos estandarizar todas las armaduras si no queremos vernos en desventaja ante un enemigo que ya estandarizó todo su equipo.

―Muy cierto, mi señora ―asintió Kilibin con una reverencia y se puso a explicar la conformación de las armaduras de la infantería―. Los soldados de a pie contarán con una armadura de placas que le cubra el torso, los brazos también estarán cubiertos, lo mismo que las piernas gracias a unas espinilleras. Estos hombres llevaran una falda cubierta por láminas de hierro y no llevaran botas sino sandalias, lo mismo que el enemigo. A esta armadura la llamamos "armadura de placas romana", debido a la región elfo donde fue diseñada por primera vez.

―Debido a que en el combate cuerpo a cuerpo lo más importante es el campo de visión ―continuaba Galdorin―, hemos diseñado un casco que protege los costados y la parte de atrás del cuello, dejando la mayor parte del rostro descubierta.

Esta armadura provee mucha protección a la infantería, pero veo que las axilas y los muslos quedan muy expuestos ―señalaba Legolas, quien, como arquero experto, veía las fallas de cualquier armadura.

―Por desgracia no pudimos hacer nada en ese aspecto sin resentir la movilidad de la armadura ―se justificaba Kilibin―, yo creo que esta armadura es más avanzada que la que llevarán los caballeros, aunque no lo parezca a primera vista.

―Creo que se hizo un excelente trabajo ―dijo Éomer―, ahora enséñenos las armas que forjaron los elfos.

―En caso de un ataque de caballería enemiga, la infantería contará con escudos enormes y curvos, los cuales se usarán de la misma forma que los orcos de Saruman emplearon en el abismo de Helm. También diseñamos estas armas las cuales llamamos "alabardas", que son una mezcla de un hacha, una lanza y un gancho. Esta arma fue diseñada para derribar a los jinetes enemigos y acabarlos con la fuerza de un solo golpe.

―Se necesitará mucha fuerza para emplear esta cosa ―dijo impresionado Gimli por el tamaño del arma.

―No toda la infantería llevará esta arma ―explicaba Galdorin―, los elfos hemos diseñado una espada corta la cual es fácil de fabricar y que puede ser llevada tanto por caballeros como por soldados de a pie, nosotros le llamamos "gladius" y la forma de su hoja garantiza eficiencia máxima y un daño superior hacia el enemigo ya que puede servir como arma de corte como de estoque, y el pomo del mango es voluminoso y puede usarse como cachiporra, además, su balance es muy bueno.

Aragorn tomó la espada de hoja ancha y pudo decir que esta, aunque no se veía impresionante, sí era un arma superior a todas las espadas que había empuñado en su vida, incluyendo su real espada.

―Para la infantería también hemos diseñado una pequeña hacha de mango curvo ―decía feliz Kilibin―. A esta hacha le hemos llamado "francisca" y su mejor característica es que puede ser arrojada muy lejos y en el caso de que no acierte su objetivo, puede rebotar en el suelo para golpear los muslos o el pecho del enemigo.

―Para los caballeros hemos diseñado una espada con una hoja parecida a la que usan los hombres de Rhun, Khand y Harad, pero de una calidad superior ―interrumpió Galdorin, que no quería quedarse atrás―, le llamamos "espada de damasco" y aunque no posee una hoja tan amplia si tiene una mayor capacidad de estoque.

―Veo que las espadas que nos mostraron se centran en el estoque ―hizo notar Gandalf.

―Mitrandir ―decía Galdorin―, luego de estudiar las armaduras enemigas, llegamos a la conclusión que las armaduras humanas están diseñadas para detener espadas, mientras que las del enemigo están diseñadas para detener lanzas y flechas. Hemos diseñado estas nuevas espadas pensando en este aspecto.

―Es por esto que creamos un nuevo tipo de lanza ―interrumpió Kilibin con la misma expresión que tendría un niño emocionado―. Esta será llevada por la caballería pesada y será de estructura masiva la cual cubrirá todo el puño del jinete. Las armaduras enemigas no tendrán ninguna oportunidad.

―También mejoramos el arco grande de los elfos y creamos el arco largo, también perfeccionamos el uso de la ballesta ―explicaba Galdorin quien conservaba un rostro calmado sin importar que―. Ahora las flechas tienen el suficiente poder de penetración para atravesar las armaduras enemigas. La ballesta también puede hacer esto, pero tarda en cargarse, sin embargo, la puntería está garantizada.

Los presentes intercambiaron miradas confiadas ante la maestría de los armeros, incluso Arwen como princesa elfo que era, estaba impresionada.

―Maestro Galdorin, maestro Kilibin ―hablaba Arwen mientras sostenía una espada de damasco―, esta espada no tiene nada que envidiar a los mejores trabajos hechos por los elfos.

―Cuando elfos y enanos echan a un lado sus diferencias, pueden realizar maravillas ―decía Gandalf complacido.

―Entonces está decidido ―dijo Éomer con aplomo―. Estandarizaremos a todo nuestro ejército y junto con las tácticas que nos recomendaron los esteparios, tendremos oportunidad de ganar al ejército de Urd.

―¿Aún no han recibido noticias de por qué el enemigo detuvo su avance? ―preguntó Legolas.

―No hemos recibido noticia alguna, creemos que los tártaros están en la planicie de Dorwinion, cerca de las costas del Mar de Rhun ―le respondió Aragorn―. Hemos enviado a nuestros aliados de Khand para que espíen al enemigo, ellos irán por el sur de Mordor y luego se dirigirán al sur del Mar de Rhun, desde allí se las ingeniaran para espiar al enemigo.

Todos los presentes miraron al este, sin saber que el ejército de Urd, ya estaba en el interior de Mordor y que se había adueñado de todo el lugar.

.

.

En el paso que conectaba Minas Ithil con Cirith Ungol, Bergil despertaba luego de haber sido noqueado por un extraño golpe con la palma abierta en la base de la nuca.

Bergil enfocó la vista y descubrió que estaba dentro de la fortificación que cortaba el paso. Varias chicas gato hablaban entre ellas en un lenguaje incomprensible. Lo que vino a continuación no necesitó de traducción alguna ya que el niño vio que pronto llegaría su fin.

Un soldado lo arrastró y a continuación comenzaron a desvestirlo, luego dos soldados le agarraron por las piernas y le separaron estas mientras que las sostenían en alto, así Bergil estaba de cabeza y empezó a chillar y a retorcerse.

Bergil calló sus gritos cuando vio que traían una larga sierra para cortar gruesos árboles, al parecer iban a cortarlo desde la entrepierna hasta el pecho.

―¡Nooo!, ¡papá, papá!, ¡ayúdame!

Otros dos soldados ya tomaban la larga sierra y procedieron a matar al niño.

―¡Alto! ―se escuchó una voz melodiosa, pero con tono de mando, era Chaika.

»¿Qué sucede aquí? ―preguntó Chaika con el ceño fruncido.

―Es un espía enemigo, Chaika sama ―dijo Mamoru señalando al niño que tenía la cara roja por habérsele ido toda la sangre a la cabeza.

Humm, ya veo.

―¿Cree que sea conveniente otra forma de ejecución para el espía, Chaika sama? ―preguntó Amane.

―No, yo creo que debemos dejarlo ir.

Todas las chicas gato ya sean guerreros o shinobis, miraron a Chaika sin dar crédito a sus oídos.

―Pero Chaika sama... ―intentaba decir Amane.

―Es más, creo que yo misma acompañare a este niño a Minas Ithil.

―¡Chaika sama! ―exclamó incrédula Amane.

―Amane, no pienso retractarme, así que tendrás que acompañarme o quedarte en este lugar, tú decides.

Chaika se acercó a Bergil quien estaba llorando y moqueando por el susto, los soldados ya lo habían soltado.

―Deja de llorar, niño, te prometo que regresarás sano y salvo a Minas Ithil ―le dijo Chaika con una sonrisa mientras acariciaba su cabeza para tranquilizarlo.

Bergil se sorprendió de que la joven chica gato le hablase en su propio idioma y que le prometiera que regresaría a casa.

―Chaika sama, por favor, no haga esto, usted me pone en una situación muy difícil ante Urd sama ―suplicaba Amane en el lenguaje incomprensible propio de su raza.

Chaika no hizo caso a su amiga de la infancia y alejándose unos pasos, levantó un poco los brazos y enseguida todo su kimono desapareció como por arte de magia. La joven General estaba desnuda y Mamoru se ruborizo mucho mientras trataba de darse la vuelta.

En ese momento y como por arte de magia, Chaika fue cubierta por unas finas telas de hombreras amplias y sostenía a la vez un abanico elegante y hermoso.

Chaika ordenó que vistieran a Bergil de inmediato y luego se subió a un pequeño bococho rosa, luego, con una facilidad impresionante, levantó a Bergil como si fuese un muñeco de trapo y le hizo sentar delante de ella.

La gran ave negra de carrera, Muerte veloz, se sintió insultado al no haber sido elegido por la sobrina de su ama.

―Lo siento, Muerte veloz, pero no quiero abusar del préstamo de mi tía, entiéndelo por favor ―se disculpaba Chaika y la intimidante ave pareció entenderlo.

―¿Cómo te llamas? ―preguntó Chaika con una sonrisa.

―Bergil..., me llamo Bergil, hijo de Beregond, capitán de Minas Ithil ―dijo Bergil ruborizado ante la belleza de Chaika y sorprendido de que la chica gato supiera hablar su idioma.

―Bien, vámonos.

―Chaika sama, ¿está segura que esto es lo correcto? ―preguntó Mamoru, el amigo de infancia de Chaika, quien seguía ruborizado por haber visto a su amiga desnuda.

―Claro, además, se supone que tarde o temprano debemos hacer el primer contacto con los humanos del oeste u occidentales como así les llama mi tía.

―Urd sama, también les llama de otras maneras ―dijo ceñuda Amane, que ya había llamado a un par de jinetes lanceros y a un grupo de shinobis y kunoichis para acompañar a su General.

Baka gaijins ―dijo Chaika entre molesta y divertida―. Sí ya sé, bueno, vamos a conocer a nuestros enemigos.

CONTINUARÁ...

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