Batalla naval en el mar de Rhun
Notas preliminares del autor: en anteriores capítulos recurrí a las tácticas y tecnologías mongolas, chinas y japonesas. Ahora vienen armas, tácticas y tecnología de la antigua Corea.
Aunque les parezca mucho, recuerden que cosas como los cañones, lanza llamas, armas venenosas y barcos blindados, ya eran usados por las civilizaciones del antiguo oriente mucho antes de que terminase la edad media en Europa.
EL AZOTE DE DIOS
Capítulo 7: Batalla naval en el mar de Rhun
En las planicies de Dorwinion, el ejército de Urd se aprovisionaba gracias a los campos fértiles junto al mar de Rhun, este mar tenía como bordes al este un frondoso bosque y al oeste una cadena de montañas, era el lugar perfecto para juntar víveres y prepararse para la llegada del invierno. No para resguardarse de este, sino que una vez llegadas las fuertes nevadas, Urd y su ejército irían a invadir la Tierra Media, ya que el ejército de chicas gato, al contrario de los demás ejércitos existentes, atacaba durante los duros y crueles inviernos.
Dorwinion se hallaba al Noroeste del mar de Rhun y al oeste del rio que iba hacia el norte y el cual se dividía en dos, la rama oriental llamado el rio Carnen o Redwater, llegaba hasta las montañas de hierro o Ered Engrin; mientras que la rama occidental llamado el rio Celduin o River Running, llegaba hasta el norte del bosque de Mirkwood, el lago largo, donde se hallaban las ciudades humanas de Esgaroth y Dale; y al final, al gran reino enano de Erebor.
Los soldados de logística del ejército Famnya realizaban sus labores con profesionalismo, resultado de constantes prácticas, y en las márgenes del rio Rhun, un variado grupo de soldados e ingenieros, armaban los barcos que protegerían el acceso al mar interior. Una simple precaución debido a los reinos ubicados al norte.
Urd se hallaba en su tienda vistiendo un suave kimono, mientras practicaba con un largo pincel la complicada caligrafía de su raza. Uno de los diminutos pajarillos multicolores se posó en su hombro derecho y empezó a trinar de forma melodiosa. Gigi, el gato negro, elevó la mirada a la confianzuda ave como si esta comprometiese la seguridad de la chica gato, pero luego volvió a tumbarse a un costado de la entrada mientras los rayos del sol tostaban su pelaje negro.
―Tía Urd ―decía Chaika quien junto con Sakurai ingresó a la tienda.
―¿Qué deseas?
―Solo vine a avisarte que ya completamos los trabajos para la construcción de los establos subterráneos, así nuestras monturas de reserva estarán protegidas del invierno. También estaremos a punto de terminar con los barcos kobukson, y los sesenta soldados cañoneros y de marina ya están listos para entrenar en los barcos, lo mismo que los setenta soldados remeros, todos ellos por cada barco.
―Avísame cuando manden los barcos tortugas al mar de Rhun, hay que mandar a los gatos para que nos digan por donde soplaran los vientos y si habrá tormenta antes de comenzar las practicas ―dijo Urd, mientras seguía escribiendo con el pincel.
―¿Y eso por qué, Urd sama? ―preguntó Sakurai quien ya estaba preparando el té.
―Eso es por el gas venenoso que se utiliza en la cabeza del tigre, no queremos que el gas llegue al campamento ―respondió Urd.
―Mis camaradas y yo esperamos por esta labor delicias del mar de Rhun ―dijo Gigi somnoliento y volvió a tumbarse esta vez enseñando la panza.
―¿Tú nunca viste los barcos tortuga, verdad Sakurai? ―preguntó Chaika, y Sakurai negó con la cabeza.
―Te llevaré para que veas los ejercicios de guerra naval, te impresionará ―prometía Chaika―. Los primeros modelos de barcos tortugas se llamaban Gwiseon y solo tenían la cubierta embovedada por el domo de hierro con púas largas y filosas, pero los siguientes modelos, los Geobukseon, ahora llevan todo el casco cubierto de hierro que vuelve inútiles los ataques de proyectiles o incendiarios, también cuenta con once cañones de diferentes clases tanto por delante, los costados y detrás de la nave.
―Vaya, que impresionante ―admitía Sakurai.
―Eso no es nada ―continuó hablando Chaika―, delante de la nave hay la cabeza de un tigre la cual tiene en su interior una cavidad que puede tener un cañón o un lanzallamas, también la cabeza puede expulsar humo para esconderse o soltar gas venenoso, los ojos del tigre pueden volverse rojos debido al calor de unas brasas y debajo de la cabeza, hay un ariete que se usa para destrozar los barcos enemigos.
―Es una lástima que no exista un rio que vaya directo desde el mar de Rhun hasta el rio Anduin, eso facilitaría mucho la invasión ―lamentaba Urd mientras colocaba ceremoniosa, el pincel en su base y hacia que el pajarillo multicolor se posase en el dorso de su mano y este feliz se paraba en uno y en otro dedo a medida que Urd movía sus dedos.
.
.
Al norte de Rhun y Rhovanion, se encontraban varios reinos y ciudades que, durante la guerra del anillo único, fueron el cuarto frente en el cual los ejércitos de Sauron combatieron antes de dirigirse a Amon Lanc, Rohan y Gondor.
Los reinos enanos de las montañas de hierro, whitered heath, las montañas grises y Erebor, fueron destruidos por los nazgul y sus ejércitos, los cuales luego se dirigieron a las ciudades humanas de Esgaroth y Dale, que también cayeron frente al enemigo. Una vez asegurado el cuarto frente, el ejército de Sauron fue para asegurar el tercer frente que consistía en el bosque de Mirkwood, descendiendo por el norte, el enemigo llegó hasta el Amon Lanc, a la cual rebautizaron como Dol Guldur, la torre del nigromante. Por fortuna el reino de Rohan no cayó ante el títere de Sauron, encarnado en Saruman, el antiguo mago blanco y líder del concilio quien se suponía buscaba la derrota de Sauron. Los miembros de la comunidad del anillo, primero salvaron a Rohan y después a Gondor, ambos reinos que tenían a sus respectivos monarcas bajo el influjo del enemigo, en verdad, los pueblos libres de la Tierra Media estuvieron muy cerca de perder la guerra.
Garron, señor de las montañas grises, reflexionaba sobre estos hechos y las acciones del anterior rey enano antes de ser asesinado por el enemigo. Como las montañas grises eran el reino enano que estaba más al norte, el viejo rey se sintió a salvo y no hizo caso con respecto a formar una alianza, claro que no solo era el anterior rey quien tomo una postura aislacionista y neutral, también los otros reyes enanos se declararon neutrales, y al final pagaron el precio, incluso las ciudades humanas al borde del lago largo: las ciudades de Esgaroth y Dale, no sufrieron una destrucción semejante como los neutrales enanos, incluso los elfos del bosque en Tranduil, no vieron tanta destrucción.
Los emisarios enanos y elfos que llegaron desde minas Tirith, informaron respecto a la alianza inesperada entre los reinos de Gondor, Rohan y los orcos de Mordor.
La reacción era de esperarse: caos y rechazo inmediato respecto a la idea de la alianza del Sur, sin embargo, al igual que la reina Arwen, fue la reina Galadriel, la que calmó los ánimos, y al final los reinos del norte decidieron que lo pensarían con calma.
La información dada por los orcos era valiosa y Garron, planeaba aprovecharla al máximo, esta vez los enanos no permanecerían neutrales.
«Me costó mucha diplomacia y oro», pensaba Garron. «Pero al final convencí y soborné para que todos los reinos del norte formen su propia alianza para enfrentarnos a estos tártaros. Incluso Elladan y Elrohir, hermanos de la reina Arwen están conmigo.»
Los dos elfos fueron en contra los deseos de su padre Elrond y sus abuelos Celeborn y Galadriel. Dirigiéndose a Tranduil, fueron con varios elfos disconformes con la alianza del sur, para sumarse a la alianza del norte.
―Mi rey, todos los barcos están listos y me acaban de informar que en las Montañas de Hierro ya todo está preparado ―dijo un enano con aplomo al ingresar al salón del trono.
―Muy bien, Gurrin, hermano ―dijo Garron y se levantó del trono, luego los dos enanos fueron a dirigirse a la entrada de su reino para después ir al Lago Largo―. Nuestros barcos y armas de proyectil descenderán por el Celduin, mientras que la otra flota perteneciente al reino de las Montañas de Hierro, lo hará por el Carnen, juntos bajaremos por el rio Rhun y atacaremos a los tártaros antes de que llegue el invierno.
―Es un muy buen plan; enanos, humanos y elfos, lograremos vencer, no creo que los tártaros estén esperando una invasión por el rio Rhun ―decía Gurrin―, solo temo que los centinelas tártaros nos vean cuando estemos por llegar al mar de Rhun.
―No te preocupes ―le tranquilizaba el Rey Garron, quien sería quien comandase las dos flotas―, es imposible que lleguen a avisar a tiempo a Urd.
Todo estaba listo en el Lago Largo y, a la hora pactada, el Rey Garron ordenó partir a la flota del Celduin, confiado en que la flota del Carnen, lo haría un par de horas después para así poder encontrarse en la unión de los dos ríos y descender hasta el mar de Rhun, y desde allí arrasar con toda la planicie del Dorwinion, en donde estaban Urd y sus tártaros.
.
.
Como lo temió Gurrin, un centinela tártaro divisó la flota del Celduin y corrió presuroso a avisar a su campamento.
―¿Por qué el enemigo cabalgaba acompañado de varios otros caballos sin jinete? ―preguntaba un marinero humano a un elfo.
―No lo sé, pero no importa, el terreno es accidentado y el centinela no llegará a tiempo para advertir de nuestra presencia ―le respondió el elfo.
En la unión de los dos ríos, la flota del Rey Garron, se encontró con la flota de Haglin, rey de los enanos de las Montañas de Hierro. Juntos descendieron por el rio Rhun y se dirigieron a toda prisa a la planicie del Dorwinion, donde se suponía que estaba el enemigo.
La información con respecto a la ubicación del enemigo, fue dada por los líderes elfos Elladan y Elrohir. Su abuela Galadriel había localizado el campamento tártaro gracias a los poderes que le confirió Nenya, su anillo de poder. Toda una gran suerte, ya que desde la caída de Sauron, debido a la destrucción del anillo único, los poderes de los demás anillos fueron mermando de forma vertiginosa, era seguro que el anillo de Galadriel ya no podría proteger el bosque de Lorien o volver a localizar el campamento enemigo.
«Debemos aprovechar esta oportunidad, nunca más tendremos los poderes de antaño», pensaba Elladan. «¡No podemos fallar!»
Al llegar a la planicie de Dorwinion, los elfos, quienes de todas las razas tenían la mejor vista, vieron extrañados que el campamento enemigo había sido evacuado.
―¡¿Cómo puede ser?! ―gritaba Haglin―, se supone que los tártaros estaban en este lugar.
Al principio los marineros y sus comandantes con excepción de Elladan y Elrohir, pensaban que la información con respecto al campamento enemigo estaba equivocada, sin embargo, vieron los restos de varias fogatas las cuales fueron apagadas de manera tal que no produjesen humo. También vieron las huellas de distintos caballos, sobre lo que parecía ser suelo resquebrajado, al parecer habían echado mucha agua para que la retirada del campamento no produjese polvo alguno que delatara su traslado.
La flota penetró al mar de Rhun, mientras que algunos soldados establecían un campamento en el este del rio Rhun, junto al mar del mismo nombre.
Garron, cuya posición estaría muy comprometida de haberse organizado semejante expedición y al final resultar esta un fiasco, decidió esperar en ese lugar hasta tomar una decisión. Medida compartida por Haglin quien se encontraba en una situación similar.
En la noche del sexto día, vieron como una densa neblina cubría la bahía donde se encontraban las flotas de la alianza del norte.
La neblina era tan densa que incluso la visión de los elfos no podía traspasarla.
―Esta niebla no es normal ―le decía Elladan a Elrohir.
―¿No es normal?, ¡no es natural!, ¡escuchó el sonido de remos en medio de la neblina!
―¡Nos atacan!, ¡todos los marineros a sus puestos! ―gritó Elladan y todos los marineros sea cual fuese su raza empezaron a asumir sus posiciones.
―¡Zafarrancho de combate, zafarrancho de combate! ―gritó Gurrin a todo pulmón y de inmediato comenzaron a sonar los cuernos y los tambores indicando el inicio de la batalla.
El movimiento de las flotas de la alianza eran todo un caos, además, no podían ver al enemigo por culpa de la espesa niebla, sin embargo, de esta surgieron varias naves que tenían al frente la figura de una cabeza de una especie de gran felino, cuyos ojos brillaban rojos y amenazadores.
Algunos marineros fueron presa del pánico y empezaron a dejar sus posiciones, pero entonces algo peor que los ojos rojos de las cabezas felinas surgió de sus fauces. Unas llamaradas fuertes como las que generaban los extintos dragones de antaño.
Muchos marineros murieron abrasados por las llamas, barco tras barco era hundido ya sea por los cañones o la carga de los arietes de las naves enemigas que venían en formación.
―¡El enemigo ya salió de la niebla! ―gritaba Elladan―, ¡no teman, no son dragones, sino simples naves!, ¡les superamos en número, tenemos que rodearlos!
―¡Ya oyeron al Príncipe Elladan! ―gritó Gurrin―. ¡Terminen de levantar las anclas y rodéenlos!
Las naves hicieron lo que pudieron, pero ante el caos presente solo se estorbaron entre ellas. Las pocas naves que pudieron lograrlo fueron abatidas por los cañones que estaban a los costados de las naves y las afortunadas que llegaron a la retaguardia, fueron hundidas por los cañones de popa.
Gritos y alaridos llenaban toda la amplia bahía, mientras que en la orilla este del rio Rhun, tanto Garron como Haglin, veían impotentes cómo sus flotas eran presa del ataque sorpresa del enemigo.
―¡Malditos tártaros, salieron de la neblina con barcos que escupen fuego como dragones! ―gritaba Garron.
―¡Préndanles fuego! ―ordenaba Elrohir―, ¡ballestas gigantes, disparen!
Cientos de flechas impactaron contra la flota enemiga, pero solo conseguían quemar las dos únicas extrañas velas del enemigo, el cual hacia usó de sus remos para seguir avanzando.
―¡No funciona, el fuego no puede quemar el hierro! ―gritaba un humano en medio del caos.
Las ballestas gigantes disparaban certeras al enemigo, pero estas se rompían al impactar ante la estructura de hierro de los extraños navíos.
―¡Nuestras armas no funcionan ante las naves enemigas cubiertas de hierro! ―gritaba un enano con un feo corte en la frente.
Viendo que la situación era insalvable, varios marineros valientes decidieron abordar a las naves viendo que los ataques anteriores fallaron, sin embargo, sufrieron horribles heridas al subir a los caparazones de hierro, que estaban cubiertos en toda su superficie por largas y filosas púas de hierro.
Ya todas las naves de la Alianza del Norte se hallaban hundidas o presas por los arietes del enemigo.
―¡Debemos separarnos de las naves enemigas!, ¡disparen los cañones de proa! ―ordenó Chaika y el barco que se hallaba delante de ella se partió en dos, causando que el ariete de la nave felina quedase libre con lo que la nave de la joven General pudo retroceder, igual maniobra fue copiada por el resto de las naves.
―¡Esto ya no es una batalla naval, sino una masacre llevada dentro de redes de pesca! ―gritó Garron, no pudiendo dar crédito a sus ojos.
Tanto los reyes enanos como sus súbditos y los demás elfos y humanos que estaban en el campamento, sintieron como el suelo vibraba a sus pies, llenando de miedo el corazón de todos.
―¡¿Pero ahora qué horror se aproxima ante nosotros?! ―gritó Garron y vio que al campamento se acercaba el ejército tártaro.
―¡Imposible! ―gritó Haglin―, ¡¿eso quiere decir que Urd y sus tártaros fueron al oeste y descendieron para luego rodear las montañas, el mismísimo mar y al final todo el bosque de Rhun?!
―Y ahora están aquí ―decía Garron con el rostro cubierto de sudor frio―. En verdad, son un ejército venido del tártaro..., que Aule, tenga misericordia de todos nosotros.
El rey enano apenas se encomendó a su dios, cuando unas cincuenta flechas le atravesaron la armadura y el rostro, lo mismo que al menos diez lanzas. Así murió el rey enano y líder de la alianza del norte.
La suerte de Haglin no fue mejor, si bien se cubrió detrás de dos gruesos escudos enanos, fue embestido por un gigante lobo blanco, luego otros lobos blancos le sujetaron de sus extremidades y procedieron a desmembrarlo. Así murió Haglin, rey de las Montañas de Hierro que, por una extraña ironía, tenía como efigie de su casa, la figura de varios lobos blancos.
―¡Elrohir, Elrohir! ―gritaba Elladan, quien había sobrevivido a la matanza en el mar y había empujado a su hermano justo antes de que los cañones hubiesen destrozado su nave.
― Hermano... ―dijo en un murmullo Elrohir, y su hermano le escuchó gracias a su oído elfico.
―Resiste, debemos salir de este infierno ―le animó el elfo y llevando a cuestas a su hermano, llegaron donde un par de caballos y huyeron en estos.
―¡Esos dos son líderes, no les dejen escapar! ―ordenó Chaika y varios jinetes fueron en persecución de los elfos.
.
.
Los dos hermanos elfos eran expertos jinetes y hubiesen perdido a cualquier perseguidor, sin embargo, los jinetes enemigos insistían de forma fanática en la persecución. Al final, luego de un par de días, los caballos colapsaron y los elfos fueron rodeados por los jinetes quienes les apuntaban con sus arcos compuestos.
Aunque los dos elfos escucharon sobre el aspecto mortal del enemigo, decidieron rendirse debido a que el enemigo no era en esta ocasión un grupo de orcos, de lo contrario hubiesen luchado hasta la muerte.
Ataron las manos de los elfos y luego los montaron en un par de yeguas frescas que no tenían jinetes.
CONTINUARÁ...
Notas finales del autor: el ejército mongol se especializaba en atacar en invierno, a diferencia de Napoleón o Hitler, ellos sí conquistaron los inviernos rusos.
En la actual Siberia, la gente guarda su ganado en establos subterráneos para así protegerlos del invierno.
En la época de los piratas, todos los barcos sean piratas o no, llevaban gatos, ya que, según creencia popular, estos predecían la venida de tormentas, así es, los piratas NO tenían loros o monos como mascotas, sino gatos.
Los famosos barcos tortuga de Corea, los emplearon antes de terminar la edad media en Europa, la única diferencia es que las naves llevaban cabezas de dragón, para generar pánico entre los enemigos. Como este fanfic trata de un ejército de Chicas Gato, reemplacé las cabezas de dragón de los barcos por cabezas de tigre.
El ejército mongol podía recorrer en un solo día la abrumadora distancia de más de cien kilómetros, algo impensable por los demás ejércitos europeos de la época. Los mongoles llegaban con días, incluso semanas de anticipación a lo que creían los reyes europeos.
Los mongoles tenían como táctica, perseguir a los líderes enemigos y capturarlos, no importara la distancia y el tiempo, de esta forma evitaban que dichos líderes, llegasen a sus castillos y formasen nuevos ejércitos que pelearan contra los mongoles.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro