Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

35. Recreación 🖍

Camino por la acera pensando en que soy el Autor, lo soy de muchas formas, no sólo lo seré en la pantalla. Me hubiera gustado saberlo antes, ¿por qué no me dijo?, ¿por qué le apenaba decírmelo?, ¿quién más lo sabía? Me siento como un tonto... Mi teléfono vibra en mi pantalón con un mensaje de ella:

Perdóname u.u

Tras un suspiro, regreso a la casa, donde ella me abre la puerta.

—Temí que no regresaras.

—Sólo necesitaba despejarme... No me voy a ir ahora que tengo tantas dudas.

—Pero te vas a ir cuando las conteste, ¿verdad?... Está bien. Lo entiendo.

Me siento en el sofá, pero ella se acomoda lo más lejos que puede de mí: me desconcierta que se aleje tanto, como si esta mañana no hubiéramos pasado horas haciendo el amor. Sin embargo, intento concentrarme para preguntarle todo lo que me inquieta.

—¿Gané el papel porque «soy el Autor»?

—No, Guillermo no sabe que me inspiré en ti, ni siquiera Jane lo sabe. Es cierto que no tenía idea de que estarías en la audición. Verte ahí fue como si todo cayera en su lugar. Ganaste ese papel por ti.

—Porque fue hecho para mí.

TN se encoge de hombros sin decir nada.

—Tuve esa sensación cuando leí el guión... que tenía que hacerlo, que era lo que mi carrera necesitaba.

—Yo no escribí nada pensando que era lo que tu carrera necesitaba. Sólo usé tu cara mientras escribía, punto. No es un plan elaborado ni nada. Es como si te hubiera usado.

Oír sus palabras en ese tono cortante me rompe el corazón.

—Gracias por la honestidad, eh. Aunque no necesitas ser una maldita.

TN se cubre el rostro con las manos y me habla sin mirarme.

—Lo siento. Es que... esto es demasiado. Eso sonó mal. No quise decir eso. Perdóname.

—¿Y qué fue lo que viste que te hizo querer «usarme»? —pregunto aún molesto. Ella me mira triste cuando remarco la palabra «usarme», pero me responde.

—Una entrevista. Tartamudeabas mucho en ella; habías interpretado a un monstruo y aún así tartamudeabas, cansado o nervioso, no lo sé. Pero tu lado mortal fue lo que me llamó.

—Mi tartamudeo... me pasa más seguido de lo que quisiera —explico resignado al pensarlo—. ¿Y el otro libro?, ¿también me usaste para ese? ¿Y ya?

—¡No! —se disculpa con la mirada, arrepentida por lo que me dijo—... Tú me viste escribirlo; muchos de los cuentos te los leí a ti. Fuiste el único con el que los compartía, por eso no puedes decirme que no confío en ti. Te di lo más valioso que tengo en mí, en forma de palabras.

—Entonces, ¿por qué te enojaste tanto al verme leerlo?

—No quería que supieras que te lo había dedicado, todavía no. Quería enseñártelo yo, cuando estuviera terminado. Pero ahora que ya lo sabes, ¡sorpresa!... ¿Qué piensas?

—Creo que me dio un mini infarto cuando lo vi —le confieso con una leve sonrisa, aún dolido y asimilando todo—. A menos que tengas otro «B» al que le digas en sueco que lo amas —bromeo.

—En otro universo tal vez —ríe conmigo—, pero por aquí eres el único. Es para ti... Te amo, Bill.

—Gracias. Significa mucho para mí. En serio.

—Bill... ¿Recuerdas cuando estaba con George?

—¿Cómo olvidarlo? —exclamo rodando los ojos.

—Alguna vez te dije que estaba escribiendo poesía... —Asiento con la cabeza. —De ahí salió «El soneto», con el poema que estabas leyendo.

—¿Por George?

—Por ti. Porque aunque estaba con él, mi mente y mi corazón estaban contigo... —en este punto, sus ojos están cristalinos y sus pestañas húmedas; la punta de su nariz comienza a enrojecerse; noto lo difícil que era esto para ella y por qué no quería decírmelo, se ha de sentir tan vulnerable—. Creo que es todo lo que tenía que decirte... En resumen, eres mi principal inspiración. Espero no incomodarte con eso; y entiendo si te molesta y quieres... irte.

Me levanto directo a la biblioteca; ahí guardo los libros que ella me regaló y rebusco entre sus páginas hasta que encuentro un par de hojas dobladas. Regreso a la sala, donde ella ya está de pie, preocupada, llorando porque cree que me voy a ir, pero le doy las hojas y la tomo de la manos para que se siente conmigo en el sofá.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo.

Desdobla los papeles, mirándome, hasta que los extiende y comienza a leer:

No sabía por dónde empezar, ni por dónde seguir, mucho menos por dónde terminaría; se perdería entre las calles de esa ciudad (des)conocida. Por la avenida Inspiración, había un bloqueo que había durado al menos 500 años, casi tantos como los que él tenía. Sin embargo, le gustaba pasar por ahí para ver si el bloqueo había desaparecido un día, de súbito.
—¡Hey, tú!
La voz de una mujer lo sacó de su ensimismamiento. Ella corría hacia él desde donde estaban las ruinas que mantenían la avenida sepultada.
—Te he visto por aquí varias veces.
Él no contestó, por primera vez en su vida se quedó callado para escuchar a alguien más: su voz era melodiosa, y lo obligaba a quererla escuchar.
—Yo también vengo seguido. Encuentro muchas ideas aquí.
—Pero todo está en escombros.
—Lo sé. Todo está desecho, desarmado, sucio, gris, amontonado y horrible. Por eso hay más que hacer.
Ella lo tomó de la mano; la siguió aunque él no solía aceptar el consejo de desconocidos, mucho menos de alguien que pareciera tan insignificante en lo común. Pero por algún motivo, ella le pareció el ser más interesante y encantador. Entraron en las ruinas, donde ella comenzó a dibujar sobre las superficies polvorientas. Levantaba residuos y debajo de ellos salían colores. Él comenzó a reír y carcajearse con ella, a partir de cosas que no conocía ni había imaginado.
—¿De dónde saliste? ¿Por qué no te había visto antes si siempre paso por aquí? —le preguntó mientras los dos estaban sentados en el montón de ruinas que "bloqueaban" la avenida.
—Siempre pasas, pero no observas. La inspiración no es algo que llegue así nada más, es cosa de observar y reconstruir.
Él la miró y reparó en el color de sus mejillas, los detalles en ella eran lo que la hacía hermosa.
—Tengo que irme. A las 12 pasa el autobús que va directo a la locura —bromeó—, o sea, mi trabajo. Hay buenas historias ahí.
—Ni siquiera sé tu nombre.
—Ni yo el tuyo. Yo seré Anónima y tú Anónimo. Sin presiones.
Se despidió de ella con la esperanza de volver a verla. Pasaba todos los días por la avenida, esperando encontrarla otra vez, pero no la veía. Se le ocurrió que si le dejaba un mensaje, ella lo vería eventualmente, así que formó uno con el material que había entre las ruinas: "No sabía que te estaba buscando, hasta que te encontré".
—Ese es el punto —su voz resonó detrás de él y se giró para verla—. Sólo tienes que vivir para encontrar lo que te inspire
—¿Quieres tomar algo?
Ella asintió en silencio y los dos caminaron por la acera hasta un café, en el que todos lo miraban con extrañeza cada vez que reía solo.

—¿Tú lo escribiste? —me pregunta al terminar.

—Es la historia que hice cuando Guillermo me pidió escribir algo. La que escribí la primera noche que pasamos juntos.

—No me habías dejado leerla.

—Creo que es obvio quién me inspiró. Me apenaba un poco que la leyeras.

—¿Entonces entiendes mis razones?

—Supongo, aunque aún me enoja que no me cuentes tus problemas.

—Lo siento.

Tomo su mano y se la acaricio.

—Ya sé que tiene muchos defectos, pero en serio me esforcé escribiéndola —sonrío al recordar esa noche—. Cada cosa la hice pensando en lo bien que me la estaba pasando a tu lado y cuánto estaba aprendiendo de ti en una noche. Excepto el final, eso fue para ponerle el toque.

—Tu plot twist —dice al acariciar mi mano también.

—Al día siguiente, cuando Guillermo la leyó, me sentí apenado, porque era como exponerme ante él. Y entonces él dijo: «no sé qué está pasando aquí, pero si eso te inspiró, está bien». Creo que desde ese día, él ya sabía que iba a terminar perdidamente enamorado de ti.

Ella me mira con atención al tiempo en que acomodo su cabello detrás de su oído.

—Somos personajes del otro —sonríe.

—Eso creo... ¿Te gustó?

—Es muy bonito. Qué bueno que no me lo enseñaste antes, me habría enamorado de ti al instante y eso habría sido un problema...

—¡Haberlo dicho antes! —bromeo y recargo mi frente en la suya para darle un beso en la nariz—. Te amo.

—Y yo a ti. Mucho.

—Oye..., hay un cuento que tiene una escena muy buena... —le insinúo.

—Ya vas a empezar. —Se tapa la cara con sus manos y niega sonrojada. Me conoce bien.

—Me recordó mucho nuestra primera vez en la cabaña. ¿Te basaste en eso?

—Ya sabes que sí.

—Fue una buena noche.

—Siempre lo son si estamos juntos.

—Somos unos cursis.

—Así no voy a ganar el premio Nobel, si sigo escribiendo ñoñerías por tu culpa.

—¿Qué te pasa? Te basaste en un sueco para hacerlo, eso debería darte puntos extra.

—No creo que la Academia Sueca funcione así, menos con tanto escándalo en su haber —niega y de pronto se queda pensativa—... ¿Sabes? Creo que ya no quiero un Nobel —dice con desagrado; yo la abrazo con fuerza después de sonreírle. Beso su cabeza y subo mis piernas para rodear su cuerpo, como si quisiera protegerla de todo.

—El poema es hermoso.

—Me sentía atrapada sin ti.

Vuelvo a besar su frente, frotando su espalda.

—¿Tienes algo más que decir en la hora de las confesiones? —bromeo.

—No... bueno, sí. A veces uso el brazalete que me dio George. ¡Es que es tan bonito! Tiene mi inicial toda bonita.

—¿Crees que no me había dado cuenta? —río de su «pecado» antes de tomar su mano para besar su muñeca.

—Bill..., no me digas «maldita» otra vez, por favor... —agrega apenada, lo cual me recuerda la estupidez que dije en medio de mi propia frustración—, y perdón por decir que «te usé».

—Jamás voy a decirte algo así de nuevo. Jamás. Lo siento mucho, preciosa. Y yo sé que no «me usaste». Fueron nuestras tonterías de no saber expresar lo que sentimos. Nunca voy a dudar de todo este amor entre nosotros.

—Jag älskar dig så mycket —me dice con su dulce voz, que me encanta tanto como el esfuerzo que pone al pronunciar lo que ha aprendido por mí.

...

Me despierto antes que ella para prepararle una sorpresa. La veo dormida, tan tierna y tranquila; así que me levanto sin hacer ruido... voy directo a la cocina para hacerle un desayuno especial: pan francés, jugo, fruta y omelette.

—Ya sé, esto no es tan especial —le digo a Oreo que parece juzgarme desde su lugar, moviendo la cola—. Pero no he comprado ingredientes para otra cosa... No sé por qué me justifico contigo, no tienes derecho a juzgarme, tú te lames el trasero y dices que es tu baño.

Cuando termino de cocinar, acomodo la mesa: incluyo una flor para ella; pero sigue sin salir de la habitación. Creo que tendré que despertarla... le beso la frente.

—Buenos días —digo rozando mi nariz en su mejilla, pero creo que algo está mal. Su piel está muy caliente. Vuelvo a besarla para sentirla. —¿TN?, ¿amor?

La tomo por los brazos y la giro para que me vea, pero apenas abre los ojos.

—Hey, despierta. Me estás asustando.

—Bill...

—¿Te sientes mal?

—Hace mucho frío, ¿no?

—No. Creo que tienes fiebre.

—Genial... —Se incorpora, destapándose. Se toca la frente y me toca a mí para comparar. —Genial... ¿por qué hoy?

—¿Tenías que salir?

—Tengo que salir. Tengo que ir con Jane a ver al productor otra vez.

—Deberías quedarte.

—No puedo, es importante. Ese tipo se va a poner loco con Jane si no voy. Es un insensible.

—Y tú eres tan necia... Yo mismo te llevo entonces.

—¿No tenías que ver a Guillermo hoy?

—Sí... —Lo había olvidado.

—No te preocupes, voy a estar bien. Sólo será una hora.

—Pero llámame si te sientes mal —le pido al acariciar su mejilla—. ¿Tienes hambre? Te preparé el desayuno.

—Sí —acepta con una sonrisa.

La tomo de la mano y caminamos al comedor, donde el sólo ver todo lo que hice para ella anima su semblante; prueba cada platillo muy contenta, pero no come mucho por el malestar.

—¿Qué haces? —me pregunta cuando me ve leyendo en el teléfono.

—Freyja... Me quieren dar el protagónico que no quiero.

—¿Lo vas a tomar?

—No, no. Para nada. —Apago el teléfono y lo dejo en la mesa. TN se me queda viendo fijamente mientras come un trozo de pan francés que trae en la mano. —¿Qué pasa? ¿Estás observándome para escribir otro cuento? —le pregunto en broma. Ella ríe; me lanza un pedazo de pan, que cae en mi plato—. Ahora me avientas pan como si fuera un ave.

—Como si fueras el sinsajo.

—No estoy seguro si entendí la referencia.

—Michael la habría entendido, es fan de Los juegos del hambre.

—Ese hombre es un nerd igual que tú.

TN sonríe sin muchas ganas, se ve exhausta, sus ojos se cierran y sus mejillas están más rojas que lo usual. Pero si vuelvo a pedirle que se quede, volverá a insistir en que está bien.

...

Después de darse un baño con agua tibia, y ponerse ropa ligera, Michael llega por ella para llevarla con Jane.

—Michael.

—¿Sí?

—Está enferma, tuvo fiebre en la mañana. Si algo pasa, avísame de inmediato. Ya sabes que es una necia.

—No te preocupes, yo te aviso.

Me despido de ella con un beso en la frente, y un abrazo.

—No te quiero soltar.

—Regreso pronto. No te preocupes.

Su sonrisa me tranquiliza un poco, me asegura que estará bien, aunque tengo un mal presentimiento.
Entro a terminar de preparar mis cosas para salir a ver a Guillermo y a Ann, pues hoy hay que ver cuestiones de la edición de sonido. Guardo mi laptop junto con la última versión de mi guión para dejársela a Guillermo; espero que ésta sea la definitiva, pero lo dudo.

Todo parece muy rutinario... no obstante, cuando me estoy abrochando el pantalón después de salir de bañarme, siento el piso moverse. Salgo de inmediato al pasillo, tambaleándome, escuchando cómo crujen las paredes y viendo cómo se caen algunas cosas hasta hacerse añicos. Al llegar a la sala, noto una especie de niebla que llena el cuarto: me preocupa que alguna tubería se haya roto con el movimiento. Agarro al gato, que está en crispado por el susto, y salgo corriendo de la casa con él en mis brazos; afuera me quedo viendo a todos lados desde la acera.

Los vecinos salen de sus casas, consternados como yo; todos miramos hacia los árboles y postes, esperando que el temblor pase; las piernas me tiemblan tanto que no sé si son mis nervios o la tierra se sigue moviendo.

TN, ¡¿cómo está?, ¿dónde está?!, sólo pienso en ella mientras me congela el susto.

—¡¿Qué es esto?!, ¡¿qué es esto?! —escucho a alguien con preocupación.

—Calma, parece que está pasando ya... —una mujer tranquiliza a una señora mayor, abrazándola.

Los postes dejan de balancearse poco a poco por fin. Entonces toco mi bolsillo y saco mi teléfono apretándolo entre mis dedos; intento marcarle a TN, pero la mano se me sacude todavía: termino tirándolo sobre el pasto. Oreo maúlla para que lo suelte, mas temo que si lo hago, saldrá corriendo lejos de aquí.

—Quieto, ya pasó —intento calmarlo, aunque creo que él siente mi miedo. ¡Odio los temblores!

—No hay señal.

—Yo tampoco tengo.

—¡Tampoco hay electricidad!

Empiezo a escuchar como todos se quejan de los servicios y la mala recepción en sus teléfonos, así que me hinco en el pasto para levantar el mío, con un brazo ocupado por el gato necio que se retuerce para que lo suelte.

El corazón se me detiene cuando al desbloquear mi celular, no hay nada, estamos incomunicados.

—Amor, ¿dónde estás? —murmuro entre dientes.

Me quedo ahí sin saber qué hacer, TN me ha dicho que no debo entrar a la casa inmediatamente después de un terremoto, y la niebla que vi no era buena señal; así que camino a mi auto para entrar ahí, dejo a Oreo en el asiento a mi lado y prendo el radio en un intento por saber qué pasa, deseando que no haya habido ningún daño o pérdida. Ojalá el radio pudiera decirme que ella está bien. Después de un rato de cambiar estaciones, me entero de que no hubo daños graves, sólo cayeron algunas bardas y postes, pero ninguna vida que lamentar «hasta el momento», aclaran los locutores.

Orfeo se resigna a estar encerrado conmigo y se queda dormido en el asiento; paso mi mano por su lomo mientras pienso si ir a buscar a TN a casa de Jane o qué hacer. Reviso mi teléfono cada dos segundos para ver si ya tengo recepción, pero nada.

Veo que muchos de los vecinos han regresado a sus hogares, así que salgo del auto con Oreo y entramos a la casa con cuidado, olfateo el ambiente para percibir si algo anda mal, como una fuga de gas, pero no huele a nada, ni siquiera al aromatizante de frutos rojos que pone TN en la sala. Suelto al gato, que enseguida se sube al sofá, harto de que lo esté cargando.

—De nada, ¡eh! —le reclamo como si me entendiera.

—¡Bill! —Escucho su voz de repente. TN entra por la puerta corriendo hacia mí y la cargo en cuanto la tengo enfrente, abrazándola con fuerza.

—¡Mi amor! —exclamo casi llorando; beso sus mejillas y froto su cuerpo, para asegurarme de que está bien, conmigo, a salvo.

—Bill. —Pone sus manos en mis mejillas y me mira para ver si estoy bien. Vuelve a abrazarme, frotando mi espalda y mis hombros. —Tenía miedo de que algo te hubiera pasado. Intenté llamarte con la poca señal que tenía, pero ninguna llamada entraba.

—No hay recepción aquí —le explico besando sus labios.

—¿Todo está bien?

—Sí, bueno. Algunas cosas se cayeron —le señalo un portarretratos que tiene una foto nuestra en la cabaña.

—¡¿Qué te pasó, amor?! —Se preocupa al ver mi brazo. Tengo varios rasguños que no había notado hasta ahora.

—Tu gato se puso muy nervioso.

—Ay, Oreo... Déjame limpiarte —me dice para que la baje.

Me toma de la mano y me lleva al baño donde me limpia con alcohol antes de untarme un bálsamo para que sane más rápido. Lo hace con tanto cuidado y cariño que me hace sonreír.

—Ya quedó.

—¿Y tú cómo estás? —Toco sus mejillas: me da gusto notar que la fiebre no regresó.

—Bien. Jane me dio una cápsula para el resfriado y ya me siento mejor. Pero en el momento del temblor, me sentía terrible, todo me daba vueltas, estaba muy mareada.

Acaricio su mano y la llevo a mis labios. Vuelvo a abrazarla, feliz de estar con ella.

—Me estaba muriendo por no saber cómo estabas.

—Yo también estaba preocupada por ti. Todo se hizo un caos, todos querían regresar a sus casas para ver a sus familias. Michael me dejó en la puerta y se fue rápido, pobrecito, creo que a su esposa le aterran los temblores.

—No la culpo.

—Supiste qué hacer, Bill.

—Me enseñaste bien.

—Me dio miedo que te fueras a congelar —me explica acariciando mi mejilla.

—Me congelé por un momento, pero ya cuando estaba afuera con el gato.

—¡Cierto!, voy a ver a Oreo.

TN sale rumbo a la sala, seguida por mí; se agacha para quedar a la altura del gato, que está acostado en el sillón; lo acaricia y lo revisa para ver si está bien.

—Te portaste mal. Rasguñaste a mi hombre, ¿qué te pasa?

—No entiende que sólo tú puedes rasguñarme —agrego con una sonrisa de lado, recargado en el marco del pasillo.

—Voy a hacer como que no te escuché —niega sonriendo.

—Esos rasguños sí me gustan, la verdad. Cómo gimes en mi oído y de repente tu desesperación por tenerme más dentro hace que me rasguñes la espalda.

TN empieza a reírse nerviosa y me contagia.

—Oreo no necesita saber eso —dice, tapándole las orejas al gato.

Como si no tuviera que escucharlos todos los días, humanos pervertidos —bromeo fingiendo que Orfeo se queja de nosotros.

Me acerco para sentarme al lado de Oreo, y tomo a mi novia de las manos para que se acomode conmigo. Ella se sienta a horcajadas sobre mis piernas, recostándose en mi pecho, acurrucada. La rodeo con mis brazos y beso su frente. Ella extiende su mano para acariciarle la cabeza al gato con un suspiro.

En medio de tanta paz, de repente vuelvo a recordar la frustración que sentí al no saber de ella y la abrazo más fuerte, repartiendo besos por su rostro, cuello y hombros.

—¡Bill! —ríe por las cosquillas que le dan mis labios. Respiro en su cuello y froto su espalda—. ¿Qué tienes?

—Estoy feliz de que estés bien. Estuvo muy fuerte ese temblor... Cuando llegué a esta parte de la casa, empecé a notar una neblina, pensé que algo se estaba quemando o algo, no sé, alguna fuga. Pero cuando volví a entrar después, ya no había nada, y no olía a nada.

TN me mira a los ojos, extrañada y ve hacia un lado, como recordando.

—Yo también vi una niebla, pero como nadie dijo nada de eso, pensé que me la había imaginado.

—¿Qué habrá sido?

—No lo sé, espero que nada malo.

Acomodo su cabello y acaricio su oído, recorro mi mano hacia su cuello y toco su mejilla con mi pulgar.

—Ya no importa. Estamos bien, bonita.

*~..~*

Gott Nytt År, bbs! ¡Feliz Año Nuevo! Les dejo un capítulo cortito para que no se queden con la duda de qué pasó después del otro. Pero prepárense para el próximo 👀...
Por cierto, este 2021 inicié la publicación de El Autor, y como verán, es lo primero que subo a Wattpad. Sé que lo digo siempre que actualizo, pero muchas gracias por leer esta historia y darle amor ✨💜. Las tequieromucho 💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro