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28. El último día 🐾

Hace un par de días le dije a TN que estábamos grabando las últimas escenas y finalmente hoy terminaremos. Rodaremos escenas del comienzo de la historia; en ellas el Autor aún no ha experimentado la fuerza de su obra maestra. Este personaje me ha dado mucho; dejarlo será muy difícil, hay tanto de él que se quedará conmigo.

—¿Ya estás listo? —su voz dulce me sorprende mientras me concentro. Me giro para verla, pero recibo un regaño.

—Quieto, ya estamos terminando —mi maquillista me ordena no moverme, y TN y yo nos sonreímos.

Al levantarme, me ayudan a terminar de vestirme. Ella se queda para ver el proceso, me hace un par de fotografías; su mirada melancólica me dice lo que piensa, es lo mismo que yo estoy recordando: la primera vez que me puse la piel del Autor, la primera vez que me vio vestido como el personaje que ella creó. Recuerdo que me veía como si no pudiera creer lo que estaba frente a ella, tocó mi ropa aunque ella era distante con todos, como si se le hubiera olvidado que era Bill y no el Autor. Ahora me ve distinto, ha pasado mucho desde aquella vez. Y yo la miro distinto también: la miro como si fuera lo mejor que me ha pasado, porque así es.

Cuando estoy listo, la tomo de la mano y me inclino para besar sus labios. Voy a esforzarme una última vez para hacerla sentir orgullosa de mí y de todo lo que ha construido. Veo a los estilistas, pidiéndoles que nos dejen solos unos minutos, así que nos complacen. Nos sentamos juntos en un par de sillas y sonreímos como si no supiéramos qué decir.

—Es la última vez que vas a ser el Autor.

—Siempre voy a tener algo de él.

—Gracias por todo —me dice viéndome a los ojos. Su mirada brilla por un par de lágrimas que seco de sus mejillas.

—Te estás poniendo sentimental y me vas a hacer llorar antes de escena.

—¡Lo siento! —se disculpa riéndose.

—Nunca me pidas perdón por sentir algo. Me gustas así, te amo así. —Me acerco a sus labios para besarla y cierro los ojos; mientras tomo su rostro, la siento tan delicada entre mis manos. Su aroma me llena, no quiero soltarla.

—¡Cinco minutos, señor! —Escucho la voz de Josh que me llama desde afuera.

—Tenemos que ir —le digo con una sonrisa.

—Lo sé, cinco minutos no me alcanzan para besarte todo lo que quiero —me sonríe de vuelta y la abrazo fuertemente.

...

Entonces le di una historia y la escribí... Escribí mientras moldeaba cada palabra entre mis dedos, como dándole forma y esencia... Escribí...

Eco es idéntica a ella, porque ella fue la chispa que encendió estas ganas de crear en mí; pero Eco es mejor, porque es ella misma, no sigue a nadie, ni siquiera a mí, se escapa de mis manos aunque éstas fueron las que la crearon. Es etérea y libre.

Camino alrededor de mi escritorio, leyendo las primeras páginas que apenas escribí. Son sólo unas cuantas, pero ya siento que esta historia va a requerir mucho de mí. Las dejo encima de mis libros y me asomo a la ventana, ésta es la hora a la que ella llegaba. Recuerdo cómo fue...

Salí de mi estudio y bajé corriendo al recibidor para abrir la puerta yo mismo.

—No soy ella —dijo Henry al entrar sin ser invitado.

Mi mayordomo llegó aburrido, porque una vez más no le di tiempo de que él abriera la puerta; giró sobre sus talones y regresó por donde entró.

—¿A qué debo tu visita, Henry?

—Tengo algo que decirte... hubo, hubo un incidente en el centro de la ciudad... Un choque...

—¿Y?

—Ella... ella... no estaba ahí.

—¡Henry!

—Debiste ver tu cara —se burló de mí—. De hecho es..., ella no estaba ahí, porque por fin cedió a la insistencia de su familia; se marchó para contraer nupcias fuera de la ciudad... Lo siento.

Al momento no supe si él hablaba en serio o sólo se burlaba otra vez de mí, pero su risa nunca llegó. Escribir es lo único que me queda, en medio de mis deudas y mis ataques de ansiedad, que debo esconder bajo un traje bien planchado y un cabello inmaculado. Estoy harto de estas fiestas a las que debo asistir sin que nada llene el vacío, ni el vino ni el sexo ni nada. Las letras, sólo eso. Espero todo el día o toda la noche para llegar a casa y escribir sobre Eco.

Murr salta sobre mi escritorio y lame mi brazo para despertarme después de una noche descontrolada. Abro un ojo y el reflejo del sol en los cuadros me ciega. Acaricio el lomo del gato como puedo y levanto mi cabeza, mientras una de las hojas se queda pegada a mi mejilla. Me la quito..., la tinta estaba fresca, pues al pasar la mano por mi cara, quedan rastros de letras entre mis dedos.

...

—Corte.

Después de que Guillermo da fin a la escena, hay un silencio en general y luego él mismo comienza a aplaudir. Todos en el estudio siguen el aplauso, incluidos TN y yo. La veo desde el plató, risueña. Guillermo sube a mi lado para dirigirse a todos; me da una palmada en la espalda y me sonríe emocionado.

—¿Qué les digo? No me quiero poner sentimental. Sólo quiero agradecerles por estos meses de dedicación. Tuvimos un camino muy complicado, que espero no vuelva a repetirse. Obviamente, aún nos quedan cosas por hacer, pero a muchos de ustedes ya no los veré; espero que coincidamos después en otros proyectos o en otros mundos. Y a los que se quedan hasta que esto termine, pues perdón, van a tener que seguir viéndome la carota —bromea entre risas—. Ahora lo bueno: Ann quiere darles un anuncio.

—Mañana en la noche, la productora organizará una fiesta para celebrar el término del rodaje. Están muy satisfechos de que hayamos logrado concluir después de tantos obstáculos, así que todos están invitados.

Todos gritamos por la oportunidad de celebrar juntos. Yo alzo mis brazos y aplaudo, busco a TN con la mirada, veo cómo sonríe al ver que todos están felices. Estoy a punto de caminar hacia ella, cuando Guillermo me detiene.

—¿Quieres decirles algo?

—Mmh, ok. Bueno, gracias por no irse cuando las cosas se pusieron feas —río encogiéndome de hombros—. Me alegra ser parte de este equipo, aprendí mucho con cada uno de ustedes. —La veo a los ojos. —Les deseo lo mejor en sus carreras y espero volvérmelos a encontrar. Muchas gracias por ayudarnos a darle vida al Autor —les agradezco; pero antes de retirarme, le digo en silencio que la amo; ella me responde que también me ama y sólo quiero llegar hasta ella para abrazarla. Seguramente varios se dieron cuenta de eso, pero ya no importa, de cualquier forma han sido testigos de cómo ha crecido nuestra relación.

—Yo les aplaudo a todos: el equipo que cualquier director soñaría —exclama Guillermo, pero no lo dejamos solo, sino que nos unimos a él.

Bajo de ahí y camino directo hacia donde está sentada: la abrazo y beso sus labios entre la multitud. Siento su sonrisa en la mía mientras acaricio sus mejillas...

—¡Aw, es más bonito de lo que imaginé! —escuchamos la voz de Jane que está a un lado de nosotros.

Cuando nos separamos unos centímetros, nos giramos para verla. Jane ha sido muy importante para los dos y para que estemos juntos. Muchos otros nos están viendo, por lo que intentamos fingir que no nos incomoda.

Pronto todos empiezan a dispersarse: algunos se van del estudio, otros levantan y guardan cosas, unos más se quedan platicando. TN toma mi mano y se recarga en mí; me siento a su lado para abrazarla; mas hace un gesto al mirarme a la cara, entonces empieza a frotar mi mejilla con su pulgar.

—Estás lleno de tinta —sonríe—. Te ves tan tierno.

—No saben cuánto deseé verlos así —dice Jane—. Este hombre se moría siempre que estabas con George. Y ella no quería aceptar que estaba toda enamorada de ti.

—¡Jane! —le reclama TN avergonzada.

—Espero que tu vida íntima con él sea más satisfactoria que...

—Jane, ya —la interrumpe.

—Nuestra vida íntima es más que satisfactoria, gracias por preguntar —le sigo el juego a Jane.

—¿Por qué son así? —pregunta al vernos bromeando.

—Pero no te olvides de nuestros besos, Bill —finge Jane con un tono dramático.

—Nunca —le respondo ceremonioso; comienzo a reír cuando veo a TN agarrada a mi brazo, carcajeándose—. No llores, amor, ahora estoy contigo —bromeo acariciando su espalda.

—Van a venir mañana, ¿verdad? —pregunta Kelly de repente, al aparecer frente a nosotros con un salto. TN levanta la cara y se seca las lágrimas que le salieron por tanto reír.

—Sí, aquí estaremos, Kelly —le contesta sin dudar.

—Qué bueno, porque la idea de que Joe sea liberado bajo fianza, me tiene muy nerviosa y una fiesta me pondría muy feliz.

—Todo va a estar bien —mi novia la tranquiliza, con un abrazo.

—¿Qué traes ahí, Kelly? —le pregunta Jane al quitarle el caleidoscopio.

—Es un regalo que me dio TN. Me relaja cuando estoy nerviosa o estresada o las dos cosas.

—Wow, es como haberse metido LSD —señala Jane mientras ve a través de él—... Me han contado, no es que yo sepa, claro —sonríe.

Paso mi brazo atrás de TN para tomar el caleidoscopio y ver por él. Estuve ahí cuando Kelly recibió el regalo, pero no lo había visto bien. Es colorido y las imágenes son infinitas. Es muy entretenido y relajante, entiendo por qué Kelly no se separa de él.

—A parte me recuerda que no estoy sola —explica Kelly, tomando de nuevo su juguete.

—Es como verte a los ojos —le susurro a TN al oído; ella me mira extrañada—. Me pierdo en ellos.

...

Al salir del estudio, vamos a comer con varios amigos de la producción: Jane, Kelly, Miguel, Guillermo, Ann, Matt, Josh, Alberto y varios más. Bromeamos toda la tarde y bebemos un par de cocteles.

—¿Sex on the beach? —le ofrezco a TN, ella lo acepta riendo.

—Es tan rico como la primera vez.

—Y no has probado el que te tengo reservado —le guiño el ojo, dándole un trago a mi bebida.

TN gira el cuello como si no me hubiera escuchado, pero luego me vuelve a mirar con complicidad. Toma mi mano por debajo de la mesa y la pone sobre su pierna, la acaricio por el interior, desde la rodilla hasta arriba, pero me detengo antes de tocarla de más.

—¡Bill! —me llama el director.

—¿Qué? —respondo asustado, quitando mi mano de donde está. Ella se ríe de mi reacción.

—Que si ya te llegaron las canciones, me las pidió nuestro compositor.

—Ah, no. Aún no.

—TN, ¿puedes hacer presión?

—¿Crees que sea buena idea que yo haga presión, Memo?

—Yo lo hago —intervengo. No quiero que su ex vuelva a intentar hacerla sentir mal.

—No, está bien. Yo lo hago —contesta ella—. Tengo algo que arreglar con él de todos modos. Mañana lo llamo.

—Perfecto, para hacerles arreglos si son necesarios—. Guillermo me mira a mí y continúa—: Prográmale un viaje a George, el compositor quiere conocerlo.

Me quedo pensando unos segundos como si me hubieran pedido que hiciera algo malo.

—Sí, yo lo arreglo —respondo después con seriedad. TN aprieta mi mano entre las suyas y me acaricia, transmitiéndome la tranquilidad que necesito. Así, a pesar de todo, pasamos un rato agradable con nuestros compañeros.

...

Siento esa melancolía usual de cuando algo que te gusta se termina; y se lo comento a TN cuando vamos de regreso a casa.

—Es como cuando estás terminando de leer un libro que te acompañó por un buen tiempo e intentas no leer las últimas páginas para que no se acabe... Yo también me siento así —me explica ella—. Debería escribir una segunda parte.

—Amor, el Autor murió.

—¡Lo sé! Perdón por matarte.

—No sé si pueda superar mi muerte, la verdad —bromeo fingiendo indignación—. Pero puedes escribir otra cosa.

—O revivir al Autor con... la magia del amor —TN extiende sus brazos y empieza a reírse.

—Estás bien pirada —digo sonriendo yo también—. Revívelo con la magia del cine.

—Con las esferas del dragón.

—Con un pacto con el maligno.

—Con un milagro del espíritu santo.

—Que regrese en forma de fichas.

—Con las gemas del infinito.

TN y yo seguimos divirtiéndonos inventando maneras en las que el Autor regresaría, hasta que llegamos a casa. No hay forma en la que no adore pasar tiempo con ella. Meto el auto a la cochera y entramos por la puerta.

—Oreo, ya llegamos, ¿dónde estás cosita bonita? —llama al gato que no aparece por la sala, donde suele estar.

—¡Galleta! —le grito yo para ver si aparece.

Lo escuchamos maullar y gruñir en el patio trasero, entonces TN sale corriendo hacia él.

—¡Espera! —Avanzo deprisa atrás de ella, y miro cómo se congela en la puerta que da al patio. —¿Qué pasa?

Al asomarme detrás de ella, veo a un hombre calvo que tiene a Orfeo en las manos. Nuestro gato le está rasguñando la cara y no quiere soltarlo. TN está por quitárselo de encima, pero yo la sujeto del brazo, le señalo lo que el hombre trae colgando del cuello: una cámara fotográfica. Y hay una más, tirada en el suelo: una cámara analógica que TN se compró hace unas semanas; la levanto del piso y sostengo al tipo en lo que ella salva a Oreo de sus garras. Ella lo toma con delicadeza, como protegiéndolo.

—¡¿Quién eres y qué haces aquí?! —increpa molesta.

—Llama a la policía, debe ser el maldito que nos sigue.

—¡No, no soy yo! Déjenme ir, ya no me volverán a ver.

—¿Eres Bobby Pods?, ¿tú te metiste hace unos días?

—¡No, yo no fui! —se defiende asustado—. Me dijeron que iba a estar vacía la casa, sólo quería material nuevo.

Lo aviento enojado contra el piso y le enseño la cámara de TN.

—¡¿Por eso te llevabas esto?!

—Me dijeron que tenía material ahí.

—«Me dijeron», «me dijeron», ¡¿quién te dijo?! —Lo agarro por la camisa y lo sacudo, pero siento la mano de TN sobre mi espalda. La noto nerviosa, e intento relajarme con un suspiro, para volverle a preguntar... —¿Quién te dijo?

—Un, un compañero fotógrafo, se llama John.

Giro el cuello para ver a TN y su mirada me rompe el corazón, ese hombre la engañó.

—Me dijo que buscara su cámara o computadora porque había cosas que podíamos usar, cosas que él podía llevarle a la gente de Joe para extorsionarlos y que retiraran los cargos, que Joe pagaría bien.

—Llama a la policía, TN.

Ella sacude su cabeza para reaccionar y entra a la casa a hacer la llamada.

—Vas a decirle eso a la policía, ¿oíste? —Lo levanto del piso jalándolo por la ropa.

—Si lo hago, ¡qué tal que Joe se va contra mí!

—Mira, Bobby...

—¿Por qué me hablan de Bobby? Yo me llamo Robert, John me dice Bobby Pods para burlarse de mí.

—¡Como sea! Oye... Tú estás metido en un gran problema si no hablas de todos modos, de eso me encargo yo, que te quede muy claro; así que mejor dime ¿por qué John le advirtió a TN sobre ti, si eres de su equipo?

—Yo no soy de su equipo, ni estoy de su lado, yo estoy del lado del dinero. Él me prometió una jugosa cantidad si le llevaba esa cámara que él no pudo tomar cuando se metió a la casa hace unos días. Pensé que exageraba con lo del gato loco, pero... John siempre me ha querido ver fracasar, desde que me robé sus rollos sin revelar y los vendí como míos hace años. Pensé que ya lo había olvidado.

—¿Entonces John está del lado de Joe?

—Sí, señor. Los dos filtraban fotografías privadas de varias actrices y actores en internet.

—¡Eso es asqueroso!

—Sí, pero a John le dejaba dinero; y a Joe, poder sobre las personas.

—¿Qué quieres para darle tu declaración a la policía?

—Pues... la verdad, yo no tengo nada que ver en eso que hacían... no exactamente. Además, yo sólo me metí a su casa y casi robo una cámara, pero ellos se van a ir directo al diablo cuando diga lo que sé. John me puso una trampa para hacer su trabajo sucio.

Orfeo salta sobre el bote de basura y le bufa al hombre. Me giro hacia la puerta y veo a TN parada ahí, escuchando todo. En minutos, la policía llega para llevarse a Bobby, después de escuchar nuestras declaraciones. Michael llega luego de que lo llamamos; él se queda en la sala para cuidar la casa y para que nos sintamos más seguros.

TN y yo nos encerramos en la habitación con Orfeo. Ella lo sube a la cama, lo abraza más para tranquilizarse ella misma que a él; mientras que yo la rodeo a ella por detrás, paso mi brazo por su cintura y le beso la cabeza, el oído, la mejilla, el cuello, el hombro..., la beso para que recuerde que la amo, que no está sola.

—Soy tonta, Skarsgård.

—No, eres una de las personas más inteligentes que conozco... Y conozco a mucha gente.

—Pero soy tonta. Le creí a ese imbécil de John, y ¡le compré un café! Mi instinto está fallando. ¡¿Qué me pasa?!

—Eres demasiado linda para este mundo. —Le acaricio el brazo.

—¿Qué querrían encontrar en mi cámara?

—Joe vio que siempre la traías contigo, seguro pensó que habrías tomado algo comprometedor.

Dick pics tuyas ¿o qué?

—Supongo —río con ella, aunque es lo más probable.

—Y «¡sorpresa, perro!», se estaba llevando la cámara que casi no he ocupado.

Acaricio su cintura y su brazo, con mi cara hundida en su cuello. Me relaja respirar su perfume.

—Te amo —me dice con su voz cansada, adormilada.

—Te amo más —le susurro al oído al darle un beso en el lóbulo.

Orfeo debe estar en su quinto sueño, ha sido un día agitado para él también. ¿Quién diría que ese peludo blanco y negro sería un salvaje?

...

Despierto cuando siento que me lijan la nuca, la lengua rasposa de Orfeo me está bañando.

—No, espera —lo detengo al cargarlo—. ¿Dónde está tu dueña? —Me incorporo y restriego mis ojos para desperezarme, estiro los brazos al tiempo en que bostezo, entonces la llamo para saber dónde está, pero no me responde. —¿Amor?

Me levanto de la cama, toco la puerta del baño; la abro al no tener respuesta, pero tampoco la veo ahí, así que salgo de la habitación y corro por el pasillo. Después de lo de anoche, comienza a asustarme su ausencia.

—¡Bill! ¡Buenos días! —me sorprende su voz emocionada. La encuentro en la cocina con Michael, él la está ayudando a preparar hot cakes para desayunar.

—¿Sabías que Mickey sabe hacer waffles y hot cakes? Mira, me quedaron súper esponjosos con su receta.

La tranquilidad me vuelve al pecho cuando la veo, y suspiro.

—Qué bueno, corazón —digo aliviado al sentarme a la mesa.

—¿Estás bien? —Se acerca a mí y pasa sus manos por mi cabello para acomodarlo. Debo traerlo todo revuelto por cómo me levanté.

—Sí, es que... no es nada. —La abrazo por la cintura, recargando mi frente en su pecho.

—Voy a traerte tu desayuno.

Me besa la frente, entonces regresa a donde estaba para servirme hot cakes con miel y frutas; incluso los decora como si fueran un conejo, forma sus orejas con plátano, los ojos con moras y su nariz con una frambuesa. Cuando me pone el plato en frente, la miro con una sonrisa, aunque algo desconcertado, hace mucho que nadie me consentía así, me siento como un niño.

—¿No te gustó? —me pregunta preocupada—. ¿Es demasiado?, ¿te doy hot cakes normales?

—No, así está bien. Déjalos. Son muy tú.

Con ella muchas cosas no son lo que acostumbraba, a veces es muy racional, a veces muy emotiva; pero siempre es lista y dulce. Me gusta su creatividad hasta en los hot cakes. Enseguida, ella se sienta a mi lado con su plato e invita a Michael a que nos acompañe.

—Hoy Mickey está muy cansado porque no pudo dormir bien.

—Debía estar alerta de todo. No iban a sufrir otra cosa bajo mis narices. Ojalá hubiera estado aquí cuando ese tipo se metió.

—De haber sabido, no te daba el día —bromeo.

—Pero hoy tienes la noche libre para que descanses —interviene ella.

—¿Por qué?

—¡Vamos a ir a una fiesta!

—¿Es mi imaginación o estás muy emocionada por la fiesta? —le pregunto extrañado.

—Estoy muy emocionada. ¡Va a ser divertido!, van a estar todos nuestros amigos, y Guillermo prometió comida rica.

—Ok, tienes la noche libre, Michael. La señorita está planeando quedarse en el estudio hasta el amanecer —bromeo al verla tan convencida.

—Me voy a embriagar mucho... ¡No es cierto! —se ríe de mí al ver mi confusión.

—Si quieres, hazlo —la reto.

—A diferencia tuya, a mí me dan igual los retos  —me explica con un beso en la nariz.

Cuando terminamos de desayunar, le pido a Michael que me ayude a revisar los puntos que pudieron haber aprovechado John y Bobby para entrar. Su experiencia en seguridad me da una idea de lo que pudo haber pasado. Pienso informarle a Guillermo que reforzaré su casa, que tal vez ponga algunas cámaras al menos en las puertas.

Cuando volvemos a entrar, veo a TN sentada en la sala, cabizbaja. Tiene su cámara analógica en las manos como queriendo repararla. Me siento a su lado e intento ver qué le pasa.

—¿Amor?

—Se rompió. Creo que es el espejo... hasta suena —dice moviendo la cámara con suavidad. Un ruido de cristales chocando se escucha desde adentro de la cámara.

—No te preocupes, vamos a comprar otra —la consuelo; le acomodo un mechón de cabello tras su oído.

—Estúpidos paparazzi, maldito Joe, que le den por el culo.

Me siento mal por verla molesta, porque violaron nuestra privacidad y destruyeron su propiedad; pero no puedo evitar pensar que hasta maldiciendo se ve linda. La abrazo y beso su frente.

—Al menos no te hackearon —le digo al pensar en la posibilidad. Ella se separa para verme, se queda pensando en silencio.

—No tengo nada en la nube, todas mis fotografías están en un disco duro aparte... Lo único valioso son mis escritos... pero a ellos no les hubiera importado eso, ¿verdad?

—No creo. De cualquier forma deberíamos reforzar todas nuestras contraseñas.

Agacha su cabeza para recargar su frente en mi pecho con un suspiro y me rodea por el torso. Creo que esto superó su paciencia, aunque toda la noche y mañana intentó permanecer calmada. Froto su espalda mientras la abrazo.

Orfeo llega lamiéndose los bigotes después de haber comido y se pone frente a nosotros, limpiándose las patas. TN extiende la mano para hacerle caricias, que lo hacen ronronear.

—Al menos tenemos al gato más rudo de la ciudad —afirmo... la hago reír.

...

Por la tarde, Michael insiste en llevarnos e ir por nosotros a la fiesta, pero yo insisto en que se tome la noche y lo mando a descansar. Aunque TN ha estado tranquila después de la molestia con su cámara, tiene un pequeño desliz de estrés en el que comienza a esconder las cosas más importantes para ella. Lo hace bromeando, pero sé que detrás de eso, está preocupada de que alguien vuelva a entrar.

—¿Vas a meter al gato abajo del colchón?

—No, él sí sabe cuidarse, ¿verdad, Oreo? —La miro fijamente y ella lo nota. —No me veas así, me haces sentir como una loca.

Me siento en el piso junto a ella, acomodándola entre mis piernas, rodeándola con mis brazos. Quiero protegerla.

—No escondo nada, si eso crees. Ni siquiera tengo nudes.

Me divierte su comentario, no había pensado que pudiera tenerlas.

—Te voy a enviar las mías para que ya tengas —río sin bromear tanto.

—¿Cómo puedes hacerlo?

—¿Las nudes?

—No, estar tan tranquilo después de todo esto.

—Yo también tengo miedo, pero llevo mucho tiempo en esto. Estoy acostumbrado a que me sigan y me juzguen.

—Tu vida es más difícil y yo quejándome.

Le beso la cabeza y acaricio su brazo. Ella no está acostumbrada a nada de lo que nos está pasando, y no creo que sea lo que quiera para su vida. Me preocupa que ahora que tenemos una relación, la molesten hasta el punto en que se arrepienta de estar conmigo.

—Yo sólo quiero escribir y hacer fotografías con el consentimiento de las personas, como una persona decente. ¿Es mucho pedir?

—No, pero ya te dije que eres demasiado linda para este mundo... Mmh, TN... esto se va a poner peor cuando salga la película.

—Gracias por tu brutal honestidad —responde con un suspiro.

—¿Por qué no te das un baño para relajarte? Con burbujas, aceites y esas cosas.

TN me mira no muy convencida, sin embargo, acepta. Mientras toma su baño, yo me doy una ducha en el otro cuarto, pero cuando regreso, ella no ha salido, así que toco la puerta.

—¿Ya se te hicieron las manos de viejito?

—No, ya casi.

—¿Puedo entrar? Mi crema de afeitar está ahí.

—Sí.

Entro con la toalla amarrada a mi cadera y la veo dentro de la bañera, llena de espuma.

—Se nos va a hacer tarde si te quedas otra hora ahí.

—No llevo una hora... llevo menos, como cinco —bromea. Al menos la veo más relajada.

En lo que me afeito, la veo por el espejo: noto cómo cruza sus brazos sobre la orilla de la tina y recarga su cabeza en ellos para mirarme. Me giro para verla de lado y le sonrío con media cara llena de crema para afeitar.

—¡Santa!, apenas es otoño y ya estás aquí.

—Es que te portaste muy bien, te vine a adelantar tu regalo —le sigo el juego mientras me paso el rastrillo.

—Sí me porté bien, la verdad.

—Lo sé, Santa lo sabe todo. Siempre te estoy viendo, porque soy un pervertido.

TN empieza a reírse y me salpica con el agua.

—¡Oye!, pórtate bien o ya no te doy tu regalo —sonrío divertido con sus travesuras.

—¿Y qué me trajiste?

—¿Qué quieres que te dé?

—¿Qué quieres darme?

Termino de afeitarme y me pongo loción. Finalmente, me doy la vuelta para verla de frente, recargado en el lavabo, nuestra broma de Santa se pone interesante.

—Yo quiero darte, así nada más. Darte toda la noche.

Ella me ve a los ojos y se muerde el labio. Avanzo hacia ella con movimientos extraños tipo Pennywise, que la hacen carcajear; conforme más me acerco, más se hunde en la espuma. Me siento en el escalón de la bañera para quedar a su altura. Al estar ahí, me vuelve a salpicar.

—Eres una chica mala —le digo con mi voz y sonrisa del payaso.

—No, Bill, no empieces —me pide nerviosa. Creo que Penny le da más miedo del que quiere aceptar.

—¿Y si entro contigo a la bañera?

—No, ya voy a salirme. Se nos va a hacer tarde —se excusa al poner su mano en mi mejilla y acariciarme con su pulgar.

Me inclino para besar sus labios, ella abre la boca para corresponder mi beso. Toma mi rostro y se levanta un poco para sostenerme por la nuca y así pasar sus dedos por mi cabello. Me encanta cuando hace eso, me hace pensar cómo quiero llevarla a la cama. Meto mis manos al agua para tomarla por el torso y pegarla a mi cuerpo, siento sus senos desnudos presionados contra mi pecho, entonces la aprieto por la cintura y bajo mis manos por su cuerpo.

—Tenemos que irnos —dice sin separar sus labios de los míos.

—¿Y si nos quedamos?

—Es el último día que los veremos a todos juntos —se separa un par de centímetros de mi boca para decírmelo.

Siempre fui el que la invitaba a salir a las fiestas, pero esta vez la quiero convencer de quedarse conmigo; no obstante, entiendo su punto, quiere despedirse de El Autor con nuestros amigos; jamás le arrebataría eso. Le acaricio la espalda y le doy un beso más en los labios antes de soltarla. Cuando lo hago, ella se cubre el pecho con sus brazos y le alcanzo la toalla.

—Te espero afuera —digo un poco desilusionado antes de salir. Tengo meses queriendo hacerle el amor, pero siempre pasa algo. Como sea no me quejo, aunque no lo hemos concluido, siempre nos divertimos mucho... Ya me imagino cuando por fin pase...

—¿Bill? —Me giro para verla desde la puerta. Ya está de pie, envuelta con la toalla. —¿Estás enojado?

—¡No!, claro que no, corazón.

—Te amo —me dice con su hermosa cara tierna. ¡Cómo podría enojarme con ella!

—Yo te amo más... Anda, que hay que ir a esa fiesta —la animo para que se aliste tranquila.

Cuando estoy vestido, arreglo mi cabello en el otro cuarto de baño. Oreo entra a restregarse contra mis piernas, me recuerda que debemos dejarle de comer de más, por si tardamos en volver a casa; luego de servirle, me acuesto en el sofá.

—¿Ya casi? —le pregunto a TN desde donde estoy.

—¡Sí, ya voy! Ya voy, ya voy —la escucho cada vez más cerca, después de que cierra la puerta de la habitación—. ¿Me ayudas?

Se sienta a mi lado en el sofá y me pide atarle el vestido por detrás. Al ver el escote en su espalda, me dan más ganas de acariciarla. Me acomodo detrás de ella para ayudarle con el vestido. Paso mis manos por su cuerpo, le beso la espalda, el cuello, sus hombros descubiertos. Ella se levanta y la veo por completo; el vestido acentúa su cintura y le llega a medio muslo. El vuelo de la falda la hace ver adorable también.

—Estás preciosa —le digo, hipnotizado por ella.

—Gracias. —Pasa su mano por su brazo. —Tú estás tan guapo como siempre.

Se sienta en la mesa frente a mí para ponerse los zapatos altos, rojos como su ropa. Cuando se incorpora, la tomo por la cintura, atrayéndola hacia mí para que se siente en mis piernas, donde se acomoda a horcajadas, pasando sus dedos por mi camisa.

—Te ves bien de negro.

—Como mi café —le sonrío. Recorro mis manos por su torso y las bajo hasta su cadera—.¿Segura que no te quieres quedar?

—¡Ya, Bill! —ríe de mi persistencia.

—Sólo decía —sonrío con ella—, es una opción.

Pongo mis manos en sus piernas: las rozo por debajo de su vestido. Ella se inclina para besarme los labios, al tiempo en que acaricia mi pecho y cuello. Entonces llevo mis dedos hasta sus nalgas; las aprieto más hacia mi cuerpo.

—Bill... —Me excita que diga mi nombre con su respiración agitada.

—Quiero hacerte el amor —le confieso en sus labios.

Mi novia me abraza... su aroma no ayuda a que tranquilice mis ganas. No dejo de tocar su trasero y sus piernas. Ella baja sus manos por mi pecho hasta la bragueta de mi pantalón y acaricia mi entrepierna por encima de la ropa.

—¿Qué haces? —le pregunto con una sonrisa de lado, ansioso de que haga lo que ella quiera.

—Nada, sólo... ¿me detengo?

Niego de inmediato, quiero seguir sintiéndola; así que se baja de mis piernas para hincarse en el piso, entre mis pies. Me desconcierta verla así, aunque la imaginé muchas veces... La admiro mientras ella desabrocha mi pantalón y baja despacio la cremallera. Yo deslizo mi cadera hacia ella para intentar hacerle más fácil todo. Mi corazón enloquece, como si estuviera en medio de una taquicardia.

Al abrir el pantalón, lo baja un poco con mi ayuda, y palpa mi miembro por encima de los bóxers; se inclina y lo besa. Muerdo mi labio por la sensación de su boca, y acaricio su cabeza. Me está provocando una erección. Entonces, sus delicadas manos entran por la abertura de mi ropa y...

—Mi amor... —suspiro estremecido al sentir sus manos sobre mi pene por primera vez.

Nuestros ojos se encuentran, ella me sonríe mientras pasa su pulgar por el glande con suavidad. Ojalá supiera lo que piensa. TN se inclina y vuelve a besarme, pero ahora no hay tela que entorpezca la sensación de sus labios y su lengua en mi piel. Un escalofrío me recorre al sentir su respiración sobre mi entrepierna; acomodo a un lado sus cabellos suaves, que rozan conmigo. Sus besos comienzan a intensificarse cuando abre la boca y pasa su lengua por mi orificio, mientras me estimula con sus manos... Echo la cabeza hacia atrás, soltando más de un gemido. Mi pene ha ido creciendo, engrosándose entre sus manos; verla sujetándolo así me excita aun más. Quiero tomarla por la cintura y hacérselo ya. Cuando pasa su lengua por mi tronco y lo besa, sube sus manos para acariciar mi torso.

—Me... me vas a matar —le digo como puedo, entre jadeos. Apenas puedo hablar—. Quiero hacerte el amor...

Su cabello vuelve a cosquillearme y se lo acaricio. Ella levanta la cabeza y la veo a los ojos; sus labios aún están pegados a mi glande, lo sigue besando sin dejar de ver mi reacción. Aprieto sus manos y dejo salir un gemido ronco cuando su lengua se pasea con firmeza por la punta mientras me aprieta con sus labios.

No puedo más. No puedo contenerme más. Me inclino para besarla en la boca y la tomo por la cintura.

—Ven acá, ven —le digo desesperado por estar dentro de ella.

La recuesto en el sofá sin dejar de besarla, sus manos me toman por la nuca, y yo meto las mías bajo su vestido para acariciar su vulva por encima de su ropa interior, que ya está húmeda... entonces meto mis dedos por debajo para tocar su piel.

—Bill... —jadea mi nombre al mover su cadera.

—¿Fuerte y lento? —le pregunto con una sonrisa.

—Fuerte, lento, rápido, de todas las formas —me responde al besar mis labios.

Cuando pensé que no podía estar más ansioso, sus palabras me excitan más. Le beso el cuello mientras mis dedos se pasean por su vulva. Hago a un lado sus bragas y acaricio su clítoris. Ella separa las piernas, apoyando un tacón en la mesa de centro y su otra pierna sobre mí.

—¡Bill! —gime cuando la froto más fuerte. Se sostiene de mi cuello y me hace un rasguño por detrás. —Más fuerte, más. ¡Sigue! Así...

Al escucharla, meto un par de dedos en su cuerpo y la veo arquear la espalda con los labios entreabiertos, me encanta cómo lo está disfrutando. Con la palma sigo frotando su punto sensible; amo verla tan excitada al tocar... El timbre insistente de un teléfono me hace girar la cabeza.

—No, Bill, no —me suplica para que no pierda la concentración; pone sus manos en mis mejillas para que la mire a ella. La beso en los labios, pero ahora escuchamos el timbre de la casa. Alguien está en la puerta.

—¿Es en serio? —pregunto enojado.

Ese teléfono no se calla y lo voy a tener que aplastar. Ella me mira afligida, ninguno de los dos quiere detenerse, pero se escucha que aún hay alguien ahí.

—¿Están ahí? —Reconocemos la voz.

Miramos hacia la puerta sin movernos, luego a nosotros mismos. Ella toma mi mano con un suspiro para detenerme, y la quita de su cuerpo para bajarse la falda del vestido. Yo la miro con pesar mientras se incorpora y se acomoda la ropa.

—Amor —la llamo. La tomo de la mano y la abrazo por la cintura. Ella me besa la frente, al pasar sus dedos entre mis cabellos para acomodarlos.

—Te amo —me dice, lo que me provoca una sonrisa. Luego da un paso hacia la puerta, pero yo tengo que salir de aquí. —¿A dónde vas?

—A acomodar esto —le explico señalándole mi erección.

Ella se muerde el labio y hace una expresión lastimosa con un quejido.

—Bueno, ve.

Corro a la habitación y espero en el baño a que esto se tranquilice. No pienso quitarme las ganas yo solo; esta noche estaremos juntos. Veo mis dedos llenos de ella... los acerco a mi boca... quiero probarla...

—¿Bill? —me detengo cuando escucho su voz afuera de la puerta, así que me lavo rápidamente las manos. Tendré que probar directo del cáliz después. Por la urgencia en su tono, salgo abrochándome el pantalón y subiéndome el cierre.

—¿Qué pasó?

—Es Guillermo. Está en el jardín trasero. Se enteró de lo de anoche y vino a ver cómo estamos, está revisando cómo entraron a la casa. Le dije que tú estabas viendo eso, y que le querías contar.

—¿Cómo se enteró?

—Le envié un mensaje a Kelly anoche para que estuviera alerta, tal vez ella le dijo.

Nos unimos a Guillermo en el patio, donde lo veo revisando la casa. Le comento lo que Michael dijo al respecto, sobre la altitud de las bardas y el punto ciego que conecta con la calle, además le explico lo de las cámaras que planeo instalar.

—Ponlas si los hace sentir más seguros. Yo no uso esta casa más que cuando quiero trabajar solo. Nunca me preocupó que alguien fuera a meterse... Una vez más pongo a mi gente en riesgo, ¿verdad? —dice al ver a TN. Ella lo abraza.

—Tú nunca harías eso.

—Ya vi que están listos para la fiesta, van a llegar tarde. Pensé que ya no los iba a encontrar por aquí, los estuve llamando. Casi me iba cuando me abriste la puerta.

—¿Por qué no usaste tu llave? —lo cuestiona TN.

—Porque no vivo aquí, no voy a allanar.

—No es allanamiento cuando es tu propia casa.

—Oye, qué tal que entro y veo algo que no quería ver.

—Qué bueno que no entraste entonces —intervengo yo con una sonrisa de lado al pensar en lo que hacíamos en la sala.

Guillermo me ve con el entrecejo fruncido y siento que TN me da una palmada en la espalda.

—¡Ja! Qué gracioso eres, Bill. ¡Qué gracioso es!, ¿verdad?... —dice TN con una risa fingida—. Bueno, ya vámonos de aquí, hay que llegar a la fiesta.

Tomo mi chaqueta y salgo con TN, detrás del director. Él se va en su auto y lo seguimos hasta el estudio en el nuestro.

—Tengo un plan —se me ocurre en el camino—. Cuando todos estén muy distraídos, nos metemos al camerino y lo hacemos.

—Yo creo que no.

—¿Por qué?, ¿ya no tienes ganas?

—No es eso, Bill. Es que siempre pasa algo, y seguro ahí también nos interrumpirían. Tal vez es señal de que no debe pasar.

—Es broma, ¿verdad?

—No, es en serio —dice sin expresión; me asusta lo determinada que se ve.

—TN, ¿por qué?

—¡Tu cara! —comienza a reírse—. ¿Te asusté? —Se lleva las manos a la boca. —Perdón, amor... —se disculpa, besando mi mejilla—. Va a pasar y lo vamos a disfrutar mucho.

—Esa broma fue muy pesada... con esas cosas no se juega —finjo indignación.

—Lo sé. Es como si quien estuviera escribiendo nuestra vida quisiera llevar al límite nuestra tensión sexual.

—Es un ser malévolo —me quejo con un tono exagerado; entonces le tomo la mano, llevándola a mis labios sin quitar la vista del camino.

...

Cuando llegamos al estudio, nos estacionamos a un lado de Guillermo y entramos con él. Vemos muchas caras conocidas, que comenzamos a saludar. Hay varias personas a las que TN nunca les habló, porque no coincidía con ellos en el estudio, así que sólo les sonríe; pero yo hablé con todos al menos una vez, por lo que me saludan como si fuéramos amigos.

—Don popular —me susurra cuando nos sentamos en una de las mesas.

—¿Qué te digo? Todos me aman —bromeo con un gesto de galán.

—Me recordaste al idiota que creí que eras cuando te conocí.

—¿Creíste que era un idiota? —exclamo sorprendido.

—Más bien, un escandaloso al que le gusta llamar la atención.

—¡Ah! Eso sí —acepto.

—Pero igual te adoro.

Conforme pasa el tiempo, más gente llega y nuestros amigos comienzan a unírsenos. A un lado de las mesas, se organiza el buffet, del que TN y yo elegimos cosas diferentes para después recomendarnos lo mejor mientras compartimos.

En lo que ella platica con Jane, me levanto para traernos tragos de la barra; ahí espero nuestras copas, hasta que siento que alguien me da una palmada en el brazo.

—¿Divertido?

—¡Freyja!, ¿qué haces aquí?

—Ay, «bienvenida, Freyja», «¿quieres un trago?». Gracias, Bill, sí, si no es molestia.

—Perdona, no esperaba verte por aquí.

Pido una copa para mi manager y nos sentamos en la barra a beberla.

—Guillermo me invitó, ya que tú no lo hiciste. —La miro apenado. —¿Qué tal te va con Michael?, ¿buena elección o qué?

—Buena elección. Al principio TN no quería, pero ya le tomó cariño.

—Es un grandote bonachón. Supuse que era buena opción para ella... Te estás esforzando en esta relación.

—Lo sé.

—Espero que ella no sea como Nat. Esa mujer nada más se estaba colgando de ti.

—Ya, Freyja.

—Es la verdad. Pero eres muy blandito, no te querías dar cuenta. Hasta tus hermanos notaron su egolatría. Eso sí, debo admitir que la mujer te mantuvo visible cuando te escondías —se burla—, subiendo fotos de ti, todo obligado —vuelve a carcajearse—, como esa vez que te aplicó el photoshop.

—Ya, Freyja. No me lo recuerdes —le pido incómodo de cómo sigue riéndose de eso cada que puede. Se detiene hasta que se le acaba el aire; de pronto vuelve a hablar.

—Es linda —agrega luego de mi silencio; miro hacia donde está fijando sus ojos: TN—, aunque es igual que tú. Ojalá le gustara soltar algo de su vida privada... Y sus seguidores son muy diferentes a los tuyos. Creo que eso es bueno, te lleva a otros públicos.

—No estoy con ella por eso, Freyja.

—Ya sé, pero es mi trabajo ver esas perspectivas.

—¿Recuerdas lo que te pedí hace tiempo, lo del lugar...?

—Sí, ¿quieres que lo reserve? —Yo asiento, es justo lo que necesitamos. —Ok, envíame las fechas.

—Que sea lo más pronto posible... Oye, ¿has sabido algo del caso de Joe?

—Mis contactos me dijeron que el tipo que se metió a su casa ya declaró, es probable que eso baste para que juzguen a Joe como a cualquiera. Son acusaciones fuertes.

—Eso espero, y que no vuelva a meterse con nosotros ni con nadie.

—Mírate, todo un defensor de la justicia. Quién te viera...

—¡Hola, Bill! —Kelly nos interrumpe entusiasmada para pedir tragos—. Hola, soy Kelly —se presenta con Freyja antes de que yo pueda decir algo.

—Ya sé quién eres, eres una de las actrices más populares entre los jóvenes, ganadora de premios elegidos por la audiencia. El 78% de tus seguidores en redes sociales interactúan contigo, es un número elevado; las marcas te buscan como embajadora porque cada que publicas algo, tienes en promedio 2m de likes en Instagram... Yo soy Freyja, su manager —finaliza señalándome.

—Wow —Kelly la mira, impresionada por el encuentro.

—Discúlpala, suele hacer eso.

—No, está bien. Me agrada. ¿Sabes más de porcentajes y estadísticas?

—Sí, mucho. Me ayudan a resolver asuntos de mis representados. Por ejemplo, él tiene un 75% de aprobación como Pennywise entre los lectores del libro. Y un 80% entre los lectores de El Autor. Su rentabilidad ha subido en los últimos meses, lo que lo coloca como el segundo actor más exitoso de nuestro país, precedido por su padre, y en el mismo puesto que su hermano.

—¿Cómo sabes todo eso? —le pregunto extrañado.

—Encuestas dirigidas por mi equipo. Ya te lo había dicho. Cuánta atención me pones.

—¡Es genial! —exclama Kelly—. ¿Quieres tomar algo mientras me cuentas más?

—Claro, ¿por qué no? —le responde Freyja con una sonrisa.

Las dos se alejan de mí, dejándome parado con dos copas en las manos; me encojo de hombros, al parecer se llevarán bien. Regreso con TN para sorprenderla por detrás, pero alcanzo a escucharla cuando me voy acercando.

—Jane, no puedo escribir eso en tan poco tiempo.

—¿Escribir qué? —inquiero al sentarme a su lado.

—Escenas de terror.

—Vamos a escribir otro guión juntas —explica Jane.

—¡Qué bien! Eso es perfecto para ti, amor.

—Pusieron muchos límites de tiempo, no sé si pueda hacerlo.

TN es muy perfeccionista con las palabras que usa en cada oración. Creo que le preocupa que tener esos límites pueda ser contraproducente en su creatividad.

—Yo creo que puedes lograrlo —le aseguro—. Jane es buena mentora en esto.

—¿Cuándo te he dejado sin apoyo, bebé? —le dice Jane.

—Ok —suspira con los ojos cerrados—... creo que puedo con esto —acepta después de pensarlo.

—¡Sí! —celebra su amiga, abrazándola.

Amo ver a TN feliz y apoyada. La amo a ella, amo ver cómo hace lo que más disfruta y el éxito que tiene en ello.

—TN, ¿me permites un momento? —Guillermo le toca el hombro y se la lleva después. Pero a los dos minutos, regresa y toma mi mano.

—Ahora venimos, Jane —TN se disculpa mientras me jala para que la siga.

—No tienen que decirme qué van a hacer... Aunque sin ser morbosa, ¿qué van a hacer?

—Nada de lo que piensas —sonríe ella llevándome por los pasillos.

—¿Vamos a seguir mi plan? —le pregunto al abrazarla por detrás.

—¿Qué plan? —la voz del director aparece antes que él por la puerta de la cabina de grabación.

—Nada, no le hagas caso —responde ella para salvarme de la pena—. Entonces... Bill, ¿te ha llegado algo de George?

—La última vez que revisé, no. Déjenme ver. —Tomo mi teléfono, pero veo que ya no enciende. —No tengo batería.

TN me da el suyo para que pueda entrar a mi correo y en efecto, un nuevo mensaje de George está ahí.

—Oh, el niño prodigio se dignó a enviar algo —canto victoria demasiado pronto, pues cuando leo el correo... definitivamente no es lo que esperaba.

—¿Qué pasa?

—«Disfruta la canción que le escribí a tu novia. Saludos, George». ¿Es en serio? —Despego la mirada del teléfono para ver a TN y le muestro el mensaje. Ella no dice nada, sólo noto el desconcierto en su expresión.

—Esa debe ser la canción extra que envió —interviene Guillermo—. Me mandó el link de cuatro archivos, y no conozco el último: «Hertfordshire».

—A mí no me envió más que uno. Debe ser esa... —Miro hacia el techo con una mueca, enojado por su actitud. Me cruzo de brazos. Veo que mi novia está recargada en uno de los muebles, sin decir nada, pensativa.

—Yo ya las escuché. Los dejo para que las revisen. Ya están cargadas, sólo aprieten aquí y ahí están los audífonos. La verdad, son muy buenas —asegura antes de irse para dejarnos solos.

TN me mira apenada, como si hubiera sido su culpa que George hiciera esto. Me siento en una de las sillas, ella duda en hacer lo mismo, así que la tomo de la mano y la atraigo para abrazarla por la cintura.

—Te saltó.

—Ya me di cuenta.

Él debió enviarme todo a mí, pero en lugar de eso, sólo se burló y me saltó. Quiso humillarme como piensa que yo lo humillé a él.

—Vamos a oír esto —le digo a TN para terminar con esto de una vez. Cuando se sienta en la otra silla, los dos nos ponemos los audífonos—. ¿Lista? —Ella asiente, y presiono el play.

La música comienza a sonar. Escuchamos aquella primera canción que él envió para ser parte de la película; tiene ligeros cambios, se escucha más antigua, parece que agregó instrumentos de viento. Luego, las siguientes dos son las que escribió TN.

—La letra es hermosa —le sonrío mientras le tomo las manos. Creo que ella alcanza a oír lo que digo porque me sonríe también, acariciándome.

George hizo un excelente trabajo, aunque me pese admitirlo. Su música hace perfecta armonía con las palabras de TN, eso me da algo de celos; es algo que no podría tener con ella... a menos que yo fuera músico prodigio como él, y eso es poco probable. Tal vez en otra vida.

Finalmente, la canción que me envió... su voz cantándole a ella lo mucho que la amó, todos los sueños que tenía sobre pasar su vida con ella, y la primera vez que la besó bajo la luna en medio del bosque, «al huir del daño que otro te hizo, pero ahora estás con él», odio cuando menciona que le hizo el amor y se sintió completo a su lado... Ruedo los ojos otra vez con la cabeza gacha para que ella no me vea. Sin embargo, TN aprieta mis manos y las lleva hacia ella, como abrazándolas. Levanto la cabeza: su mirada me recuerda que aunque no pueda cantarle así, lo nuestro es fuerte, a pesar de lo que él y su canción digan. Yo la amo. La canción termina, y los dos nos quitamos los audífonos. Ella lleva mi mano a su pecho para que sienta su corazón.

—Creo que encontré al hombre que amo.

La miro a los ojos cuando se levanta para besar mis labios. Acaricia mis mejillas con sus pulgares, al mismo tiempo en que siento su respiración en mi piel.

—Te amo —le digo a milímetros de su boca—. Ojalá yo pudiera cantarte así.

—No digas eso.

—Es que me excita su voz —bromeo para darle menos importancia a esto, y verla reír, aunque algo desconcertada.

—¡Skarsgård! —me reclama entre risas, con una palmada en el brazo.

—Perdón, es que esa voz excita a cualquiera.

—No... a mí me excitas tú —me contesta; la veo fijamente, sorprendido por lo que dijo. Sonrío y la tomo por la cintura para que se siente en mis piernas.

—Te tengo una sorpresa. Pero voy a tener que llevarte a mi camerino.

—¿Eso es parte de tu plan?

—Sí.

Caminamos a mi camerino, entre el bullicio de la fiesta y cierro la puerta tras de mí.

—Quiero enseñarte algo... Pero necesitamos terminar la última parte.

—No te entiendo. ¿De qué hablas?

—De esto —le señalo el rompecabezas casi terminado en la mesa.

—¿En serio, Skarsgård?, ¿me vas a poner a armar esto ahora?... Bueno, si es tan importante para ti —acepta, sentándose en el piso, y yo junto a ella. Le acomodo el cabello tras su oído, para darle después un beso en el cuello—. Va a ser difícil si me distraes con tus besos.

—Es nivel legendario. Ganas más puntos si lo resuelves así —bromeo.

—Pero ya sé qué es. Es una cabaña en el bosque...

—Sí, pero debes terminar la mejor parte.

Ella me mira extrañada; no obstante, colocamos juntos las últimas piezas. Al terminar, ella examina la imagen.

—¡Es lindo! Ojalá pudiera entrar ahí.

—Si pudieras, ¿me llevarías?

—Obvio, tonto.

—Esto va a ser muy raro, pero ven... —Me acuesto en el piso y le pido que haga lo mismo, así nos asomamos debajo de la mesa de cristal, desde donde se puede ver el reverso del rompecabezas...

—¡Bill! —Gira su cuello para verme después de leer el mensaje.

—«Cabaña en el bosque conmigo, ¿quieres?»

—Nunca se te olvidó que es mi sueño.

—No.

—Pero llevamos mucho armando esta cosa. ¿Desde cuando lo planeaste?

—Desde que te lo di, o un poco antes.

—Pero yo estaba con George.

—Lo sé, si no tenía oportunidad, no te enseñaría el reverso —le explico riéndome de lo tonto que suena mi plan.

—Con razón no confiaba en ti el pobre hombre.

—Mientras tú confíes en mí, él no me importa en lo más mínimo.

Nos incorporamos y le repito la pregunta.

—Cabaña en el bosque conmigo...

—¡Sí, obviamente sí! —exclama lanzándose a mis brazos.

Pasamos el resto de la noche con nuestros compañeros, bailamos juntos y con los demás. Ella bebe un par de cocteles, mientras que yo bebo más que eso; creo que tendré que llamar a Michael para que venga por nosotros.

Por la madrugada, me divierto cantando algunas canciones de hip-hop con Matt, pues además de congeniar en pantalla, hacemos buenos duetos musicales; si no fuera tan engreído, seguro sería de mis mejores amigos.

Busco a TN con la mirada y ella me saluda desde su lugar con Jane; no me di cuenta de cuándo nos empezaron a rodear a Matt y a mí. TN va a hacer muchas bromas al respecto.

Regreso con ella, cansado, con la frente sudada y me seco con una servilleta. Me siento a su lado, recargándome en ella.

—El showman está en su medio tiempo —bromea.

—Ya sabía que ibas a decir algo —reímos. Me acaricia la mejilla y me da su trago cuando me ve sediento.

—Ya no quiero, tómatelo.

—Esto no tiene alcohol, TN.

—Por eso te lo di —se mofa de mí. Creo que es su forma de decirme que ya tomé demasiado.

La música cambia a electrónica y la tomo de las manos para llevarla a bailar. Al principio niega con la cabeza, pero enseguida se levanta y me sigue con una sonrisa. Es la última noche que pasamos como compañeros de El Autor, al menos hasta que el estreno vuelva a reunirnos a todos.


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No es por hacer spoiler, pero les aseguro que no se van a querer perder el próximo capítulo. Por cierto, pueden putearme por interrumpirlos... de nuevo 😑 En mi defensa, todo tiene una razón.
Muchas gracias por votar y comentar, soy muy afortunada de que me acompañen en esto 💖💜 Me hace muy feliz saber que les gusta esta historia. Son las mejores

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