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2. Audición 🎭

Llegó el momento. En la sala preparada para las audiciones, el director de casting, Ed, organiza los últimos detalles; mientras Joe (a.k.a. «el productor lúgubre») y Ann, productora ejecutiva en nombre de los estudios de cine, platican entre ellos. Yo me acomodo al lado de Guillermo, que en cuanto se sienta, revisa nuevamente las listas, expedientes y fotografías de los actores y actrices que ya seleccionó previamente Ed. Alcanzo a ver cómo se detiene a leer el currículum de Bill, en el que reconozco su fotografía.

Como en esta sesión se elegirán los roles principales, Guillermo y los productores quisieron estar presentes para así acelerar el proceso de decisión. El director me comparte de sus carpetas para que pueda ojearlas también, al mismo tiempo en que me asegura:
—Creo que te van a gustar mis consentidos, vas a ver.

Ed hace pasar a una actriz rubia de ojos azules. Es preciosa, pero definitivamente no es mi Eco, la protagonista de mi historia; la mujer recita sus líneas como si fueran un poema en el teatro. Miro cómo Joe asiente convencido; pero afortunadamente, Guillermo raya en su cuaderno un «Nope». No obstante, todos le agradecemos.

Enseguida llaman a la siguiente actriz, después a otra y luego a otra. Eco no aparece. Finalmente, una mujer castaña, de piel morena y llena de energía nos saluda emocionada. Al parecer ella es una recomendación del propio Joe.

—¡Hola! Soy Kelly y vengo a interpretar a Eco para ustedes. Me encanta el personaje, creo que es una mujer muy fuerte y me llenaría el corazón poder darle vida —Kelly no deja de hablar por un rato, ama su propia voz. Creo que encontramos a Eco.

—Muy bien, Kelly. Gracias, ¿puedes interpretar la escena en la que Eco sale de entre la niebla?

—Ok, una escena sin diálogo. Un reto, perfecto.

Eco nace de las palabras del Autor, su creador, por lo que en muchas de sus primeras apariciones, ella sólo repite lo que éste ha predicho. Es entonces, una escena muy sensorial y visual, me imagino que es algo difícil de interpretar, sobre todo para alguien tan habladora como Kelly. Sin embargo, verla es como un haiku, es sencillamente compleja. Todos la observamos como si se tratara de una pintura en movimiento, es perfecta.

—Dime que sí, por favor —le susurro a Guillermo, a lo que él sólo asiente.

El protocolo dicta que debemos afirmar que nosotros la consideraremos, pero en el fondo sabemos que el papel ya es suyo. Antes de que pasen los actores para el Autor, nos tomamos cinco minutos para comer galletas e ir al baño. Al salir al pasillo donde está el coffee break, veo a Bill a lo lejos, está escribiendo algo en su libreto... La forma en que toma la pluma... ¡Es que es él!, esto es una pérdida de tiempo. Cuando noto que está por voltear hacia donde estoy, me escondo en la columna de enfrente, y choco con Guillermo que está sirviéndose galletas y botanas en su plato.

—¡Calma! Todavía dejé unas cuantas, no hay por qué pelear por ellas —dice entre risas.

—Perdón, a veces soy muy estúpida. —Él suelta la risotada con mi respuesta.

—No te preocupes, mientras no tires mis decorados, puedes tirarme a mí... No es cierto, no me tires, porque luego no me voy a poder levantar, ¡ja! —¿Qué hice para merecer la gentileza de este genio?

Entro al baño para despejarme de mi torpeza, pero cuando salgo ya todos han regresado a la sala de audiciones. ¿Es en serio? Me topo con un hombre en la entrada: es un pelirrojo muy atractivo que se extraña al verme cerca de la misma habitación que él. Abre la puerta, mas cuando ve que estoy por entrar también, no puede quedarse callado:

—¿Qué quieres, niña? Tengo que trabajar—el hombre sonríe de lado: su desdén despierta mi acidez.

—Disculpe, señor. Yo sólo vine a jugar —le respondo con una voz más aguda que la que tengo normalmente y avanzo con saltitos hacia mi lugar, al lado de Guillermo, quien intenta contener su risa. Al ocupar mi asiento y sacar mis notas, el pelirrojo se desconcierta. Guillermo quiere aprovechar la situación para ver qué hace.

—Hola, bienvenido. Vamos a iniciar con tu audición. Soy Guillermo, el director, acá tenemos a la producción, él es Ed, nuestro director de casting y ella es TN, guionista, autora y consultora. —La cabeza del actor se convierte en una bola de fuego, estoy segura de que arde de vergüenza o de coraje por la broma que le hice.

—Disculpa... por el comentario, no sabía quién eras —me explica.

—¿Eso debía cambiar algo? No sabía que para ser amable con alguien, era obligatorio saber su origen y cargo. ¿Por qué no me dijeron? ¡Debo haber parecido una idiota! ¿Tú sabías, Guillermo?

—No, me perdí el comunicado. ¿Ustedes? —Todos niegan, excepto Joe, que sólo se queda observando la situación. —En fin, sigamos con tu audición. A TN no le importan tus groserías. —Yo me encojo de hombros para mostrarle que me da igual todo, aunque sí me haya hecho enojar.

El director del casting le pide que haga la escena en la que el Autor ve a Eco por primera vez fuera del libro que ha escrito. Obviamente, lo hace pésimo, pues no ha sido capaz de recuperarse del bochorno de hace un par de minutos. Tomo la pluma y escribo en las notas de Guillermo: «Súper NOPE». Él lo subraya y me sonríe en complicidad. Todos le agradecen al pelirrojo antes de despedirlo, pero éste no se atreve a ver a nadie a los ojos.

—El siguiente es mi recomendado. Pónganle atención —expone Guillermo. Después de unos segundos, Bill entra a la sala; no puedo evitar sorprenderme como cuando lo vi concentrado en su libreto.

—Buen día, soy Bill Skarsgård. —Él recorre con los ojos el cuarto para examinar a su público-jurado; se detiene cuando me ve ahí sentada y me cuestiona con la mirada, entrecerrándola. Agito mi mano tímidamente para saludarlo. Él hace lo mismo. Guillermo lo nota y me voltea a ver. De hecho, todos lo notan.

—Buen día, Bill. Yo soy Ed, director del casting. Ann, productora ejecutiva, Joe, productor, TN, guionista y autora, y él es Guillermo, director, productor y mentor de todos los presentes. Antes de comenzar con tu audición, quisiera preguntarte si conoces a TN.

Bill y yo negamos al mismo tiempo.

—Bueno, nos acabamos de conocer —le explico a Ed—. Nos vimos afuera, en el vestíbulo. Pero yo no dije nada, no sabía si podía hacerlo.

—No es que esté prohibido dar consejos a los actores, solamente pregunto para tener una idea de qué tan influida está su interpretación.

—Cero por ciento influida. De hecho él me aconsejó sobre cómo audicionar para ser Eco. —Bill se ríe de lo que hizo, ahora que lo sabe debe ser curioso para él cómo aconsejó a la que creó el personaje.

—Está bien, sólo era para saber. Entonces, vamos a empezar. Bill, ¿puedes interpretar la escena en la que el Autor describe su obra y a Eco frente a su amigo Henry?

Bill asiente y enseguida comienza a representar al Autor. Todos lo miramos con atención. De repente él empieza a hablarle a Guillermo como si éste fuera Henry, el personaje.

—Es que es perfecta, Henry. Es la mejor creación que he hecho, cada palabra que gasto en ella está escrita con todo el sentido. Nada sobra y nada falta, cada letra, cada trazo, cada gota de tinta... —Veo que espera alguna respuesta y le doy a Guillermo el libreto con la línea exacta.

—¡Cuánta vanidad! Te enamoraste de tu propia voz. Y cuando tu obra se rebele ante tus deseos y tenga la suya propia, ¿qué?, ¿la vas a quemar?

—¡No!, significará que habré creado algo completo y la amaré más. Será mi novela cumbre, ya verás.

—Fredderick, si pusieras la mitad de pasión que tienes por estas páginas, en un trabajo de verdad, seguro no tendrías un pie en la calle.

Bill sonríe de lado y su expresión se oscurece cuadro por cuadro. Es como ver al Autor que tuve en mi cabeza por tanto tiempo y siento que la piel de mis brazos se eriza. Ed le agradece su actuación, pero le pide lo mismo que a todos los demás.

—Excelente, Bill. Ahora puedes demostrarnos cómo sería aquella escena en la que el Autor ve por primera vez a Eco.

Bill mueve ligeramente la cabeza para decir que sí, y al siguiente segundo, ya es el Autor otra vez. Me doy cuenta de que Guillermo hace notas en su cuaderno, ideas que se le ocurren al ver a Bill actuar; me distraigo en ello, hasta que escucho el «Eres tú» en voz de Bill y subo la mirada para encontrarme con él, que cruza la habitación caminando hacia mí. Me contempla como si nunca me hubiera visto, pero siempre hubiera querido conocerme. Es tan raro, yo no soy actriz, así que en lugar de meterme en el papel de Eco, niego ligeramente con la cabeza para que se aleje de mí. Sin embargo, no quiero que mi falta de talento histriónico lo distraiga, así que intento mantenerme seria y me concentro en sus ojos. Bill se inclina sobre su rodilla para estar a la altura del escritorio, mientras toma mi mano, que se ve tan pequeña entre las de él.

—Me alegra conocerte otra vez, reconocerte.

Nuestros ojos están fijos sobre el otro y siento escalofríos. Sus gestos, su voz, todo se transforma en matices de emociones ajenas a su vida cotidiana. Es impresionante el trabajo de los actores. Pronto, la voz de Ed interrumpe la quietud que hay entre los dos.

—Me encanta lo que haces, ¡me encanta lo que estás haciendo con el personaje! —Es la primera vez que veo a nuestro director de casting tan emocionado. Volteo para ver a Bill y sonreírle, pues es evidente que obtuvo el papel. Pero al tener sus ojos frente a mí de nuevo, nos damos cuenta de que él sigue apretando mi mano. Nos soltamos rápidamente, riendo de vergüenza.

—¡Muchas gracias! Qué bueno que les haya gustado.

Todos están satisfechos, incluso creo que puedo distinguir algo de vida en la expresión de Joe.

—Te agradezco tu presencia, Bill. Para terminar, ¿podrías decirnos por qué te interesa este papel? ¿Qué crees que te ofrece como actor y qué nos ofreces tú? —Guillermo lo interroga, me parece que aunque ya ha tomado la decisión de incluir a Bill, quiere asegurarse de que no se equivoca y de que al actor también le conviene: beneficio mutuo, el mejor de los compromisos.

—Eh, bueno. Primero... primero, me interesa el papel porque he estado esperando la oportunidad de trabajar con usted, señor. Yo he dado vida a seres oscuros, bestias fantásticas, pero... pero también a personas más «realistas» que sufren... y esta historia tiene ambas cosas. Creo, creo que es muy interesante lo que ha hecho con el género fantástico, cómo a partir de él... explora el mundo, como, como una forma de comprenderlo.

Guillermo y yo quedamos muy felices con su respuesta. Y al ver a los demás, me parece que también lo están. Es curioso cómo Bill puede ser muy intenso al actuar, pero al contestar las preguntas del director, no lo es tanto.

—Muy bien, Bill. Nosotros te llamamos a ti y a tu agente. Gracias por venir. —Ed le da la mano y le abre la puerta. Bill voltea a vernos para despedirse con una sonrisa, agradeciendo antes de salir; levanta la mano para darme un adiós que le respondo feliz porque interpretó a mi Autor. Cuando Ed regresa a su lugar, todos comienzan a hablar sobre Bill.

—Eso estuvo muy bien, ¿no?

—No está mal —señala Joe con todo el entusiasmo que le caracteriza en su acento británico.

—Además tiene una belleza no tan canónica. Digo, es muy guapo y al mismo tiempo lo comparan con Buscemi —Ann bromea y, por primera vez, Joe se ríe abiertamente.

—Perdón, es que... sí, bueno —musita el productor intentando mantener el decoro. La verdad todos reímos un poco.

—¡Les dije!, por algo me lo recomendaron y yo lo aprobé. ¿Tú qué dices? —me cuestiona Guillermo, picándome el brazo con su dedo.

—Buscemi tiene un no sé qué... Yo... veo al Autor en Bill. Será difícil encontrar a alguien mejor que él.

Tácitamente la decisión está tomada, pero Ed hace pasar a otros actores, que observamos con atención, mas ninguno nos hace cambiar de parecer; a algunos los imagino en otro papel. Ha sido un día largo y cansado, así que al terminar la última audición, se ha decidido que Ed continuaría con el casting para los demás personajes y le pasaría sus notas a Guillermo y los productores.

...

—¿En serio no le diste consejos? —me pregunta el director cuando me lleva a la casa que me prestó para vivir mientras estoy aquí en L.A. Yo lo miro confundida sin saber a qué se refiere... hasta que pienso en Bill.

—No.

—Lo hizo muy bien, como si el papel hubiera sido hecho a su medida.

—Es un buen actor —sonrío con la esperanza de que deje de indagar. Guillermo es un hombre muy inteligente, pero no quiero que sepa más. No quiero que elijan a Bill porque lo usé de inspiración. Quiero que lo elijan por su talento. No necesita de mí. Además, me avergüenza que alguien lo sepa.

—Sí, es muy bueno. Polifacético. Y... muy guapo.

—¿Ah, sí? —Los dos reímos cuando volteo a verlo. —Eres un troll. Déjame en paz.

Bajo del auto luego de despedirme y agradecerle con un abrazo todo lo que ha hecho por mí. Ha sido difícil estar sola en una ciudad desconocida; pero cuando suena el timbre y me encuentro con Jane y Miguel, hambrientos de chisme y sushi, me acuerdo de lo que viví hoy. Pienso que ella se decepcionará y él se alegrará, cuando les diga que Ryan Gosling ni siquiera estuvo ahí.

—De seguro está haciendo una comedia romántica —se mofa Miguel.

—¡Cállate!, Ryan bebé es polifacético. Pero... entonces ¿quién crees que se quede, TN?

—Mmh... Bill Skarsgård.

—¡No mames!, ¿el de IT?

—¿Qué?... Jamás se me habría ocurrido.

—Pero no digan nada, todavía no es oficial —les advierto señalándolos con el índice. Los dos niegan.

—Creo que es un buen elemento. Se parece a Buscemi —la broma involuntaria de Miguel me mata de risa.

—¡¿Por qué todos dicen eso?! O sea, sí, un poquito pero...

—¡Es en serio! Además se le va el ojo a pasear.

—¡No puede ser, cállate, Miguel! ¿Por qué eres así?—Jane y yo seguimos riendo con Miguel, hasta que nos duele la barriga. Suspiramos y ella retoma la conversación.

—Pues yo sí le daba hasta para llevar. Está bien sabroso.

—¡Jane!— Abro la boca muy sorprendida de su comentario y empiezo a reír otra vez con ellos.

Miguel y Jane están muy locos, en especial ella. Qué bueno que no estuvieron en las audiciones, habría sido su burla por cómo choqué con Guillermo o le negaba a Bill para que se alejara de mí... Si supieran... ¡qué vergüenza!

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