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19. Estoy contigo 💜

Nuevamente despierto con las palabras de Kelly. Ayer en la tarde tuvo un episodio de ansiedad y los médicos tuvieron que darle un calmante, por lo que apenas me toca el brazo, despierto alarmada por ella.

—¿Qué pasó?, ¿estás bien?

—Sí. ¿Dónde está mamá?

—Fue a almorzar algo. Ya no ha de tardar.

—Ayer... ¿quién vino a verme?... Oí voces afuera.

—Sí, pero no entraron. Era Guillermo... con Bill y Joe. —Ella suspira preocupada.

—¿Sabes si han investigado algo?

—Sí, encontraron piel de alguien en tus uñas. Parece que no lo dejaste irse limpio —le sonrío orgullosa de ella.

—¿Cómo está Bill?

—Bien... Lo interrogaron anoche y le pidieron muestras.

—Tengo mucho que decirle.

—¿Quieres que le diga algo?, ¿quieres que lo llame?

—Le prometí que no te diría nada, pero me preocupa que eso le dé problemas.

—¿A qué te refieres, Kelly?

—La noche que me atacaron, estuve con él. Estuvimos a punto de... tener relaciones.

—Lo sé, me lo dijo.

—Pero él no quiso seguir. Se fue. Me di un baño, me lavé los dientes y me vestí... era una pijama amarilla con osos panda —sonríe, pero sus ojos se empiezan a llenar de lágrimas, que se limpia con el dorso de su mano. La tomo de las manos fuertemente—. Alguien tocó la puerta, pensé que era Bill, que había regresado, y abrí sin preguntar. Pero no era Bill, era él. Desde hace años, estuve aguantándolo, porque me dio mi primera oportunidad en una película importante. Le aguanté sus palabras, sus abrazos, sus comentarios incómodos, sus toqueteos en la cara y mi cintura, porque nunca pensé que me haría lo que hizo esa noche. Desde que se me insinuó hace unas semanas en el plató, todo fue escalando... —Entiendo de quién habla y ahora comprendo tantas cosas. —Joe entró así nada más y me preguntó qué había estado haciendo con Bill. Me dijo que era una puta, una zorra, y que no valía lo que él pensaba, que me había manchado por estar con Bill. Le grité que él no es el dueño de mi vida y que yo podía estar con quien quisiera. No sé cómo se enteró, TN, pero me respondió: «incluso con tus mujeres, ¿verdad? Eres una promiscua. Te voy a enseñar». Se me fue encima, me quitó la ropa, pero no dejé de golpearlo lo más que pude. Lo pateé en las bolas y se alejó adolorido, entonces le grité: «¡por eso amo a las mujeres, somos más fuertes que tú!». Incluso en ese momento no lo golpeé como debí, porque se volvió a acercar y me hizo estos golpes, mientras me decía que no regresara al plató, que si decía algo, me iba a arruinar... Y ya no recuerdo mucho... todo se nubló hasta que me encontraste.

—Kelly... —La abrazo; ella deja salir sus lágrimas.

—Me alegra saber que al menos no me hizo más.

—Ese maldito imbécil. No lo voy a dejar salirse con la suya.

—¡No puedes decir nada! Me va a quitar todo lo que tengo, todo lo que he hecho. Me va a quitar a Eco.

—Eco es tuya, yo te la di. Y tú la ganaste sola. Todo lo que has hecho, no se lo debes a nadie, más que a tu talento, a tu esfuerzo.

Kelly me mira sin dejar de llorar y yo la vuelvo a abrazar.

—Estoy contigo. No te voy a dejar sola, sin importar cualquiera que sea tu decisión.

—Dile a Bill que siento haberlo arrastrado conmigo en esto.

—No es tu culpa, él también está preocupado por ti. Lo más importante es que te recuperes.

Abrazo a Kelly por un largo rato hasta que se tranquiliza y ya no hay rastros de lágrimas. Admiro su fortaleza y su entusiasmo por la vida. Es Eco.

...

Después de dejar a Kelly con su madre, regreso a casa sola, pero aun con el tiempo que me da el caminar y usar el autobús, no logro terminar de procesar toda la información que me acaba de dar Kelly. Tengo que sacar a ese hombre de su vida, antes de que siga arruinando todo. Al llegar a casa, George me recibe con una sonrisa; me saluda con sus abrazos y besos.

—Ya traje comida, ¿tienes hambre?

—Sí, pero necesito darme un baño.

—¿Puedo unirme? —pregunta mientras reparte besos en mi cuello.

—Es que... necesito pensar.

—Está bien, amor. En otra ocasión.

George suele aceptar cuando necesito estar sola, aunque a veces no lo entienda, me insiste en que soy lo más importante para él, y tiene una hermosa y amable sonrisa. Nunca alguien me había dicho que me ama así... Tal vez debería hacerle caso e irme con él. Hertfordshire o Londres no suenan nada mal si los comparamos con el desastre que estamos viviendo aquí... De repente tengo la necesidad de sentir su compañía, de sentirme especial.

—¡George! —lo llamo desde el baño y lo escucho llegar afuera.

—¿Qué pasa?

Me asomo por la puerta de la ducha para volver a llamarlo.

—Ven. —Al entrar, me mira extrañado. —Ven.

—¿Segura?

—Sí, ven. Sólo es un baño, ¿verdad? —Él asiente risueño, quitándose la ropa para entrar conmigo; me mira a los ojos, mordiendo su grueso labio inferior; entonces toma el jabón y lo pasa por mi espalda al tiempo en que me abraza.

—Te amo, TN. —Me besa en los labios, siento su sonrisa en mi boca.

Aunque aún pienso mucho en Bill, desde que él dijo que no siente nada por mí, más que amistad, y comenzó a salir con Kelly, he intentado concentrarme en lo maravilloso que es George. Tal vez con el tiempo, me sentiré más segura de corresponder todo su amor, sin tener que decirlo sólo por compromiso.

—Tú eres mi patronus —me dice, besando mis labios, lleno de dulzura. Me pone shampoo y juega con mi cabello hasta hacerme un peinado extraño que nos hace reír. —Estoy inventando tu nuevo estilo.

—Ya deja la música, la moda es tu fuerte.

—Ya sé, sólo estoy perdiendo el tiempo con la guitarra —finge un tono de obviedad, mientras termina de lavar mi cabello; él lava el suyo y yo paso el jabón por su espalda, lo rodeo por detrás, dándole besos—. ¿Qué haces? Ven acá. —Se gira para sujetarme.

Me quita el jabón: se inclina para lavar mis piernas y cadera, noto cómo se esfuerza en no tocarme de más; al levantarse, pone espuma en mi nariz con una sonrisa. Cuando salimos de la ducha, me envuelvo en la toalla y salgo a la habitación. Él se queda en el marco de la puerta del baño con la toalla amarrada en su cadera, persiguiéndome con la mirada.

—Tengo muchas ganas de besarte... y de llevarte a la cama.

Escucho sus palabras, pero lo miro sin saber qué responderle.

—Dijimos que sólo era un baño...

—Lo sé, pero ya salimos.

—Es sólo que... no tengo muchas ganas de eso, George. —Me siento en la orilla de la cama y él se acomoda a mi lado.

—Entiendo. —Pasa su brazo por mis hombros, me besa la frente y recarga su cabeza en la mía. —Ayer no estuviste sola con Bill, ¿o sí?

—George... No fue Bill.

—Lo dices muy segura.

—Porque lo estoy, Kelly me lo dijo.

—¿Y te dijo quién lo hizo?

Recuerdo que George estima al imbécil del productor y no sé si el amor que dice sentir por mí sea tan fuerte como para no cuestionar la palabra de Kelly. Me encojo de hombros en silencio.

—¿TN?

—Sí.

—¿Quién?

—Ella no quiere que se sepa.

—Entonces tal vez sí fue Bill y te dijo que no.

—¡Ya te dije que no fue Bill!

—¡Está bien, está bien!

Me levanto para buscar mi ropa y él hace lo mismo.

—¿No me vas a decir quién fue?

—¿Por qué quieres saber?

—Fue alguien del estudio, ¿no? —Yo asiento. —Quiero saber de quién debo protegerte.

—No necesito que me protejas —respondo harta, al tiempo en que los dos nos vestimos.

—Ya sé que no, pero yo sí lo necesito; necesito saber que vas a estar a salvo.

—¿Me protegerías de quien fuera?

George me toma por los hombros, con sus pupilas fijas en las mías.

—De lo que fuera, de Voldemort.

—Fue Joe.

Él me mira extrañado, al principio cree que estoy bromeando, pero cuando ve que no sonrío, su semblante cambia.

—¿Ella dijo que fue Joe? —Yo asiento. —¿Por qué él haría algo así? No es esa clase de persona, es un buen tipo.

—Pues no fue muy bueno con Kelly.

—TN, tú lo oíste. Él no lastimaría a una mujer.

—¡Ay, por favor! ¿Y tú le creíste? —pregunto enfurecida; y lo único que recibo es duda—... ¡¿Entonces crees que Kelly miente?!

—No lo sé...

—¡¿Qué ganaría con inventar algo así?!

—Fama, dinero...

—¡George, cállate! ¿Te estás escuchando?

—¡Tú me preguntaste!

—Era una pregunta retórica, obviamente ella no inventó nada. Joe siempre ha sido un tipo nefasto y nunca te quisiste dar cuenta. ¡Hasta dijiste que querías ser ambicioso como él! ¡Como él! —le exclamo desesperada; estas emociones empujan hasta que mis lágrimas brotan.

—TN...

—¡Él te dijo que fue Bill, ¿verdad?!

—Sí...

—Y preferiste creerle a él que a mí.

—No es eso, es que Bill fue el último que la vio. Además ¿cómo querías que confiara en él si no ha dejado de verte como si quisiera comerte?

—¡Pensé que ya habías olvidado eso! Él mismo te dijo que no me ve así. Y él mismo me dijo que no siente nada por mí.

—¿Y por qué te dijo eso?, ¿le preguntaste o qué?

—Por nada...

—TN... ¿Por qué? —Me mira fijamente, decidido a que le diga la verdad.

—Intentó besarme cuando estabas en Londres. —Noto cómo se molesta y continúo rápidamente—: pero no lo hizo, fue un error. Dijo que se confundió por pasar tanto tiempo conmigo, que no sentía algo por mí.

—¡Ah! ¿Y eso me debe hacer sentir mejor? Que al imbécil se le antoje besarte nada más porque sí, sin siquiera sentir algo por ti, como si fueras una muñeca que le quite las ganas. ¿Y aún así lo defiendes?

La forma en que George lo describe me hace sentir como una tonta. En el momento yo también me había molestado así, pero no pude durar enojada con él por tanto tiempo.

—Es mi amigo.

—¿Entiendes por qué reaccioné así sobre Joe? Es mi amigo —dice sarcásticamente, imitándome con escarnio.

—¿Entonces no vas a ayudarme?

—¿A qué?

—No puedo dejar esto así. No puedo dejar que siga amenazando a Kelly, ni que ensucie a El Autor.

—¿Qué piensas hacer?

—Hay que enfrentarlo.

—¡¿Estás loca?!

Escucharlo llamarme así me rompe el corazón. Generalmente eso no es un insulto para mí, pero su forma de usarlo, sí. Siento que me está tratando como a una idiota. Guardo silencio, enojada y triste.

—TN, si él atacó a Kelly, no sabemos de qué es capaz. Es un hombre poderoso en la industria, una en la que tú y yo somos nuevos. —Toma mi barbilla para levantarme la cara y verme a los ojos. —Si hacemos algo, nos acaba a nosotros también. Ya no te va a tener que preocupar que ensucie tu película, porque ya no va a haber película, ni guión, ni canciones.

—Prefiero que no existan a que existan manchadas por él.

—No seas necia, cielo. No te hagas la valiente.

—Sabes que no soy valiente, tengo miedo. Pero es lo correcto. No puedo dejar a Kelly sola.

—Te amo, y yo no puedo dejar que te metas en eso.

—¡No estoy pidiendo tu permiso!

—Lo sé, pero no puedo ser partícipe de lo que quieres hacerte tú misma. Además Kelly no quiere decir nada. ¿La piensas obligar?

—No... —suspiro—. Dijiste que me protegerías de cualquier cosa, de Voldemort.

—Eso intento, protegerte. No quiero que te lastimen —suspira—. Hay cosas que Joe me dijo... pero no pensé que fuera a atacar a alguien. Habló de varias mujeres del set, decía que eran hermosas... Kelly era su favorita. Después de que te vio en la cena, preguntaba por ti y nuestra relación, era incómodo, quería saber detalles privados... Un día me preguntó cómo se sentía estar dentro de ti, si gemías...

—George... —me aterra escucharlo, no quiero saber más.

—Nunca le dije nada. Te lo juro.

—¿Entonces sí le crees a Kelly? —pregunto aún asqueada por lo que oí; él asiente con inseguridad—. ¿Y me vas a ayudar?

—TN, necesito protegerte de él. No debes involucrarte.

—¿Protegerme cómo? ¿Guardándome? ¿A pesar de lo que dijo de mí?... No te entiendo, George. —Me levanto decepcionada, tomo mi bolsa y salgo de la habitación, harta de todo esto.

—¡TN! Escúchame. —Él me persigue hasta la calle, pero yo no le hago caso. —¡TN!

Corro hasta perderme de su vista, pues se queda quieto cuando lo miran los vecinos. A unas cuadras de casa, me quedo sentada en una banca, pensando qué hacer. Recibo varias llamadas de George que no contesto, y otros muchos mensajes de él:

¿Dónde estás? Está por llover

Perdóname, bonita. Dime dónde estás

Estoy contigo, de verdad

Te amo ❤️

Su advertencia se hace realidad: empieza a llover; me quedo sentada como si nada me importara, pero después comienza el granizo. Me apresuro empapada por la acera, hasta que logro resguardarme bajo una marquesina, donde espero a que disminuya la tormenta. Mi teléfono vuelve a vibrar mientras pienso a dónde ir, pero esta vez no es George.

—¿Dónde estás, TN?

—Mojada como un perro bajo una marquesina.

—Mándame tu ubicación, voy por ti.

—No, voy a pedir un taxi.

—¿A dónde piensas ir? —No digo nada. —Ven a mi casa. Te espero aquí. Te preparo café con leche y vainilla. Lo que quieras, pero no me vayas a colgar a mí también.

—¿Te llamó George?

—Sí, está preocupado.

—Bueno... ya voy.

Cuelgo la llamada y termino por pedir un taxi, ahora rumbo al departamento de Bill.

...

Cuando llego al edificio, le agradezco al conductor y corro hasta la entrada. Al llegar a la puerta de Skarsgård, él me abre, sorprendido por mi cabello escurrido.

—¡TN!

—Hola.

—Ven aquí, entra. —Agarra una toalla para ponerla sobre mis hombros. —Te voy a preparar un baño, no quiero que te enfermes.

Yo no digo nada, no sé cuántos baños más me voy a dar hoy: entre las lágrimas de Kelly, las caricias de George, las gotas de lluvia... Me quedo parada viendo por la ventana y no puedo evitar sentirme muy abrumada por todo, tanto que mis ojos vuelven a humedecerse.

—El agua está lista... ¿TN? —Bill se acerca a mí y me ve llorar. —¿Qué pasó? —No le respondo, pero mi llanto lo empuja a apretarme entre sus brazos; acaricia mi cabeza y mi espalda. —Ven, te vas a sentir mejor cuando sequemos tu ropa.

—Ya te mojé todo.

—Algo —ríe sin darle importancia, entonces me lleva al baño de su habitación: nunca había estado en esta parte de su casa—. Deja tu ropa en la puerta para ponerla a secar. Voy a ver qué encuentro para que te pongas.

Cierro la puerta cuando él se aleja a buscar entre sus cajones; entonces me desvisto y dejo todo cerca de la entrada. Camino descalza a la bañera, que Bill preparó para que estuviera calientita; me hace sonreír que se preocupe así por mi, es como un abrazo. Él toca la puerta unos minutos después.

—Voy a agarrar tu ropa.

Me encojo abrazando mis rodillas contra mi pecho antes de decirle que pase.

—Perdón —se disculpa, tomando mis prendas, y levanta la mirada hacia mí—. ¿Todo bien? —Asiento en silencio. —Te traje algo de mi ropa, te va a quedar de vestido, pero... —los dos sonreímos. Me contempla por dos segundos que parecen más, luego sale rápidamente del cuarto.

Cuando dejo la bañera, analizo la ropa de Bill: una camiseta y uno de sus suéteres; como sea servirá mientras se seca lo mío. Al vestirme, lo obvio: todo me queda arriba de las rodillas. Al menos su suéter es tibio y huele a él. Abro la puerta para encontrarme en su habitación: igual que en la sala, no hay muchos objetos personales, sólo algo de ropa sin doblar, loción y... libros al lado de su cama. Camino hacia su buró para inspeccionarlos... descubro que son mis libros, llenos de notas, subrayados y con ideas que se le han ocurrido a Bill; me siento en la orilla del colchón a leer algunas de sus anotaciones, muchas tienen que ver con paralelismos que hice con la Eco mitológica, o cosas que el propio Bill dedujo al leer el libro que le regalé, Niebla. Es como si él se entretuviera analizando el mundo que escribí.

«Imagina que fuéramos personajes de un autor y no sabemos!!», sonrío con las notas de Bill. «Preguntar a TN: en quién se inspiró para crear al Autor», eso nunca lo sabrás, Skarsgård.

—No deberías leer eso —dice Bill desde la puerta, y cierro el libro apenada—. ¿No sientes un dejavú?

—La curiosidad mató al gato, pero también hizo que aprendiera.

—¿Y qué aprendió el gato? —pregunta mientras se sienta a mi lado.

—Que eres un lector detallista.

—Cuando leo algo que me inspira.

Pongo el libro en su lugar y noto que Bill me mira atento.

—¿Qué?

—Nada, no viste todas las anotaciones, ¿o sí? —Niego con la cabeza.

—¿Habías apuntado secretos oscuros? —bromeo.

—Sí, pero no tan oscuros como mi alma. —Los dos sonreímos. —Ven, vamos a comer algo. Preparé pasta con salsa bechamel. —Me toma de la mano y la besa, entonces me lleva hasta el comedor, desde donde veo cómo alista todo en la cocina, frente a la estufa. Él se gira con la cacerola en sus manos.

—Me gusta tu vestido.

—Gracias, es un Skarsgård original.

—Se te ve mejor que a mí.

Nos sentamos a la mesa y él sirve la comida. Al olfatearla, me doy cuenta del hambre que tengo.

—Huele rico.

—Y sabe mejor —dice con un gesto presuntuoso que me hace reír—. Estás a punto de experimentar una experiencia sensorial de otro nivel.

Cuando como el primer bocado, Bill me mira fijamente para no perderse mi reacción. Yo asiento con los ojos muy abiertos.

—¡Eh! Te lo dije. —Hace ademanes con los brazos como si hubiera ganado una batalla.

Los dos comemos, mientras él intenta hacerme la plática, pero hoy no puedo adaptarme muy bien a su conversación, y él se da cuenta.

—Hoy estás más pensativa de lo normal, ¿por qué te saliste así de tu casa?, ¿te enojaste con George?

—Supongo.

—¿Qué te hizo?

—Nada.

—Sonaba muy afligido. ¿Te lastimó?

—No. Bueno, no físicamente... Bill, ya sé quién atacó a Kelly, pero ella no quiere acusarlo. —Bill toma mi mano y la acaricia. —Le conté a George, porque dijo que él necesitaba saber de quién protegerme, y yo estaba molesta porque él seguía pensando que fuiste tú. El caso es que cuando se lo dije, primero no creyó nada y después dijo que no podía dejar que yo me metiera en algo que no me importa... que para protegerme. Me hizo enojar tanto, me rompió el corazón. ¿Cómo puede decir todos los días que me ama y después dejarme sin apoyo cuando lo necesito? Yo no puedo sólo callarme, necesito estar con Kelly.

Bill me mira preocupado, sin dejar de acariciar mi mano con su pulgar, como si quisiera hacerme sentir acompañada; luego la acerca a su rostro para besarla.

—Yo te voy a apoyar. Estoy contigo. No sé quién lo hizo, pero voy a estar con ustedes. Kelly nos necesita y la vamos a ayudar.

—¿En serio, Bill?

—Te lo prometo.

—Tengo que sacar a ese hombre de ahí. No lo quiero en el plató con Kelly, él la amenazó, le dijo que no volviera. Está destruyendo a Kelly y a El Autor, nuestros sueños y tranquilidad. Todo era perfecto, Bill. —Lo abrazo y él me rodea fuertemente. —Te quiso destruir a ti también, y no puedo dejar que se salga con la suya, no está bien. —No puedo contener mis lágrimas, todo es tan injusto.

Bill acaricia mi cabeza y frota mi espalda. Toma mi cara por mis mejillas para que lo vea antes de besar mi frente. Él no dice nada, sólo me sostiene entre sus brazos hasta que me tranquilizo. Me da un pañuelo y siento sus besos sobre mi cabello, sus caricias en mi torso.

—Ven, te voy a dar un té. —Se levanta de la silla para acompañarme al sofá, donde me siento con las piernas dobladas contra mi torso, mientras espero que él regrese... pronto lo hace con una taza de té, que entibia mis dedos cuando me la da. Se acomoda frente a mí y pone su mano sobre mi rodilla, me acaricia la pierna con el pulgar como aquella vez que me golpeé, incluso tiene la misma mirada tierna, preocupado por mí.

—Soy un desastre, Bill —le externo al dar sorbos a mi té.

—¿Por qué?

—No tengo derecho a estar llorando aquí contigo. Ayer te interrogaron... debió ser un infierno para ti —le acaricio la mejilla—, y la pobre Kelly...

—Debes dejar de sentirte culpable por los males del mundo. Tienes derecho a sentirte mal, pero no sientas culpa por no poder arreglar todo.

Pongo mi mano sobre la de él, lo miro agradecida porque su dulzura me llena en estos momentos de angustia; entonces toma mis piernas y las pone sobre las suyas, acercándoseme más. Dejamos mi taza en la mesa de centro, para recostarnos juntos; así se acomoda a mi lado, recargando su cabeza en mi pecho, abrazándome por la cintura... sus caricias siempre me dan felicidad. Sentirlo tan cerca, tocando mi cuerpo, me despierta sensaciones que pensé que había enterrado.

—Estaba pensando si recordaba algo más de esa noche y... cuando salí del edificio, creí ver una cara conocida, a alguien del estudio. Pero después ya no vi a nadie, pensé que era el alcohol haciéndome bromas. Pero entonces sí hubo alguien ahí...

—... esperando a que salieras.

—¿Puedo saber quién nos tiene tanto odio? Prometo no decir nada.

—Fue Joe.

Bill suspira molesto.

—Ya vi por qué George no quiso involucrarse en esto. —Al mirarme, alcanza a ver mi tristeza. —No, tranquila. Yo estoy aquí. —Pone su mano sobre mi cadera y se recarga para acercar su rostro al mío. Sus ojos me miran llenos de cariño, el mismo con el que deja un beso en mi mejilla, y con el que su nariz hace cosquillas en mi oído, que me hacen estremecer. Vuelve a recostar su cabeza en mi pecho y a acariciar mi cintura; mientras yo paso mis dedos por su cabello. La forma en que acaricia mi mano me reconforta, me hace olvidar todo.

Es muy relajante estar así con él, tanto que los dos empezamos a quedarnos dormidos; pero cuando mueve su pierna hacia mi cuerpo, roza mi vulva sin intención. No traer ropa interior se vuelve más raro cuando me humedezco por la cercanía de Bill y sus dedos oprimiendo mi cintura.

—¿Skarsgård?

—¿Eh? —pregunta adormilado.

—¿Estás despierto?

Él no responde y se acomoda en mi pecho. Su rostro en mis senos no me está ayudando a tranquilizar mi útero, que se contrae por las ganas de sentir más de él.

—¿Bill?

—TN... —dice con los ojos cerrados. Acaricio su brazo sobre mi cintura e intento despertarlo. Él abre los ojos y me mira somnoliento. —TN, me estaba quedando dormido.

—Sí, ya vi —le digo con una sonrisa.

—Perdón, ¿me estabas diciendo algo?

—No.

Él vuelve a acomodarse y a cerrar los ojos, abrazándome más fuerte. No debería estar aquí, pero prefiero dejar de preocuparme; dejar de pensar en todo lo que «debería» para concentrarme en lo que me hace feliz. Acaricio su cara... Poco a poco, me quedo dormida con él, sintiendo su cabello en mi mejilla, queriendo protegerlo de todo.


*****
Oigan, ¡muchas gracias por apoyar mis cochinadas! 💖

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