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18. ¿Cómo es posible? 😡

Siento que alguien mueve mi brazo y me despierto asustada, hasta que veo que está bien. Kelly apenas ha dicho algo desde que la trajeron hace dos días. La veo sonreírme con timidez.

—Hola, ¿cómo estás, Kelly? —La tomo de la mano. Hemos estado esperando a que su familia venga a verla, pero al parecer nos quedaremos esperando. A falta de su madre, yo la he estado acompañando, junto con su asistente.

—TN, te ves cansada. ¿Y la película?

—Estoy bien, todo está bien. No te preocupes, te estamos esperando —la animo intentando sonar lo más tranquila posible.

—¿Ya me van a dejar salir?

—Yo creo que sí. ¿Cómo te sientes?

—Mejor, pero... no recuerdo cómo llegué aquí.

—Lo que importa es que te sientes mejor.

—¿Qué me pasó?

—Alguien te lastimó.

—¿Me... violaron? —pregunta con titubeo al tiempo en que sus ojos se llenan de lágrimas.

—No, no. No encontraron que eso pasara. —Sostengo fuertemente su mano. Ella respira con más tranquilidad al escucharme.

—Pero me hicieron daño... —Yo asiento.

—¿Quién fue, Kelly?

Ella se queda pensando, como queriendo encontrar la respuesta, pero de repente el miedo asoma en sus pupilas: niega con la cabeza repetidamente.

—Nadie.

—¿Kelly?

—No fue nadie.

—¿Quién es nadie, Kelly?

—No me vas a creer. Déjame sola, por favor.

—Está bien. Pero voy a estar afuera, si necesitas algo. —Me levanto y le acaricio la frente. Cuando salgo de la habitación, George va llegando, me abraza en cuanto me ve.

—¿Ya comiste? —Niego con la cabeza. —Ven, vamos a la cafetería.

—¿Y si algo pasa?

—¿Quieres que mejor te traiga algo?

—Sí.

—¿Te traigo una pizza completa, un pastel de dos pisos, una bandeja de sushi? —intenta hacerme sonreír; sus bromas tontas me reconfortan, así que no puedo evitar abrazarlo—. Te amo, preciosa. —Me da un beso en la cabeza. —Voy por tu comida.

Después de acompañarme mientras como en un rincón, George se queda conmigo. Me recargo en su hombro, con los ojos cerrados. Él se acomoda para abrazarme y hacerme sentir más cómoda mientras intento descansar. Pero cuando estoy dormitando, escucho que alguien llega y se sienta a mi lado; estoy tan cansada que no abro los ojos, no obstante, reconozco quién es.

—Deberías llevarla a casa —le aconseja Bill.

—¿Tú crees que me va a dejar? —los dos ríen. Siento que Bill acaricia mi cabello.

—¿Han sabido algo? —George le cuenta lo poco que yo le dije. —Seguramente fue alguien que conocemos entonces.

—Una de dos, o alguien que Kelly cree que TN estima mucho o alguien muy famoso... Bill, ¿tú sabes algo?

—No. Ya les dije que no.

Abro los ojos para acomodarme y me encuentro con la mirada preocupada de Bill.

—Hola, TN. Deberías dejar que George te lleve a descansar. —Yo niego rotundamente. —Me quedo en tu lugar. Yo cuido a Kelly. —Vuelvo a negar.

—No, está bien. Por la mañana llega su asistente.

—TN... —mi novio titubea al escuchar que no pienso irme—, TN..., tengo una videoconferencia con mi disquera en dos horas —George me dice apenado mientras me acaricia las mejillas con sus pulgares—. Pero regreso en cuanto termine, ¿sí? Te lo prometo, bonita —me asegura al darme un beso tierno en los labios.

—Está bien, Georgie.

—Yo me quedo. Que te vaya bien —interviene Bill. George le da una mirada que no le había visto antes, de desconfianza.

—Cualquier cosa, me llamas, amor. No importa qué, lo que sea. —Asiento y él se levanta para irse. En el pasillo, gira para decirme adiós con la mano.

—¿Segura que no quieres ir con él a dormir?

—Estoy bien —contesto con un bostezo.

Apoyo mi mejilla en la palma de mi mano; aunque lucho por mantenerme despierta, se me cierran los ojos involuntariamente. Bill me frota la espalda, acercándome a él para que me apoye en su pecho. Sus brazos se sienten distintos a los de George; extrañaba estar así, respirando su aroma.

—¿Disculpen? Son Bill y TN, ¿cierto? —Abro los ojos alarmada.

—Sí, ¿qué pasa?

Veo a una mujer mayor que acompaña a la doctora que ha estado tratando a Kelly.

—Soy Laura Sanz, la madre de Kelly. La doctora me dijo que han estado al pendiente de mi niña. Muchas gracias —nos agradece, dándonos la mano a mí y a Bill.

—Mucho gusto. Kelly se va a poner muy feliz de que esté aquí —le digo.

—Ya la pusimos al tanto de la situación. Creo que sería bueno que te fueras a descansar —me recomienda la doctora.

—Yo la voy a cuidar ahora. Muchas gracias, de nuevo —la madre de Kelly nos abraza cuando nos levantamos. Me recuerda mucho a su hija, tiene los mismos ojos castaños y esas pestañas enormes, además del abundante cabello rizado que le he admirado muchas veces a Kelly.

Cuando caminamos por el pasillo, me asomo a la ventana de su habitación y la veo abrazando a su mamá. Le sonrío antes de despedirme con un gesto de mano. Avanzo a la salida con Bill, que me abraza por los hombros; y yo a él por la cintura.

...

En el camino a casa, le envío un mensaje a George para avisarle que ya voy hacia allá. Bill está muy pensativo y yo muy cansada como para platicar; pero entonces él se detiene frente a un parque.

—¿Qué pasa?

—Tengo que decirte algo, TN.

Lo miro expectante, lo noto nervioso.

—¿Qué tienes, Bill?

—Hay algo sobre la noche en que atacaron a Kelly.

—¿Qué es?

—Estábamos muy tomados y ella me propuso algo... que yo acepté.

—¿Qué te propuso?

—Tener sexo... sexo entre amigos, dijo. Para desahogarnos. —Miro a Bill sin saber cómo reaccionar. Sé que yo lo animé a tener una relación con Kelly, pero... —Al principio acepté, pero luego no pude seguir, no quise. Tomé mis cosas y salí como pude... ¿Y si yo fui el que no cerró bien la puerta y alguien entró?, ¿y si fue mi culpa? TN, van a encontrar evidencia de que estuve con ella y me tendrán de sospechoso... ¡Qué tal que en algún momento la apreté muy fuerte y alguno de esos moretones es por mi culpa!

—¡Bill, cálmate! Cállate. ¿Tú la atacaste?

—¡No! ¡Claro que no!

—¿Lo que hicieron fue consensual?

—¡Sí!

—Entonces no fue tu culpa.

—Ya sé que muchos piensan que sí porque fui el último que estuvo con ella. ¡Joe me dijo que la iba a pagar! ¿Y crees que no vi la mirada de George? ¡Cree que te voy a lastimar! Jamás te haría daño, TN. ¡Nunca! Tampoco a Kelly, ni a nadie.

—Lo sé. —Lo tomo de la mano. —Te creo, Bill. Además Kelly sabe quién fue... pero tiene miedo de decirlo. Si hubieras sido tú, no tendría miedo; eres como un cachorro muy grande, que ella pondría en su lugar a la primera. —Los dos sonreímos tristemente. Compartimos un abrazo en el que él recarga su cabeza en mi hombro; siento su respiración en mi cuello, al mismo tiempo en que yo acaricio su cabello y su mejilla.

—Pero ¿llegaste a pensar que fui yo?

—Esa posibilidad pasó por mi cabeza, sobre todo cuando dijo que no le creería. Pero entonces pensé que aunque me doliera el alma, yo la defendería, incluso de ti.

—Lo sé, por eso tuve miedo de que creyeras que fui yo.

—Espero que ella nos diga, para que podamos cuidarla en el estudio. Pero no podemos obligarla.

—¿Quién crees que haya sido, TN?

—No tengo idea. Alguien que probablemente tampoco te quería a ti.

Bill se incorpora y me mira fijamente.

—¿Crees que haya sido Matt?

—¿Lo crees capaz? —Bill se encoge de hombros.

—No lo sé, pero estaba muy enojado cuando empezamos a salir. Hasta me amenazó contigo.

—¿Conmigo?

—¿Dije contigo? No, bueno, no importa. El caso es que estaba muy molesto.

—No lo sé, ¿por qué tendría miedo de Matt?... No vayas a decir que es porque fue elegido de los más sexys y es uno de los actores más rentables —bromeo, lo que hace que Bill sonría—. Es el peor momento para bromear, ¿verdad? —Bill niega con la cabeza, entonces me da un beso en la frente.

—No, pero ya te voy a llevar a casa, antes de que George piense que te secuestré.

...

Cuando llegamos a casa, George sigue ocupado en la sala con su videoconferencia, por lo que sólo me saluda con una sonrisa, agitando la mano.

—Tu novio, hombre de negocios —me molesta Bill al tiempo en que come una de las galletas que sabe que guardo arriba del refrigerador.

—Nada más llegas y de inmediato a comerte todo lo que encuentras en la casa —bromeo.

—Perdona.

—No es cierto, ya sabes que puedes agarrar lo que quieras —respondo; luego nos sentamos en la mesa del comedor mientras vemos a George trabajar.

—Se pone muy serio con su música —dice Bill en voz baja.

—Algo, hasta que sale su yo goofy. Nunca dura mucho. —George comienza a reír con su productor por los sonidos que está haciendo como si tocara una trompeta. —¿Ves? —Los dos reímos de él.

—¿Ya lo amas, TN?

Me encojo de hombros, pero cuando estoy por contestar, escuchamos que George se está despidiendo. Después de apagar la computadora, se acerca estirando los brazos hasta que se sienta con nosotros.

—Llegaron antes.

—La mamá de Kelly fue al hospital.

—¡Me alegra! Le hará bien.

—¿Y tu reunión?

—Bien, ya casi están listas, amor. Te van a gustar mucho.

—¿Puedo preguntar algo? —interrumpe Bill. George asiente no muy convencido—. ¿Por qué sigues trabajando a distancia?

—¿A qué te refieres?

—Podrías ir a Londres libremente, pero prefieres hacerlo desde aquí. Terminaste tus escenas en el estudio, ¿qué te detiene?

—TN. Voy a estar aquí lo más que pueda con ella. Y después me la voy a llevar, ¿verdad, preciosa? —Me abraza por la cintura; acerca su cara a mi cuello para besarme con cosquilleos.

George me lo había dicho desde antes, que no se iba para poder estar conmigo mientras su trabajo se lo permitiera. Él ha hecho tanto por mí y yo aún no he podido decirle que lo amo sin sentir que le mentí de alguna forma.

—Puedes ir a visitarnos, Bill —le dice George.

—¿Van a vivir juntos allá o qué?

—Si ella quiere. Londres es un bonito lugar —dice mientras me mira a los ojos—. O podemos movernos a Hertfordshire, estoy seguro de que te encantaría.

—¿Estás hablando en serio, George? —Él asiente sin dejar de mirarme.

—Considéralo, no quiero estar sin ti. —Me acaricia la mejilla, acomodándome el cabello tras el oído. Bill nos observa desde su lugar, incómodo. Me ve directamente, pensativo, melancólico.

—Me tomas por sorpresa... Tengo que pensarlo. —Le había comentado a George que quería conocer Hertfordshire, pero sus planes son tan prontos y drásticos.

—Lo sé, pero durante el tour, podrás considerarlo.

—Bueno, creo que estoy haciendo un mal tercio aquí. —Bill se levanta desconcertado. —Los veo mañana... —Me ve a los ojos como si quisiera decirme algo, pero sólo hace un gesto con la mano para despedirse.

—¿Bill? —lo llamo; sin embargo, él sale rápidamente.

—Qué raro es a veces —menciona George—. Pero ya que se fueron las visitas... —Me toma por la cintura y me besa el cuello de nuevo... me muestro incómoda, mas no lo nota. —Es mejor que te vayas a descansar. —Besa mi mejilla al tiempo en que me toma de las manos para levantarme de la silla. —Ven acá, amor. —Cuando me carga, me hace reír con cosquillas, sabe mis puntos débiles. —¡A dormir!

Me acuesta en la cama, subiéndose sobre mí, poniendo su peso en sus brazos, para besarme los labios y las mejillas.

—Te amo —insiste.

...

Al despertar, me alisto para visitar el estudio antes de ir al hospital. George prepara un par de sándwiches que comemos juntos como desayuno.

—¿Segura que vas a estar bien sola en el estudio?

—Sí, ¿por qué no?

—¿Bill va a estar ahí? —Yo asiento extrañada. —¿Y vas a verlo?

—Supongo, ¿por qué?

—Creo que no deberías estar mucho tiempo sola con él. No sabemos qué pasó.

—¿Hablas de Kelly? Bill no fue.

—Fue el último que estuvo con ella, TN. Yo sé que es tu amigo y que lo quieres, pero... sólo cuídate, ¿sí? —Me toma las manos preocupado y las besa. —Llámame por cualquier cosa, no me dejes sin saber que estás bien.

Yo asiento, prefiero no decir más. Aunque mi corazón me dice que Bill es inocente, entiendo que George esté preocupado por mí.

...

En el estudio, las grabaciones se han detenido parcialmente hasta que el asunto de Kelly se resuelva, pero se sigue trabajando en escenas complementarias pequeñas. La producción avanza más lento, lo que ha estresado a algunos, como a Joe.

—Hay que seguir, Guillermo. No podemos detenernos por un accidente.

—¡No fue un accidente! Todo apunta a que fue alguien de aquí. Sólo intento seguir nuestro propio protocolo. Kelly va a regresar.

—Ella no va a regresar. Y claro que fue alguien de aquí, fue Bill.

—¿Por qué estás tan seguro?

—¡Fue el último en verla! Además estaban saliendo.

Veo a Guillermo que niega con la cabeza mientras se aleja del hombre. Al pobre se le ha de terminar la paciencia más rápido con ese tipo.

—Guillermo —Me acerco a él.

—¡TN! —Me abraza en cuanto me tiene frente a él, luego seguimos caminando hacia su lugar. —¿Cómo sigue Kelly?

—Mejor, su madre fue a verla; estaba muy feliz por eso.

—Qué bueno. Espero visitarla hoy en la tarde.

—Oye, tú no crees que haya sido Bill, ¿verdad?

—No, es uno de los actores más decentes que he conocido. Pero hay que esperar a ver qué dicen las autoridades y la propia Kelly.

—¿Has visto a Matt?

—Vino ayer de rápido. Dijo que ya que no requeríamos su presencia, se tomaría unos días. Divo.

—Sí, divo. Bueno, voy a saludar a Bill para irme al hospital.

Guillermo asiente, y me avisa que Skarsgård está en su camerino, pero me advierte que no ha tenido un buen día. Al llegar ahí, toco la puerta.

—Pasa, TN.

—¿Cómo supiste que era yo? —pregunto sorprendida al cerrar tras de mí.

—Por como tocas la puerta.

—Qué observador y detallista. —Lo  noto afligido; verlo así me oprime el pecho, por lo que lo abrazo sin que él se levante, él rodea mi cintura. Amo sus abrazos y cómo acaricia mi espalda. —¿Cómo estás?

—Contigo, mejor. Pero hace un rato, en medio de las acusaciones de Joe... no muy bien, la verdad. Muchos me ven como si fuera la peor persona, la peor basura. —Su voz se empieza a quebrar; sostengo su rostro para que me vea de frente, así logro contemplar sus ojos enrojecidos y le acaricio las mejillas.

—Ven. —Lo vuelvo a abrazar, acariciando su cabeza. Él se recarga en mi pecho y suspira. Prefiero no decirle nada, sólo le transmito lo mucho que lo quiero con mis caricias. —Voy a ir al hospital. Sólo quería ver cómo estabas antes.

—Tengo que quedarme otro rato, pero te veo allá en la tarde, ¿sí?

—Ok. —Le doy un beso en la frente y acomodo su cabello. —Te veo allá. —Lo suelto, pero él no deja mi mano. —¿Qué pasa?

—No, nada. Te veo después —me asegura con una sonrisa. Odio verlo así, por lo que me acerco de nuevo a él para besar su mejilla.

—Todo va a estar bien, Billy.

...

En el hospital, entro a quedarme un tiempo con Kelly. Ella está mucho mejor esta vez, incluso me pide que le lea. Yo decido contarle una historia que tenga un final feliz, aunque no tengo muchas de esas.

—¡Qué bonito! Gracias por venir. Es muy aburrido estar aquí encerrada.

—Lo sé, pero me da mucho gusto que ya estés mejor, Kelly.

—¡Mañana me voy! Me van a dar de alta. ¡Ya no aguanto la comida de cartón! —Río de su broma honesta.

—Oye, Guillermo dijo que vendría a visitarte.

—Me gustaría verlo. Aunque me da pena... seguro atrasé su producción. A lo mejor me quitan.

—Claro que no, él está muy al pendiente y tiene tu lugar listo para cuando regreses.

—Sólo vendrá él, ¿verdad? No creo querer ver a alguien más.

—Tal vez venga Bill, ¿está bien si viene?

Ella me ve insegura y se encoge de hombros. Cuando está por decirme algo más, su madre entra con un pastelito que metió a escondidas para su hija. Yo salgo para poder comer algo, mientras está con su mamá, ya que pasaré toda la tarde con ella. En el pasillo, reviso un mensaje que me llega:

Estoy en la entrada. ¿Ya comiste?
Te veo en la cafetería ❤️

Al llegar ahí, Bill me está esperando en una de las mesas. En cuanto se da cuenta de que llegué a su lado, sonríe. Comemos algo de comida que no sabe tanto a hospital, pero sigue sintiéndose a hospital; platicamos de cosas que se nos ocurren para evitar tocar temas que ya nos tienen sensibles y estresados; incluso somos testigos de cómo un nuevo papá llega con unos globos para su nuevo hijo. Los hospitales son una caja de emociones; todos quieren vivir cuando están dentro de uno.

Bill me sonríe cuando noto cómo me observa, se ha de preguntar qué tanto pienso. Pero está acostumbrado a mis silencios taciturnos. Amo que siempre respeta mis pensamientos. Al terminar de comer, me acompaña de regreso al piso donde está Kelly.

—Mejor te espero aquí afuera...

—Está bien —le respondo al recordar que ella no estaba muy dispuesta a visitas diferentes.

Dejo a Bill en el pasillo, y me encuentro con que Kelly está dormida, tal como me aviso su madre por mensaje. Me siento a su lado para leer el libro que saco de mi bolsa... De repente escucho algo de ruido, voces acaloradas afuera de la habitación. Reconozco la voz de Bill... la de Guillermo... y la de Joe.

—¡Qué poca decencia de venir a pararte aquí! —grita Joe.

—Oye, es un hospital. Calmado —le dice Guillermo con un tono más bajo.

—Yo no hice nada, ¿cuántas veces te explico?

—¡Qué cínico!

Noto que Kelly está despertando por el barullo, así que me asomo a la puerta para callarlos, en especial al estúpido de Joe.

—Si se quieren callar, por favor...

Los tres me miran apenados, pero el único que responde es el productor.

—Es que tu amigo no tiene vergüenza. Perdón, pero no sé por qué le sigues hablando.

—Yo no hice nada malo. Jamás dañaría a Kelly, ni a nadie.

Los dos vuelven a discutir hasta que los vigilantes del hospital se acercan a ellos para tranquilizar la situación. Cuando giro para ver a Kelly, noto que tiene los ojos muy abiertos, y está negando con la cabeza, asustada.

—¡Cierra la puerta, cierra! Cierra la puerta...

La obedezco de inmediato, luego regreso con ella para calmarla. Ella me agarra de la ropa y me abraza.

—No lo dejes que se acerque, que no venga.

—¿Quién, Kelly?

—No lo dejes, no.

La abrazo más fuerte, tapándole los oídos, creo que el escándalo afuera le trajo malos recuerdos; aunque las cosas parecen tomar forma en mi cabeza.

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