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10.- Te extraño 😕

No ha pasado ni una semana desde la última vez que hablé con TN, pero siento que han pasado años. Cada que la veo, ella me evita: toma el camino más largo con tal de no encontrarme, se aleja cuando llego a ver a Guillermo, no me dice ni hola ni adiós, ni siquiera me mira, es como si fuera un fantasma de su pasado que intenta ignorar para fingir que no existo. La extraño, pero respeto su espacio y me esfuerzo en que no tenga que verme tampoco.

—¿Todavía no te habla? —me pregunta Nat curiosa. Yo niego con la cabeza—. Tal vez en su consciencia sabe que hizo algo malo. —La miro con molestia, pero no le digo nada. —Bill, no puedes culparme. Estaba molesta y... celosa, lo acepto. Ya me disculpé con ella, ¿qué más hago?

—Déjalo así, ya no me va a hablar.

Nat guarda silencio y se me queda viendo; no sé si siente algún remordimiento o está satisfecha con lo que pasó.

...

En mi rato de descanso, voy al pasillo que da al jardín. A veces ella está ahí, en el pasto o la banca; con suerte puedo verla desde lejos. Me avergüenza tener que comportarme como acosador con una orden de restricción, me estoy descomponiendo en lo más bajo.

Al llegar ahí, la veo con George, él le está enseñando a tocar la guitarra; aprovecha cualquier excusa para tocarla. Le pone un mechón de cabello detrás de la oreja y le acaricia la mejilla con el pulgar.

—¿Admiras el paisaje? —escucho una voz a mi lado. Jane se para junto a mí a ver la escena del jardín, a través de las puertas de cristal.

—Sí. Es un día soleado.

—Pero tú te ves muy nublado. —Yo me encojo de hombros.

—¿Crees que vuelva a hablarme?

—No estoy segura. No le gustan los conflictos, por eso cuando se enoja... se aleja antes de matar a alguien —ríe Jane—. Lo raro es que no creo que esté enojada.

—¿Entonces?

—Está triste.

Suspiro desesperado, quiero gritarle que la extraño, pero eso sólo provocaría más problemas.

—Mira, Bill. Yo creía que ustedes podían terminar juntos, pero luego llegó tu novia y le dijo zorra y mediocre a mi TN, la chica más tierna y lista que he conocido, después de mí misma, claro —bromea—. El slut-shaming no está bien, infórmale a tu noviecita...

—Lo sé, no ha sido la más prudente.

—Y pues George no hace más que quererla, así que perdón si estoy considerando cambiar de ship.

—¿Ship?

—Sí, cuando quieres que dos personas estén juntas. Yo la shippeaba contigo.

—¿Por qué?

—Porque la hacías feliz. Y creí que contigo podría... vivir otras experiencias. Pero creo que ese terminó siendo George. Pinche inglés.

—¿No te cae bien?

—Es muy nerviosito de repente. Y se lleva bien con Joe, se ponen a comer fish and chips antes de la hora del té —se mofa Jane exagerando la situación, lo cual me hace reír a mí también—. Y me revienta Joe. No lo soporto.

—Yo tampoco. A TN la pone nerviosa ese hombre.

—Sí, siente que en cualquier momento traicionará a Guillermo.

—Entonces ¿eso te detiene de cambiar de ship?

—Sí, eso y... no digas que yo te dije, pero ella te extraña mucho. Ha estado muy apagada. George ha intentado animarla, yo también, pero después vuelve a apagarse, es como una nube que se espera a llegar a su casa para llover.

—Yo también la extraño.

—Te diría que hicieras algo, pero probablamente te mande al demonio.

—Me imagino..., sólo no dejes que se case con George.

—No te prometo nada. Ella va a hacer lo que se le dé la gana. Además ¿a ti qué te importa? Tú tienes novia.

George le acaricia los dedos, parece que se lastimó con las cuerdas.

—Tal vez debería olvidar que la conocí.

—¡Ja! ¿Don dramático no llegó y viniste en su lugar? Ay, Bill... yo ya no debería decirte nada, haz lo que quieras, pero ten en cuenta eso: lo que quieres. Independientemente de TN, ¿eres feliz?

Jane me deja una copia de mis escenas, y se va. Me quedo sentado viendo cómo George bromea con TN. Él toma de su botella de agua, pero cuando ella le dice algo, él no aguanta la risa y el agua sale disparada de su boca. Es el tipo más goofy, incluso más que yo; sin embargo, le agradezco que la haga reír.

Durante la filmación, me cuesta trabajo concentrarme. El director habla conmigo, me dice que me tome mi tiempo; después de algunos intentos y de olvidar por qué estoy así, lo logro; sin embargo, un comentario no me cae nada bien.

—¡Vaya, Skarsgård! Felicidades, voy a abrir una botella por tu triunfo actoral, sólo te tomó como veinte tomas —se burla Joe mientras pasa frente a mí. Guillermo niega con la cabeza, como pidiéndome que no le haga caso. Aprieto los puños para tragarme mi coraje... una vez más.

...

Al salir del estudio ya de noche, veo que George y TN salen juntos, él apoya su mano sobre la espalda de ella y la recorre hacia su cintura. Los sigo con la mirada mientras intento abrir el auto; en la distracción, se me caen las llaves y al recogerlas me golpeo en el espejo lateral.

—¡Mierda! —grito, sobándome la cabeza. Ellos me ven en cuanto me escuchan, es la primera vez que vuelvo a ver los ojos de TN sin fingir que no existo, de hecho, la noto preocupada.

—¿Estás bien? —me pregunta, mientras se me acercan. Yo asiento.

—Me golpeé con el espejo.

—Voy a traer ayuda —dice George al alejarse rápidamente hacia el estudio. TN toma mis llaves y abre el auto.

—Ven, siéntate. —Toma mi brazo, haciendo que me siente adentro de él.

No entiendo por qué tanto alboroto, hasta que siento que un hilo líquido llega a mi ceja. Me toco sólo para darme cuenta de que es sangre. Rápidamente, TN entra al auto por el otro lado y con un pañuelo limpia mi cara. Al tenerla cerca de mí, sin ignorarme, desaparece cualquier golpe tonto que me haya dado. Su aroma dulce, la concentración en sus ojos, incluso cómo apoya su cuerpo en el mío para limpiarme.

—¿Te duele?

—Algo... me dolió más cuando dejaste de hablarme.

—Bill...

Tomo su mano antes de que la quite y la acaricio.

—Te extraño —las dos palabras salen de mi boca sin reconsiderarlo. Estoy muy consciente de lo que digo, y quiero decirlo. Ella me mira llena de ternura, pero sus labios no saben qué hacer, hasta que también lo dice.

—Yo también te extraño, Bill.

Nuestros ojos se contemplan mutuamente. Mi mirada recorre sus facciones y sus labios rosas; humedezco los míos y ella me acaricia la mejilla, cerca de donde estaba limpiando mi sangre. Yo también levanto mi mano para tocarla, titubeo al hacerlo porque temo que me rechazace, pero no lo hace; toco su cuello y con mi pulgar repaso la línea de su mandíbula. Siento cómo la tensión crece entre nosotros y estas ganas de besarla son...

—Aquí está, ¡por acá! —el acento de George interrumpe nuestro silencio; ella se separa de mí rápidamente. Pronto aparecen unas personas con uniforme que empiezan a revisar mi herida. TN se mueve para dejarlos trabajar, pero yo quisiera tomar su mano.

—Se golpeó con el espejo lateral —les explica consternada. Al menos sé que no se ha ido.

—Ya encontré la herida.

—Mmh, no, no requiere puntadas. Pero hay que curar.

Después de un rato de sentir cómo me manosean el cuero cabelludo, termino con un parche en mi cabeza.

—Vas a estar bien, tómate esto en caso de dolor —me explica la doctora que me atendió mientras me da unas píldoras—. Pero... ¿ustedes pueden llevarlo a su casa? No le recomiendo manejar.

—Sí, por supuesto —contesta George enseguida. TN toma mis cosas y George me ayuda a levantarme.

—Estoy bien, no se preocupen. —Camino con ellos hasta su auto; me alegra que TN se quede conmigo en el asiento trasero.

—Me asustaste. Nos asustaste. ¿Cómo te fuiste a pegar así?

—Creo que vi algo que me distrajo. —George me ve por el retrovisor, seguro sospecha por qué me distraje.

—Qué sonso eres, Skarsgård —bromea TN mientras pasa sus dedos entre mi cabello, acariciando mi nuca. Yo le sonrío, pero mi mente pervertida no puede evitar pensar esa sensación en otro escenario al ver el brillo en sus ojos... en una cama, por ejemplo.

—¿Para dónde doy vuelta? —me pregunta George. Con los pensamientos que estaba teniendo, olvidé que tenía que darle indicaciones...

—A la izquierda. —«Al este, hasta topar con Reino Unido, y ahí te quedas», ojalá pudiera decirle. —¿Te puedo preguntar algo? —me dirijo a TN intentando saciar una duda que he tenido desde hace unos días. Ella asiente. —¿Nat se disculpó contigo?

—No, ¿por qué? ¿Te dijo que lo hizo? —Muevo la cabeza para confirmar. TN se encoge de hombros.

Después de unos minutos, llegamos a mi edificio. Subo al departamento con George y TN, pues ella quiere asegurarse de que estoy bien. Abro la puerta y veo a Nat en la sala; cuando ella me escucha ve con sorpresa a mis acompañantes. La noto muy incómoda con la presencia de TN y George.

—¿Qué pasa?

—Se lastimó y lo trajimos porque no debía manejar hoy —le explica TN.

—¿Por qué?, ¿qué te pasó?

—Me golpeé con el espejo lateral al levantar mis llaves.

—¿En serio? Qué forma de abrirse la cabeza. ¿Entonces el auto...?

—En el estudio.

—Ay, Bill... —musita decepcionada—. Bueno, al menos ya estás aquí sano y salvo. Gracias por acompañarlo, yo lo cuido —les dice con una sonrisa. Ellos intercambian miradas; antes de avanzar a la salida, TN se despide de mí con la mano; ojalá no tuviéramos que separarnos. Cuando están cerrando la puerta, me dirijo a Nat:

—¿Y si ahora sí te disculpas con TN? —la miro seriamente; ella me devuelve una expresión molesta. Sale al pasillo, seguida por mí, para gritarle a TN, que está frente al ascensor.

—¡TN! ¿Podemos hablar?... A solas.

TN ve a George y asiente con la cabeza para indicarle que está bien; él le aprieta la mano. Luego me mira a mí por un segundo. Antes de entrar al departamento, veo que George baja las escaleras.
Cuando cierro la puerta, corro a mi computadora: el dueño instaló una cámara en la entrada, por seguridad, a la que me da acceso cada que me alojo aquí. Después de abrir el programa, veo lo que está pasando.

—Lo siento, TN. No quería lastimar tu corazón inocente y puro —dice Nat con un tono agrio, pero TN sólo la observa en silencio—. Es que alguien debe decirte la verdad. No eres bonita, ni alta, ni lista... sólo tuviste suerte. Si no fuera porque Guillermo te hizo el favor... después de no sé qué favor le habrás hecho tú... pues no estarías aquí.

—¿Qué?... Ok... Mira. Deja saco mi lista de cosas por decirte —TN mete la mano a su bolsillo y saca su puño cerrado, extiende el dedo medio frente a Nat, y se da la vuelta para irse.

—¡Oye! ¡Qué inmadura eres! —Nat la toma del brazo y la jala hacia ella fuertemente. —¿Qué le vas a decir a Bill?

—Que nunca había oído una disculpa más sincera que la tuya. Me da igual tu relación con él, ¡dejen de meterme!

—¿Entonces por qué volviste a aparecer? Ya estabas muy feliz con George, pero no te es suficiente ¿o qué?

—¿Qué querías que hiciéramos? ¿Que dejáramos a Bill herido en el estacionamiento? —Nat no le contesta y TN sigue. —Es obvio que yo no te caigo bien, y tú no eres mi persona favorita. Pero no quiero pelearme contigo... te respeto. Eres guapa, lista, y no entiendo por qué te pones así conmigo. Hay así de posibilidades de que Bill se fije en alguien como yo, sobre todo si te tiene a ti; y en el caso de que ese 0.0001 por ciento de posibilidad pasara, yo no haría nada porque estás tú, y yo no voy a intervenir en tu relación. Yo no soy así. —Escucharla decir eso me hunde el pecho, pero me recuerda por qué siento esto por ella. —Y lo más importante, te voy a decir lo que le dije a él: yo no vine aquí a ser parte de dramas, vine a hacer una película. Así que, por favor, déjenme en paz y no me insultes.

—¿Que te deje en paz? ¡Pero si no sé qué le diste a Bill, que lo traes tan tonto! Nunca me había sentido así y odio esto... —Se escucha la desesperación en la voz de Nat. —Tienes razón, eres tan... promedio. —TN da un suspiro de hartazgo por la charla.

—Si ya terminaste de «decirme mis verdades», ¿ya me puedo ir?

—Si quieres... —dice Nat desanimada.

—Nunca quise hacerte sentir mal. Bill te ama. Yo sólo soy su amiga. —Nat niega con la cabeza y yo no sé qué hacer. Tampoco quería lastimarla, ni a ella, ni a TN, ni a mí mismo. —Deben arreglar sus asuntos, y yo los míos —concluye antes de irse por las escaleras.

Nat se detiene un momento en su lugar, limpiándose los ojos; camina hacia la puerta y yo cierro mi laptop con calma.

—Sí, TN. ¡Que te vaya bien! —Nat entra al departamento mientras finge que se despide de TN animadamente, se nota que es actriz. Luego me mira con una sonrisa.

—¿Ya? —pregunto. Ella asiente. —Entonces ¿ya va a hablarme?

—Mmh, espero. Pero... no lo sé, la verdad no lo sé. Porque... creo que George y ella están saliendo, y no creo que debas interrumpirles la diversión —dice negando con la cabeza.

—Mmh... Ven, te voy a enseñar algo.

—¿En la recámara? —me pregunta con un tono pícaro; su cinismo me saca una pequeña risa.

—No, en el pasillo. —Hago que me siga hasta ahí y le señalo la cámara en lo alto del techo. Al verla, su cara cambia: noto la angustia en ella. —¿Qué me decías?

—¿Esa cosa tiene audio? —Asiento con la cabeza. —¿Nos estabas viendo? ¡Qué grosero! —Entra muy molesta al departamento. —Deberías estar avergonzado. Dije que era una conversación privada. PRI-VA-DA.

—¿En serio, Natalia?

—¡Sí! Era una conversación entre nosotras. —Suspiro armándome de paciencia.

—Bueno. Ok. Tienes razón, no debí hacer eso. Lo siento, pero no sé... ¡no sé qué hacer! Esto... esto me está absorbiendo mucha energía, yo... —me desplomo en el sofá y ella también, al otro extremo.

—¿Por qué no sabes qué hacer, Bill? ¿Qué sientes?

—Me siento... confundido y culpable. —Ella me mira esperando una explicación. —No quería hacerte pasar por esto. Yo no sentí que te estuviera dando razones para estar celosa, porque ni yo me había dado cuenta de lo que estaba pasando, hasta que... era demasiado tarde.

—Entonces sí la quieres... —dice con la voz decepcionada; yo sólo la veo en silencio—. Ok, no voy a pelear por ti. Me da igual. No me interesa saber cómo pasó ni lo que sientes ni...

—Nat, era una relación muy vacía y...

—Estás hablando en pasado, qué rápido eres. Era una buena relación, nos veíamos hermosos juntos, reíamos y...

—Fue un buen tiempo, pero necesito...

—¡Ya te dije que no me importa!

—¿Ves? ¡Ni siquiera podemos hablar sin interrumpirnos el uno al otro!

Guardamos silencio sin tener contacto visual por unos minutos, hasta que ella se levanta y camina hacia la habitación, mas se detiene de repente.

—Voy a empacar mis cosas. Pero antes, quiero que sepas algo, y que te calles por una vez en tu vida: tienes que madurar, no puedes ir cambiando a las personas así. Y eso le voy a decir a TN, para que se cuide de ti, porque le puedes hacer lo mismo a ella. —Estoy por levantar la voz, cuando Nat me calla. —Déjame terminar... De cualquier forma, no creo que te sea fácil, ella está con George y no te va a hacer caso. Y vas a sufrir, porque vas a estar viendo cómo se aman frente a tus ojos, cómo pasan tiempo y se miran y hablan de su Harry Potter y te quedas fuera de su vida.

—No me importa, mientras ella sea feliz.

—Uy, salió el niño desinteresado —contesta con burla—. ¡Qué bonito! ¿Es para enamorarla, ya hiciste un plan?

—No necesito un plan, ella ya... —digo seriamente, aunque después pienso que no debí haber dicho eso y me interrumpo a mí mismo, ni siquiera creo que sea verdad.

—¡Ah!, ¿ya está enamorada? —me pregunta con sorpresa y luego se tranquiliza—. Eso me temía. Pero no se lo voy a decir a George, aunque me caiga bien. No te voy a simplificar las cosas.

—No quiero que terminemos así, Nat, enojados, con ganas de venganza y de ver sufrir al otro.

—Yo tampoco, pero ahora estoy muy enojada para evitar sentirlo. Tal vez en unos días ya no quiera matarte tanto... —Se va a la recámara; pasamos la noche sin decirnos nada.

Mi noche es intranquila, las píldoras calman el dolor de cabeza, pero mis pensamientos no dejan de dar vueltas. Recuerdo que cuando conocí a Nat, me atrajo físicamente, después me enamoró su madurez, y terminé quedándome con ella porque me recordaba a mí, por su carácter: segura de sí misma; a veces dulce y divertida, el alma de la fiesta en su círculo, dedicada... Como casi no pasábamos tiempo juntos, no nos dábamos cuenta de cuánto chocaban nuestros egos. Su personalidad reservada con otros puede hacerla parecer fría, y su seguridad puede convertirse en arrogancia muy rápido, lo que me ha traído problemas con otras personas, con mis fans, por ejemplo; por otro lado, debo aceptar que yo suelo ser un escandaloso, tal como TN me describe. Pero a pesar de todo, quise a Nat; aunque nuestras pláticas no fueran tan interesantes, físicamente nos complementábamos bien cada que nos encontrábamos... probablemente eso fue lo que me delató, sobre todo aquella vez en que cancelé nuestro plan de intimidad por una cena con TN y George.

No era mi intención «cambiar» a Nat; supongo que al conocer a TN, conocí otra faceta de mí mismo, algo que me gustó: la forma en que ella me enseñó el mundo. Con ella me siento yo, puedo hablar de cosas profundas o de tonterías, sin que me juzgue nunca. Aunque ella no me corresponda, no puedo estar con Nat, no podemos hacernos esto.

Al amanecer, ella sale del cuarto con su maleta y se sienta en el sofá donde estoy acostado. Me incorporo para verla, esperando que me diga algo.

—Sigo enojada... y triste. Pero también muy avergonzada. —La miro atento, curioso por saber a qué se refiere; me quedo callado para no interrumpirla. —Le dije cosas muy malas a TN. —Confirmo asintiendo con la cabeza. —Me comporté como una imbécil. —El reconocimiento de sus acciones me recuerda a cómo he tratado a George desde que lo conocí.

—No soy quién para juzgar eso.

Ella me da el libro de El Autor, que estaba en mi mesa de noche junto a los demás.

—Entiendo por qué te enamoraste... pasé toda la noche leyéndolo.... Aunque yo sigo siendo más guapa y sexy —ríe con melancolía—. Debes agradecer que te hizo parte de su mente, tal vez algún día haga poemas para ti. Yo espero que no, porque no lo mereces. —Los dos sonreímos amargamente.

—Lo siento, Nat.

—No lo sientas. Supongo que tenía que pasar... Y tengo muchas cosas por delante para las que honestamente no te necesito.

—Lo sé. Si te hace sentir mejor, lo que casi dije de que ella está enamorada de mí... no es cierto.

—Pero tú sí de ella... Aunque, quién sabe, creo que se hacen felices mutuamente. Sólo acuérdate de que soy yo la que te bota —dice; estoy seguro de que no bromea—. Bueno, mi taxi me espera... Adiós, Bill —se despide con un abrazo.

—Adiós, Nat.

Nos levantamos del sofá. Ella sale por la puerta; después yo la veo marcharse por la ventana con la garganta hecha un nudo, pero con claridad en el pecho. Era lo mejor para los dos, estoy seguro, a pesar del dolor que podamos sentir ahora por los recuerdos. Abro de nuevo el libro entre mis manos para leer la dedicatoria:

Bill, no podría estar más feliz de que seas el Autor. ^_^
TN

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