Había una vez, en un verde bosque lleno de vida, una manada de lobos. El lobo alfa tenía tres hijos: Akeela el mayor, Aytal y Ayhal. Akeela y Aytal eran listos, grandes y fuertes. En cambio, Ayhal era debil, pequeño y un tanto tonto comparado con ellos.

Iba pasando el tiempo en la manada y mientras los tres pequeños lobos crecían, el alfa iba envejeciendo hasta que llegó el tiempo de decidir quién debía ser el nuevo líder de la manada.

Para no discutir, le pidió a un Tsarevich(*) humano que se aventuraba por el bosque que lance tres ramas lo más lejos que pudiera y le dijo a sus hijos:

― El objetivo de esta prueba es que vayan a donde cayeron las ramas a buscar la flor más bonita.

Akeela y Aytal se fueron corriendo, mientras que Ayhal avanzaba unos pocos pasos hacia adelante, pues su rama había caído muy cerca. Él comenzó a sentirse frustrado, y comenzó a rasgar el suelo para descargar su enojo. Entonces, se dió cuenta de que esa porción de tierra era la entrada de la madriguera de un topo.

El topo subió a la superficie, muy asustado de que el lobo pudiera comérselo a él o a su familia.

—Ups, ¡Disculpa señor topo, fue un accidente! No te preocupes, no te comeré a tí ni a tu familia—le dijo el lobito al verlo súper asustado.

El topo se sorprendió ante disculpa del cánido y preguntó:

—¿De veras? ¡Muchísimas gracias por no devorarme! ¿Qué podría hacer por tí, como muestra de gratitud?

El lobo pensó y pensó, hasta que finalmente le respondió:

― Dame la flor más bonita que tengas.

El topo buscó en su madriguera y le dio una bella flor roja que brillaba como el fuego.

Los otros dos lobos llegaron con sus flores en el hocico y se burlaron de su hermano menor por estar "hablándole a la tierra".

Los hermanos se dirigieron hacia donde estaba el alfa, y él dijo:

― Ayhal tiene la flor más hermosa.

Los lobos mayores se golpeaban la cabeza contra un árbol del enojo que tenían.

― Esta última prueba consiste en traer la presa más deliciosa― dijo el padre de los tres.

El príncipe humano volvió a lanzar las ramas, y los lobos mayores salieron a perseguir un gran alce que no se iba a dejar cazar fácilmente. Mientras, la rama correspondiente a Ayhal volvió a caer cerca del hogar del topo. El pequeño animal le dio un pequeño trozo de carne al lobo.

― Ja, Ja, Ja― rieron sus hermanos al llegar devuelta al punto de partida― eso apenas se mastica, tonto. Nosotros trajimos un enorme alce.

El lobo alfa probó la carne que le trajeron los tres lobos y dijo:

― Puede que el menor haya traído la carne más pequeña, pero es la más deliciosa. Por lo tanto, ordeno que él sea mi heredero.

Los hermanos mayores se enrojecieron de la envidia y se alejaron de la manada para no volver jamás, pues ellos se habían olvidado de una enseñanza muy importante que les dió su padre cuando eran cachorros: Sé amable y trata a los demás como te gustaría ser tratado, la vida sabrá recompensar tus buenas acciones.

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(*)Tsarevich:  Heredero al trono del
Emperador, príncipe o hijo del emperador. Palabras derivada de Zar.