Luego de leer un rato, el Atamán hizo una pequeña pausa, y dirigió su mirada hacia los dos niños pequeños que estaban sentados en el tronco que estaba a su lado.

La escena era cálida, el calor y la luz del fuego contrastaban con la brisa fresca y la oscuridad de la noche. Los niños junto a sus padres observaban el fuego con ojos soñadores y algunos cotilleaban entre ellos antes de volver al silencio y zambullirse en las historias que el sabio lider contaba.

—¿Les están gustando los cuentos? ¿Ya están cansados o desean escuchar un poco más? —preguntó el hombre a su hijo y a su mejor amiga, que estaba sentada junto a su madre.

—¡Sí! ¡Nos encantan! —dijeron ambos menores al unísono, contentos. Ellos estaban comenzando a entrecerrar sus ojos y a cabecear, pero la pregunta fue una chispa a la que respondieron entusiasmados.

El viento soplaba suavemente, meciendo con una sutil melodía a las tiendas, el techo de tela de las carretas y a la danzante llamarada roja.

—¿Podemos continuar? Aún no tengo sueño —preguntó el castaño muchacho de ojos verdes, observando su kubanka(*) decorada con plumas, que estaba entre sus manos ese momento.

—¡Por fa! —acotó la pequeña pelirroja, tomando la espada de juguete de su amigo, poniendose de pie en un salto e imitando la pose de un guerrero en acción—No le tenemos miedo a los demonios aullantes.

El pequeño se levantó del tronco y las madres de los niños soltaron una risita.

—Como ustedes oyeron en la canción de cuna, no solo no deben ser valientes, ser bondadosos y mantenerse firmes es lo más importante —respondió el mayor entre risas—.Ya conocen ese dicho...

—"Los demonios se alimentan de los corazones rotos"—dijeron los tres al unísono.

El bullicio de los adultos y niños presentes se fue atenuando, lo que indicaba que el intervalo estaba por terminar.

—Hablando de corazones rotos...—dijo el jefe pasando su mano por la suave cubierta del libro, con la intención de abrirlo otra vez, haciendo que los demás presentes retomen el silencio—.La historia que sigue ya la conocen muy bien, pues algunos de sus elementos son una muestra de como nuestro pueblo se relaciona con la cultura de otros reinos lejanos y de como sus tradiciones se influyen entre sí. Además, es un tanto diferente a las historias anteriores. Pero también, nos enseña que hasta los seres divinos necesitan ayuda.

—¡Esa es mi favorita!—exclamaron los muchachos con gran alegría, abriendo los ojos de par en par, y sentándose devuelta en el tronco, para escuchar atentamente la historia...

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(*) Kubanka: Sombrero cilíndrico, normalmente hecho de piel o lana. Tradicional del Cáucaso y usado por diversos pueblos tales como georgianos, cosacos, cabardianos y circasianos. Hay de muchos colores, pero los más comunes son negro, blanco y marrón.