7
Devolviendo los frascos a Solveig, Ari y Werner, el tío Google explicó: —Te tengo una noticia mala y una buena. La mala es que olvidé apuntar que los frascos donde se deben guardar tinturas y pociones por fuerza deben ser de colores oscuros, ya que los frascos transparentes y de colores claros dejan pasar la luz, causando que se alteren los efectos de las preparaciones, así que estas tinturas ya no sirven para lo que deberían. Pero la buena es que, observando el color que adquirió cada una, puedo decir que las hiciste correctamente. Si las hubieras preparado de manera equivocada, aun al echarse a perder tendrían una coloración completamente diferente.
Solveig solamente respondió —Ah... — más preocupada porque sus tinturas ya no servían que por saber que las había preparado correctamente. En cambio, Ari se emocionó y abrazó a su pequeña, riendo suavemente y sacudiendo sus aletas.
Werner sonrió al ver esa reacción de su hijo, y preguntó al tío Google: —¿Dónde podremos hallar frascos oscuros? Los que Solveig usó estaban arrumbados en el sótano, y no recuerdo que alguna vez Anémona haya traído frascos oscuros desde Toivonpaikka.
El hechicero respondió: —No son difíciles de conseguir en lo absoluto, pero ya que fue por mi descuido que las tinturas se hayan estropeado, voy a aprovechar para mostrarles un sitio muy importante que Solveig debe conocer.
Enseguida, el Kraken invocó un portal, y un agujero en el espacio frente a los tritones y la sirenita se abrió, por el cual se podía ver parte del sitio a donde irían. Se trataba de un enorme edificio, aunque evidentemente se hallaba sumergido, pero la luz que llegaba desde la superficie indicaba que era en un sitio bastante lejano, pues si en la zona horaria donde estaban era aproximadamente las tres de la tarde, en la de la ubicación de ese edificio apenas amanecía. Ari cargó en brazos a Solveig y cruzó, seguido por Werner. El tío Google, sin necesidad de agrandar más el portal, deslizó su enorme cuerpo invertebrado, llegando último, antes de cerrar el portal.
Aquella construcción tenía un estilo muy extraño, siendo de aspecto cilíndrico, pero con muchas habitaciones, de las cuales la mayoría no tenían puertas, y por allí entraban y salían muchos seres marinos, incluso de especies que ni siquiera Werner había conocido, aunque de joven también había viajado con el Kraken. Casi todos llegaban a ese lugar también por medio de portales de diversos tipos, por lo que se podía deducir que aquel sitio era especial para los hechiceros marinos y acuáticos. Y al alzar la vista hacia el techo, podía distinguirse, aunque muy lejanamente, que el edificio llegaba a sobresalir del mar, y por los constantes destellos, aquella parte seca también era visitada por más hechiceros, con toda seguridad siendo los que vivían en la tierra. Tal maravilla de la arquitectura no tiene aún rival en la existencia de este universo, por lo que sería necesario viajar a otro para hallar una creación similar".
—¡Me gustaría verlo! — exclamó una niña.
—¿Dónde es ese lugar? — preguntó otro pequeño.
—Es un secreto, así que no se los puedo decir — respondió el narrador, sonriendo traviesamente.
Sin embargo, otra niña un poco más grande preguntó: —¿Cómo se llama ese edificio? Supongo que debe tener un nombre bonito con el que todos los hechiceros lo identifiquen.
—Por supuesto que es así. Lo llaman "El alcázar del pandemónium" — respondió el narrador.
Los peques se miraron entre ellos y rieron: —¡Qué nombre tan extravagante!
El señor también se rió y dijo: —Todavía no sé por qué la mayor parte de los sitios importantes tienen nombres así, pero al menos son graciosos y no se olvidan tan fácil.
—¿Y qué más sucedió luego de que llegaron allí?
"Pues en primer lugar, el tío Google explicó varias cosas importantes acerca del edificio: —Este sitio se llama "El alcázar del pandemónium", y a pesar de su nombre, es en realidad un lugar muy organizado. Aquí es posible encontrar objetos útiles para el ejercicio de todas las variedades de magia de nuestro mundo, pues contribuye gente de todos los rincones del planeta. Por lo tanto cuando necesites algo, ten por seguro que lo hallarás aquí. Pero la ubicación de este palacio es secreta, así que solamente puedes venir mediante los portales. Todavía no te enseñaré cómo hacerlos, Solveig, pero no desesperes, que aprenderás más pronto de lo que parece.
La niña sonrió y asintió, emocionada. Miró con asombro hacia todos lados, sin poder decidir qué era lo más admirable de aquel sitio. El aens que había comenzado a desarrollar desde que activó la primera runa, era muy intenso al estar rodeada de tanta magia, así que esto también contribuía a su emoción.
Werner y Ari también miraban hacia todos lados, aunque más con confusión que con emoción. Afortunadamente, el Kraken los guió hacia una sección en específico, donde había guardados infinidad de recipientes de todos tamaños y formas, pero compartiendo las características de estar fabricados con vidrio de colores opacos.
—De aquí puedes tomar los frascos que necesites para seguir practicando — indicó el pulpo a la sirenita, extendiéndole una pequeña bolsa de tela roja, donde probablemente apenas cabrían tres frascos chicos.
Al mirar ese bolsillo, Solveig protestó: —Pero tío Google, ¡con eso no voy a poder llevar nada!
—¿Eso crees? Prueba a meter algo antes de alegar — contestó él.
La pequeña parpadeó muchas veces, pero tomó la bolsita y metió un frasco al interior. Con sorpresa de todos (excepto por el tío Google, por supuesto), el frasco no sólo cupo sin problemas, sino que desapareció al interior. Para comprobar si en verdad cabían más frascos, Solveig tomó varios y los fue metiendo, con tanta facilidad que parecía que la bolsa era grandísima. Desconcertada, preguntó: —¿Dónde están todos los frascos que metí?
El Kraken rió y explicó: —Están dentro de la bolsa. ¿Alguna vez has escuchado el concepto de las dimensiones de bolsillo? Pues este bolsillo guarda una dimensión entera para ti solita, por lo que puedes meter adentro todo lo que se te ocurra, y para sacarlo sólo lo debes recordar.
Solveig chilló de emoción mientras sacudía sus aletitas, y probando a sacar un frasco para comprobar las palabras del tío Google, exclamó: —¡Muchas gracias! La voy a cuidar mucho para que no se pierda.
Ari se acercó a ella: —Déjame colocarla en tu cinturón, así estará segura.
La pequeña asintió y dejó que su papá atara la trabilla de la pequeña bolsa en su cinturón de algas, quedando en una posición cómoda para que pudiera seguir metiendo los frascos, cosa que hizo enseguida, sin medir cuántos necesitaba en verdad. Después de un buen tiempo, Solveig terminó de guardar sus frascos, y volteó hacia el Kraken: —Tío Google, ¿qué más puedo llevarme?
Este respondió: —No creo que sea necesario nada más ahora. Volvamos a mi cueva, y después será mejor que vayan a su casa, preparen algunas cosas y descansen, porque mañana vamos a viajar.
Solveig abrió sus ojitos y sonrió, antes de lanzarse a abrazar a su papá con mucha emoción. Ari la atrapó, sonriendo también, pero un poco nervioso, ya que no estaba preparado para que el Kraken hablara de viajes. No lo malentiendan, en realidad a él también le encantaba la idea de viajar por el mundo, pero ¿han sentido esa duda cuando estás a punto de conseguir algo que querías mucho y de último momento crees que aún no deberías tenerlo? Eso fue lo que pasó por su mente.
Werner, por otro lado, asintió y dijo: —En ese caso, tenemos que avisar a toda la familia. Y mañana estaremos listos desde temprano.
El tío Google abrió un portal nuevo para regresar a la cueva, y sin perder más tiempo, Solveig le agradeció y jaló de las manos a Werner y Ari para dirigirse a su casa.
Para ese momento, el sol comenzaba a ocultarse, por lo que la luz que llegaba hasta el mar era más tenue y de colores cálidos, pero no así la temperatura, así que cuando llegaron, Solveig sentía frío y estornudó varias veces, por lo que Ari se preocupó de que su pequeña pudiera enfermarse, y la cargó en brazos para darle un poco de calidez, antes de llevarla a la cama para cubrirla con las cobijas. Pero, como es natural, primero se encontraron con el resto de la familia.
Esta vez, estaban todos reunidos en el espacio más grande del barco hundido, el cual usualmente hacía las funciones de lo que para una casa en la tierra serían la sala y el comedor. Anémona estaba sentada en el piso mientras sostenía en sus brazos a Ina y Viggo, que intentaban imitar a Delph, quien estaba cantando para entretenerlos. Mientras tanto, Gretel y Sindri estaban arreglando con costuras algunas telas que habían encontrado, para poder usarlas para vestir. El otro hermano de Ari, Leif, estaba a un lado, junto con Natt y Zuwa, sus hermanas, envolviendo algas para guardarlas, como reserva para comer después o para poder intercambiarlas por algún objeto necesario. La hermana mayor de Ari, Coral, quien también tenía ya un pequeño hijo, trataba de convencerlo para que comiera un poco más, a lo que él defendía su negación, incluso si su papá también intentaba persuadirlo.
Pero, como recordarán, Solveig no se había molestado ni en aprender los nombres de sus tíos, así que sólo los miró sin mucha atención y se enfocó rápidamente en dirección de su mamá y hermanos.
Afortunadamente para ella, Ari también había centrado su atención en la misma dirección, y nadó hasta su familia, saludando con un suave beso a Anémona, que aunque se sorprendió al principio, le correspondió rápidamente, mientras que Delph se lanzó a abrazarlo, pero Solveig y los bebés quedaron un poco aplastados, protestando de inmediato y haciendo que los mayores se apartaran un poco.
Mientras tanto, Werner anunció en voz bastante alta: —El tío Google nos ha pedido prepararnos para acompañarle en su próximo viaje, que iniciará mañana...
Ante la noticia, hubo sorpresa general, pero pronto todos tomaron con entusiasmo esta novedad, con la excepción de Coral, que era un poquito amargada a decir verdad. De todos modos, Werner explicó con calma lo que había sucedido y nosotros ya conocemos, con lo que los ánimos del resto de la familia siguieron elevados.
Finalizado este anuncio, Ari se apresuró a llevar a Solveig a la cama, pero como sólo era para que no se fuera a enfermar y aún no para que durmiera, dejó que Delph y los mellizos jugaran con ella, mientras él y su esposa preparaban lo que iban a llevar en el viaje. Desde mucho tiempo atrás Anémona y Ari habían querido viajar a sitios lejanos, pero no habían tenido oportunidad de hacerlo, así que ahora, y llevando con ellos a sus hijos, era más perfecto de lo que imaginaron.
El océano nunca está quieto, por lo tanto, las sirenas tampoco.
En el próximo capítulo: el título cobra sentido 😌
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro