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6

Más tarde, Solveig se enteró de que Anémona había regresado a ver qué pasó con el barco que hundieron. Según la información que la sirena recabó al inspeccionarlo, no se trataba de un knarr, sino de un nuevo modelo, en el que el diseñador había fusionado el tamaño y maniobrabilidad del knarr con la capacidad y velocidad de los drakkar, barcos de guerra temidos en las regiones cercanas y no tan cercanas. 

Sin embargo, tanto la indicación de la manufactura del barco como las inscripciones que indicaban el nombre del país de donde venía, indicaban como origen el reino de Kuivuudenmaa,del cual la sirena no tenía conocimiento alguno, siendo probablemente un país recientemente fundado o que por algún motivo había cambiado de nombre. Por tanto, Anémona informó rápidamente a los reyes humanos de Toivonpaikka, Haakon y Cressida, acerca de este asunto, con la intención de que ellos pudieran enviar algún mensaje a esa nación para que hicieran algo al respecto y así evitaran o al menos disminuyeran las excesivas cacerías por parte de los pescadores.

Y en efecto, la propia reina Cressida se encargó de visitar Kuivuudenmaa, con lo que además de lograr que disminuyera la pesca en todas sus modalidades, trajo información acerca del origen del reino. Este país tenía poco tiempo de haberse creado, y aunque tenían un extenso territorio, la mayor parte no estaba ocupado por humanos, sino por seres mágicos que habían huido de Heland y otros reinos donde los rechazaron. Esto sólo hizo que sus acciones fueran más reprobables, ya que los seres mágicos usualmente tienen una mejor comprensión de la naturaleza, y por tanto también respetan más a los seres vivos. Pero de todas formas, Cressida pudo hacer que dejaran de cazar de manera tan constante y despiadada, cerrando el caso satisfactoriamente por el momento".

—¡Qué bueno que la reina los regañó por meterse con las ballenitas! — exclamó un niño, siendo ruidosamente apoyado por los demás pequeños, que estaban de acuerdo.

El narrador también asintió: —Sin duda alguna, se lo merecían y más, pero vamos a dejarlos por ahora para ver qué pasó con Solveig— y continuó:

"Después de unas cuantas semanas, por fin el tío Google volvió a su cueva para descansar antes de un nuevo viaje, pero antes de que pudiera acomodarse apropiadamente para la parte de "descansar", llegaron de nuevo a visitarlo Werner, Ari y Solveig.

Tras la larga explicación de la sirenita acerca de lo que había pasado, Werner hizo un resumen más preciso para que el kraken entendiera mejor lo sucedido. Por lo tanto, cuando pudo procesar toda esa información, el tío Google hizo el equivalente a cruzarse de brazos y regañó: —Por eso decía que todavía no deberías aprender magia, pequeña. Te sentiste con frío y cansancio porque comenzaste a gastar tu propia energía para activar las runas, eso te afectará si continúas haciéndolo, sobre todo mientras estás creciendo. 

—Oh... — Solveig por fin entendió tanta negación del kraken para enseñarle, pero eso no la iba a detener: —¿Y cómo funciona la energía? — preguntó astutamente.

El tío Google, sin percatarse de que estaba por caer en una trampa, explicó: —Según nuestra clasificación para el estudio de la magia, existen tres energías: la positiva, la negativa y la neutral. La neutral es el estado natural de todo. La energía positiva es la que todas las personas y seres vivos tienen en su interior (sin importar la especie a la que pertenezcan), mientras la energía negativa es la que tienen los objetos y los seres no vivos. Los hechiceros pueden usar cualquiera de las dos, aunque es normal que algunos se enfoquen más en la positiva y otros en la negativa, e indistintamente de esto, podemos percibir los cambios entrenando nuestro aens, la habilidad de percibir los cambios en la energía mágica del mundo, lo que es más fácil para los que nacimos como seres mágicos. Pero los hechizos básicos son los que requieren de energía positiva, o sea la que viene del propio hechicero. Las runas pueden funcionar con cualquiera de las dos energías, aunque lo más recomendable es usar la energía negativa para activar su poder. No esperaba que pudieras usarlas tan fácilmente, ni que las pudieras escribir adecuadamente tan pronto.

Solveig sonrió inocentemente: —Yo tampoco lo esperaba, pero ahora ya puedo usarlas, ¿verdad?

—Puedes, pero no debes. Así que, para que no te desesperes, te daré otras tareas por hacer. Pasaremos de invocar hechizos a la elaboración de pócimas, que es mucho menos riesgoso. Tendrás que juntar diferentes ingredientes y mezclarlos con diversos fines, en cantidades y presentaciones distintas. Lo básico es la tintura, así que ocúpate de crear unas cuantas con las siguientes instrucciones —expresó el pulpo, y con un gesto de sus tentáculos, apareció una tablita con las indicaciones grabadas en ella.

La sirenita tomó la tabla con sus dos manos y sonrió: —Gracias tío Google, voy a practicar, y no haré más runas hasta que me diga que está bien.

El kraken la miró con leve sospecha, pero sólo se dirigió a Werner: —Probablemente será mejor que me acompañen en mi próximo viaje, por si acaso ocurre nuevamente una situación parecida.

El abuelo asintió: —Me parece que será lo más conveniente. Mientras tanto, lo visitaremos seguido para informarle de los progresos de nuestra pequeña Solveig.

Enseguida, los tres se despidieron del kraken y emprendieron el viaje de vuelta a su hogar.

Apenas saliendo de la cueva, Ari cargó a Solveig y la miró con seriedad: —No debes decir mentiras, son fáciles de descubrir y te causarán problemas.

—Pero no dije ninguna mentira, papá — protestó ella.

—¿No? ¿Entonces de verdad no usarás de nuevo las runas hasta que el tío Google te diga que está bien?

—Uhm, así será.

—De acuerdo, entonces confío en que es verdad.

Solveig guardó silencio, prometiéndose no hacer trampa y realmente no usar las runas, aunque ahora que sabía cómo funcionaban las energías estaba muy tentada a experimentar utilizar la energía negativa para los hechizos. Pero de momento se conformaría con empezar a preparar las pócimas, tal como el tío Google esperaba que hiciera, sin meterse en problemas.

Al llegar a casa, se encontraron con que Gretel y Anémona estaban curando a Delph, que tenía muchos raspones en sus brazos y su carita, pero estaba muy animado de todas maneras, porque había podido acercarse y jugar un poco con Susto, aunque al final el nokk lo había tirado a la arena cuando el niño intentó tocarlo.

Delph explicó rápidamente al ver el gesto de preocupación de Ari: —Quería tratar de mostrarle a Susto que puede confiar en mí, para que después podamos ir a jugar a las carreras contra Vanja y Singular.

Singular era el caballo del rey Haakon, por lo que a veces la princesa Vanja lo llevaba a pasear, y al haber mencionado que en muchas ocasiones había competido en carreras, Delph quería intentarlo también, usando al nokk como vehículo. Pero como el espíritu aún desconfiaba de los niños y niñas, le tomaría un largo tiempo lograrlo.
Ari solamente respondió abrazando con cuidado a su pequeño, mientras Susto se escondió entre los cabellos del mayor.

Solveig también se acercó, y habló descuidadamente: —Ahora voy a practicar hacer pociones, así que no te vuelvas a lastimar hasta que tenga algunas para curarte.

Gretel preguntó: —¿No es algo difícil hacer pociones? Según he escuchado, se necesitan muchos ingredientes para ello.  

La niña se encogió de hombros: —Aun así, todos me ayudarán a conseguirlos, ¿no es cierto?

No lo dijo con autoridad, pero sí con seguridad, por lo que nadie pudo negarse ni contradecirla. Sin embargo, como aún no leía por completo las instrucciones, no sabía qué cosas necesitaría, así que aquello realmente podía considerarse que era un simple alarde.

Pero, rato después, Solveig leyó la tablita con las indicaciones del Kraken, encontrándose con lo siguiente: Para preparar las sustancias que utilizaría en sus pócimas, las cuales podían ser de origen vegetal, animal, mineral o fúngico, era necesario aprender nueve reglas diferentes, de las cuales incluso algunas tenían apartados extra, para poder obtener las tinturas en la mayor concentración y de la manera más eficiente para preservar las propiedades de los ingredientes. Eso la puso un poco nerviosa, ya que tardaría en aprender cada regla, y además podía confundirlas si no ponía atención, por lo que debía ser cuidadosa, incluso más que al aprender a trazar correctamente las runas.

Ante esto, y luego de pensar en una manera de conseguir aprender todas las reglas, decidió practicar muchas veces preparar una sola de las tinturas de cada regla, hasta recordarlas individualmente a la perfección. Pero además, no podría comprobar si esas tinturas funcionaban bien hasta que las llevara con el Kraken, pues estaba entre las instrucciones la orden de no probarlas en otras sirenas, ya que si no eran correctas las sustancias podían provocar enfermedades, ni tampoco debía probarlas en los animales, pues además del riesgo de enfermarlos, al tener fisiologías diversas y nada parecidas, los efectos podían resultar muy diferentes entre cada especie que probara las tinturas y pociones.

Con tantas dificultades, no era de extrañar que el tío Google supusiera que esta vez le sería más difícil a Solveig dominar y aplicar este tipo de magia, pero no por eso la sirenita se iba a rendir. Practicó, buscó las diferentes variedades de ingredientes, leyó y releyó las instrucciones muchas veces. Después de muchos intentos, por fin decidió que tenía listas las mejores tinturas de cada regla de preparación, y nuevamente con la ayuda de Werner y Ari, Solveig fue a visitar al tío Google para mostrárselas.

Para ese momento, habían pasado tres meses más, así que Solveig estaba cerca de cumplir siete años, aunque si algún humano la viera, creería que tenía cinco. Pero el Kraken todavía no había salido de viaje, así que para ese momento, mucha gente estaba ya acampando cerca de la caverna para esperar la próxima travesía. Si decidiera irse en los días cercanos, sería la primera vez que Solveig cumpliera años lejos de su casa.
Pero antes que nada, había que saber qué tal iba su habilidad con las pociones.

Después de todo el protocolo de saludar y explicar cómo había hecho todas las tinturas, esto último con algo de torpeza, ya que la sirenita aún no podía pronunciar algunas palabras complicadas ni hilar verbalmente las ideas con la misma fluidez con que las pensaba, pero de todas maneras se dio a entender con suficiente claridad.

El colosal cefalópodo tomó con cuidado los frascos cerrados que contenían las tinturas, y luego de acercar su ojo derecho al tentáculo con que los sostenía, para observarlos con detalle, profirió un sonido que parecía tanto una risa como una queja.

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