17
El tío Google apareció su bola de cristal para llamar a otros hechiceros y explicarles las sospechas que tenían contra el hechicero de Kuivuuden maa, pero Ahkona se quedó quieto en el mismo sitio. Era casi como si se hubiera dormido mientras flotaba, pero en vez de lucir como si descansara, parecía que estaba en trance. Al verlo así, Solveig pensó que parecía un vampiro. Nunca había visto uno, pero había escuchado algunas historias sobre aquella especie, y aunque no le daban miedo, tenía la impresión de que eran seres con un origen muy triste y por tanto también tenían una personalidad y apariencia melancólica, justo como el tritón en ese momento.
Ari tomó de las manitas a Ina y Viggo para llevarlos más cerca del fondo y que pudieran descansar o jugar. Y como en esa zona el fondo no estaba muy lejos de la superficie, había mucha luz, así que era fácil ver cualquier cosa alrededor de ellos. Solveig siguió a su familia y se sentó en una roca, sin saber bien qué hacer. Cerró los ojos por unos minutos, intentando escuchar los sonidos de los alrededores, cuando de pronto el estruendo de un golpe la hizo abrir de nuevo sus párpados. No sólo ella, hasta las almejas que estaban cerradas se abrieron y los peces se detuvieron, boquiabiertos, al descubrir que el Kraken se había desplomado, inconsciente.
Los mellizos, asustados, se lanzaron a los brazos de Ari, quien pareció a punto de desmayarse también, pues se puso demasiado pálido. Susto se soltó de su cabello y cambió su aspecto, tomando la forma de un delfín, para sostener y calmar al tritón.
La pequeña hechicera también abrazó a su papá, pero miró hacia Ahkona, pensando que debería moverse para ayudar al tío Google. Sin embargo, el hechicero parecía completamente en trance, y no movió ni un dedo. El corazoncito de Solveig empezó a moverse más rápido, esta vez la situación se veía muy complicada para poder resolverla sin ayuda. Con las manos temblando, sacó de su bolsa su bola de cristal para tratar de llamar a Muntu y decirle que algo no estaba bien con su padre.
Al notar que la sirenita había sacado la esfera, Ari, Viggo e Ina miraron al inerte Ahkona, y aunque no lo dijeron, pensaron que Solveig había pensado en la mejor opción para pedir ayuda en ese momento, pero estando atentos sólo a ella, se llevaron otro susto cuando se percataron de la llegada de Anémona y los chicos, que ya habían vuelto y al no encontrarlos en donde habían acordado volver a reunirse, se habían encontrado a otra espumosa que también trató de guiarlos a la cueva, pero esta fantasma se había desvanecido con la onda del agua cuando el Kraken colapsó.
Desde luego, en cuanto se recuperaron del susto, Ari, el nokk y los niños se lanzaron a abrazar a Anémona y Delph. (Pobre Aren, quedó ignorado).
La sirena recibió los abrazos con calma, tranquilizando a todos lo más posible para la situación, mientras el joven híbrido, ya que no había recibido nada, se acercó al tío Google para revisar cómo se encontraba. Parecía como si hubiera sido herido con el huso de la hechicera en el cuento de la Bella durmiente, pues respiraba tranquilamente, como si simplemente estuviera descansando. Por supuesto, aunque Aren no sabía nada de los seres marinos, dudaba que pudieran padecer de narcolepsia*.
Delph también se acercó después de unos momentos, mientras Anémona se dirigió hacia Ahkona y lo sujetó por los hombros, intentando hacerlo reaccionar, pero sin resultado.
—¿Será un efecto por haber estado tan cerca de la casa esa que mencionaron? — preguntó Ina.
Solveig y Delph se miraron por un segundo para confirmar que tenían la misma idea: —Ahora es cuando hay que llamar a Yngve.
La sirenita sacó de su bolsa el saquito con el cabello del ghoul y se lo dio a su hermano. El joven la tomó, pero se quedó esperando a que la niña le diera algo más: —¿Y con qué rayos voy a encender fuego?
Solveig miró hacia Aren, a lo que este respondió: —¡A mí no me mires, yo sólo sé encender fuego en seco!
Ella giró los ojos y sacó de su bolsa una laminita de madera, sobre la que trazó una runa y se la dio a su hermano, empujándolo hacia arriba: —Sácala del agua antes de que se gaste el efecto de la runa.
El muchacho respiró hondo y se apresuró hacia la superficie, donde la lámina se encendió en llamas de inmediato, que iluminaron suavemente las manos del tritón, y con presteza, Delph encendió uno de los cabellos del ghoul, que se consumió en un par de segundos, liberando una fragancia desagradable. Enseguida, Yngve apareció junto a Delph. Como era natural, ambos se miraron con bastante desprecio, pero no se dijeron nada, a sabiendas de que era más importante la causa por la que se reencontraban. Los dos nadaron de vuelta junto a Solveig, y sin siquiera la cortesía de saludar, Yngve preguntó: —¿Y las espumosas?
Solveig señaló a la cueva: —Vimos algunas que nos guiaron hasta ese túnel, pero no hemos entrado a investigar. Pero el tío Google y Ahkona sí entraron allá y ahora están... raros.
El ghoul de agua miró a los dos hechiceros, ambos inconscientes de maneras diferentes, y se acercó a Ahkona primero y después al Kraken para tratar de ver qué les sucedía. Luego, se dirigió a la boca de la caverna, solamente asomándose y extendiendo su mano para sentir mejor la corriente del agua. —No tienen rastros de la magia de las espumosas, pero sí de otra magia muy fuerte y discreta a la vez, y sí viene de este lugar. Incluso desde aquí siento la energía bastante desequilibrada. Ni modo, espero tener al menos el mérito por hacer estas cosas... — refunfuñó, nadando al interior.
—¿Deberíamos seguirlo? — dudó Ari.
Anémona iba a responder, pero Aren se adelantó: —Ustedes quédense aquí y traten de despertar al tío Google ya Ahkona. Iré yo a ver qué es lo que Yngve encuentra en esa cabaña.
—¿Me dejarás seguirte allá? — inquirió Delph.
El híbrido sonrió: —Aunque no te dejara, lo harías.
Delph sonrió nerviosamente ante esa verdad y tomó la mano de su compañero. Anémona se acercó a ellos: —Dudo que aparezcan las espumosas cuando perciban que ustedes están cerca, así que no se aproximen tanto, sólo lo necesario para que no pierdan de vista a Yngve. Y si sienten algo extraño, regresen de inmediato.
Los muchachos asintieron y se dirigieron a la cueva.
Anémona, Ari y los mellizos se enfocaron en vigilar el estado de los dos hechiceros. No sabían cómo despertarlos, así que solo revisaron que sus signos vitales estuvieran estables. Y mientras tanto, Solveig tomó su bola de cristal para llamar a Muntu y contarle lo que estaba pasando.
El niño respondió rápidamente, tratando de mantener un volumen bajo al hablar: —Hola estrella, ¿qué haces?
—Vine con mis papás a investigar sobre las espumosas, pero hace ratito que nos encontramos con el tío Google y con tu papá nos dijeron que encontraron la escena del crimen. Pero Ahkona se veía muy cansado, y no reacciona, y el Kraken simplemente se desmayó. No sabemos qué les pasa, pero Yngve ya fue a investigar la cabaña donde encontraron las espumosas.
Muntu frunció el ceño y susurró: —Eso no suena nada bien. Principalmente porque mi papá está aquí en casa."
Inmediatamente, todos los niños y niñas que escuchaban la historia gritaron un incrédulo "¡¿Qué?!"
El narrador no pudo contener la risa, pero no tardó en aplacarse para continuar: —Exactamente lo mismo que ustedes hicieron fue lo que hizo Solveig.
—¡¿Cómo es posible este suceso?! — exclamó uno de los pequeños.
—¡Debió ser una trampa! — respondió otra.
El narrador asintió: "Eso era seguro. Aunque claro, no podian saber de quién era obra. Y Muntu, aún cuando estaba seguro de que su estrella no volvería a decir una mentira, no podía creer lo que había dicho.
—Solveig, muéstrame lo que estás viendo. Yo te muestro que mi mamá y mi papá están aquí conmigo — dijo, y se alejó un poco de la bola de cristal para que la sirenita viera la imagen de Osun y Ahkona, un poco a lo lejos, mientras hablaban entre ellos tranquilamente.
La niña miró la imagen con estupor, y también se alejó de su bola de cristal para permitir al pequeño tritón ver qué sucedía con este Ahkona y el tío Google, que seguían inconscientes e inertes.
Muntu quedó perplejo ante la evidencia. Luego de unos segundos, respiró hondo y afirmó pensativo: —Debemos decirle a nuestras familias lo que está pasando.
—Por la mía no hay problema, pero esto es tan extraño que creo que tus papás creerán que estoy mintiendo de nuevo — respondió ella.
—Les mostraré que no, y si aún así no lo creen, iré yo solo contigo. No tardaré mucho, estrella. Nos vemos en unos minutos.
Solveig asintió y guardó la bola de cristal después de despedirse de Muntu.
* La narcolepsia es una enfermedad en la que los pacientes no pueden mantenerse despiertos por periodos prolongados y caen dormidos constantemente y de manera repentina.
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