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14

Al llegar la noche, la mayoría de los hechiceros de especies diurnas regresaron a sus hogares por medio de los portales, mientras los nocturnos y los dispuestos a desvelarse permanecieron unas horas más en el edificio.

Desde luego, Aramis, como humano y adolescente, no se quedó hasta tan tarde, y su maestro lo llevó de vuelta a Kuivuuden maa, interrumpiendo el largo interrogatorio del resto de hechiceros, que pasaron a deliberar sobre otros temas.

Osun y Ahkona volvieron junto a Anémona y Ari para buscar a Muntu, quien seguía junto a Solveig y sus hermanos. Aunque ya se habían cansado de jugar, el niño había empezado a interrogar a Aren acerca de cómo era vivir en la tierra, por lo que el híbrido trató de explicar lo mejor posible las cosas que Muntu quería saber, lo que después de un rato, pareció una tarea infinita para el muchacho rubio.

Ya cansado por tantas preguntas, Aren miró a su compañero para que le ayudara a librarse del pequeño tritón, así que Delph simplemente sujetó con suavidad el rostro de Muntu y lo giró en dirección a donde se encontraban sus padres. Osun le hizo señas para que se acercara, por lo que el pequeño tuvo que hacerle caso y nadó hasta ellos.

La hechicera cargó en brazos a su pequeño, mientras Ahkona se dirigió a Anémona y Ari: —Debemos irnos ya.

Ari sonrió y contestó: —Nos veremos pronto, espero.

Ahkona no contestó, ni Osun tampoco. Sólo Muntu hizo pucheritos y movió las manos para despedirse de todos antes de que su papá abriera un portal y cruzaran para volver a su territorio. Anémona frunció el cejo por un momento, volteando enseguida para ver a Solveig, quien estaba un poco confundida. Usualmente la familia de su amigo era más amistosa para despedirse, por lo que este cambio de actitud no le parecía muy normal.

La mayor puso su mano sobre el hombro de la niña y dijo: —Supongo que se les pasará pronto el enojo. Además, no es justo separar a dos "mejores amigos" tan duramente.

Solveig resopló y se abrazó a su mamá, quien la sostuvo con firmeza y la meció suavemente. Todo el ambiente se sentía incómodo después de la abrupta partida de la familia de hechiceros. Ina y Viggo no tardaron en nadar para abrazar a sus creadores, y preguntaron si también volverían a su casa, a lo que Ari respondió que debían esperar al tío Google para que abriera un portal a través del cual llegar a su barco hundido.

Como el kraken aún estaba hablando con algunas personas en la superficie, esto les llevaría un gran rato, en el que, para animar a Solveig, Ari le propuso que les mostrara las secciones que conocía del Alcázar del pandemónium, consiguiendo que la sirenita se entusiasmara y olvidara por un rato el mal momento.

Sin perder tiempo, Solveig guió a su familia para mostrarles las diferentes habitaciones y explicando qué se guardaba en cada una, a lo que sobre todo los mellizos ponían atención y hacían preguntas al respecto. Anémona y Ari sólo los vigilaban de cerca, sin hacer comentarios.

Un poco más atrasados, Aren nadaba junto a Delph, con las manos entrelazadas para no perderse. Como ya habían explorado por su cuenta los primeros pisos submarinos del edificio, encontrándose por ello con Yngve, el híbrido tenía en mente una duda más inquietante: —¿Qué sucede si no puedes estar junto a la persona que amas? Aparte del dolor emocional, ¿hay otras consecuencias para ustedes?

El joven tritón miró con un dejo de angustia a su compañero: —Depende de la personalidad de cada quién, pero pocas veces podemos superar la pérdida. La consecuencia más suave sería endurecerse de carácter. Espero que no le pase a Solveig, de por sí ya es muy fría. Si no puede seguir interactuando con Muntu, quizá no se dé cuenta, pero perdería mucha de su vitalidad.

Aren apretó sus puños, molesto por la idea: —Me siento un poco culpable, si no hubiéramos encontrado a Yngve, la situación sería diferente.

Delph lo besó en la comisura de los labios, haciendo que se sonrojara, y afirmó: —En realidad no fue tan malo, Solveig pudo convencerlo de ayudarle para investigar a las espumosas. El punto aquí será demostrar a Ahkona y Osun que la mentira de mi hermanita no se repetirá y además será útil para resolver el misterio. Así dejarán que Muntu siga siendo amigo de Solveig, y con el tiempo serán una pareja muy fuerte —. Se acercó suavemente y agregó en un susurro: —Aunque dudo que lo sean tanto como nosotros.

El rojo en la cara de Aren aumentó en intensidad, y empujó suavemente a Delph para continuar el recorrido, pues ya se habían apartado un poco del resto de la familia.

A medida que exploraban el Alcázar del pandemónium, Solveig continuaba mostrando emocionada las diferentes secciones y compartiendo información interesante con sus hermanos. El ambiente parecía haber vuelto a la normalidad, al menos momentáneamente.

Tras un par de horas más, el tío Google por fin dejó de chismear con los otros hechiceros y regresó a buscar a Solveig y su familia, que para ese momento ya habían recorrido cinco pisos del edificio. Acompañando al kraken se encontraba A. Brah, quien usando su magia, se había hecho una burbuja de aire, con la cual tenía suficiente para sobrevivir por un buen rato que pensaba aprovechar. 

Aunque para ese momento habían recorrido ya cinco pisos, para el kraken fue fácil encontrarlos, ya que gracias a su tamaño se desplazaba más rápido entre cada nivel del Alcázar, mientras A. Brah lo seguía tranquilamente en su burbuja. Solveig les mostraba a los mellizos un cristal verde cuya propiedad más importante consistía en robar los poderes de los pocos humanos que nacían con ellos y dárselos a alguien diferente, aunque un uso más suave sólo los bloqueaba".

—Esos son los cristales de viritelra, ¿verdad? — preguntó una niña.

—Así es. Curiosamente, este material es más fácil de encontrar que el ruburum, a pesar de que tenga menos usos — respondió el narrador, y siguió con la historia: "El tío Google permitió que la explicación de Solveig terminara por completo antes de saludar. Desde luego, se sorprendieron de ver al hechicero de Toivonpaikka, pero también lo saludaron, a lo que A. Brah respondió con su habitual sonrisa, amigable pero que daba a entender que tenía todo fríamente calculado.

Esta expresión suya, así como su experiencia anterior en consultarle, hacía que Anémona no pudiera terminar de confiar en las respuestas del hechicero, aunque sí en que sus intenciones fueran buenas. Pero esto tenía sin cuidado al supremo de la isla, que tranquilamente se dirigió a cada uno: —¡Cuánto tiempo hace que no veía a esta familia! Han crecido mucho; me gusta el cambio en tu cabello, Delph. Ina y Viggo, ya me es más fácil diferenciarlos. Anémona, creo que te has vuelto más fuerte, igual que Ari. Susto sigue con su carácter de siempre. Y es un gusto conocerte Aren, qué suerte tienes de no haber tenido que continuar con la maldición que tenían tu familia y la de tu compañero.

Sin esperar respuestas, A. Brah dio por último su atención a la pequeña aprendiz: —Solveig, veo que algo te inquieta, ¿qué sucede?

La sirenita miró a sus creadores antes de volver la vista al hechicero y responder: —Muntu se fue, creo que sus papás se enojaron conmigo y ya no lo dejaron jugar más. Además, tenemos que resolver el caso de las espumosas, convencí a un ghoul para que nos ayude, pero no sabemos bien por dónde iniciar.

A. Brah acarició su barba un par de veces antes de responder: —No te preocupes tanto respecto a Muntu; él siempre estará dispuesto a volver contigo. Pero en el caso de las espumosas, creo que estás olvidando algo importante. Cuando tú y tu mamá fueron a buscarme porque querías comenzar a aprender magia, te recomendé dos cosas: primero, que empezaras a no solo observar tu entorno, sino que también debías sentirlo; y segundo, que cada vez que visites a algún hechicero o hechicera, escuches con todo cuidado lo que tengan para decir. Creo que hoy te olvidaste de hacer ambas, ya que se reveló información importante para solucionar el caso. No te preocupes, yo también les ayudaré.

Solveig entrecerró los ojos y preguntó: —¿Qué fue lo que dijeron y yo no puse atención, según usted?

—Uhm, que Aramis, el supuesto salvador de la magia en nuestra época, viene de Kuivuuden maa, un lugar que ya ha dado problemas antes, ¿no te da ideas?

—¿Él es el culpable de que haya más espumosas de lo normal?

—No lo estoy acusando, estoy diciendo que es una curiosa coincidencia.

Anémona intervino: —Ya había pensado investigar en los alrededores de Kuivuuden maa, esta vez sin intervención de Toivonpaikka para no darle problemas a Vanja.

A. Brah asintió: —Eso está bien, muy bien, Anémona. Pero no se olviden de sentir el entorno. Los hechiceros, y a veces los seres mágicos sin entrenar sus habilidades, pueden percibir la magia con su aens. Pero el día de hoy todos parecían tenerlo desactivado.

Solveig recordó lo que Muntu le había dicho respecto a que la energía de la magia podía afectarlos por ser pequeños, lo cual no se cumplió ni en ellos ni en sus hermanitos, pero no había caído en cuenta de que los hechiceros mayores parecían estar comportándose más viscerales desde que presenciaron a Aramis. Así que una nueva línea de investigación se abría.

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