13
Antes que nada, hay que tener claro un par de conceptos bastante útiles de aquí en adelante: primero, el de la vida después de la muerte, y segundo, el de las maldiciones familiares".
Uno de los niños que escuchaba la historia levantó su mano con entusiasmo: —¡Yo me sé la primera! ¡Déjenme explicarla!
El narrador asintió, y todos prestaron atención al pequeño: —La cosa es que algunas personas cuando se mueren, pueden revivir, pero como otros seres, dependiendo de por qué se murieron y para qué necesitan revivir. Entonces hay muchas especies que existen por eso.
—Ajá, así es como surgieron los silfos, por ejemplo — dijo otra niña, un poco mayor.
Un tercer niño preguntó: —¿Y de qué se tratan las maldiciones familiares? ¿Y qué tienen que ver con lo de las especies mágicas?
El narrador intervino: —Pues, porque la razón por la cual las especies mágicas que surgieron de los humanos fallecidos es por un efecto de la mayor parte de los hechizos, en el cual, si estos no se deshacen mientras la persona bajo sus efectos está viva. Mas en la mayoría de los casos no se llega a tanto, pues aunque todos los hechizos están hechos para persistir a través de tiempo indefinido y se transmiten de manera familiar, es común que, si no se rompen por acción del principal afectado, sí sea roto por una, máximo dos generaciones después. Bajo estas condiciones es que resulta poco frecuente la creación de nuevas especies mágicas, pero no es imposible.
—Entiendo, por eso en el caso de las sirenas, ya que el hechizo que les pusieron a la primera generación fue más una ventaja que una desventaja, continuaron bajo él voluntariamente, hasta que llegaron a ser una especie mágica — dijo una de las niñas.
El narrador asintió: "Perfectamente bien explicado. Me impresionas; tus papás deben estar orgullosos. Y con esta información es que podemos explicar lo siguiente: Las sirenas, al ser ya una especie por mérito propio debido a su antigüedad, al igual que otras, como los dragones o las hadas, pueden dar lugar a originar seres como las espumosas, las cuales sin embargo son bastante frágiles como para constituir por sí mismas otra especie mágica de consideración. Pero por esto mismo, están en la misma jerarquía que los ghouls, la especie a la que ahora pertenecía Yngve. Ya sabiendo esto, podemos continuar de mejor manera.
Solveig se acercó a Yngve, sin miedo, y le habló: —Si lo que Aren nos contó de ti es cierto, entonces puedes ayudarnos.
El ghoul la miró por un instante antes de volver a girarse hacia Aren: —¿Qué les dijiste de mí?
—Nada que no fuera cierto — respondió el híbrido, encogiéndose de hombros.
Yngve regresó su vista a la sirenita: —¿Qué quieres?
—Que nos ayudes a investigar por qué hay espumosas con más frecuencia que antes.
—¿Y yo para qué les voy a ayudar con eso?
—Pues porque tú tienes más posibilidad de acercarte a ellas sin que se disuelvan.
—Ajá, pero ¿yo qué gano? No es un hechizo, pero no es algo que haré gratis.
Solveig simplemente se volteó hacia Aren y dijo: —Tenías razón, no es tan fuerte para hacer magia más avanzada.
El híbrido entre abrió la boca para responder, pero Yngve fue más rápido: —¡¿Qué tiene qué ver una cosa con la otra?! Para que veas, te voy a demostrar que puedo con las espumosas y con los hechizos, charal impertinente —. Y enseguida, se cruzó de brazos y desapareció, aunque apenas un instante después reapareció y le aventó una bolsita a Aren, desapareciendo otra vez.
Sin embargo, excepto por el distraído joven y por Anémona, los demás miraron con algo de enojo a la sirenita, puesto que había engañado a Yngve. Solveig miró a su mamá, quien suspiró y explicó: —Por esta vez vamos a dejar pasar que mentiste, ya que conseguiste la probable ayuda de Yngve. Pero, que no se te haga costumbre, ¿de acuerdo?
La pequeña asintió con la cabeza, y evadió los ojos juzgadores que la rodeaban al esconderse en el abrazo de la mayor, aunque no pudo hacerlo por mucho tiempo, ya que el tío Google indicó que se asomaran a la superficie para poder seguir escuchando qué era lo que decían los otros hechiceros, que continuaban hablando de Aramis.
El joven hechicero se mostraba tímido ante el resto de los presentes, por lo que no hablaba mucho ni a grandes voces, pero hubo un detalle que llamó la atención de Anémona, cuando alguien preguntó de qué país venía el supuesto prodigio, y la respuesta clara fue "Kuivuuden maa."
Recordemos que esta nación ya mencionada en el capítulo 6 no tenía muchos años de haberse fundado, lo que significaba que Aramis o era de la primera generación que había nacido en el reino o lo habían llevado siendo muy pequeño, siendo más probable la primera opción tomando en cuenta su especie.
Recordemos que esta nación ya mencionada en el capítulo 6 no tenía muchos años de haberse fundado, lo que significaba que Aramis o era de la primera generación que había nacido en el reino o lo habían llevado siendo muy pequeño, siendo más probable la primera opción tomando en cuenta su especie.
Anémona no pensó siquiera acercarse a preguntar nada al respecto, simplemente pensando que era una curiosa coincidencia, pero a la vez permaneció atenta, intentando captar si acaso mencionaban algo más al respecto de aquel reino.
Sin embargo, los demás hechiceros pronto cambiaron de tema y la conversación se volvió más general, discutiendo sobre los problemas actuales en el mundo mágico y las posibles soluciones. Era evidente que Aramis, a pesar de su juventud, tenía conocimientos importantes, por lo que quizá era acertado pensar que el futuro de la magia debía estar bajo su cuidado. Esta idea se presentó en las mentes de la mayoría de hechiceros, incluyendo a Ahkona y Osun, quienes después de susurrar algunas palabras entre ellos, indicaron a su hijo que los siguiera para acercarse a escuchar lo que Aramis decía. Pero Muntu se negó: —Todavía quiero jugar un rato con Solveig.
Los dos mayores se miraron entre ellos, dudando, pero al final accedieron: —De acuerdo, pero no te alejes—. El pequeño tritón asintió y se abrazó a Solveig,mientras los hechiceros se alejaron, antes de que Anémona o Ari pudieranreplicar.
Delph y Aren se acercaron a Solveig también, y el híbrido le entregó la bolsita que Yngve le había lanzado: —Creo que es mejor que tengas esto tú, pequeña hechicera.
Solveig tomó la bolsa y la abrió con cuidado, encontrando que al interior había un mechón de cabellos, sin duda alguna pertenecientes a Yngve, como mostraba su color oscuro y textura pastosa. La sirenita sonrió al verlo y cerrando de nuevo el saquito, dijo a su hermano mayor: —¡Es como el genio del cuento de la rosa marina! Para que aparezca ante nosotros, hay que quemar un cabello, aunque no tenemos fuego tan fácilmente, pero se puede arreglar.
Delph asintió sonriendo, a lo que Aren respondió: —Espero que más tarde me cantes esa historia, aunque ya me explicaste cómo funciona eso del cabello.
—¡La rosa marina es una planta mágica que arregla la vista de la gente ciega! ¡Es un cuento muy interesante, a mí me gusta mucho, y un día voy a hallar una rosa marina real! — exclamó Viggo.
—¡Ya veremos, tal vez yo la encuentre primero! — respondió Ina.
Ari sostuvo en sus brazos a los mellizos: —La buscaremos todos juntos, tranquilos. Dejen que Delph hable con Aren.
Los pequeños asintieron y redirigieron sus miradas hacia Solveig, quien guardó la bolsita y se dirigió hacia Muntu: —¿A qué vamos a jugar?
—No lo sé, sólo lo dije porque no quería acercarme a Aramis — respondió él.
La sirenita guardó silencio, lo que sus hermanitos aprovecharon para intervenir y sugerir algunos juegos, organizándose en pocos segundos, y distrayéndose así del tema, arrastrando también a Delph y su compañero.
Mientras ellos jugaban, Ari notó la expresión pensativa de su esposa, y tomándole la mano, preguntó: —¿Qué sucede?
—Yo también siento que hay algo raro con Aramis. Pero, Haakon y Cressida dejaron de ser los reyes hace poco, así que dudo que sea buena idea pedirle a Vanja como nueva reina que nos ayude a investigar de nuevo lo que sucede en Kuivuuden maa. Con una vez que hayan ignorado el principio de no intervenir en otros reinos es suficiente, pedir que lo hagan de nuevo sería arriesgado y más para un gobernante nuevo. Así que vamos a tener que investigar por cuenta propia.
El tritón asintió: —Eso haremos.
Anémona sonrió y dejó un beso en la mejilla de Ari, quien, a pesar de tanto tiempo desde que se conocían, seguía sonrojándose ante esos pequeños contactos.
Afuera del agua, el supremo A. Brah de Toivonpaikka estaba mirando las figuras borrosas de aquella familia, pensando si esta vez sería prudente intervenir o debería continuar sólo dando pistas y consejos como siempre hacía para evitar fallos en la rueda del tiempo. Él también sentía que las cosas en Kuivuuden maa estaban afectando a toda la región, dentro de poco quizá a todo el mundo.
Hablaría al respecto con el tío Google, en cuanto éste dejara de poner toda su atención en Aramis, como el resto de los hechiceros en el Alcázar del Pandemonium.
Les dejo unos datitos por si no conocen qué son los charales:
Los charales son peces pequeños comestibles (de 6 a 12 cm), delgados, comprimidos lateralmente, cubiertos de escamas, con una banda plateada en los flancos; de cabeza larga y aplanada, hocico romo, boca chica con dientes y labios gruesos. Los adultos, que comen zooplancton, forman grupos con decenas de individuos, no tienen instintos paternales; son de fecundación externa, como la mayoría de los peces, y su época de desove es en primavera.
Yngve le dijo a Solveig "charal" por su estatura, aún pequeña.
Y respecto a la rosa marina, es parte de un cuento de Las mil y una noches.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro