12
Naturalmente, mientras esperaban a que regresara, todos los demás se ocuparon en diferentes asuntos. Ina y Viggo jugaban con su papá, mientras Solveig estaba practicando con su espejo, cuando escuchó que desde la habitación de al lado, Delph y Aren hablaban de las espumosas: —¿Entonces, si son fantasmas de las sirenas que mueren por culpa de los humanos, no deberían solamente querer encontrar a su asesino para vengarse?
—Sí, pero probablemente el que tengan esa habilidad para sentir su presencia tenga qué ver con querer deshacerse de varios para evitar que otras sirenas sufran por las acciones de los humanos. Aunque como espumosas son demasiado frágiles para lograrlo la mayoría de veces, pero aun así es un objetivo fijo para ellas.
—Entonces, ¿qué tal si aprovechamos eso para poder investigar la causa de que ahora estén apareciendo con más frecuencia?
—¡Aren! ¡No voy a dejar que corras peligro! Además, el tío Google dijo que ahora que Solveig tiene la edad suficiente, puede empezar a acompañarlo a las reuniones de los hechiceros, así que ella puede investigar otras opciones.
—Bien, eso es cierto. Tu hermanita es muy capaz, así que probablemente halle una solución.
Solveig estaba escuchando atenta, habiendo dejado de lado su espejo. No había pensado en investigar sobre las espumosas al hablar con los otros hechiceros, pero era una buena idea. Sin embargo, también le preocupó no encontrar una solución y que por tanto, Aren decidiera ponerse en riesgo para ayudar a resolver este caso. No tanto porque el híbrido le preocupara, sino porque Delph también se arriesgaría por seguirlo, o incluso si no lo hacía, sin duda sufriría viendo a su compañero exponerse al peligro.
Solveig se quedó pensando en esto por un rato, pero la vocecita de Viggo la interrumpió: —¡Mami! ¿Qué fue lo que encontraste en la isla?
Anémona estaba cruzando la puerta de la habitación, ya de vuelta, y sonrió para su familia, a pesar de que no había conseguido mucho de utilidad: —Sólo han visto una espumosa, y no han vuelto a aparecer desde hace meses. Pareciera que comprendieron que no pueden encontrar ayuda ni venganza en Toivonpaikka.
Ari suspiró, pero no dijo nada.
Unos meses más pasaron, cubriendo el resto de la primavera y verano sin ninguna novedad al respecto de las espumosas, pero entonces llegó de nuevo el equinoccio de otoño.
En esta fecha era cuando los hechiceros, no sólo aquellos de especies que habitaban el agua, sino también los que poblaban los demás elementos, se reunían, siendo por esta razón la confluencia más importante del año para ellos. Como siempre, el tío Google, aunque no tenía planeado viajar a ningún lado aún, se unió a la visita, y en esta ocasión, por primera vez dejaría que Solveig lo acompañara, aunque al ser aún una niña, también debió llevar al resto de la familia. Incluso, para poder llegar rápidamente creó un portal, por donde él, Ari, Anémona, Solveig, Ina, Viggo, Delph y Aren, llegaron al instante hasta el interior del Alcázar del pandemonium, cerca de donde se encontraba la familia de Muntu, quienes desde luego se alegraron de verlos, por lo que los recibieron amablemente.
Debido a que habían llegado temprano y después de los saludos correspondientes, entre los mayores hubo una charla bastante extensa, en que, entre otros temas, Anémona y Ari explicaron con un poco más de detalle a Osun y Akhona la situación actual acerca de las espumosas, incluyendo el incidente en que las fantasmas intentaron atacar al joven híbrido. Pero mientras tanto, Solveig, Muntu y los mellizos se juntaron para jugar.
Al estar en un espacio grande pero concurrido, se sentaron los cuatro, juntos, en el borde de una de las ventanas del lugar, aunque no pasó mucho para que solamente Ina y Viggo fueran los que se quedaron jugando, ya que Muntu notó que Delph no estaba cerca de ellos como era lo normal, y preguntó por esto a Solveig, que respondió encogiéndose de hombros: —Debe estar cuidando que no le pase nada a Aren. Es muy imprudente, así que mi hermano tiene que seguirlo a todos lados.
—Bueno, hace rato yo también estaba curioseando por todos lados, así que no lo culpo. Este lugar es sorprendente, ¿no crees?
—¡Claro!, pero ¿no habías venido antes?
—No, mamá o papá venían a las reuniones o a buscar las cosas que necesitaban mientras el otro se quedaba a cuidarme, porque decían que hay mucha energía aquí y me podía afectar, pero ahora que ya he practicado cómo usarla no debería pasarme nada, así que por eso esta vez vinimos todos juntos.
Solveig miró a sus hermanitos, pero no notó que se sintieran mal o algo parecido. Una vez su abuelita había mencionado que, siendo aún pequeños, sus tíos habían entrado en la cueva submarina que atraviesa Toivonpaikka, y al estar este sitio lleno de cristales de ruburum, había ocasionado que se enfermaran por algunos días. Quizá los mellizos eran más resistentes a la magia que sus tíos, o tal vez la presencia de tantos hechiceros hacía que los tipos de energía se equilibraran naturalmente y no los dañara, pero por el momento no había forma de comprobar cuál era la razón, así que Solveig quiso cambiar el tema de la conversación, mas la interrumpió el inesperado sonido de alegres aclamaciones vino desde la superficie, por lo que llamó la atención de todos los hechiceros submarinos, y sin perder tiempo nadaron para ver qué sucedía.
Los que estaban haciendo el escándalo eran en su mayoría los hechiceros humanos, mientras los de otras especies, aunque también se veían alegres, no exageraban tanto. Y la causa de esto tenía qué ver con un par de personas que estaban situadas en umbral de una de las puertas más cercanas al agua. Uno, sin duda el más viejo de los dos, al ver que los hechiceros marinos habían aparecido en escena, habló orgullosamente: —¡Lamento iniciar la reunión tan temprano, pero tenía que presentar a mi aprendiz! No solo es uno de los pocos jóvenes que aún está interesado en la magia, sino que según hemos investigado, desciende de Ashtana y Ashira. ¡Es una pequeña luz de esperanza para reforzar y renovar la práctica de la magia!
Y dándole un empujón leve al chico a su lado, lo instó a presentarse, lo que el muchacho hizo de inmediato: —Llámenme Aramis. Estoy muy feliz de estar en una reunión por primera vez y conocerlos a todos.
Solveig tomó un poco de su pócima para mejorar la vista, y así descubrió que ese tal Aramis era un humano, probablemente de quince años, que tenía ya una varita, la cual el tío Google había explicado que se otorgaba cuando se evaluaba que un hechicero había superado a su maestro. Por lo tanto, Aramis debería ser una persona excepcional para haberlo logrado a tan corta edad. Tanto la sirenita como su amigo voltearon a ver al tío Google, quien respondió en voz baja a sus gestos de confusión: —Aksh Ashtana es considerado el primer hechicero, y Kish Ashira, la primera hechicera. El hecho de que aparezca un descendiente de ellos y con tanta habilidad es ciertamente una gran noticia, aunque como siempre, hay que tomarlo con calma.
Los niños se miraron entre ellos y asintieron a las palabras del Kraken.
En ese momento, detrás de ellos habló otra voz, que sonaba burbujeante y amargada, pero joven: —Esto me suena a que se lo acaban de inventar, pero esos mensos se lo creyeron. Aksh Ashtana y Kish Ashira eran de la región que ahora conocemos como Bharat, por eso sus nombres están en sánscrito. Y vivieron hace más de dos mil años, por lo que aun si Aramis, claramente un europeo, es su descendiente, no podría haber conservado muchas de las características de ellos. En todo caso, si tiene talento y lo ha pulido bien, no necesita presumir para ser importante entre nosotros.
Esta declaración y el mirar a quien la profería no hubieran sorprendido tanto al Kraken y a las dos familias de sirenas si no hubieran visto que el hechicero, de la especie de los ghouls acuáticos, sostenía con rudeza a Aren y Delph, aventándolos hacia el frente cuando obtuvo la atención.
Anémona hizo gesto de tomar su espada, olvidando que no tenía ninguna desde hacía muchos años, mientras que Ari atrajo detrás de sí a los gemelos para intentar protegerlos. Susto tomó la forma de una orca, mostrándose defensivo. Mientras, el joven tritón abrazó rápidamente a su amado, lo que hizo sonreír levemente al ghoul y burlarse: —Aren, de verdad no creía que pudieras negar que son pareja, pero ahora veo que realmente no lo son; él sólo es tu pequeña rémora.
Delph gruñó, pero no dijo nada. Aren en cambio, se dirigió a los mayores: —Ese es Yngve. Pensé que estaba muerto, y sí, pero también anda de parranda.
El ghoul levantó sus dedos en V para saludar, completando la explicación: —Aren me dio su identidad por medio día, antes de que un loco quemara a mi familia y me ahogara a mí. Al menos mi hermanito sigue vivo, así que espero que esos guardias que tiene como amigos lo estén cuidando bien.
—¿Tú eres ese Yngve? Lamento decir que Lura no tiene idea de la verdadera personalidad de su hermano mayor — exclamó el tío Google, recordando al tierno niño que Aren había dejado a cargo de Nilsa y Helge, sus amigos humanos, que vivían en Toivonpaikka después de escapar de su natal Kaillioinenmeri, donde el joven híbrido había abandonado su papel de príncipe para seguir a Delph.
Aren suspiró, arrepintiéndose de haber ido a curiosear los niveles más oscuros del Alcázar del Pandemónium, pues de otra manera no se hubiera encontrado con el malicioso hechicero ghoul. Sin embargo, para Solveig esto fue una oportunidad de avanzar un poco en la investigación del asunto de las espumosas.
Casi me olvido de que Susto existe y apenas tuvo una mini mención en el capítulo 🥲.
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