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"Solveig nació hace mucho tiempo, en las aguas frías del norte. Para ser precisos, en el año 812 d.C. 

Al llegar a este mundo, se encontró con que además de una mamá y un papá, tenía un hermanito mayor, el cual se pasaba todo el tiempo preguntando cuándo podrían jugar juntos y tratando de cargarla en sus pequeños bracitos, además de que él también se pegaba a su mamá para tomar la suave leche que producía para ellos. Aunque al inicio este niño fue un poco molesto, pronto Solveig le agarró cariño.

También descubrió que tenía muchos otros familiares, pero eran tantos, que sólo recordaba hacer la distinción de abuelita y abuelito, y tíos y tías. Hasta mascota tenían, pero normalmente se escondía de los más pequeños. Aquella casa tenía todo incluido.

Al paso de los meses, Solveig comenzó a practicar cómo hablar, priorizando llamar a su mamá, papá y hermano, aunque al último era más sencillo llamarlo Delph, como hacían sus creadores. Casi al mismo tiempo, la pequeña también aprendió a nadar por su cuenta. Y entonces descubrió que el lugar donde vivían había muchas cosas interesantes, más de lo que había visto cuando sus papás la cargaban en brazos.

Aunque siempre había alguien mayor junto a ella, Solveig exploró el pequeño mundo que era el barco hundido donde vivía su familia por sí misma. Era divertido y satisfactorio encontrar cosas nuevas cada día, algunas las usaba para jugar con Delph y otras rápidamente le eran arrebatadas por su mamá o su papá, diciendo que era algo que podría lastimarla y mejor no lo tocara, situación que a veces la molestaba y en otras le daba igual.

Poco tiempo después, comenzó a darse cuenta de sucesos a los que antes no había prestado atención. Por ejemplo, que aun cuando ella y Delph llamaban "papá" y "mamá" a sus creadores, el resto de la familia no hacía lo mismo. Su padre era llamado Arivey, aunque el 98% de las veces los demás adultos sólo se dirigían a él como Ari. Un tritón de noble carácter y dulce voz, tan amoroso con su esposa como consentidor con sus hijos. En contraste, Anémona, su mamá, era gentil sólo con ellos tres, mostrando su firme carácter e imponente figura ante el resto del mundo. Su familia se sentía protegida por ella, y realmente lo estaban. Sin embargo, algunas veces desaparecía largos ratos, regresando siempre con la piel un poco más oscura que cuando se iba, aunque se volvía a aclarar con el paso de los días. Solveig también notó que mientras su mamá no estaba, su papá se preocupaba más de lo normal, y cuando ella volvía, ambos se abrazaban y parecían perderse en sus miradas, al menos hasta que la pequeña y su hermano se unían al abrazo.

Esas desapariciones intrigaban a la niña, pero no tenía las palabras suficientes para preguntar las razones de esto. Tendría que apurarse para ampliar su vocabulario y descubrirlo. Pero por suerte, estaba aprendiendo rápido, pues algo en lo que tanto la pequeña sirenita como su hermano estaban de acuerdo era en que lo que más les gustaba hacer era escuchar a los adultos cantarles alguna historia, sobre todo cuando la narración salía de la voz de su papá.

Los dos niños se acomodaban en brazos de sus creadores y escuchaban las canciones que explicaban las proezas, descubrimientos y amores de gente que había vivido en épocas anteriores a su existencia. Algunas veces esos relatos los hacían soñar con lograr hazañas parecidas, y en otras hubieran querido darle unos buenos zapes a los protagonistas de las historias. Sin embargo, de entre todas las historias, las que más llamaban la atención de Solveig eran aquellas que involucraban la magia. Hechiceros y hechiceras que podían cambiar lo que quisieran a voluntad, capturaban toda la atención de la sirenita".

 —¡A mí también me gustan las historias así! — interrumpió uno de los niños.

—¡Igual a mí! — respondió otra.

—¡A mí me gustan más! — protestó otro, ante lo cual, el narrador rió y aseguró: —Ya lo sé; por eso les estoy contando esta. ¿Me permiten continuar?

Los pequeños asintieron y guardaron silencio, con lo que el mayor reanudó su relato: "No pasó mucho tiempo para que aprendiera otras palabras útiles y empezara a inventar juegos nuevos a los que arrastraba a su hermanito, causando que a veces éste protestara por no poder seguir siendo quien dirigía las travesuras, pero haciéndolo rendirse al final. Esto le parecía muy divertido a la niña.

Con el tiempo, Solveig comenzó a interesarse más en el mundo exterior, y sumado a su curiosidad por la magia y la intriga de los viajes de su mamá, causaron que se volviera más inquieta y difícil de mantener dentro de la casa. Por lo tanto, un día, sus papás decidieron que era tiempo de que empezaran a llevar a los niños de viaje. Y el primer lugar a donde irían, no fue muy bien entendido por Solveig, pero sí por Delph, quien se emocionó y preguntó a su mamá: –¿Vamos a ver cómo es el lugar donde vivías?

La pequeña se sorprendió. ¿Acaso no habían vivido allí desde antes de que ella naciera?

Sin embargo, Anémona confirmó: —Sí, vamos a ir allá. ¿Te gusta la idea?

Delph asintió con su cabecita muchas veces, por lo que Solveig volteó a ver a su papá, esperando que le dijera algo a ella, pero Ari solamente le sonrió y besó su frente antes de cargarla en sus brazos y nadar fuera de la casa, siguiendo a Anémona, que llevaba de la manita a Delph.

Aquel viaje le pareció muy largo a la sirenita, y aunque al principio se entretuvo mirando los paisajes y los animales marinos, extraños y nuevos para ella, se aburrió y quedó dormida a mitad del trayecto. Por lo tanto, cuando despertó (porque tenía hambre), se sorprendió de ver que estaban en un lugar muy extraño, donde el agua del mar desaparecía en un límite, y hacia arriba había sólo una extraña y muy ligera sustancia, al cual su mamá llamó "aire". 

Al ver que sus padres y hermano podían asomarse fuera del agua, Solveig también alzó su cabecita, pero al respirar el aire, sintió que se ahogaba, por lo que rápidamente volvió a meterse en el agua para aferrarse a su papá y llorar asustada, por lo que él se apresuró a calmarla, meciéndola suavemente, mientras su mamá se acercó para dejarla alimentarse de su pecho.

Después de ese momento, Solveig no quiso salir de nuevo del agua, y por lo tanto, no entendía la emoción de Delph, que se asomaba constantemente, pareciendo que no le molestaba respirar aire. Sin embargo, pocos minutos después, él también tuvo que sumergirse de nuevo. Como ellos eran muy pequeños no tenían la misma resistencia que sus padres.

Ya más tranquila, la pequeña se acurrucó de nuevo en brazos de Ari, aunque sin dormir, mirando todo con ojos juzgadores. Aunque la imagen de lo que había fuera del agua se veía distorsionada, aún era posible distinguir qué había allí. De aquel lado, también vivían personas, pero eran diferentes a las sirenas. Vestían ropas mucho más pesadas y se mantenían pegados al suelo en vez de flotar".

De nueva cuenta, uno de los pequeños escuchas interrumpió: —¿Entonces habían ido a visitar a los humanos?

—Sí, aunque sería mejor decir que vinieron, pues mucho tiempo atrás, Anémona había vivido en Toivonpaikka, y de hecho fue una persona muy importante para los cuatro reinos de la isla, así que venía a visitar a su familia adoptiva y ayudar en lo que fuera necesario de vez en vez — explicó el narrador.

—Síííí, yo recuerdo que leí su historia — exclamó una niña.

El señor sonrió y prosiguió:

"Anémona hablaba con los humanos con bastante tranquilidad, al igual que Ari, e incluso Delph intervenía a veces. Sin embargo, para Solveig eso le era indiferente. Lo único que entendió fue que, de alguna manera, ellos también eran parte de su familia, con lo que su interés fue aún menor, ya tenía suficiente con los que no se sabía como para agregar nuevos. Además, en posteriores visitas, encontró que los niños humanos eran bastante competitivos y molestos, a diferencia de su hermano, que sólo era demasiado efusivo.

Por lo tanto, a Solveig no le gustaban los humanos. No era la única, ya que entre las sirenas es bien sabido que los humanos comen peces y cazan otros seres marinos, por lo que imaginar que ellas no serían una excepción tiene todo el sentido. Pero además de eso, lo molestos que le parecían por su actitud y el ambiente en que vivían la alejó sin necesitar del miedo, e incluso con el paso de los años, la sirenita nunca estuvo dispuesta a relacionarse con nadie, aun cuando su familia viajó muchas veces más, y no sólo a la superficie, sino también a otras regiones del océano, mas Solveig no se emocionaba por conocer personas. Siempre estaba callada y cavilosa, observando y escuchando con atención, sobre todo si alguien mayor estaba cantando alguna historia interesante. En cambio, cuando estaba sola o con su hermano, era cuando volvía a emerger toda su energía y empezaba a inventarse juegos y a actuar como si fuera la bruja de los cuentos que oía. 

Para cuando tuvo cinco años, Solveig ya estaba segura de que cuando creciera quería ser una hechicera, la mejor y más poderosa que hubiera visto nuestro mundo y los mundos aledaños, y lo repetía constantemente y con emoción a sus papás, quienes, aunque no sabían mucho de magia, decidieron que debían ayudar a su pequeña hija a lograr ese propósito.

Anémona estaba en la espera de su tercer bebé, y por lo tanto, no habían viajado a Toivonpaikka, ya que no era adecuado recorrer largas distancias ni mucho menos respirar el ligero oxígeno del aire, ni tampoco a otras regiones del mar, pero tanto ella como su amado esposo decidieron que en cuanto fuera posible, debían preguntar tanto a los hechiceros de las isla como al tío Google, un kraken hechicero que viajaba constantemente por el mundo, acerca del anhelo de Solveig por ser una hechicera.

Yyyyy empezamos con esta nueva y última entrega de "La Visión Del Hechicero", ahora siguiendo las aventuras de Solveig. Probablemente la describa en el próximo capítulo, pero si se me olvida les aclaro desde ahora: Es pelirroja (como Ari) y de ojos verde azulado (como Anémona). Su cola de sirena es morado con rojo, y normalmente se viste de colores oscuros. De carácter también se parece a Ari, no le gusta estar rodeada de mucha gente, sobre todo si no son de su especie, pero ya estando en confianza es una cosa adorable. 

Bueno, ya fue mucha palabrería. Dejen sus dudas, sugerencias y teorías aquí. 

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