two ──── the kingdoms
────────────── CHAPTER TWO,
THE KINGDOMS ──────────────
❛ La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas ❜
Los astrales desconocían la historia de su creación, tras miles de años, las historias iban cambiando conforme los otros puntos de vista, pero algo estaban seguro, la razón principal por la cual eran muy distintos a los demás planetas.
Hace mucho tiempo, el planeta astral fue creado por los dioses olímpicos en medio de una gran guerra que los humanos desataron al estar llenos de codicia y envidia por su misma raza.
Doce hombres y mujeres surgieron de las cenizas de la guerra, cada uno con formas diferentes de gobernación y pensamientos así que tomaron una decisión donde ninguno iba a perjudicar al otro.
Para evitar los mismos errores que los humanos cometieron, ellos se repartieron el planeta astral, dándoles un pueblo a cada uno para que pudieran gobernar a su camino, sus pensamientos y características.
El planeta astral fue repartido en doce piezas, separadas por un espacio que los habitantes llamaron la oscuridad divina que era solo un gran vacío que no habían podido descubrir un fondo. La única manera en que podían conectarse fue crear el gran Templo que tuviera la posibilidad de transportarse sin ningún problema, tal como un pueblo.
Con el paso del tiempo, los reyes de cada pueblo se dieron cuenta que necesitaban un líder que mantuviera la igualdad y honestidad para repartir ese planeta. Tras esos pensamientos, fue cuando decidieron que el rey Zoqri sería el rey Astral, caracterizado por su autenticidad y justicia. No tenía preferencia o egoísmo que pudiera desatar otra guerra.
Por esa razón, Acacia tenía que dirigirse al Templo, una hermosa arquitectura griega de color blanco con grandes columnas donde podían encontrarse los escudos de los demás reinos y joyas que se podía relacionar con los habitantes.
La princesa decidió caminar, negándose a ir en el carruaje como todas las mañanas, quería un momento tranquilo para sí misma y además que le encantaba disfrutar de su reino, especialmente en ese momento donde todos los habitantes se despertaban.
Cada astral iba haciendo una reverencia cuando observaban a la princesa llegar, mostrando sus respetos a su futura reina. Acacia solo les devolvió la sonrisa, inclinando su cabeza con delicadeza.
Todos los habitantes eran agradables por la mañana y más aquellos pequeños astrales que se levantaban con la energía renovada y que la hacían sentir más feliz. Ella amaba su reino, no había dudas en que daría lo mejor de sí misma para mantenerlos en paz.
──── ¡Oye, princesa de Poxzia!
Acacia giró, buscando a la astral que la llamó. Al instante la encontró, nadie podía pasar desapercibida en su pueblo cuando lucía un llamativo cabello rosa entre la multitud.
Calista, princesa de Grabzia, sonrió mientras trató de correr con el vestido ostentoso de color blanco marfil y los largos tacones que iban envueltos en sus piernas con lazos del mismo tono. Ella era conocida por ser la mejor amiga de Acacia, sus personalidades encajaron y eso permitió que sus reinos compartieran sus cultivos al ver que sus futuras reinas tenían una gran confianza.
La astral suspiró, sus ojos azulados relucieron de emoción al llegar al lado de la astral quien dejó que sus brazos se envolvieran sin incomodidad.
──── Pensé que no te encontraría ──── Calista dijo, respirando profundamente. A pesar de entrenar todos los días, seguía teniendo problemas con su resistencia ──── La mañana ha pasado demasiado rápido.
Acacia frunció sus cejas con curiosidad ──── ¿De dónde vienes? ──── preguntó al ver el sonrojo en el cuello de Calista. La astral pasó su corto cabello detrás de sus orejas que lucían largos aretes de diamantes ──── Algo escondes, ¿no?
Calista apretó sus labios rosados, mirando a su amiga ──── Fui a ver a Giles ──── confesó en voz baja.
Acacia giró su rostro, viéndola con picardía. Calista y Giles estaban teniendo una extraña relación que todavía no habían definido, acordaron no darle ningún nombre o título, simplemente les gustaba pasar el tiempo juntos.
──── ¿Andas de traviesa con el príncipe de Tharan? ──── interrogó, impresionada de lo mucho que habían avanzado en poco tiempo.
──── Basta ──── se quejó, dándole un leve empujón que solo ocasionó risas ──── Es agradable y me gusta pasar tiempo con él. Incluso insinuó que quiere invitarme al baile de fin de año.
Calista apretó sus labios, sintiéndose nerviosa por la reacción de su amiga. Acacia no pudo evitar la sonrisa por lo inocente que la astral se miraba, todavía seguía siendo tan dulce como la primera vez que la vio en su primera sesión de estudio.
──── Cariño, lo tienes en la mano. Es hora de que avances con Giles. Ya sabes que los hombres de Tharan se sienten solos por no tener mujeres en su reino ──── propuso, alzando una de sus cejas con picardía.
──── ¿A qué te refieres con eso? ──── ella preguntó, ladeando su cabeza con confusión.
──── Demostrarle un poco de lo que podría tener en el futuro ──── explicó, dándole un guiño ──── Comienza con algo simple, un beso y deja que te acaricie, pero no mucho, tienes que mantener el misterio.
──── ¡Oh, cállate! ──── Calista reprochó, sintiendo como el sonrojo bajo a su cuello ──── No haré nada indecente.
──── Calista, solo bromeo. Giles es un buen astral de Tharan ──── masculló, creando una sonrisa burlona ──── Si quieres esperar hasta el baile, no te preocupes, te apoyo en tus decisiones.
──── Por un momento pensé que estabas siendo dulce ──── se quejó, rodando sus ojos azulados.
──── Las cosas buenas siempre tienen sus defectos ──── se defendió Acacia, dando un encogimiento de hombros ──── La perfección es aburrida.
──── Sigo preguntándome cómo serás una reina con esa boca o peor, cómo es posible que seamos amigas ──── dramatizó, colocando una mano encima de su pecho.
──── Porque te complemento, querida ──── dijo la princesa de Poxzia, expandiendo sus ojos rojizos con sorpresa ──── Y por qué me amas, no puedes vivir sin mí.
──── Si, creo que soy masoquista ──── murmuró. Acacia abrió la boca, indignada al oír esas palabras ──── ¡Mentira, tonta! Eres la mejor astral que conozco, no te cambiaría.
──── Eso sí me gusta oír ──── masculló, entrecerrando sus ojos con una silenciosa advertencia ──── Solo por eso te molestaré con Giles por la eternidad. ¿Cuánto crees que él aguantará? ¿Unos cinco años antes de declararme la guerra?
Calista suspiró, mirando el cielo ──── Voy a arrepentirme por toda la vida.
──── Si, lo harás ──── asintió, aceptando su pequeño acuerdo.
Acacia empujó suavemente a su amiga, haciéndola reír. Estar con Giles, el primogénito de Tharan no era muy sencillo, especialmente porque los dos tenían diferentes reinos a los cuáles siempre ponían adelante pero su relación empezó desde hace muchos años atrás y fue imposible ignorar la química que tenían.
Calista amaba la personalidad de Giles, le gustaba pasar tiempo juntos y también, lo segura que se sentía como si ningún oscuro, también conocidos como Duksol, pudiera herirla.
Era el mismo sentimiento de seguridad que sentía con su familia, con su mejor amiga y ahora, con el astral con el que quería pasar el resto de su vida.
Las dos astrales llegaron al Templo, contemplándolo por unos segundos. Los crecientes árboles rodeaban la gran estructura, enredándose como si fuera una tinta corriéndose en un papel.
Acacia siempre los admiró por las hojas que contenían, eran de un color distinto en representación de los doce reinos que gobiernan al planeta Astral,
Una característica que definía a los primogénitos como linaje directo de los primeros reyes astrales eran faciales, como los ojos, tonos de cabellos o marcas de nacimiento que podían brillar como una estrella en medio de la noche,
Cuando Acacia era pequeña, tuvo momentos de incertidumbre sobre su apariencia o sobre el tipo de astral que la definía, sus ojos fue un gran motivo por el cual tuvo que preparar su personalidad y su mente para poder vencer lo que venía ¿Qué niña querría tener ojos rojos como la sangre? Siempre se preguntó la razón hasta que pudo tener su respuesta.
Su madre fue la astral que le contó lo valiosos que eran, como llevaba el linaje en su sangre y un gran poder que nadie podía igualar. Por ella, la princesa de Poxzia pudo aceptarlos, eligiendo decidir a su reino y un día, poder demostrarles que podía llegar a ser una gran reina.
Ese momento estaba a punto de hacerse realidad, la princesa mostraría que ya no era un astral rebelde que huía ante los guerreros, ahora sería la protectora de Poxzia en el planeta Astral e iba a fortalecer a su reino con todos los planes que creó durante esos años.
──── ¿Lista? ──── Calista preguntó, observándola con sus achinados ojos azulados.
Acacia asintió una sola vez, mostrándole una suave sonrisa. Ella abrió la puerta, colocando su mano en la puerta que rápidamente la identificó como la princesa de Poxzia.
Las grandes puertas de madera se abrieron, mostrando un hermoso salón que tenía cada uno de los nombres de los habitantes nacidos en el planeta Astral junto a su fecha y reino. Al final del pasillo estaba otro salón donde se mostraban las fotos de los primeros reyes astrales y cómo fue construyéndose desde los escombros.
Acacia intentó recorrer ese gran templo, pero se dio cuenta que sería una pérdida de tiempo. Entre más buscaba, más salones iba agregándose, así como las puertas aparecían de todos los reinos. Ese templo se multiplicaba así mismo para abarcar todas las astrales cómo sería posible.
Las dos princesas se dirigieron a la puerta dorada donde sobresalía el nombre de Zoqri. Acacia abrió la puerta, manteniéndola abierta mientras Calista pasaba.
Los habitantes de Zoqri estaban acostumbrados a la presencia de Acacia, siempre llegando para esconderse de su padre o causando bromas con Karsten. Siempre era un gusto tenerla ya que revivía ese reino después de tantas pérdidas que tuvieron, les hace recordar a sus príncipes que vivieron ahí por unos pocos años.
Un carruaje las esperó, abriéndoles la puerta para que ingresaran. Acacia agradeció en voz baja, apreciando el gesto del rey astral de haberles cedido uno de sus carruajes.
──── Por eso me agrada venir contigo ──── Calista dijo, cerrando la ventana cuando el aire frío golpeó su rostro ──── No tengo que caminar hasta la mansión.
──── Deberías de solicitarlo al rey astral ──── comentó la princesa, sonriéndole ──── Yo se lo pedí varias veces hasta que cedió. Créeme, él tiene un buen corazón que te dirá que sí inmediatamente.
──── Todos saben que el rey astral te adora y por eso siempre te envía un carruaje así que no me engañes ──── le reprochó, rodando sus ojos.
Acacia rio, negando con su cabeza ──── No tengo un trato especial, además, siempre puedes venir conmigo.
──── ¡Claro que lo haré! ──── comentó la princesa de Grabzia ──── Tengo que sentirme cómoda antes de comenzar las pruebas.
La astral mantuvo su sonrisa, ignorando las palabras de su amiga. No tenía un trato especial con el rey astral, simplemente era como su familia y la reina la crio después que su madre murió. Se refugió en los amigos cercanos de ella y en poco tiempo, los convirtió en las figuras paternas que perdió.
La mansión del reino Zoqri apareció ante los ojos de las dos princesas. Los guerreros se inclinaron ante sus presencias, mostrándoles respeto junto a una suave sonrisa cuando vieron a Acacia, la futura reina que hacía desastres en su reino.
Ninguna tuvo necesidad de hacer preguntas, conociendo los pasillos de ese lugar por tanto tiempo estudiando con el rey astral que los acogió en su hogar. Antes de hacer algún movimiento, Acacia fue levantada del suelo, apenas pudiendo sostenerse de la camisa de aquel astral o su rostro hubiera dado contra el suelo.
──── ¡Eres un idiota! ──── chilló la princesa, apretando la tela entre sus escurridizos dedos.
Ella supo de quién se trataba cuando vio los guantes oscuros ocultando sus manos además que ese astral siempre hacía lo mismo cuando la veía pasar por una puerta. Karsten, príncipe de Neex, carcajeó mientras daba vueltas en un intento de marearla. Acacia sabía cómo era, vivir en un reino donde solo había hombres y pocas mujeres de otros reinos, hacía que se comportara de una forma diferente, queriendo mostrar su masculinidad.
──── ¡He dominado a la gran princesa, muestren respeto al mejor! ──── él gritó, dándoles una gran sonrisa al resto de primogénitos que fueron llegando.
Acacia golpeó la espalda del astral en un intento de que la bajara, aunque no utilizó toda su fuerza en él, sabía cómo eran los gritos de Karsten y prefirió ahorrarse esos lamentos.
──── Te daré cinco segundos ──── ella amenazó, apenas alzando su cabeza para que la sangre circulara por todo su cuerpo ──── O voy a romperte una pierna.
──── Eso suena doloroso. ¿Romperás cada uno de los huesos o solo el fémur? ──── Myles preguntó con diversión. Sus ojos cafés brillaban haciendo juego con la extraña vestimenta que llevaba ese día ──── Hermano, no quiero darle explicaciones a tu padre sobre como una astral de Poxzia te rompió una pierna.
──── ¿Por qué le temes? ──── Karsten cuestionó, enfrentándolo sin perder la diversión en su rostro.
Acacia solo suspiró, observando a Laria, princesa de Vala, que intentaba esconder la sonrisa bajo sus dedos enguantados. Su cabello blanco estaba sujeto por una trenza que rodeaba su cabeza como una especie de corona que la hacía lucir más hermosa de lo que era.
──── Tal vez porque esa astral puede patearnos el trasero ──── Myles replicó, ladeando su cabeza ante un recuerdo que trató de olvidar ──── Si, definitivamente lo hizo.
──── Hazle caso a tu mejor amigo, Karsten ──── Acacia habló, apretando sus manos ──── Llevo tiempo sin golpearte.
──── Aburridos, mis queridos amigos ──── Karsten se quejó, bajando el cuerpo delgado de la astral que lo miró con sus ojos entrecerrados. A él no le importó, en cambio, golpeó su nariz con suavidad ──── En otra no te salvas.
Acacia le devolvió el golpe, uniendo toda su fuerza para estrellar su puño en el abdomen del astral. Karsten se dobló, intentando respirar ante el pulsante dolor.
──── Me gusta cuando te inclinas ──── ella le susurró, acariciándole suavemente su cabello oscuro ──── Me haces sentir especial.
Karsten solo gruñó, sin poder responderle.
──── Si, si, si ──── intervino Bronte, príncipe de Bastos. Pasó sus brazos por los hombros de Laria, atrayéndola a su cuerpo ──── Cada día es lo mismo.
──── Karsten no quiere aceptar que soy mejor que él ──── Acacia declaró con una falsa soberbia. Cruzó los brazos mientras Karsten se recomponía, respirando profundamente ──── Quiero oírlo de tu linda boca, príncipe de Neex.
Él sonrió, manteniendo su profunda mirada rojiza en ella ──── Jamás. Todavía no he sacado mis mejores armas.
──── ¿Seguirán en su debate sobre quién es el mejor o comenzaremos las clases? ──── interrumpió una voz autoritaria.
Al instante, todos los primogénitos se separaron, viendo al rey astral, el gobernador del planeta Astral. Cada uno de ellos se inclinó, mostrándoles sus respetos al gran hombre que estaba enfrente.
El rey de Zoqri era un hombre entrando a sus ochenta años, pero su apariencia era joven, como un hombre que apenas iba a cumplir cuarenta años. Lo único que lo delataba de su verdadera apariencia eran las canas en su cabellera rubia y las arrugas alrededor de sus ojos claros.
Su aspecto era digno de admirar, su rostro era tan liso que no podía encontrarse ninguna marca de nacimiento o cicatriz. Era alto, comparado a los demás reyes y su porte siempre era el mejor, manteniendo su barbilla hacia arriba y sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
Acacia se levantó al mismo tiempo que el resto, mostrándole una suave sonrisa. Se separó de Karsten, dándole una mirada que perfectamente podría entender que no había terminado y se acercó a Calista que ya estaba junto a Giles.
El príncipe de Tharan era el que poseía más rasgos humanizados que el resto de astrales. Su cabello negro estaba sujetado por una coleta, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro duro y varonil.
Ella le sonrío engreídamente, sabiendo el sucio secreto de ambos astrales que habían intentado ocultar por mucho tiempo.
──── Como les hablé el día de ayer, los exámenes serán en diferentes salones ──── el hombre informó, enseñando un papel que portaba en su mano ──── Tengo la lista, cuando oigan sus nombres se dirigirán al salón halo, el resto entrará al salón nebulosa.
Mientras el rey astral seguía con sus indicaciones, Acacia observó al resto de astrales hasta mirar a Koren, princesa de Galla, que estaba moviendo su larga melena oscura con destellos azulados en un intento de coqueteo a Karsten, quién estaba ignorándola.
Sin aguantar, Acacia dio un ligero golpe a Calista para que mirará la escena que estaba creándose. Koren siempre quería llamar la atención del príncipe de Neex, pero nunca la obtenía.
Las relaciones entre los astrales podían llegar a ser inevitable, pasar tanto tiempo juntos, entrenando y estudiando hacían que crearan lazos más fuertes a comparación de los demás habitantes, pero había un límite para ellos. Si creaban relaciones, podría ser difícil al momento de aceptar la corona.
Koren era una astral hermosa, con su piel oscura y grandes ojos dorados, no podía superar a otros habitantes con su belleza, pero al crecer en Galla, un reino lleno de mujeres y pocos hombres a comparación del reino de Tharan, siempre andaban buscando de astrales que podían darles la atención y el amor de una pareja.
Acacia sabía que Koren quería a Karsten, intentaba llamar su atención de todas las formas posibles, pero nunca funcionaba. Él siempre andaba buscando a otras astrales que aceptaran pasar una simple noche, nada de relaciones duraderas porque no estaba preparado para conseguir a su futura reina así que era algo triste observar cómo intentaba llamar su atención.
La princesa de Poxzia conocía cada uno de los secretos de los primogénitos, así como de los reinos. Al parecer, era muy buena dando confianza y ellos contaban sus historias para quitar la tensión de sus hombros, por eso, su relación con los otros futuros reyes y reinas era buena, mantenía sus molestias a escondidas de los demás.
──── ...por último, Acacia.
Ella asintió sin ningún problema al rey astral. Se giró, mirando a Calista quien empezó a arreglar las cadenas de su vestido, frunciendo sus delgadas cejas claras en preocupación.
──── Quiero que te comportes, nada de hacer malas expresiones o hablar mientras realizas el examen ──── Calista pidió, agarrando un mechón suelto de su propio cabello rosado ──── No quiero quejas de ninguno de los primogénitos al finalizar.
──── ¿Desde cuándo doy problemas? ──── Acacia comentó con inocencia ──── Me comportaré, lo prometo.
──── Eso espero, sabes que este examen es muy importante ──── le recordó, entrecerrando sus ojos azules ──── Nos vemos después.
──── Ten confianza en ti misma ──── le susurró Acacia, entrelazando su mano con Calista ──── Lo harás perfecto.
Calista sonrió, asintiendo ──── Las dos lo haremos realmente bien. Seremos reinas y mejores amigas, ¿no?
──── Para toda la vida ──── prometió con firmeza ──── Ahora tienen que irse. Giles, hazlo bien y córtate el cabello o suéltalo, no queda bien de esa manera.
Giles solo rodó sus ojos, agarrando el brazo de Calista para llevarla al salón donde el resto de astrales ya se estaba preparando. Acacia sonrió, sabiendo que él no tardaría mucho tiempo en aguantar sus bromas, por esa vez, se abstendría de hacer cualquier comentario inapropiado por su amiga.
Si Calista realmente quería tener una relación con Giles, ella iba a aceptarlo.
Segundo capítulo. Espero que les guste, aquí muestro un poco del resto de los astrales y su vida dentro.
No olviden sus votos, comentarios y seguirme 🍒
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