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twenty ──── the firstborn




────────── CHAPTER TWENTY,

THE FIRSTBORN ──────────



❛ La mejor venganza es un gran éxito 



El día finalmente llegó.

Con las decisiones de todos, permanecieron en su campamento improvisado, esperando que el día pasará.

Acacia se levantó sobre una roca, observando el momento más maravilloso del día y ese era cuando el sol empezaba a despedirse. Con la luz ocultándose, la astral entendió que era tiempo de irse, quedarse en un solo lugar llamaría la atención.

Giles ayudó a introducir las carpas en el bolso de Acacia, con las ropas perdidas, parecía ser más sencillo pero la prisa de irse hizo que trabajaran en grupo. Desde su almuerzo, Dion había estado pegado a Alexander, compartiendo datos sobre su vida y volviéndose inseparables.

───── Se siente satisfecho de ser oído ───── excusó Bronte a su compañero, alejando la mirada curiosa de las princesas ───── Y el humano es muy indicado, no habla mucho.

───── Estamos listos ───── Giles avisó ───── Gaea, guíanos e intenta buscar áreas cerradas.

───── No estamos lejos ───── dijo la astral, arreglando las argollas de oro que decoraban su cabello rizado ───── Estimo que unos treinta minutos si no hay retrasos.

───── Bien, ordenemos de tal manera que Alexander quede en medio ───── Dion propuso, ayudando al humano a cerrar el pesado abrigo.

───── Sí, entonces quedaríamos...

Un crujido a espaldas de Acacia hizo que no oyera las indicaciones de Giles, su movimiento y enfoque hicieron que el resto de los astrales la imitaran, intentando ver lo mismo.

───── ¿Qué sucede? ───── Bronte masculló.

───── Shh ───── Acacia susurró, pidiendo silencio ───── Oí algo.

Un nuevo crujido más a su derecha la alertó, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Estando tan cerca de los arbustos, sólo expandió más su mirada mientras Bronte alejó al humano, colocándolo frente a Calista.

Entre medio de los arbustos, una ardilla completamente blanca salió, entre sus patas tenía una nuez, intentando abrirla.

───── Chicos, solo es un animal ───── Alexander habló, tratando de calmar la situación.

La observación de Alexander era diferente al resto de astrales, sabiendo que había algo más. Supieron que era así cuando un par de manos se hundieron en los hombros de Acacia jalándola hacia atrás.

Calista detuvo a Alexander de ir tras Acacia, observando varias sombras pasar por su alrededor. Giles fue quién incitó a que empezaran a correr, sabiendo de quienes se trataban.

La espalda de Acacia golpeó duramente el suelo, ocasionando que perdiera el aire de sus pulmones y viera el cielo azulado. Detuvo el filo de una espada con sus manos, gotas de sangre cayeron a su pecho por las cortadas y el picor en las heridas solo la enojaron.

El cabello blanquecino le parecía familiar, tanto que la sensación de rendirse corrió por su cuerpo, no quería pelear contra una primogénita y menos con Laria, princesa de Vala.

───── Hola, Acacia ───── saludó con su voz melodiosa.

───── Es de mala educación ───── balbuceó, ejerciendo fuerza en la hoja que seguía queriendo introducirla ───── Atacar por la espalda.

───── No lo tomes personal ───── pidió, observándola con sus ojos verdes oscuros.

───── Ya lo hice ───── aceptó de mala gana.

Acacia estrelló su cabeza contra la de Laria, mechones blancos volaron hacia atrás dándole un halo de inocencia que se fue tan rápido sustituida por el enojo que apareció.

La princesa estampó su puño contra la garganta de Laria, oyendo los gemidos dolorosos que expulsó de su boca, eso le dio tiempo para patear la espada, lejos de ambas. Las manos escurridizas de Acacia ardieron con el contacto contra la tierra, solo esperaba que no se infectaran o estaría en serios problemas.

Laria se lanzó sin perder ni un segundo, su puño fue detenido por la astral, doblando su muñeca en un giro y luego propinó una patada en su estómago. Sabía que pelear con Acacia era sucio, si se trataba de técnicas, ella era lo mejor pero su gran debilidad era sacarla de su zona de comodidad

Y eso era exactamente lo que iba a hacer.

Cuando el codo de Laria impactó sobre su rostro, Acacia supo que ya no se trataba de un juego, el dolor atravesó todos sus músculos como si fuera electricidad. Las dos astrales cayeron en un revoltijo, intentando acertar un golpe a su oponente sin resultado.

Laria era buena deteniendo los golpes y Acacia podía esquivarlo con gracia así que comenzaron a cansarse, adoloridas por cada colina que bajaron rodando.

───── Vamos, Laria. No quieres hacer esto ───── murmuró, respirando con fuerza.

Se levantó del suelo, imitando la posición de defensa mientras crujió su cuello, dando una mirada hastiada.

───── Todo cambio, Acacia ───── respondió en voz baja ───── Es más difícil de lo que crees.

───── No lo es, puedes cambiar de pensamientos, que sean propios ───── explicó, caminando alrededor en espera del primer ataque ───── Bronte lo hizo.

Los ojos oscuros de Laria parpadearon hasta que se llenaron de una dulzura falsa. Acacia sabía que estaba jugando con ella, contra su defensa y no iba a caer.

───── Mi amor solo está equivocado ───── susurró, ladeando su rostro ───── Pero estoy para recuperarlo.

Laria dio el primer movimiento, tirándose encima de Acacia para volver al punto de inicio. Cada golpe fue devuelto con más fuerza, utilizando su alrededor para querer terminar con la otra.

Acacia sabía que llevaban demasiado tiempo así que cuando sintió el filo de la espada, la agarró, posicionándola bajo el cuello de Laria.

───── Las reglas siguen en pie, Acacia ───── murmuró la astral, lamiendo sus labios resecos.

Laria se veía mal, golpeada incluso tenía sangre en la mayor parte de su cuerpo. Ver esa imagen hizo que Acacia flaqueara en su fuerza por segunda vez, una parte de su mente solo abrió recuerdos donde aparecían las dos, siempre unidas en el planeta astral.

No podía hacerle daño, no a quién denominaba como su hermana y la apoyó en todo momento, supo que estaba equivocada cuando Laria juntó toda su fuerza para estamparla contra un árbol.

La madera crujió por el golpe que recibió, siseó una maldición por el dolor que surgió en su espalda. Por unos segundos, Acacia quedó atontada, viendo cientos de estrellas centellar hasta caer sobre sus rodillas en un intento de recuperar el aire perdido.

Eso fue demasiado fuerte para una criatura como la princesa de Vala igual que el enojo que se instaló en su cuerpo. La amargada sensación de ser golpeada hizo que su mente se eclipsara y Laria lo observó, refugiado en su mirada rojiza, brillando como la sangre.

Iba por su cabeza, no la dejaría escapar fácilmente.

Acacia agarró el cabello de la astral, conectando su rostro con la rodilla para sentarse a horcajadas de su abdomen, golpeándola una vez para dejarla inconsciente.

Ella estaba temblando, por la ira e impotencia de que el rey de Neex dejará que luchen contra sus propios hermanos, con la adrenalina evaporándose, sintió como sus costillas empezaron a punzar de dolor.

Levantándose, agarró el brazo de Laria jalándola hasta el mismo árbol que se llevó la peor parte de su pelea. Puso la mano encima de la madera y la atravesó con un cuchillo, repitió la misma acción con la otra, sabiendo que dolerá cuándo se los quite.

Acacia miró sus propias manos completamente heridas por la hoja que detuvo, Laria se volvió loca sin dudarlo, casi pudo sentir un resentimiento en ella.

Tenía sangre y entumecimiento por todos lados mientras salía de los arbustos observando su alrededor. Una tienda pasó por encima de su cabeza en dirección contraria, casi golpeándola. Recogió la mochila que perdió cuando Laria la atacó.

Un fuerte dolor pasó por sus costillas, haciendo que la astral se quejará. Ella subió su camisa, siseando maldiciones cuando vio los grandes moretones en su abdomen, estaba segura que rompió sus costillas e iban a doler hasta que estuvieran sanas.

Rasgó parte de su camisa, utilizándola como vendas en sus manos antes que se infectaran. Con paso lento, siguió el rastro que dejaron el resto de los astrales, por lo que pudo ver en medio de la oscuridad, se internaron más en el bosque.

Siguió caminando, quitando las ramas hasta ver la escena que la hizo soltar un grito lleno de dolor.

Un gran charco de sangre se encontraba bajo el cuerpo delgado de Calista, su cabello rosado se miraba sucio, manchado y apenas podía abrir sus ojos al igual que su mano sostenía la herida en su estómago. Un astral río, intentando dar otro golpe, pero fue detenido por el cuchillo introduciéndose en su cabeza.

La mano de Acacia tembló cuando lo lanzó, dando justo en su blanco. Ella se acercó, tirándose a un lado del cuerpo débil de Calista.

───── Aguanta ───── Acacia murmuró, presionando la herida que rápidamente se llenó de sangre ───── Por favor, resiste.

A su alrededor, solo Gaea parecía estar de pie, luchando con fuerza y moviendo su espada al ritmo de los astrales que seguían apareciendo, tratando de cuidar a Calista.

───── Ellos... agarraron...───── balbuceó la astral, dejando manchas de sangre en el brazo de Acacia.

No fue necesario que terminara de hablar para adivinar qué quería decir. Alexander desapareció, no estaba en ningún lugar, pero Acacia no pudo pensar en eso. Su amiga estaba desangrándose bajo sus manos y no sabía qué hacer.

───── Yo lo haré ───── propuso una voz a su espalda.

Las grandes manos de Giles tomaron con delicadeza las de Acacia, sintiendo el temblor. Tomó el bolso, dejando a los pies del astral cada objeto para sanarla.

───── Ve con ellos, Acacia ───── suplicó en voz baja. Su expresión no mostraba nada, en cambio, sus ojos oscuros estaban llenos de dolor ───── Calista estará bien. Necesito que vayas por el resto.

Acacia miró a Calista, sintiendo como las lágrimas empezaron a aparecer.

───── Volveré por ti ───── susurró, quitando mechones de su rostro ───── Lo prometo.

El fantasma de una sonrisa apareció en el rostro de Calista viendo como Acacia se levantó, decidida a seguir luchando. Corrió entre los cuerpos, brincando en el momento que un astral corrió a ella, cayó sobre sus rodillas, enterrando la espada.

Gaea golpeó, deteniendo el golpe de un astral, el enojo salpicando en cada poro de su cuerpo mostrando una belleza amenazante.

Por otro lado, Bronte apareció, luchando con su espada y fervor contra varios astrales, la elegancia de sus pasos hizo que fuera imposible mantenerlo en un punto fijo.

Lo que Acacia le pareció muy extraño era que no vio a Dion por ningún lado, ni oír sus comentarios sarcásticos. Siguió trotando entre ramas caídas y troncos a mitad de camino.

Una de ellas casi hizo que cayera, dejando salir un quejido de dolor. Bronte llegó a su lado, tocando su abdomen con preocupación.

───── ¿Te hirieron? ───── cuestionó tenso.

───── Solo... solo un poco ───── masculló, enderezándose por completo.

───── No sé de dónde salieron tantos astrales ───── dijo, viendo la expresión pálida de la princesa ───── ¿Segura que estás bien?

───── Wrin no mentía del todo ───── comentó, dando varios pasos adelante en un intento de ignorar el dolor ───── Es probable que nos mantuvieran alejados.

───── ¿Eso crees? ───── replicó, frunciendo el ceño ───── Es imposible, Dion lo hubiera sentido.

───── Recuerda que es difícil con tantos astrales alrededor ───── expuso ───── O se mantuvieron alejados.

Bronte dio un segundo vistazo a Acacia, observando el desastre en su rostro.

───── ¿Quién te atacó? ───── preguntó en voz baja.

La astral solo devolvió la mirada, sin querer decirle quién fue el culpable de sus heridas internas. No tuvo necesidad de decirlo al sentir como el astral la bajó cuando una flecha pasó, rozando su mejilla.

Bronte respondió, dando en el punto exacto para que el hombre cayera de frente. Acacia se levantó, sacando su arco para guardar el frente, esperando por más que nunca llegaron.

───── Eso fue rápido ───── ella dijo, frunciendo el ceño.

───── Demasiado, tienes que estar atenta ───── él la regañó al notar su lentitud ───── Los Duksol van a querer herirte y no puedes dejárselo tan fácil.

Acacia asintió ───── No me pasará nada.

Bronte entrelazó los dedos con Acacia, ayudándola a seguir adelante y de vez en cuando cargándola para saltar troncos demasiado altos para humanos. Los cuerpos a cada paso solo los atormentaban, sabiendo que fueron ellos que le quitaron la vida.

Aunque trató de aceptar que los oscuros no eran exactamente los buenos, Bronte tenía ese pequeño deseo de salvarlos. Los Bastos siempre ayudaban a los demás, no trataban de privarlos y ahora se sentía sucio, como si estuviera traicionando sus ideales.

───── ¿Viste a Dion? ───── Acacia le preguntó, sacándolo de sus pensamientos.

───── No, lo perdimos después de ti ───── respondió ───── Creo que se encontró con un primogénito.

Las palabras no pudieron salir de la boca de la astral cuando encontraron a Alexander más adelante, Acacia dejó salir un gruñido de enojo al verlo encadenado a un árbol, tal como lo hicieron con Wrin. Contando con rapidez, sumó un total de diez astrales custodiándolo como si fuera una amenaza y reconoció a uno de inmediato.

Sentado frente al humano con una mirada de malicia y pasando su espada entre sus dedos como un juguete, se encontraba su peor pesadilla.

Mort, uno de los astrales más fuertes que había conocido en su vida y su sutil nombre lo defendía ya que provenía de la palabra "muerte". El astral jugaba con dagas pequeñas, tirándolas a escasos centímetros del rostro de Alexander.

Para ese punto, tenían poco tiempo para liberar al humano e irse, así no perderían el puente que esa noche se abriría para llevarlos de vuelta al planeta Astral. Gaea apareció por atrás, herida al igual que sus compañeros.

───── Primero ataquemos los que están alrededor, rápido y eficaz ───── Bronte propuso, agachándose ───── Hay que mantenerlos lejos de Alexander o lo utilizaran en nuestra contra.

Un grito de Alexander hizo que se estremecieran, Acacia se levantó como un resorte, viendo el rostro del humano magullado. Uno de los cuchillos de Mort se clavó en su hombro, por la sonrisa supo que fue intencional.

───── Apégate al plan ───── susurró Bronte, deteniéndola antes que hiciera alguna tontería.

───── Hagámoslo rápido ───── pidió.

Ver la sangre correr por su rostro hizo que su cuerpo ardiera en enojo, se suponía que lo llevarían sin golpes o por lo menos intentarlo. Alexander no debía ser un peón en sus juegos.

Repartiéndose a los astrales, Acacia agarró a un astral distraído, pasó su brazo por el cuello, tirándolo al suelo mientras apretó lo suficiente fuerte para que se desmayara.

Agarró varias dagas de la pierna del hombre, necesitando armas que manejará con facilidad. Gaea hizo lo mismo, a diferencia del hueso crujiendo, la astral sonrió, dándole el visto bueno. Como distracción, Acacia tiró una piedra en la dirección contraria que supo que iban a entretenerlos.

───── Seguro es un asqueroso animal ───── Mort gruñó con evidente desagrado ───── Zaba, ve que es, asqueroso mundo humano.

Zaba asintió con el pedido, abriendo los arbustos en busca del animal. Acacia tomó su brazo, rompiéndolo, antes de soltar un grito, quebró su cuello, dejándolo caer.

Las distracciones siempre funcionaban como la ardilla de Laria, su mejor jugada fue acertada. Los tres astrales siguieron acechando, derribando a los oscuros hasta que quedaron tres, lo que querían.

Mort se levantó, caminando alrededor de Alexander, se mantuvo en silencio, viendo al cielo como si buscara alguna señal. Gaea tomó la oportunidad para brincar y esconderse detrás del árbol que mantenía fijo a Alexander, comenzando a deshacerse de las cadenas.

Bronte sería el cebo, chiflando para llamar la atención.

───── ¿Qué tal, compañeros? ───── sonrió.

Se lanzaron contra él, deseosos de acabar con un príncipe, Alexander levantó la mirada al mismo tiempo que Acacia apareció, tomando a uno de la camisa para enterrar su espada como si no fuera una persona.

Su cabello oscuro se agitó con el aire y la fuerza que drenaba su cuerpo, regresando golpes tan rápidos que era imposible seguir su ritmo.

Antes de poder dar aviso, Mort dio una patada a sus piernas, haciendo que la astral se doblara de dolor, Ella apretó los dientes, sintiendo el dolor constante de sus costillas, pero eso no la detuvo en levantarse.

───── Vamos, Alexander ───── Gaea pidió, ayudándolo a levantarse.

Alexander pudo ver la diversión en la mirada de Acacia, enfrentándose al hombre que lo golpeó. Dio un último vistazo a la astral, deseando encontrarla de nuevo.

───── Eres tan hermosa ───── Mort siseó, sin perder la mirada en la princesa ───── Lástima que voy a desfigurarte.

Dos largas cuchillas salieron de sus brazos, preparados para atacar. Acacia golpeó cada una de ellas, retrocediendo y moviéndose antes que una de ellas la rozara, utilizando su pierna, pateó una de las cuchillas saliendo del agarre.

───── Te miras muy confiado ───── se burló, dando una sonrisa.

───── Era mi favorita ───── él masculló.

Acacia tiró una de las dagas directo a su otra muñeca, aulló de dolor y se tiró encima de él, resbalando por una pequeña colina. Un lago apareció a sus pies, mojando a los dos astrales en el proceso.

───── Es una posición inusual, ¿eh? ───── murmuró ella, arriba de Mort.

El astral cambió la posición, dando un golpe en el rostro de la princesa. El escozor contra su mandíbula fue devastador dándole segundos de aturdimiento.

La astral se lo devolvió, conectando su rostro con el codo, una segunda y tercera vez sin detenerse por la herida abriéndose. La adrenalina estaba apareciendo con cada golpe, instándola a seguir de pie aun cuando no tenía más energías.

Impulsándose sobre sus pies, Acacia lo arrojó al otro extremo, arrastrándose para llegar a la orilla. Mort sonrió, agitando su cuerpo como si no hubiera recibido ni un golpe.

───── Dicen que los de Poxzia son buenos en lucha, empiezo a cuestionarlo ───── él bromeó, guardando los cuchillos ───── Prefiero ir a los golpes para entenderlo.

───── Sin resentimientos, ¿verdad? ───── ella habló, tomando su cabello mojado en una coleta ───── No quiero que llores cuándo te venza.

El hombre gruñó lanzándose contra Acacia, ella intentó tomar su brazo en vano. Su técnica no funcionó porque Mort lo deshizo, dando una patada directo a su estómago. La astral se lo devolvió dándole directo en la pierna y conectó su puño contra su rostro, sus nudillos crujiendo con el impacto.

Dio la vuelta, haciendo una llave alrededor de su cuello, solo de esa forma podría acabar con el gran astral que fue directo a ella.

───── No lo vas a lograr ───── carraspeó el astral con dificultad.

───── Ya veremos eso ───── Acacia replicó, ejerciendo más fuerza.

Lo que no esperó fue que Mort se levantará, llevándola con él. Los pies de Acacia dejaron de tocar el suelo, suspendidos en el aire por segundos hasta que se lanzó de espaldas.

El grito de dolor que soltó de su boca la sorprendió, jamás se había sentido de esa forma al igual que las lágrimas desbordando de sus ojos. El contacto de su espalda con la gran roca quebró sus vértebras y la parte trasera de su cabeza comenzó a drenar sangre.

───── Vamos, cariño, sigo de pie ───── Mort se burló, viendo como gimoteaba la princesa.

Sacando el enojo, el astral dio una fuerte patada en las costillas de Acacia, dejándola sin aire. La princesa de Poxzia empezó a arrastrarse, intentando alejarse del astral que estaba gozando de verla herida, casi muriendo.

Mort dejó que lo hiciera por unos metros hasta detenerla, agarró su rostro, dándole unas suaves caricias.

───── Mírame, observa muy bien ───── sentenció ───── Princesa de Poxzia, voy a matarte.

La hoja fría de la espada pasó por su cuello, empezando a cortar su piel. El astral sonrió, viendo como Acacia empezó a perder la fuerza, batallando contra la sensación adormilada que estaba recorriendo todo su cuerpo.

───── Débiles, frágiles, estúpidos. Esos son los astrales, es lo que eres, princesa ───── dijo él, colocando sus labios encima de la oreja de ella ───── No puedes ganarme, soy el mejor de los mejores y obtendré tu cabeza como mi trofeo personal.

───── ¿Eso crees? ───── Acacia susurró, luchando con mantenerse tranquila.

───── No lo creo, lo tendré como tu patética madre.

Mort alzó el cuchillo, el brillo resplandeciendo en la hoja y centelleando. Con la mención de su madre, reunió todas las fuerzas necesarias para tomar la muñeca del astral, como hizo con Alexander, manipuló su extremidad para enterrar el cuchillo directo a su garganta.

La sorpresa invadió el rostro del hombre, no se detuvo, introduciéndolo las veces necesarias para sentirse satisfecha. El astral cayó en su pecho, intentando respirar, aunque no fuera posible.

Aturdida por todo lo sucedido, Acacia dejó salir lágrimas por el dolor en su cuerpo, incluso por la mención de su madre. Sus ojos se dirigieron al cielo, esperando que su padre estuviera orgulloso de ella y con eso, dejó que la inconsciencia la envolviera.




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