Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

twelve ──── drunk boy running away




────────── CHAPTER TWELVE,

DRUNK BOY RUNNING AWAY ──────────



 Nadie me dijo jamás que el duelo se siente como el miedo 



El caos reinaba en esa ciudad, haciendo que los humanos corrieran en diferentes partes de la calle y otras terminaran heridas al caer al suelo. Los gritos eran lo más terrible, creando ecos que hacían imposible oír a los hombres uniformados que intentaban ayudar a la mansedumbre a salir del bar.

Acacia se movió, empujando a los humanos que se metían en su camino. El pánico en sus rostros era evidente, parecía que estaban creando una histeria colectiva cuando la mayoría de los astrales ni siquiera se acercaron a ellos.

──── ¡Muévanse! ──── gritó, empujando a un hombre borracho de su camino.

Pasó su mirada por todos los humanos, intentando encontrar al hijo de Zoqri. No podía creer que él había escapado en el momento que lo estaba defendiendo, simplemente lo golpearía para que sea más fácil que se quede quieto.

De lejos, observó una cabellera rubia que le parecía muy familiar. Intentaba correr como el resto de humanos, pero no podía mantenerse en línea recta por lo cual era golpeado por las personas que intentaban huir.

Acacia se acercó con rapidez cuando vio como un guerrero lo empujó, haciendo que cayera al suelo. Las personas a su alrededor comenzaron a gritar, llevándose a los policías que intentaban llegar al rescate del chico.

La princesa no perdió tiempo en sacar su arco, colocó la flecha en la cuerda y la dejó ir, dando justo en el pecho del guerrero que estaba listo para matarlo. Acacia agarró el codo del chico, impulsándolo hacia arriba con facilidad mientras que con su otra mano sacó la flecha, guardándola en el carcaj.

──── ¿Qué hiciste? ──── él masculló, mirando con perplejidad al hombre muerto ──── ¿Él está... está...?

──── Vamos, explicaciones para otro tiempo ──── Acacia lo interrumpió, mirando cómo los policías empezaban a sacar sus propias armas ──── Prefiero evitar una pelea con los humanos.

Acacia comenzó a empujar el cuerpo del chico al ver como otro grupo de guerreros estaba entrando por la puerta del bar. Sabía que los primogénitos iban a escapar, entretenerlos por un tiempo mientras ella hacía lo posible para mantener la distancia y no poner en peligro al chico.

Los pasos del hijo de Zoqri eran lentos, apenas pudiendo sostenerse antes las sacudidas de la astral.

──── No iré contigo ──── él negó, zafando su brazo del agarre de Acacia. Sus ojos azules estaban vidriosos cuando la miró, delatando que no estaba completamente en sus sentidos ──── Ni siquiera sé quién eres.

Un gruñido de molestia surgió en los labios de la princesa, dándose cuenta que estaba a punto de lidiar con la versión poco sobria del futuro rey de su planeta. No estaba segura si ella fue la buena opción en darse por voluntaria en su búsqueda. Su mirada pasó del chico a los guerreros que estaban en la puerta, necesitando pensar en las palabras correctas.

Ella empujó el brazo del chico, haciendo que él se tambaleara hacia adelante y su rostro quedara a centímetros de Acacia. Los ojos rojizos de la astral estaban llenos de molestia al sentir el alcohol en su ropa.

──── ¿Recuerdas cómo maté a ese hombre que te tiró al suelo? ──── ella habló, entrecerrando sus ojos ──── Voy a hacerte lo mismo si no das un paso adelante y vienes conmigo.

El chico trago saliva, sin poder separar su mirada de Acacia con miedo. No sabía que estaba sucediendo ni qué quería, pero la adrenalina en su cuerpo hizo que asintiera, no queriendo morir. Por alguna razón iba a confiar en esa desconocida que llevaba una mirada de fuego en sus ojos.

Los ojos azulados estaban llenos de terror y por eso, hizo lo que no debió. Comenzó a gritar a la policía, agitando sus manos en medio de las personas. Una maldición salió de los labios de Acacia al darse cuenta que los astrales también lo oyeron.

──── ¡Ayuda! ──── él gritó, sin darse cuenta del verdadero peligro.

──── Eres un idiota ──── la princesa comentó, agarrando su espada con firmeza ──── Si no fueras tan importante, te hubiera golpeado.

El chico frunció sus cejas, molesto ante sus palabras cuando vio a varios hombres y mujeres, todos apuntándolos con flechas. Su boca se secó al instante, dándose cuenta que iba a morir por la tontería de escapar.

Acacia se puso delante de él, haciendo que su cuerpo sirviera de escudo cuando los astrales soltaron las flechas. Movió la espada, partiendo todas las flechas que iban en su dirección, haciendo que cayeran al suelo, sin lastimarlos. Subió su mirada a los guerreros, mostrando la ferocidad y decisión que iba a matar a cada uno de ellos si daban un paso adelante.

Los guerreros fueron interceptados por los policías, quienes le gritaban que bajaran sus armas de inmediato. Acacia aprovechó la distracción para agarrar el brazo del chico, apretándolo con tanta fuerza que oyó los quejidos de dolor.

──── Te mereces mucho más que eso ──── susurró, empujándolo para que siguiera caminando.

Aunque no tenía idea de su posición, necesitaba llegar a un punto seguro, lejos de todos los astrales que ya conocían el rostro del hijo de Zoqri por lo cual tenía que llegar a ese almacén antes de encontrarse con los guerreros. Podía vencerlos con facilidad, pero exponer al humano sería algo tonto, más en ese estado donde todo parecía estar girando y no concentrarse en que ella era la única que lo quería vivo.

Acacia siguió concentrada en poder alejarse de ese bar y los guerreros, los policías iban a detenerlos por unos minutos hasta que los astrales se aburrieran y comenzaran a crear una gran pelea que los primogénitos iban a evitar. La respiración del chico empezó a hacerse más rápida, haciendo que soltara quejidos por la rapidez en que la princesa estaba corriendo.

──── ¿A dónde me llevas? ──── cuestionó el chico, derrumbándose en la acera de la calle ──── Ya estamos lejos del bar, demasiado que mis piernas me tiemblan.

Ella no le respondió, enfocada en los letreros que señalaban donde se encontraban. Ninguno decía la calle del almacén y tampoco quería preguntarle a su acompañante, no confiaba en que le daría la verdad.

──── Iremos a Riverstood ──── informó la princesa, tirando su cabello hacía atrás. Miro al chico en el suelo, frunciendo sus delgadas cejas ──── ¿Sabes cómo llegar ahí?

Él asintió, extendiendo sus largas piernas ──── Claro que sé cómo llegar ahí ──── murmuró, cerrando sus ojos ──── Está a una hora de distancia y no caminaré de nuevo. Es más, no iré a ningún lado contigo ──── dijo, levantándose de repente.

Su mirada seguía siendo vidriosa, delatando que todavía no estaba en todos sus sentidos. La poca valentía se esfumó al observar cómo Acacia se acercó con desafío.

──── ¿Seguro que quieres jugar esa carta? ──── ella lo retó, ladeando su rostro. Con diversión, pasó sus dedos por el pecho del chico, sonriéndole ──── Te daré ventaja para correr, pero los dos sabemos que voy atraparte y si lo hago, probablemente vaya a torturarte un poco hasta que aceptes venir conmigo.

Una risa nerviosa escapó de los labios del chico, retrocediendo ──── No te tengo miedo ──── confesó en voz baja ──── Yo... puedo irme cuando yo quiera.

──── Por supuesto, eres libre de tomar tus propias decisiones, pero está noche, tú vendrás conmigo. No importa si tengo que capturarte por toda la ciudad, voy a encontrarte.

──── Puede ser que sí te tenga un poco de miedo ──── susurró, bajando su mirada al suelo ──── Conozco a alguien que puede prestarnos un auto. No sé si lo has notado, pero estoy un poco borracho y no me estoy sintiendo muy bien ──── balbuceó.

Los labios rojos de la astral se estiraron en una sonrisa al parecer bastante tierno la reacción de aquel chico. Por supuesto que se había dado cuenta, no era muy bueno en ocultarlo.

──── Un auto sería algo bueno ──── asintió ella, dando espacio entre los dos ──── ¿En qué dirección iremos?

──── Oh, es a dos cuadras de aquí ──── señaló él en la dirección contraria ──── Puedo hablar con él para que nos los preste. Me debe un favor.

──── Y si no lo hace, siempre hay otras formas de convencerlos ──── dijo la astral, caminando directo a la calle donde el chico señaló ──── No acepto un no por respuesta.

El chico caminó detrás de ella, arreglando el desastroso cabello rubio que cayó sobre su frente.

──── No creo que sea una buena forma de convencerlo o podemos regresar al bar, mi amigo tiene una vieja camioneta además que no se si estarán bien ──── comentó el chico, frunciendo sus cejas ──── ¿Qué es lo que estaba sucediendo ahí dentro? Nunca había pasado algo así antes.

Acacia frunció sus cejas, negando ──── Ellos estarán bien. Estoy segura que todos escaparon de ese lugar, además que sería peligroso regresar así que te quedaras conmigo y es mejor que sea voluntariamente.

Él la miró fijamente, pudiendo encontrarse con esa mirada rojiza que le causaba curiosidad. No tuvo tiempo de poder cuestionar quién era cuando Acacia camino, alejándose más. Por un segundo, dudo si era lo mejor ir con ella, prácticamente lo salvó de esas extrañas personas y se interpuso en su camino como un escudo cuando las flechas iban a matarlo.

Un sentimiento de alivio apareció en él, sintiendo que lo correcto era seguir a aquella desconocida así que lo hizo, dando pasos lentos y fijos mientras su nublada mente empezaba a despejarse.



La casa de dos pisos estaba en completa oscuridad, haciendo que la princesa se preguntará si alguien estaba dentro de ese lugar. La calle se encontraba despejada de peatones y el cielo ya estaba oscurecido, ocasionando que ella estuviera en alerta. No podía confiar en que estuvieran lo suficiente lejos de los astrales.

El chico gritó a Acacia que se quedara afuera mientras él se encargaba de subir la escalera directo a una ventana medio abierta. Desde la distancia, Acacia pudo oír su cuerpo caer contra la madera.

Era muy interesante cómo se comportaba siendo un humano, era muy diferente a lo que supuso que sería el futuro rey del planeta astral. Ese chico iba a tener que aprender demasiado, la princesa se preguntó a sí misma si él iba a estar preparado para enfrentarse a lo que estaba ocurriendo.

Un par de minutos, el chico salió por la misma ventana con la diferencia de que esa vez, llevaba unas llaves en sus manos.

──── Dámelas, voy a conducir ──── ella pidió, extendiendo su mano.

──── No lo creo ──── él negó, agitando su cabeza ──── No confío en ti.

──── ¡Ahora me darás las llaves! ──── ordenó Acacia con voz fuerte y autoritaria.

Ella no separó su mirada rojiza del chico, haciéndolo sentir como un pequeño niño indefenso. Él depositó las llaves en la mano de la princesa, asintiendo.

──── Por aquí está el carro ──── susurró, señalando.

Con un suspiro, Acacia se introdujo en el auto, recordando el manual que aprendió en su curso de humanidad cuando estaba en el planeta Astral. Aprender las costumbres e historias de los humanos nunca fue su materia favorita, pero en ese momento, agradeció a su madre por haberle enseñado.

El chico se metió en el lado del copiloto, colocándose el cinturón de seguridad ──── ¿Podrías manejar con cuidado? No me estoy sintiendo muy bien ──── le pidió, apoyando su cabeza en el asiento ──── Para llegar a Riverstood solo tienes que ir recto, cuando lleguemos al mercado, doblaras a la izquierda para ir por la calle cincuenta y dos.

──── Bien, avísame cuando lleguemos al mercado ──── replicó la princesa, encendiendo el auto.

Manejar no fue tan difícil como ella supuso que sería, solo necesitaba mantener en control el volante para no golpear ninguna casa. El chico se mantuvo en silencio, agarrándose del asiento cuando Acacia metió potencia, haciendo que el auto tuviera una velocidad más rápida de lo permitido.

Él cerró sus ojos, intentando mantener su mente entretenida o vomitaría, enfrente de esa desconocida que lo mantenía a su lado.

──── ¿Puedes... puedes bajar la velocidad antes que choquemos contra...? ¡Cuidado! ──── él gritó, lleno de pánico.

Acacia frenó cuando un cuchillo apareció en medio del parabrisas, insertándose en el vidrio. Su cabeza golpeó violentamente la almohadilla del asiento, dejando salir un siseo de dolor. Sólo tomó unos segundos en recomponerse cuando miro a su lado, sus ojos llenos de pánico al acordarse del hijo de Zoqri.

──── ¿Estás bien? ──── ella preguntó, agarrando con suavidad su rostro para inspeccionarlo ──── ¿Te has golpeado?

Él asintió, abriendo sus ojos ──── Estoy bien. ¿Qué demonios fue eso?

La mirada de Acacia se enfocó en la calle, todo estaba desierto así que no sabía de donde había aparecido ese cuchillo, por supuesto que no fue una coincidencia que cayera justamente en el parabrisas. Una figura oscura comenzó a aparecer en medio de la calle, enfocándose bajo las tenues luces.

No necesito seguir viéndolo cuando Acacia reconoció al astral que estaba enfrente de ella, portando dos largos cuchillos amarrados a pesadas cadenas que harían que esas armas volvieran a manos de su creador. El gran creador de armas del reino de Neex estaba viéndola, su mirada llena de un deseo oscuro de querer herirla y cumplir con la misión que su rey le concedió.

Acacia sabía que pelear contra ese astral no iba a ser beneficioso, portaba armas que la lastimarían en unos segundos y no iba a dejar que el chico se quedara solo, menos en ese estado. Tuvo que tomar cada onza de poder para evitar bajarse de ese carro y solo arrancó, intentando despejar su mente de los fuertes pensamientos sobre ir detrás de ese astral.

El hombre no tuvo otra opción que tirarse a un lado de la carretera cuando el carro no se detuvo, evitando ser atropellado por la princesa. Por supuesto que él les daría su ubicación así que debía de apurarse a llegar a los almacenes.

──── No te preocupes por él. No le gusta involucrarse en batallas ──── Acacia mintió al chico, no queriendo que sintiera pánico al darse cuenta de quién se trataba.

──── ¿Hay más como él? ──── cuestionó, frunciendo sus cejas oscuras ──── ¿Nos están siguiendo?

La princesa apretó sus labios, pensando en su respuesta. No quería asustarlo, pero tampoco mentirle en lo que probablemente verá así que decidió asentir, sin decir ni una palabra. El silencio se prolongó en el carro, solo oyéndose las respiraciones de ambos cuando un espeso humo oscuro empezó a salir del carro.

──── Eso no es bueno ──── musitó el chico, inclinándose para observar.

El carro empezó a hacerse más lento hasta que se quedó quieto. Acacia intentó encenderlo, pero solo obtuvo ruidos cuando supo que el motor estaba muerto. Ella salió, tirando de la puerta con frustración.

──── Es una chatarra con cuatro ruedas ──── se quejó, respirando con fuerza ──── Por algo esta cosa no existe en mi reino.

──── ¿Qué esperabas? ──── replicó él, pasando sus manos por su rostro en un intento de calma ──── Lo golpeaste demasiadas veces ──── le recordó, no pudiendo ignorar la poca habilidad para manejar un auto sencillo.

La astral lo miró con una ceja arqueada, dándole una advertencia al chico sobre que no siguiera quejándose. Él empezó a balbucear palabras, tratando de excusarse sin éxito.

──── Vamos, iremos caminando hasta Riverstood ──── ordenó, guardando el pomo de su espada en la cinturilla del traje ──── Ten, llévala ──── dijo, quitándose la mochila de sus hombros para dársela al chico ──── Tiene todo lo necesario así que trata de no perderla.

Él asintió, observando el rostro de aquella desconocida que estaba ayudándolo. Pudo notar esos ojos rojizos, siendo más claros al estar tan cerca de ella que se preguntó cómo era posible que consiguiera unos lentes de contactos de ese color. El cabello oscuro estaba trenzado, pero tenía ciertos mechones sueltos que estaban pegados a su cuello.

Ella era diferente al resto de chicas que conocía, tanto que una duda lo abarcó sobre quien era. Ninguna chica iba a ayudarlo de la forma en que ella lo estaba haciendo y tampoco tendría esa habilidad de pelear contra varios hombres sin recibir ni un rasguño.

Un sonrojo empezó a extenderse por todo su cuello al notar la mirada confundida de la desconocida que acababa de atraparlo observándola como si fuera la primera que estaba enfrente una chica linda.

──── ¿Cuál es tu nombre? ──── él cuestionó, acomodando la mochila en sus hombros.

──── Acacia, perteneciente de la casa Escorpio ──── respondió ──── ¿Y tú?

──── Alexander ──── respondió. Aclaró su garganta, intentando ver a otro lado ──── Solo Alexander.

──── Bueno, Alexander ──── repitió la princesa, disfrutando del sonido de su nombre ──── Es un gusto conocerte. Ahora vamos, tengo que llevarte a salvo a un almacén.

──── Ahora que ya conoces mi nombre. ¿Puedes decirme por qué esas personas tratan de matarnos? ──── interrogó, caminando detrás de la princesa ──── ¿Vienen del mismo lugar? Lo digo por las espadas y por, ya sabes, pelear entre ustedes ──── murmuró con confusión de sus propias palabras.

Una risa brotó de los labios de Acacia, asintiendo ──── Si, la espada y las peleas delatan que venimos del mismo lugar.

──── Fue una tontería, lo sé ──── musito, agitando su cabeza ──── ¿Por qué me persiguen? Digo, no he hecho nada malo, no entiendo por qué quieren herirme.

En su ataque de preguntas, Acacia lo observó con más paciencia. Bajo las pocas luces del bar, ella pudo encontrar bastantes similitudes con los reyes de Zoqri, ahora bajo las luces de la calle, fue como si la golpearan y le dijeron que él es el verdadero hijo de Zoqri.

Podía ver al rey astral en esos ojos azules, podía encontrar la dulzura de la reina en la suavidad de su mirada e incluso la elegancia que todo el reino portaba de una manera tan tímida e inocente que, en ese momento, solo deseaba tener unos segundos a solas y poder respirar.

Era doloroso tenerlo cerca, era su propio recordatorio de toda la culpa que estaba guardando dentro de sí misma. Alexander no era un humano corriente, podía encontrarlo en cómo sus movimientos parecían más delicados como los habitantes de su planeta, pero tampoco era un astral, no tenía esa confianza en sí mismo ni quería sobresalir.

Ese chico era diferente, trataba de escapar de la atención y su confusión solo hizo que el corazón de Acacia latiera con fuerza y la necesidad de protegerlo emergiera de su cuerpo. Estaba confundida por esos sentimientos, no comprendía qué estaba sucediendo y por qué con ese chico que acababa de conocer.

No conocía su historia, pero dentro de ella, había una necesidad de ayudarlo, como si esos minutos en que habló con el humano, creó una conexión tan fuerte que no podía cortarlo. Sabía que eso no era nada bueno, los sentimientos no eran exactamente lo que necesitaba en ese momento, pero se dejó disfrutar por un rato más.

El cabello rubio de Alexander se encontraba desordenado por tantas veces que había pasado sus manos en nerviosismo. Sus ojos azules no podían mantenerse fijo en un solo lugar así que recorría toda la calle oscura y en ocasiones, se posaban en ella.

Alexander era tan puro e inocente que los Zoqri se alegrarían de haberlo conocido. Si su corazón podía reconocerlo como un Zoqri, ellos también lo hubieran hecho.

El toque de Alexander en su mano hizo que Acacia saliera de sus pensamientos, sorprendiéndose por la electricidad que recorrió todo su cuerpo. Rápidamente se separó, confundida por lo que sintió.

──── ¿Por qué tus ojos son rojos? ──── él cuestiono, sin haber visto su reacción ──── ¿Utilizas lentes de contactos?

La princesa sonrió, había tardado demasiado en hacerle esa pregunta. No era normal que los humanos tuvieran ese color de ojos como en el planeta astral que representaba a todo un reino.

──── ¿Te asustaría si digo que son naturales? ──── dijo, arqueando sus cejas con diversión.

Alexander no ocultó su sorpresa, parpadeando varias veces ──── ¿Cómo una clase de vampiro?

Acacia frunció sus cejas con el término poco familiar. Negó, haciendo una mueca que mostraba que estaba ofendida por decirle "vampiro" incluso cuando no sabía que significaba.

──── La explicación vendrá después.

Ella agarró su mano en un gesto deliberado que solo duró unos segundos en darse cuenta de lo que hizo. Ambos entraron a una especie de mercado, pocos humanos seguían en las calles oscuras y los que se encontraban, parecían idos como estuvo Alexander en un inicio.

El alcohol en los humanos es una bebida tan natural que eso los ha afectado durante años, matándolos desde adentro por una diversión que no dura demasiado. Desde su posición, pudo ver que los policías seguían cerca, acechando a aquellos que estaban sentados o cerrando las tiendas.

Acacia no necesitaba más problemas, era suficiente con lidiar con los astrales y tampoco sabía si Alexander iba a causar una escena que ameritará que lo llevará amenazado hasta su posición.

──── Tomaremos un descanso ──── explicó la astral, empujando al chico a un callejón oscuro ──── Siéntate y dame la mochila.

Alexander lo hizo, estirando sus largas piernas que en ese momento se encontraban adormecidas de tanto caminar. Acacia ofreció su botella de agua, sabiendo que él la necesitaba más que ella.

El chico la agarró, acabándola en unos segundos. Seguía tan confuso por lo que estaba sucediendo en ese momento que su cabeza iba a explotar de tantas preguntas que tenía y poca información.

Acacia se sentía mal por el chico, no le había dado razones para seguir con ella o explicaciones del por qué los astrales querían matarlo y seguía ahí, aferrándose, dejando que la princesa de Poxzia lo cuidará de esos guerreros que querían dañarlo.

Un grito hizo que la astral se tensara, manteniéndose alerta por lo que iba a suceder.

──── Sé que siguen ahí ──── chilló una mujer, quedándose a mitad de la calle oscura con varias sombras que fueron transformándose en astrales ──── ¡Los quiero! ¡A los dos, ahora!






otro cambio enorme en está historia, como nuestros dos hermosos astrales se conocieron

díganme que les parece estos pequeños pero importantes cambios que he hecho, si son mejores

los leo 




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro