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thirty one ──── the pain of loss




────────── CHAPTER THIRTY ONE,

 THE PAIN OF LOSS ──────────


❛ El encuentro de dos personalidades es como  el contacto de dos sustancias químicas:  si hay reacción, ambas cambian 



──── ¿No crees que ha sido demasiado duelo? ──── Koren preguntó, tirando las armas al suelo con enojo.

El astral, hijo de Neex, alzó su mirada con aburrimiento. Rodó los ojos, dejándose caer nuevamente al sofá.

──── ¡Lárgate! ──── aulló, agitando su mano en dirección a la salida.

──── Sí, como si fuera a ocurrir ──── replicó con sarcasmo.

──── Ya que decides aguantar mi basura, ¿de dónde vienes?

──── Astrales oscuros pidiendo remordimiento ──── contestó frustrada ──── Sus historias cada vez son más patéticas ──── bufó, tirando de su cabello ──── "Solo los hice por mis hijos" "Quería mantenerme con vida"

──── Mira, esa es nueva ──── rio el astral, extendiendo sus labios resecos con diversión ──── ¿Utilizaron la de "Oficuo tenía a mi familia encarcelada"?

──── Cuatros veces, una de ellas hasta se desmayó ──── chasqueó su lengua, asombrada.

Koren tomó asiento en el sofá, alzando las piernas en la mesa de vidrio sin importar la mirada enojada que su compañero le dio.

──── Fue verdad lo que dije ──── Koren habló, mirándolo fijamente ──── Necesito que salgas de este lugar.

──── Te dejo entrar porque sabes cerrar tu boca, no hagas que cambie mi decisión ──── sentenció.

Karsten se levantó, agarrando el vaso vacío de la mesa y se dirigió a su lugar favorito: el bar. Koren solo suspiró, empezando a frustrarse por la actitud negativa que el astral empezaba a tomar.

──── ¡Ya pasaron cinco meses! ──── exclamó la astral, cruzando los brazos.

──── ¡Lárgate de aquí, Koren! ──── gritó, tirando la puerta con fuerza ──── ¡No vuelvas!

──── No fuiste el único que perdió esa noche ──── gimoteo, sintiendo las lágrimas en sus ojos.

──── Perdí más que ustedes ──── replicó, apretando los labios.

──── No, quién perdió más fue Dion ──── negó, agitando su cabello ──── Él perdió a sus padres, perdió a Acacia y al humano, Alexander. Si alguien tiene que mostrarse abatido, es él.



──── Entonces, ¿estamos decididos a unir el planeta astral como uno solo? ──── Calista cuestionó desde su puesto en el Palacio de Órdenes.

──── Sí, los mismos antepasados lo aceptaron ──── murmuró Bronte, siguiendo con su dibujo para distraerse ──── Eliminaron el espacio, incluso el Templo.

──── Es lo que todos quisimos, nuestro sueño ──── Gaea apoyó, sus deslumbrantes ojos apagados ese día ──── Incluso Acacia o Alexander lo deseaban.

La mención de los primogénitos hizo que todos sintieran escalofríos pasar por sus espaldas, recordando lo sucedido en esa noche.

Cuando la sangre de los dos primogénitos fue derramada a manos de Oficuo, el planeta astral empezó a llorar. Grandes gotas de agua cayeron del cielo oscurecido, mojando a los astrales que aún seguían con vida, derrotados por la pelea.

Después sucedió lo que más temían, la tierra empezó a temblar, tanto que las paredes cayeron. Pensaron que se trataba de un simple terremoto hasta que sintieron cómo se movían.

Giles fue el primero en ver lo que sucedía, los grandes y profundos espacios infinito empezaban a cerrarse, sus tierras convirtiéndose en una, significando que los reinos estaban por juntarse.

Ninguno sabía que sucedía, solo podían unirse, esperando que terminara. Mientras se protegían, el Templo empezó a destruirse, sus pesados ladrillos rojizos adaptando una forma inusual.

──── Es Acacia ──── Dion murmuró, observando lo que sucedía ──── Y es Alexander.

Fue un recordatorio para todos los astrales como dos primogénitos, aquellos que iban a hacer un gran cambio en el planeta astral, fallecieron por la misma sangre que los hizo nacer.

──── Es oficial, los reinos quedan destruidos y toda decisión será aceptada por los diez líderes ──── Naia declaró, tomando la mano de Myles.

──── ¿Diez? ──── replicó su pareja, bufando con diversión ──── Ni siquiera estamos completos, Karsten sigue comportándose como un idiota deprimido.

──── Hablamos sobre los límites, Myles ──── Laria intervino, apretando los labios con molestia ──── Nadie tocara ese tema.

──── Bien ──── aceptó el astral.

Myles se bajó de su puesto, tirando la pesada corona a la mesa con enojo. Estaba cansándose de todos, incluyendo a su mejor amigo. Simplemente no podía soportar como querían sentir lástima cuando fue él quien la sostuvo y la dejó caer, hizo que Acacia muriera.

──── Hablaré con él ──── Naia susurró, persiguiéndolo ──── ¡Myles! ¡Myles!

──── ¿Qué? ──── respondió, cruzando los brazos ──── ¿Vienes a darme un sermón sobre comprenderlos? Puedes ahorrártelo, me lo sé de memoria.

──── Vamos, cariño, entiendo lo que estás pasando ──── murmuró, su mirada delatando la tristeza ──── Todos tenemos culpas sobre esa noche.

──── Felicitaciones por eso ──── negó, dirigiéndose a la salida.

──── ¡No sé qué hacer para que te sientas mejor! ──── exclamó, frunciendo las cejas ──── Cada día trato de tomar ese dolor que tanto cargas, pero tú no me dejas.

──── Tal vez es eso lo que necesito, que no lo hagas y me dejes en paz ──── determinó, saliendo de una vez.

Naia solo quedó parada, bajando la mirada mientras frotó su nariz, pensando en cómo su relación empezaba a destruirse, así como todo lo que conocía una vez.

──── ¿Estás bien? ──── Laria preguntó, llegando a su lado para darle un abrazo.

──── No lo sé ──── se encogió de hombros, sus labios temblando de impotencia ──── Creo que Myles y yo... ya no conectamos más.

──── Claro que lo hacen. Ustedes están juntos desde hace años, una relación de ese tamaño no solo desaparecerá.

──── Parece que sí. Él está herido y yo no puedo sanarlo.

──── Lo lamento, Naia ──── ella susurró, tomando su mano.



Intentar seguir con su vida, fue lo más difícil para Calista después de las pérdidas que tuvo. Cada mañana, admiraba la gran estatua que permanecía de pie donde una vez estuvo el Templo.

Sus ojos no podían dejar de observar el rostro en calma de Acacia, sus característicos y feroces ojos rojizos mostraban una suavidad que solo podía obtenerse cuándo Alexander la miraba, después que pudo aceptar los sentimientos que temía.

El sol teñía las facciones de los dos astrales, dando el inicio de un nuevo día sin estar completos.

Soltó un fuerte suspiro, subiendo su larga falda para seguir caminando, directo a la casa donde Karsten se refugiaba, encerrado como un prisionero sin dejar que la luz entrará.

Aún recuerda su grito cuándo Acacia cayó, tan desgarrador que podía sentir su corazón empezaba a latir con fuerza. Si Bronte no lo hubiera detenido, el astral hubiera ido en su búsqueda y posteriormente, muerto.

Cuando Calista observó a Karsten tirado en el suelo con la misma copa llena de alcohol, deseaba que Bronte no lo hubiera detenido.

──── Oye, despierta ──── ella susurró, golpeando su mejilla con suavidad ──── Karsten, levántate.

──── Déjame ──── masculló con dificultad. Empujó su brazo, haciendo que dejará de tocarlo ──── Lárgate, Koren.

──── Qué bueno que mi nombre es Calista ──── replicó sarcástica ──── Aún me recuerdas, ¿no? Casa de Grabzia.

Con la mención de su nombre, abrió los ojos rojizos, enfocándolo en el rostro preocupado de Calista, su cabello rosado amarrado sobre su cabeza, dejando expuesto esa mirada azulada.

──── ¿Qué haces aquí? Estás muy lejos de casa ──── explicó, sentándose en la madera fría.

──── Ahora con el planeta como uno solo, es más fácil viajar ──── expuso, encogiéndose de hombros ──── Además que tuvimos la reunión sobre la unión.

──── Sí, sobre eso, no pude llegar ──── comentó, chasqueando la lengua ──── Estuve muy ocupado.

──── ¿Terminando el licor del pueblo? Una buena labor.

──── Solo estoy ahorrándoles malos ratos ──── bufó, dando una sonrisa perezosa ──── ¿Quieres uno?

──── No, gracias. Ahora soy una astral más selectiva con las decisiones que me llevaran a tener una resaca ──── respondió.

Karsten río, terminando de acabar el líquido de su vaso, soltó un carraspeo con la picazón en su garganta.

──── No puedo creer que en unos cuantos meses hayas madurado lo que no hiciste en años ──── se burló.

El rostro de Calista perdió toda expresión, sin ver la gracia en sus palabras.

──── Sí que te volviste más idiota ──── determinó, empujándolo nuevamente al suelo ──── Solo quería ver si estabas bien.

──── ¡Lo estoy! ──── asintió, alzando las manos con alegría ──── Embriagándome en mi casa, muy increíble.

──── Igual que el incesante olor a descompuesto ──── arrugó su nariz con desagrado ──── ¿Desde cuándo no te bañas?

──── Tengo que pensarlo muy bien. Creo que desde que la tubería explotó ──── confirmó ──── Igual ni lo necesito.

──── Solo tú dirías eso ──── negó ──── Vamos, estoy decidida a ayudarte.

──── ¿Me darás un baño? ──── cuestionó divertido.

Calista bufó ──── Ya quisieras, voy a buscar agua.

──── ¡Si tengo! ──── exclamó, viendo como la astral se dirigía a la salida ──── Mentí.

──── Claro que lo hiciste ──── asintió ella, dándose vuelta ──── Iré a preparar tu baño, así que levántate.

Karsten solo sonrió desde su posición, observando como Calista entró a su habitación, ignorando la molestia. Aparte de Koren, ningún primogénito había pisado su casa, ni siquiera aquellos que estuvieron a su lado durante la pelea.

Una parte de él creía y con las acciones confirmaba que podían sentir remordimiento, después de todo, fue a su padre quién manipularon para traer a Alexander, al rey lo cautivaron con su mayor defecto: el poder y aunque no quería aceptarlo, a él también.

Sin querer enojar a la única invitada, se levantó, tambaleándose tras sentir las piernas temblar. Soltó una respiración profunda, ayudándose de las paredes para llegar al baño.

Tras unos minutos, sintió como la pesadez de sus hombros empezó a aminorar, casi eliminando esa sensación de ahogamiento.

──── Están enojados contigo ──── dijo Calista, detrás de la puerta ──── Piensan que estás dándote por vencido.

──── ¿Realmente lo creen? ────replicó, frunciendo sus cejas oscuras con molestia ──── Solo...no puedo salir y fingir que todo está bien, Calista, no cuándo me ella falta.

──── También nos hace falta ──── murmuró, apretando los labios para detener ese temblor ──── Pero salimos adelante porque es lo que desearía.

──── ¿Cómo lo sabes?

──── Acacia lo hizo después de la muerte de su madre, con la muerte de los reyes de Zoqri, incluso después que Alexander solo... dejó de respirar ──── contó, manteniendo su voz suave ──── Se levantó para seguir luchando.

──── Bueno, no soy Acacia ──── susurró, sintiendo su lengua pesada con la mención de la princesa de Poxzia ──── No tengo fuerza de voluntad y mucho menos el valor.

──── Están preocupados, Karsten, éramos doce por un instante y después... después quedamos diez ──── dijo, quitando las lágrimas de sus mejillas ──── No quiero reducirlo a nueve.

Karsten soltó un suspiro, agachándose para quedar sentado en el suelo, completamente desnudo.

──── Lo intenté ──── confesó en voz baja ──── Lo hice, muchas veces, pero no puedo cuando ella está en medio del planeta, convertida en piedra. Es un recordatorio, no de la lucha ni el valor, es como perdí a mi mejor amiga y le di la espalda cuando solo quería paz.

Calista quedó en silencio, adhiriéndose a las palabras de Karsten. También lo sintió, verla ahí parada, siendo sostenida por Alexander, era lo más doloroso hasta que pudo aceptarlo.

──── Cada mañana voy a visitarla ──── murmuró la astral ──── Solo para observarla por unos minutos hasta que el dolor disminuya. Deberías de hacerlo, Karsten porque no podrás soportar esa carga por mucho tiempo.

──── ¿Y qué sucederá después? ¿Moriré? ──── replicó, bufando con sarcasmo ──── No hay nadie a quién le pese mi muerto.

──── ¡Porque eres tan ciego, Karsten! ──── exclamó Calista con frustración ──── ¡No puedes ver que están preocupados! ¡Yo también lo estoy!

El astral solo pudo quedarse callado después del arrebato de Calista. No pudo evitar sentir la culpa, sí, se enfrasco en lo que sentía, olvidando al resto que también perdió.

──── ¿Cómo estás Giles? ──── él preguntó.

──── Giles... es Giles ──── respondió, soltando una risa ──── Es un astral bastante fuerte.

──── Sí, también de pocas palabras ──── aportó ──── ¿Oficializaron su relación?

──── Sí ──── confirmó, sonriendo mientras miró el anillo en su dedo ──── Esperaremos más tiempo para el compromiso.

──── ¿Por qué?

──── Quiero saber si es el indicado para mí. Es poco realista que empiece a tener mis dudas.

──── Bueno, todos lo tienen, no te preocupes.

──── ¿Y qué hay de Koren? ──── Calista preguntó con malicia.

──── Absolutamente nada ──── respondió con rapidez, negando.

──── Oh, vamos, ¿hablas en serio?

──── Bastante ──── asintió, levantándose para seguir bañándose ──── No encajamos y solo vivimos peleando.

──── ¿Qué esperabas? Es una astral de Galla ──── dijo con obviedad.

──── Técnicamente solo es una astral ahora que el planeta solo es uno ──── contradijo, divertido por el comentario.

──── Entiendes mi punto, Karsten ──── Calista bufó.

Karsten rio ──── Lo entiendo y sí, no llegará a nada más.

──── Eso apesta ──── comentó, arrugando la nariz ──── Por cierto, creo que Naia terminará con Myles.

──── ¡Eso sí es una gran mentira! ──── exclamó el astral, asustando a Calista cuando abrió la puerta, entrecerrando los ojos con duda.

──── Como dije, te pierdes mucho.

──── Vas a contarme todo sobre lo que sucede ──── sentenció, tomando las prendas de las manos inmóviles de Calista ──── Solo voy a vestirme.

──── Sí, hazlo ──── asintió, fijando su mirada en un punto.

──── ¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro? ──── interrogó, preocupándose por haber deteriorado su mayor tesoro.

──── Estás desnudo ──── comentó, dándose la vuelta.

Karsten bajó la mirada, riendo fuertemente.

──── Olvidé ponerme la toalla ──── dijo, negando ──── No es la primera vez que me ocurre, lo hice cientos de veces con Acacia, a excepción que ella me agarraba...

──── ¡Esperaré afuera! ──── Calista avisó, deteniendo su anécdota poco familiar.

La astral salió de la habitación, cerrando la puerta con un poco de dureza. No podía creer que Karsten haya salido del baño, sin ninguna vergüenza, completamente desnudo. ¿Qué pensará Giles cuándo se dé cuenta?

Probablemente actué de forma respetuosa hasta llegar a Karsten y golpearlo.

Ella pudo pensar en cientos de posibilidades mientras llegó a la sala, abriendo las ventanas para dejar que el sol entrara, al fin sintiendo la calidez que podía desprender.

Lo que no esperaba encontrar era el fuego incesante alrededor de la estatua de los dos astrales, varios guerreros tratando de consumirlo sin resultado alguno.

──── No ──── susurró ──── ¡Karsten, se quema! ──── gritó.

Apresuró sus pies para comenzar a correr, abriéndose paso entre los astrales asustados, observando cómo las cenizas empezaron a oscurecer el cielo.

──── ¡Retrocedan! ──── Dion gritó, dejando que los guerreros tiraran agua para acabar con las llamas.

Tomó a Calista antes que pasara directo, aferrándola para que no se quemara. No escondió la sorpresa de su rostro cuando Karsten apareció, su pecho agitándose por forzar sus piernas para alcanzar a Calista.

──── ¿Quién lo hizo? ──── cuestionó con dificultad, pasando sus manos por su cabello rojizo.

Koren y Laria fueron las segundas en llegar, sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo. La primera sonrió, viendo al astral fuera de su encarcelamiento.

──── No lo sé, señor ──── respondió uno de los guerreros tras unos segundos ──── Investigaremos de inmediato.

──── No fue el único lugar afectado ──── habló un segundo guerrero, fijando su mirada atrás de la estatua.

Calista no escondió el grito que salió de su garganta, viendo como la casa de Tharan empezó a echar humo, suficiente para dar a entender que había fuego.

Desde la distancia, pudo ver la cabellera oscura de Giles, pasando sus dedos con desesperación mientras se enfocaba en como el hogar, aquel que pasó durante años, empezaba a caer.

──── ¿Estás bien? ──── Calista interrogó, llegando a su encuentro.

──── Sí, yo... yo estaba afuera ──── respondió, entrelazando los dedos con la astral ──── No sé qué sucedió, todo estaba bien.

──── Esto no fue un accidente ──── ella murmuró, observando cómo los habitantes empezaron a alarmarse por los sucesos ──── Alguien quiere repetir lo mismo de Neex quemando a Zoqri.

──── Pero los reinos desaparecieron ──── expuso, frunciendo las cejas ──── Y no tiene nada que ver con los Zoqri, ya se acabó.

──── ¿Cómo lo sabes, Giles? ──── Karsten preguntó, cruzando los brazos.

──── ¡Ya todo terminó! ──── Laria exclamó, entrometiéndose en la conversación ──── No es necesario revivir lo ocurrido.

──── Díselo al astral que dejó la espada de Oficuo encima de la casa de Tharan ──── Koren señaló.

Los astrales miraron a lo que ella señaló, frunciendo el ceño cuando la espada brillante, aquella que detenía cualquiera de sus ataques y los lanzaba como objetos, estaba incrustada, ajena a las llamas.

──── Imagino que eso llama a una reunión de emergencia ──── Karsten habló, apretando los dientes.

──── Por fin dices algo coherente ──── Giles aceptó, dirigiéndose a su punto de reunión.

Por segunda vez, el Palacio de Órdenes fue ocupado por los primogénitos, cada uno mirándose entre sí y más con la presencia de Karsten, el astral solo movía sus dedos contra la mesa, esperando que iniciaran.

──── ¿Por qué seguimos reuniéndonos aquí? ──── Karsten preguntó.

──── Es un buen lugar ──── Calista respondió, posicionándose en su asiento ──── Y me hace sentir autoritaria.

────Ya lo creo ──── bufó con diversión.

──── No quiero interrumpir su conversación, pero estoy preocupada con lo que sucede ──── Gaea masculló, rodando los ojos con aburrimiento ──── No quiero repetir lo mismo.

──── Oficuo está muerta ──── Dion declaró con dureza, mirando a la astral con determinación ──── Igual que Acacia y Alexander así que no volverá a suceder, amor.

──── No es necesario recordarlo ──── Laria susurró, entrecerrando los ojos claros con irritación.

──── Solo di mi opinión ──── se excusó.

──── Sí fuera de ayuda, se pediría ──── Bronte masculló, adelantándose en su asiento para mirarlo mejor ──── Hermano.

Dion sonrió, tan fríamente como ningún astral lo había visto. Negándose a responder, solo se recostó en su asiento, cruzando los brazos tras su cabeza.

Giles dio inicio a las hipótesis sobre lo que ocurrió, cada uno dando su punto de vista hasta terminar en la misma, Oficuo podía seguir viva o uno de sus seguidores quería tomar lo que no acabó.

Calista dio a conocer los diferentes planes para seguir buscando a los astrales oscuros que se escondían de su destino. Koren, siendo una de las principales líderes, se encargaría de lugares que no habían tocado mientras el resto se dividió tareas importantes del planeta astral.

──── Ya que todo está resuelto ──── Calista determinó, uniendo sus manos ──── Quiero saber dónde nos quedaremos ──── masculló a Giles ──── La casa de Tharan no está acondicionada y ofrecí la mía como un refugio.

──── Pueden quedarse conmigo ──── Karsten intervino, irguiéndose en su asiento para mirar a la pareja ──── Mi casa es grande y las visitas siempre será bienvenida.

Giles torció los labios, queriendo negar cuando Calista aceptó de inmediato, satisfecha del paso que Karsten dio después de refugiarse por meses.

──── ¿Cuándo podemos llevar nuestras cosas?

──── Hoy mismo ──── respondió con desinterés ──── Cancelaré mis planes por ustedes.

──── Parece que Karsten ya olvidara su estúpido duelo y fingira como lo hace el resto ──── Myles intervino.

──── Hermano, casi haces que me sienta mal con tus palabras ──── replicó el astral.

──── Y eso que no lo estoy intentando ──── sonrió.



──── Se mira muy diferente con ustedes aquí, astrales ──── Karsten comentó, cómodamente sentado desde el sofá ──── Más vida.

──── ¿A esto lo llamas vida? ──── Giles carraspeó, aguantando el dolor del codazo que Calista propinó ──── Digo, estoy alegre de estar aquí.

Karsten sonrió, divertido por como Calista pudo dominar a un astral tan grande como lo era Giles, incluso dando una mirada. Sabía que ellos quedarían juntos y no tenía necesidad de oírlos hablar.

──── Tomen habitaciones separadas, no quiero escucharlos por las noches.

──── Eres insoportable, me iré con Dion y no me interesa que me corra ──── anunció Giles.

──── Solo un día, ¿sí? ──── pidió, creando un puchero ──── Tenemos que ser amables y ayudar a Karsten.

──── No veo que necesite ayuda ──── susurró, acercándose lo suficiente para mirarla fijamente ──── Yo sí lo haré cuándo mis instintos asesinos quieran llegar a él.

──── Vamos, cariño, hazlo por mí.

──── ¿De verdad quieres quedarte aquí? ──── preguntó.

──── Sí quiero hacerlo.

Giles levantó la mirada, directo a Karsten que seguía comiendo ajeno a la situación. Respiró profundamente, aceptando que tendría bastante paciencia para lidiar con los caprichos de Aries.

──── Llevaré las maletas a la habitación, ¡donde dormiremos juntos! ──── exclamó el astral.

──── Bien, tendré que aceptarlo ──── murmuró, dando un guiño a Calista.

Después que Giles decidió encerrarse en la habitación para darse un baño, Calista se dejó caer en el sillón, subiendo sus piernas.

──── ¿Puedes dejar de molestar a Giles? No es tan amistoso y lo sabes.

Karsten sonrió ──── Es que me divierte, ahora que Myles parece odiarme, necesito conseguir un mejor amigo.

──── De esa forma nunca la obtendrás ──── negó.

──── Solo es cuestión de tiempo, Calista, estoy decidido.

La astral se quejó, mirando al techo mientras pensaba cómo transmitirle paciencia a Giles.

──── Trata de no molestarlo en la noche, así dormirá tranquilo y posiblemente te acepte.

──── Que amable pero no lo haré. En la noche mi imaginación se abre y da increíbles chistes ──── asintió.

Calista solo sonrió, dándose por vencida en tratar de convencer a un astral como Karsten.





aquí estamos de nuevo, escribiendo una cuarta parte que espero que les guste 




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