one ──── princess of poxzia
────────────── CHAPTER ONE,
THE PRINCESS OF POXZIA ──────────────
❛ Una mujer fuerte ve su reto directo a los ojos y simplemente le guiña ❜
La tranquilidad en el gran dormitorio de Acacia, princesa de Poxzia fue quebrantada por el sonido brusco de la puerta siendo abierta. Ella apenas pudo levantar su cabeza del nido de almohadas y sábanas con las que usualmente le gustaba dormir.
Observó las dos figuras femeninas que se adentraron, manteniendo sus manos juntas detrás de sus espaldas y con rectitud que hizo que la astral se quejará, pensando en lo temprano que era para poder soportar a sus damas que cada mañana la despertaban apenas salía el sol.
Acacia volvió a esconderse bajo las sábanas, intentando renovar el sueño donde se sentía tan tranquila, sin pensar en que dentro de unos minutos tendría que salir de su comodidad.
──── Princesa Acacia, no lo haga más difícil de lo que es ──── Mev, una de las damas, suplicó con sus ojos marrones entristecidos ──── Cada mañana tenemos que pasar lo mismo.
Una sonrisa creció en los labios de Acacia sin poder evitarlo. Su mente estaba dándole diferentes opciones sobre cómo podría ser esa mañana, fácil como recompensa a sus damas para comenzar un buen día o imposible para poder sentirse satisfecha.
Simplemente tenía que despertarse de la mejor manera.
──── Les daré la oportunidad de irse, damas ──── Acacia murmuró, intentando esconder el bostezo que salió involuntariamente ──── Es mi momento de aprecio para ustedes.
──── Y yo le daré la oportunidad de levantarse antes de llamar a su padre ──── Tany replicó. La segunda dama mantuvo su voz neutra, incapaz de aguantar las amenazas de la princesa ──── Un tercer llamado no la convertirá en la mejor hija.
La astral rodó los ojos, completamente fastidiada por la actitud de su segunda dama. Simplemente era muy difícil de poder ganar si Tany se proponía a relucir su verdadera personalidad, un desafío que la princesa de Poxzia esperaba ganar.
Hizo que esperaran unos segundos en los cuáles tomó una profunda respiración para recuperar su brillante personalidad. Salió debajo de su improvisado refugio con una expresión divertida que les dio a las dos mujeres paradas.
Sus rostros no cambiaron, aunque Acacia pudo notar un breve brillo en la mirada marrón de Mev por unos segundos mientras Tany solo parpadeo con lentitud, conociéndola a la perfección.
──── Solo estoy jugando con ustedes, damas. Me aburro por estar tanto tiempo sola ──── ella se excusó, creando una expresión de tristeza ──── Papá me prohibió ir al reino de Neex a visitar a Karsten hasta que me volvieran a dar permiso por lo que pasó el fin de semana.
──── Oh, pobre pequeña astral ──── Tany dijo de mala gana, sin creer en su lamento ya que siempre hacía lo mismo con el príncipe. Desastres en todo un reino que se guiaba con las reglas más estrictas ──── Ahora, levántate. El tiempo no está a nuestro favor.
Acacia se quitó las sábanas, dándole una media sonrisa ──── Ya saben lo que dicen, lo mejor siempre llega de último ──── murmuró, oyendo la suave risa de Mev.
La astral se levantó de la cama, haciendo su camino para llegar al baño privado del dormitorio. Mev trotó, entrando al gran espacio para alistar lo necesario, incluso verificar la temperatura adecuada del agua para evitar problemas. Todo debía estar en orden para que su princesa se sintiera bien.
Mientras la dama se encargaba del agua, Acacia fue quitándose cada prenda de su pijama hasta quedar en la fina ropa interior que utilizaba en las noches. Deshizo la trenza de su cabello, dejándolo libre.
Tany también agarró su posición, quedándose atrás para sacar el vestido que la princesa llevaría puesto en ese día. Por la manera en que lo agarró, Acacia supo que era de su colección reciente y que probablemente llevó demasiado tiempo para ser tratado de esa forma.
──── Princesa, todo listo ──── avisó Mev, cerrando las puertas del baño.
Acacia asintió, acercándose a la bañera que estaba en medio de ese gran lugar. Ella agarró la mano de Mev necesitando sostenerse mientras introdujo su pie dentro y después el otro. El agua empezó a subir conforme metió su delgado cuerpo, dejando solo su cabeza afuera que fue apoyada en la almohadilla.
Acacia se quedó quieta, mirando el techo blanco mientras Mev hacía su trabajo de limpiar cada parte de su cuerpo. Desde un punto de vista externo, todo parecía muy sencillo para la princesa, solo simular ser una estatua y no mover ni un músculo, pero ella aprendió de la peor manera que no lo era.
Resistirse significaba herirse. Pelear significaba ser castigada.
Todo ese trato especial se debía a la posición de la familia de Acacia en el planeta astral, ella era hija del gran rey de Poxzia por lo que su estatus era una princesa en ese pueblo donde su padre gobernaba.
Parecía ser gratificante tener a dos mujeres que ayudarán a la princesa en cada paso, pero también llevaba a sus negativas como no tener un voto para decidir en lo que hacían en su cuerpo. Lo único que conservaba a su gusto era su largo cabello oscuro, fue la única petición que Acacia obtuvo aprobada en promesa de que no protestaría con los atuendos o modificaciones si llegaban a ser necesarias.
Por supuesto que Acacia culpaba a su padre, eligió ser un rey sin saber que su hija tendría que depender de reglas que naturalmente iba a quebrantar. Estaba en su sangre hacerlo.
Las gotas de agua se deslizaron por su rostro al momento de lavar su cabello. Cerró sus ojos, disfrutando de la cálida sensación y tranquilidad que emitía ese momento. La princesa prefería que Mev lo hiciera antes que Tany, aprendió que esa mujer solo lanzaría agua y dejaría que el jabón cayera. Después de eso, Acacia terminaría de mal humor, peor que padre y debía aceptar esos genes explosivos que el rey de Poxzia le otorgó.
Acacia salió del baño envuelta en una suave toalla oscura. Tany hizo que la astral quedara parada en el centro de la habitación mientras secaba las gotas de agua que seguían cayendo. Para dejar la incomodidad, Acacia se dejó distraer por sus pensamientos sobre lo que hizo el día anterior, estudiando sus clases y repasando cada importante información.
Después de muchos años siendo una princesa, no se acostumbraba a la sensación de ser tocada y observada por otros astrales, aunque no tenían malas intenciones, simplemente sentía pena, aunque no muchos lo sabían. Aprendió a aceptarlo con el tiempo y sus damas eran las astrales con más confianza que tenían y por eso, permitía que siguieran a su lado.
──── Mírate, no te has quejado ni una vez ──── habló Tany con una gran sonrisa en su rostro ──── ¿Debería de estar impresionada por este cambio?
La princesa arrugó su nariz con molestia fingida ──── Tengo que guardar mis comentarios para el resto del día, apenas comienza.
──── Estoy segura que el resto de príncipes y princesas estarán muy felices de oírte ──── ella replicó, eliminando el agua de su cabello ──── ¿Alguna actividad que tengas que hacer hoy?
Acacia sonrió, mirándola ──── Hoy tengo el examen de la última asignación antes de tener la prueba final para la aprobación de los reinos. Será con el gobernador Zoqri, él creó ese examen así que nos estará vigilando.
──── ¿Cómo te sientes? ──── Tany preguntó, revolviendo el cabello oscuro ──── ¿Obtendrás una nota perfecta para enorgullecer a Poxzia?
──── Por supuesto que lo haré. Debo de ganarle a Karsten otra vez o perderé mi título ──── la princesa sonrió con orgullo.
Tany no dijo ni una palabra más, solo dejo que la sonrisa se mantuviera en sus labios por unos segundos más, Sabía que para la princesa todo era una competencia, incluso con los astrales que eran sus amigos, siempre amaba resaltar un poco más.
Mev interrumpió la breve conversación de las dos mujeres, enseñando el largo vestido rojo que se encontraba en sus manos. Como toda ropa que sus damas hacían, Acacia suspiró de lo hermoso que era y bastante elegante con un toque revelador que la princesa amaba.
──── ¿Quieren escuchar un dato curioso? ──── preguntó Acacia, necesitando distraer su mente cuando Tany la dejo sola en la habitación ──── Nuestros antiguos no utilizaban ropa. Decían que ayudaban al planeta a no contaminarlo con desechos que llevaría años en destruirse.
Mev negó ligeramente su cabeza, haciendo que sus rizos castaños se agitaran ──── Sé que le encantaría seguir esos pasos, princesa. Sería la reina más bella de todo el planeta astral ──── comentó, arreglando el vestido.
──── Ya lo soy, Mev ──── ella replicó con una falsa modestia ──── Mis antiguos estarían muy orgullosos de mí.
──── Pero mira quién salió igual que su padre ──── Tany aportó con diversión. Se acercó a ella, mirándola ──── Brazos arribas.
Acacia hizo lo que su dama pidió. Las dos mujeres deslizaron el gran vestido rojo con suavidad, dejando que la tela se ajustara a la delgada figura de Acacia.
La falda tenía un gran volumen y cubría por completo sus largas piernas. El corsé rojizo se ajustó en su cintura que fue ajustándose hasta sus pechos, dejando expuesto sus hombros y brazos.
──── Oh, me encanta ──── exclamó la astral, viendo como poco a poco, ese vestido iba moldeando su figura ──── Es perfecto.
──── Claro, es un diseño sencillo, pero yo lo diseñe ──── Tany dijo con orgullo. Ella golpeó la espalda de la astral, dándole una orden ──── Recta, nadie quiere un problema en la espalda.
Acacia de inmediato se puso recta, sintiendo su espalda recelosa por el movimiento rápido que hizo, Sus damas siempre estaban vigilándola, cuidando cada detalle de lo que hacía, eso incluía su postura.
Mev trajo una gargantilla gruesa de color oscuro que iba cayendo más cadenas que cubriría el cuello y parte de los hombros de la astral. Acacia abrió su boca en emoción, asombrada de cómo ese vestido sencillo, fue mejorando con ese pequeño detalle.
Las cadenas eran sencillas, no queriendo que los detalles abrumaran a la astral y así no mantener solo ese enfoque. Acacia estaba asombrada, sabía que sus damas eran las mejores diseñadoras en Poxzia y por esa razón, ella vestía las mejores prendas que mejoraban su reputación en el planeta Astral.
──── Es muy hermoso ──── Acacia elogio, sin despegar la mirada en ese vestuario ──── Las cadenas son nuevas, pero me gustan, definitivamente llamaré la atención.
──── Me sorprende oír palabras dulces ──── Tany cuestionó, ajustando las cadenas para evitar que se movieran al momento de caminar ──── Debería de grabarlo, mantenerlo como un recuerdo.
La princesa negó, mirando a la mujer ──── No volveré a repetirlo. Puedes enseñarle a todo el planeta lo increíble que soy y después, me querrán para ellos ──── dramatizó, colocando una mano en su pecho, justo donde su corazón latía ──── ¿Cómo podré vivir sin ustedes? Son mis damas preferidas.
──── Somos las únicas damas que han podido asistirte sin querer salir huyendo desde el primer día ──── le recordó Tany, poniéndose a su lado ──── ¿Tengo que recordarte cuantas damas han renunciado?
La princesa rodó sus ojos rojizos, prefiriendo no decir nada relacionado con los problemas que tuvo con sus anteriores damas. En su defensa, sus personalidades eran tan parecidas que simplemente no llegaban a tener las mismas decisiones.
──── Ellas nunca supieron comprenderme ──── les susurró, entrecerrando sus ojos ──── Es muy diferente.
Tany solo agitó su cabeza en negación, sabiendo de cada una de las travesuras que hizo la princesa cuándo era más pequeña, incluso con su madre, nunca supieron controlar sus impulsos.
La mujer se puso detrás de Acacia, agarrando el cepillo para comenzar el trabajo más duro y era desenredar el gran cabello que portaba la princesa. Ella siempre amo cuidarlo, darle el mejor cuidado y estaba orgullosa de lo que había logrado.
Su princesa lucía tan hermosa con su cabellera oscura y ojos rojizos, especialmente cuando portaba una espada y mostraba toda su belleza escondida y salvaje.
Tany agarró el cabello entre sus dedos, alzándolo para crear una coleta alta y así crear un peinado sencillo que no haría perder los detalles del vestido. Utilizó varios pasadores para contener el cabello y dejarlo completamente liso.
──── Princesa, debería de cumplir con sus horas para dormir. Tiene ojeras, muy pronunciadas ──── Mev comentó con verdadera preocupación.
La dama pasó sus dedos por las ojeras bajo los ojos cansados de la princesa. Ella intentó darle una sonrisa para que perdiera toda molestia.
──── Sabe que no puedo dormir hasta que mi padre esté en casa ──── confesó en voz baja.
──── Él estará bien ──── explicó la mujer, entrelazando sus manos para darle tranquilidad ──── Como siempre, los guerreros cuidan muy bien de él.
──── Gracias ──── sonrió, devolviendo el gesto con un suave apretón,
Minutos después, Acacia se paró enfrente al gran espejo que cubría parte de aquella pared para poder inspeccionar su vestimenta final.
Su reflejo le regresó la mirada, mirando cada detalle como usualmente lo hacía. No pudo dejar de pensar que ahora sí lucía como una princesa digna de Poxzia, como lo fue su madre cuando estuvo en vida.
Sus ojos rojizos estaban coloreados por una sombra oscura, teniendo el brillo suficiente para no opacarlos. Sus mejillas estaban con un suave sonrojes al igual que sus labios, lo suficiente para no abrumar y dejar que su vestimenta, aquel hermoso vestido rojo, fuera lo que más llamará la atención.
Las damas le ayudaron a colocar los largos tacones puntiagudos que eran oscuros y con una cadena dorada que envolvía su tobillo. No se asombraría si eso era para no perder otro par de zapatos cuándo se emocionaba junto a Karsten y dejaba sus pertenecientes en cualquier lado.
──── Es hora del desayuno con su padre ──── Tany informó, agarrando una vez más el cabello negro para dejarlo completamente liso ──── Ya está lista.
La dama fue la primera en salir de la habitación mientras Mev decidió colocarse detrás de Acacia, apoyando su cabeza en el hombro de ella para mirarla fijamente.
──── Totalmente hermosa, mi niña con ojos de fuego ──── le susurró con cariño.
Acacia no pudo esconder la sonrisa que creció en su rostro, sintiendo ese revoloteo en su corazón que solo Mev podía hacer. Aquella mujer era como su madre, dándole el ánimo para salir adelante y la mejor parte era la tranquilidad.
Mev no solo era su dama que la vestía y peinaba cada mañana, también era aquella amiga confidente que ayudaba en momentos de estrés y la que cuidaba de Acacia cuando más lo necesitaba. Incluso, era aquella mujer que la hacía olvidar de su papel importante en el planeta y le recordaba que también era una simple astral que podía equivocarse.
La princesa dio un último vistazo al espejo para darse tranquilidad, iba a salir de esa habitación y mostraría que estaba lista para poder convertirse en una reina. Se recordó a sí misma las palabras de su madre, sintiendo como le dio el valor para alzarse en su verdadera estatura y salir.
Camino por el largo pasillo, acostumbrada a que siempre se encontrará vacío y en silencio. Bajo las escaleras, teniendo cuidado de pisar bien cada uno de los escalones para evitar cualquier caída.
No comenzaría un buen día si algo así le sucediera. Simplemente se encerraría en su habitación hasta que su mente decidiera olvidarlo.
Acacia recorrió la larga sala directo al comedor. Su padre, el rey de Poxzia se encontraba en la cabecera de la mesa con una taza humeante en su mano. La otra mano sostenía un libro, recorriendo las hojas con un solo dedo,
Su expresión no cambió ni su mirada se separó de la lectura cuando Acacia agarró asiento a su lado, acostumbrada al silencio. Cho entró a los segundos, portando una bandeja de comida que era para la princesa y su libro preferido para esa mañana.
La princesa solo le dio un asentimiento, abriendo su propia lectura donde la dejó la mañana pasada. Sus ojos se enfocaron en las letras, leyendo en silencio mientras comía, necesitando tener toda la energía posible para esa mañana.
La tensión en la relación de padre e hija fue empeorando con el paso del tiempo. Había varios motivos que forzó que ambos astrales fueran rompiendo esa conexión que antes portaban y las cambiaran por frialdad y rutinas donde ninguno de los dos podía verse a los ojos más de un minuto.
A pesar de todo, Acacia seguía teniendo recuerdos agradables de cuando eran una familia unida, donde disfrutaban pasar cada minuto de sus vidas haciendo un mejor reino a Poxzia. Ahora, la princesa aprendió a no aferrarse al pasado, tenía que seguir adelante y más si en pocos meses tomaría ese puesto importante en la realeza.
Acacia quería ser una gran reina como lo fue su madre. Una auténtica reina de Poxzia que nació con ese destino en sus manos.
Con una servilleta, ella limpió las comisuras de sus labios. Miró a su padre quién seguía sumergido en la lectura de su pesado libro.
──── He terminado. ¿Puedo levantarme? ──── Acacia pidió con voz suave.
El hombre subió su mirada, sus iris rojos, similares a las que su hija poseía se fijaron en ella por unos segundos. Sin ninguna palabra, solo dio un asentimiento con su cabeza que apenas pudo verlo,
La princesa se inclinó a su padre, mostrándole respeto antes de salir del gran comedor en silencio. Ya estando en el pasillo fue cuando soltó un suspiro, alejando toda esa tensión. Ella amaba a su padre, eso podía asegurarlo, pero en esos momentos era tan difícil estar sabiendo que hubo un tiempo donde eran unidos,
Siguió caminando por el pasillo, encontrándose con los guardas que estaban custodiando la puerta. Como cada vez que paseaba por esa gran casa, no pudo notar los detalles que eran representantes de su reino.
Para los Poxzia, el rojo era el color que mayormente los representaba. Desde sus primeros habitantes, este color fue denominado como la belleza amenazadora que ellos poseían, así como la pasión que ponían en cada una de sus decisiones, pero lo más importante fue que el rojo representaba el poder y la fuerza, dos grandes representaciones de su reino que fue construido desde las cenizas.
Su mirada se desvió a la gran joya que se encontraba en la parte superior de la gran puerta de madera que los guerreros abrieron para ella. El rubí brillaba con fuerza, creando largos rayos de luz que llegaban al reino, creando una capa de fortaleza.
La piedra de los Poxzia fue elegida por el primer habitante que decidió darle a la mujer a la cual se uniría de por vida y en poco tiempo, descubrieron que no solo se trataba de una piedra bonita, también era una presentación de compromiso y de las características que los representaban.
Desde ese momento, sus habitantes también fueron cambiando, portando ojos rojizos como rubíes y teniendo las características de ferocidad que esto representaban y esos detalles era algo que Acacia amaba porque sentía una gran conexión con su reino y se enorgullecía de portar esas características que sus ancestros le dejaron.
Acacia salió de la gran casa, mirando su reino alzarse. Las casas estaban en hileras, mostrando un orden perfecto y el sol estaba saliendo desde su punto más alto, reflejándose en el rubí.
La princesa no pudo sentirse más orgullosa de que en poco tiempo, ella iría a gobernar ese reino e iba a ser la mejor reina para cada uno de los astrales, probándoles que no se equivocaron en confiar en ella.
Estaba dispuesta a entregar su vida para mantenerlos en paz.
primer capítulo de El Astral Perdido, he cambiado varios detalles sobre esta historia, cambiando los nombres de los reinos y agregando más información que espero que les guste.
no olviden de dejar su voto, no cuesta nada darle a la estrellita y de esa forma ayudan a que está idea crezca. Comenten lo que les ha parecido y espero que le den una oportunidad.
muchos besos, Abi 🍒
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