eleven ──── secret glances
────────── CHAPTER ELEVEN,
SECRET GLANCES ──────────
❛ ¿Quién iba a decir que un beso pudiera ser así, capaz de alterar el paisaje interior hasta tal punto de desbordar los mares, de empujar los ríos montaña arriba, de devolver la lluvia a las nubes? ❜
Los astrales miraron el lugar que Dion señaló con claro y evidente disgusto. El bar de mala calidad estaba lleno de personas, entrando y saliendo como si fuera lo más divertido, aunque probablemente era así en una ciudad donde todos parecían desaparecer.
Acacia suspiro, viendo como el letrero de bienvenida cambiaba por varias calaveras que llamaron su atención. No podía creer en el hecho de que un hijo de Zoqri se encontrara en ese lugar.
──── Parece ser lindo ──── ella dijo con sarcasmo, tirando de su cabello hacía atrás ──── ¿Alguien quiere divertirse? ──── propuso, moviendo sus cejas con diversión.
──── No entraremos en ese lugar rodeados de humanos que parecen estar fuera de sus mentes ──── Gaea replicó, cruzando sus brazos ──── ¿Seguro que el hijo de Zoqri está dentro? Tendremos que enseñarle lugares respetables donde divertirse.
──── Es humano, ellos no se enfocan en lo respetable ──── Bronte replicó con una media sonrisa por las palabras de la astral ──── Tendremos que entrar, ¿no?
Acacia asintió, respirando profundamente ──── Vamos, será divertido ver como los humanos derrochan su dinero.
La princesa fue la primera en tomar la iniciativa de entrar al bar. Subió las gradas de madera, teniendo cuidado de no pisar en los lugares donde parecía que iba a romperse ante su peso. La puerta sonó con un timbre cuando abrió, avisando su entrada a los que estaban dentro.
Ella retrocedió, dando paso a una mujer con varias copas en una bandeja encima de su mano. Su rostro estaba lleno de sudor, pero eso no hizo que perdiera la gran sonrisa de su rostro, su cabeza se movía al ritmo de la música electrónica que salía de los enormes parlantes.
El golpe de varias pelotas la alertó, observando el área trasera donde varios hombres y mujeres se reunieron en mesas de billar, jugando y tomando al mismo tiempo.
──── ¡Oye! Quiero una mesa de billar.
La misma mujer pasó a un lado, extendiendo sus labios rojizos en una sonrisa al notar a Acacia.
──── Lindos ojos ──── canturreó la mujer antes de darle la espalda.
Acacia no respondió, sintiéndose extraña ante aquella amabilidad. Los humanos con los que se había encontrado, intentaron huir al momento de verlos, pero ahí, solo eran visitantes de esa ciudad desolada.
Ella se acercó a la barra, sentándose en una de las sillas vacías mientras inspeccionaba su alrededor. No estaba segura de quién sería el futuro rey de Zoqri, todos lucían iguales. Los Zoqri no tenían apariencia diferente a los Poxzia o los Kordax así que sería un desafío para ellos si no tuvieran a Dion.
──── Luce divertido ──── Calista dijo, entrelazando su brazo con el de Acacia ──── ¿Segura que deberías estar aquí?
Acacia asintió, observando al resto de astrales que intentaban hacer el mínimo contacto con los humanos. Gaea tenía sus mejillas sonrojadas y sus cejas fruncidas, estaba enloqueciendo internamente ante los sonidos y cómo los hombres acababan derramando sus cervezas en sus camisas cuando no podían seguir ingiriendo alcohol.
La misma chica que estaba sirviendo las cervezas, se acercó a ellos, manteniendo su sonrisa en su rostro.
──── ¡Hola! ¿Quieren una bebida? ──── les ofreció ──── Parecen estar un poco... perdidos.
──── Creo que no podemos disimular que no estamos familiarizados con este lugar ──── Dion respondió, mirando a su alrededor ──── Lindo lugar.
──── Gracias ──── respondió ella, balanceando su cabello oscuro mientras sus ojos adquirieron un brillo coqueto ──── Avísenme si necesitan algo. Estaré a su disposición.
Antes de irse por completo, la chica los miró detenidamente con curiosidad brillando en sus ojos, pero ninguna palabra salió de su boca.
──── Ella lo sabe ──── Bronte murmuró, apoyándose en la mesa detrás de él ──── Su mirada la delató así que debemos de buscar rápido.
Dion asintió, sin perder la mirada en cada uno de los habitantes ──── Necesito caminar alrededor. Tantos astrales hacen que me duela la cabeza así que, si no le molestan, me gustaría bailar un poco con Acacia ──── pidió, extendiendo su mano a la princesa ──── Vamos, tu silencio me ayudará a concentrarme.
──── Con gusto ──── ella aceptó, entrelazando sus dedos.
El resto de astrales se movió en diferentes direcciones, abarcando ese bar que cada vez contenía lugares más oscuros y con personas que estaban completamente adormecidas por el alcohol. Acacia no pudo evitar la sorpresa de saber que esa era la diversión de aquellos habitantes, toda una ciudad metida en ese lugar.
──── ¿Deberíamos de estar preocupados que el hijo de Zoqri este en malos caminos? ──── Dion cuestionó con una media sonrisa en su rostro.
Acacia negó, agarrando su mano para llevarlo a la improvisada pista de baile que estaba en medio de ese gran salón.
──── En algún momento, todos tuvimos nuestro tiempo de rebeldía ──── ella dijo, recordando sus trágicos momentos donde no tenía control de sí misma ──── Además, sería un poco sexi que fuera algo malo, tan diferente a los Zoqri.
Dion río, dejando salir una pequeña y ronca carcajada. Él hizo que Acacia girara, pegando su espalda a su pecho mientras se movían con suavidad ante la música fuerte que penetraba sus oídos. Ambos resaltaban ante la multitud ante la delicadeza que movían sus cuerpos, parecían atrapados en su propio mundo.
Una mirada hizo que Acacia girara, apoyando su cabeza en el pecho de Dion. Solo necesito de un par de segundos para encontrar a esa persona que estaba observándola y haciendo que su pecho se apretara de una forma poca usual.
Un chico se encontraba cerca, jugando en una de las mesas de billar. Su cabello rubio era corto pero lo más llamativo eran las dos esferas azuladas que tenía como ojos, tan vivos y curiosos que solo le recordó a un astral.
──── Es él ──── Dion susurró en su oído, dejando su mano en la espalda de la princesa.
Ella alzó su rostro, frunciendo sus cejas ──── ¿Qué? ──── preguntó, sin estar segura de lo que oyó.
Dion agarró con delicadeza la barbilla de Acacia, haciendo que su rostro girara donde se encontraba el chico, aun mirándolos entre medio de la multitud.
──── Es nuestro astral perdido ──── confirmó una última vez ──── Lo encontramos.
Un suspiro escapó de los labios de Acacia, comprendiendo que ese chico tenía la misma mirada que el rey astral poseía. Esos ojos azulados pertenecían a los Zoqri junto al sinfín de sentimientos que solo ellos podían obtener.
Una sonrisa se expandió en su rostro al verlo reír, observando la misma alegría que una vez los reyes tuvieron. Su corazón se apretó al poder ver esos pequeños detalles y similitudes con los astrales que la cuidaron.
El chico estaba rodeado por varias personas que eran distintas. Él era alto, no más que Giles, pero resaltaba con facilidad como un diamante en sus oscuros jeans, camiseta y chaqueta oscura que era pequeña para sus hombros anchos. Ella se preguntó a sí misma como era que había terminado en ese lugar.
──── Parece muy... interesante ──── Acacia susurró, apretando sus labios.
──── Es un Zoqri, todos lo son o eran ──── murmuró Dion, frunciendo sus cejas ──── Estoy sintiendo algo más. Creo que... los astrales se están acercando. Hay que sacarlo ahora mismo ──── determinó con voz grave.
Acacia no necesito de más palabras para saber qué estaban exponiéndose a un nuevo peligro: los astrales que bajaron del planeta astral. Dio un asentimiento a Calista quien entendió rápidamente. Giles, Bronte y Gaea se acercaron junto a Calista, oyendo a Dion hablarles sobre la nueva amenaza.
──── Deberíamos arrastrarlo a la salida e irnos ──── Calista sugirió, encogiéndose de hombros ──── Será más sencillo que explicarle que dejará al mundo de los humanos por el resto de su vida.
──── ¿Y hacer una escena en medio de un lugar que probablemente todos lo conozcan? ──── cuestionó Bronte, frunciendo sus cejas con disgusto ──── Prefiero hacerlo de otro modo más amable.
──── Acacia debería de hablar con él ──── Giles sugirió, mirándola a la princesa ──── Los Zoqri y Poxzia siempre tuvieron una conexión, utilízala para que salga de este bar contigo.
Ella rodó los ojos, sin poner mucha atención al astral ──── No funciona de esa manera. No es como manipulación ni nada de lo que ustedes creen. Es complicado y para hacerlo funcionar por lo menos debo de saber su nombre.
──── Entonces averígualo y haz que salga contigo ──── asintió Dion, colocando su mano en su espalda para darle confianza ──── Él ya te miró, incontables veces así que te reconoció, solo utiliza esa conexión para hacerle creer que debe de ir contigo.
──── Bien, denme espacio ──── ella pidió, ahuyentándolos con las manos.
Acacia no podía creer que los primogénitos sacarán provecho de las viejas historias que los ancianos les contaron sobre la extraña conexión que poseían los Poxzia y los Zoqri. En un inicio, en la creación del planeta Astral, los dos reinos estaban tan unidos que sus habitantes se habían convertido en uno solo hasta que los reyes decidieron que debían de mantener sus reinos intactos.
Ella no sabía mucho sobre esa conexión, pero en ocasiones, podía sentir tranquilidad entre los habitantes de Zoqri. Con los reyes sucedió lo mismo, confío ciegamente en ellos sin conocerlos realmente porque, algo dentro de ella, permitió que fuera así.
Ahora tenía que probar si esa conexión era cierta, incluso con el astral perdido.
Acacia caminó hacía él, dando fuertes pasos y sin perder su mirada en el objetivo. El chico tampoco lo hizo, sintiéndose hipnotizado por la forma en que se acercaba, como si fuera una presa a punto de ser capturado.
──── Hola ──── ella susurró, mostrando una suave sonrisa.
Teniéndolo más cerca, pudo envolverse en su colonia varonil e hipnotizante. Sus ojos azules eran más brillantes, más claros, tan iguales a los de su padre que tuvo que resistir el impulso de acercarse más.
──── Hola ──── respondió él, creando una tímida sonrisa.
Acacia giró su cabeza, observando al resto de humanos que estaba con el chico. También les sonrió, ladeando su rostro.
──── ¿Les molesta si habló con él por unos minutos? ──── preguntó con voz suave. Miro a cada uno directo a sus ojos por unos segundos, retándolos a que se negaran.
──── No, está bien ──── negó uno de ellos, dejando el palo de billar en la mesa ──── Íbamos a buscar unas bebidas. ¿Quieres una?
──── ¿Por qué no? ──── asintió Acacia, mirando nuevamente al chico que estaba enfrente de ella ──── Será divertido conocerlos a todos.
No tardaron en quedarse a solas, solo siendo rodeados por otros humanos que estaban jugando alrededor de la mesa. Acacia se movió, golpeando una de las pelotas con sus dedos.
──── Estuve viendo como jugabas. Tienes buenos movimientos ──── murmuró Acacia, sin perder la diversión en su rostro ──── Yo nunca jugué billar, me interesó hacer otras cosas.
──── Yo tampoco soy bueno en billar ──── negó rápidamente, siguiendo los pasos de Acacia con cuidado de mantener su distancia ──── Mis amigos juegan mejor. Puedo llamar para que te enseñen.
La princesa giró con rapidez, asustando al chico cuando lo observó fijamente. Por supuesto que ambos tenían una gran diferencia de altura, pero eso no impedía que él se sintiera inferior ante la mirada feroz que ella poseía.
──── No quiero saber cómo jugar billar, solo quería hablar contigo ──── Acacia confesó ladeando su rostro ──── Estuviste mirándome cuando estaba bailando y por eso estoy aquí. Mis amigos y yo somos nuevos, sería bueno tener un rostro amable enseñándonos esta ciudad.
Las mejillas del chico rápidamente se sonrojaron ante sus palabras. Nunca había sido atrapado mirando a los demás, de hecho, siempre se sintió invisible ante la presencia del resto de personas, pero llegó ella, descubriéndolo desde el primer segundo.
Él soltó una risa nerviosa, pasando su mano por su mejilla enrojecida. Un destello en el dedo meñique llamó la atención de Acacia, haciendo que frunciera sus cejas. No pudo ver exactamente de qué trataba cuando una ventana cercana explotó.
Por instinto, Acacia agarró al chico por los hombros, tirándolo bajo la mesa como protección. Los fragmentos de la ventana quedaron pegados en su camisa y golpeó su rostro, haciendo que una maldición saliera de su boca al sentir un leve ardor.
La princesa miró a su alrededor, buscando los culpables que interrumpieron su conversación cuando noto a los astrales, entrando por las ventanas del bar. Los humanos estaban corriendo por todos lados, intentando huir al ver a los astrales con pesadas espadas y dagas en sus manos.
Los gritos y la música hacían imposible que Acacia oyera al resto de astrales que estaban siendo empujados por los humanos en su intento de huida. Miro a Calista, dando un asentimiento para que supiera que llegó el momento de enfrentarse a los habitantes de su propio planeta.
Acacia apretó el escudo de su reino, haciendo que el traje se desplegará por todo su cuerpo. El enterizo negro se ajustó rápidamente a su cuerpo, cubriendo sus brazos mientras líneas doradas aparecían en ellas, creando los diferentes escudos de los reinos que estaban junto a ella. Las botas oscuras se enfundaron en sus pies, llegando a sus rodillas. El pomo de su espada estaba ahí, esperando a ser utilizado.
Una media sonrisa apareció en su rostro al sentir la energía fluir cuando agarró el pomo, dejando que el filo se extendiera. Su mirada fue a caer a los guerreros que entraron por la ventana, dándole segundos de ventaja hasta que decidieron atacar.
El astral dejó salir un fuerte gruñido para lanzarse. Acacia detuvo la espada, el choque creó un eco que lanzó varias mesas lejos de ellos. Con rapidez, movió su espada, insertándola en el hombro del astral cuando un segundo guerrero apareció.
Estaba decidida a solo herirlos, dejarlos indefensos así que lo golpeó, sintiendo los pequeños huesos de la nariz del astral romperse. Un tercer guerrero apareció, golpeando su muñeca con fuerza para derribar la espada de la astral.
──── Eso es juego sucio ──── ella murmuró, apretando sus labios con molestia ──── Si prefieres que te golpee, espero que lo disfrutes.
El guerrero se lanzó sobre ella, apenas dándole tiempo para apartarse. Desvió el puñetazo, tomando el brazo del astral para torcerlo hacia atrás, haciendo que gritara de dolor. Un golpe en su pierna la alertó de la presencia del hijo de Zoqri, aún escondido debajo de la mesa. Su rostro mostraba lo asustado que se encontraba al momento de extenderle un palo de billar.
──── Gracias, justo lo que necesitaba.
Ella lo agarró, pasando el palo por el cuello del astral para ahorcarlo, solo necesito de unos cuantos segundos cuando cayó al suelo, inconsciente. Acacia se tiró encima de la mesa, pateando a un guerrero cuando intentó llegar debajo de la mesa y a un segundo lanzó un puñetazo a su rostro junto a una patada, haciendo que el hombre se doblara.
Sin perder tiempo, siguió atacando a los guerreros que se acercaban. No podía perder su enfoque en que ninguno llegara debajo de la mesa, cada vez eran más y eso la estaba preocupando. Estrelló la cabeza del último astral en la pared, respirando fuertemente para observar que el resto de primogénitos creó un semicírculo, tratando de cubrirlos.
──── Necesito mi espada ──── Acacia le dijo al chico, buscándola entre los pedazos de madera ──── ¿La has visto?
──── No, pero... tengo otro palo ──── él respondió, titubeando.
──── Es mejor que no tener nada ──── murmuró, agarrando el palo como si fuera algo de valor. Ella sonrió, intentando tranquilizarlo ──── Estarás bien, solo grita si uno trata de acercarse a ti.
El chico asintió, desviando su mirada a un punto detrás de la astral. Tres guerreros se detuvieron frente a ella, irguiéndose sobre su estatura y dejaron salir un grito gutural desde el fondo de su garganta. Acacia sonrió, gustándole el desafío que mostraron en sus ojos.
Ella rompió el palo a la mitad, introduciendo una parte directo al hombro de unos de los guerreros y lo empujo, directo a la ventana quebrada. Balanceó la otra mitad entre sus dedos, arremetiendo contra los astrales. Utilizó el palo como una espada, chocándolo contra el filo hasta que se deshizo de las espadas y fue cuando los golpeó, dejándolos inconscientes.
Un puñetazo golpeó su mejilla, el latigazo ocasionó que su cabeza fuera hacia atrás mientras el dolor picaba, haciéndola enojar. Su mirada se fijó en el astral que se atrevió a tocarla, mostrándole que cometió su peor error.
──── Te enseñaré a no golpear a una princesa ──── amenazó, apretando sus dientes.
El guerrero supo que había cometido un error cuando Acacia saltó sobre él, cayendo en una mesa. La princesa rompió un palo, insertándolo en su pecho. La sangre brotó de sus labios, viendo el enojo brillar en esos rojizos.
Acacia se bajó, encontrando su espada bajo el escombro de las mesas rotas. Limpio la sangre de sus manos, disgustándole tener esa sustancia de otros astrales en ella. La adrenalina seguía corriendo en su cuerpo, haciendo que su mente se sintiera pesada hasta que recordó al chico que estaba cuidado.
Se agachó, viendo la mesa vacía. Revisó el resto, sin encontrarlo ni tener algún rastro de dónde pudo irse. Apretó sus manos en puños, sintiéndose extrañadamente lastimada de que hubiera huido en la primera oportunidad, aunque, por otro lado, también pudo haber sido lo más inteligente.
──── ¿Dónde está el humano? ──── Dion cuestionó, respirando con fuerza. Sus ojos dorados miraron alrededor con sus cejas fruncidas ──── Dime que no lo perdiste.
Acacia guardó la espada, tratando de mantener la calma ──── Voy a encontrarlo. No eras el único peleando.
Un gruñido salió de la garganta de Dion, dejando que Acacia pasara por su lado con calma. Habían encontrado al hijo de Zoqri después de tantas horas caminando en esa ciudad y solo necesitaron de unos minutos para perderlo.
Díganme la primera impresión de Alexander, cuéntenme que creen como reaccionara al saber toda la verdad
los leo ♥
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