Cinco
Aparte de ser un asesino coleccionista y de conocer a las víctimas, Amalia concluyó que cada uno de ellos tuvo algún tipo de relación amorosa, además de ser parte de la comunidad LGBT+ y que, muy seguramente, el asesino también era parte de la comunidad.
De aquella foto seguía viva Denali; gracias a ella, el rompecabezas comenzaba a tomar forma, sólo faltaba poner un par de piezas; gracias a ella, también se comunicó con Daryl, posiblemente la última víctima: un escritor amateur. A decir verdad, faltaba mucho tiempo para que el asesino realizara su aparición y ella estaría lista antes de que ocurriera.
Decidió contactar con un numerólogo; al mostrarle las fotografías, manifestó que, sin duda, existía un patrón entre las diferentes víctimas.
—Los dos primeros números siempre están presentes en los cadáveres y esos números son rasgos de personalidad del asesino —indicó el hombre—. El uno, significa liderazgo, individualismo y ser protagonista de todo; quiere llamar la atención. El tres, refleja agilidad mental, es muy inteligente; además tiene una obsesión por conseguir lo que se propone a cualquier precio sin pensar en las consecuencias. —El hombre hizo una pausa para analizar los siguientes números—. Agrupa los números de dos en dos, los siguientes dos números hacen referencia a algo relacionado con la víctima, por ejemplo, el 92 de este chico hace referencia a Nocturne Op. 9 No. 2. —Respecto a los números de Maya, revelaron que el 34 se refería a su aniversario. El 3 de abril. Una sensación extraña se manifestó en el pecho de Amalia—. Por último, los números finales reflejan la posición de su muerte, es decir, Raisa siendo la primera víctima, Maya la segunda, etc.
Todo tenía sentido. El rompecabezas se unió y para hallar la razón de aquellas muertes, solo quedaba averiguar dónde vivía Rudolf, el asesino, apodado por sus amigos como: Ruffie.
*
Llegaron hasta la zona de Dixwell, Rudolf vivía en una zona de apartamentos sobre la calle Goffe; sin lugar a duda, era un lugar tranquilo y de ambiente familiar.
Rudolf era parte del grupo, pero no se sentía como tal. Raisa y Lamar se conocían de tiempo atrás; Maya era una gran amiga de Dago y, este a su vez, era amigo de Denali; Lamar conocía a Daryl y este último se encargó de unir a todos. Como broma interna decían que eran el club de las bellas artes; sin embargo, Ruffie no se sentía parte del grupo, estudiaba informática y era un chico solitario, un hombre gay con pensamientos de sentirse feo y de no poder encajar; no obstante, era amigo de Daryl y decidió incluirlo. Por otro lado, ellos tenían pareja o en algún momento la tuvieron, eran buenas personas, alegres y aunque diferentes entre sí, buscaban la forma de integrarse y cultivar una amistad. Todos eran artistas, carismáticos... amados; excepto Rudolf.
Envidia. Ese fue el móvil para llevar a cabo las muertes; solo así él podía estar tranquilo. Sentía envidia de todos ellos, de no poder destacar. Lágrimas cubrían su rostro mientras lo llevaban hasta el vehículo de la policía.
La razón de aquellas muertes salió a la luz; ya no había una razón oculta, pues Amalia se encargó de investigar y darle forma a toda la información que llegaba poco a poco.
*
Aquella tarde en que Rudolf fue aprehendido, un hombre llegó hasta el apartamento de Amalia y se identificó ante Lars, el hermano de Amalia, con una insignia policial.
—Aguarde un momento —dijo Lars y se dirigió hasta la habitación de su hermana.
Ahí estaba ella, echada en su cama boca arriba cambiando de canales en su pequeño televisor porque no encontraba algo interesante para ver.
—Am, un tipo que dice ser del FBI te está buscando —le comunicó su hermano.
Ella abrió los ojos de par en par, se levantó rápidamente de la cama y no le importó mostrarse en un pijama blanco de manchas negras; se dirigió hasta la puerta de la vivienda para atender a aquel hombre.
Efectivamente las palabras de Lars eran reales.
—Soy el oficial Andrés Domingo del FBI, nos enteramos de los casos archivados y de la gran hazaña que hizo para que capturaran al asesino de las artes, así decidieron llamarlo —continuó hablando el oficial y hablaba tan rápido que a Amalia le costaba llevarle el ritmo—. Debería arrestarla por realizar una investigación clandestina, como abogada debería saber que debe tener una licencia para ello o estar vinculada a la policía como mínimo; debería arrestarla por obstrucción a la justicia, eso dijeron mis colegas, pero para mi es todo lo contrario, en su defecto, señorita Chavalier, le propongo trabajar con nosotros. Con sus habilidades, estoy seguro que será un buen elemento para mi equipo.
A Amalia le costaba creer en las palabras de aquel hombre, sintió una presencia junto a ella y recayó en que su hermano Lars estaba escuchando todo y sonreía para ella con pulgares arriba, no necesitaba de ninguna palabra, pues aquel gesto era señal de que él estaba de acuerdo en que aceptara la oferta.
—Yo... no estoy segura —contestó Amalia, recordó el pasado y de su pésima conclusión trabajando con la policía, pero este era un escalón más arriba, algo fuera de lo que su mente alguna vez se imaginó—. Tengo... tengo que pensarlo.
—Le dejaré mi tarjeta, señorita Chavalier —habló el oficial Domingo—, tiene treinta y seis horas para decidirse, de lo contrario... ya se imaginará, feliz tarde.
El hombre se retiró.
Sin duda lo llamaría y le diría que sí; una parte de ella se sentía como una tonta por no haber aceptado a la primera oportunidad, pero tendría un par de horas para reflexionar y decidir si realmente era el rumbo que su profesión debía tomar y la sonrisa enorme de su hermano Lars le decía que sin duda ella podría destacarse en ese lugar.
FIN
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