Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Tristan: Tratos, Espectros Y Muertes.

 El espectro y yo nos encontramos en un bosque oscuro y bastante perturbador. Caminamos por un sendero donde los troncos de los árboles se encuentran muertos, sin ninguna hoja y torcidos. Las voces de espectros clamando un canto incesante de auxilio. Llegamos a una verja negra, la cual se abre con el golpe del bastón del mensajero al suelo. Lo sigo por un camino desolado, ya no hay árboles, solo una tierra llana, la cual se encuentran varios estanques con estatuas de personas decapitadas. Al frente de mí se encuentra un castillo lo bastante grande, tenebroso y para mi asombro, lleno de vida.

 Al parecer hay una fiesta, por un motivo que desconozco. Al llegar a la entrada varias personas me observan con asombro y con una cara de perversión.

—Carne fresca —comenta lamiéndose los labios uno de los invitados.

—Aléjense de él, es para la reina —les reprende el mensajero de la reina, los invitados se recomponen y vuelven a sus asuntos.

 El interior del castillo se encuentra en un ambiente festivo, a pesar de que los espectros solo se pueden alegrar con la miseria de alguien más. El mensajero me guía hasta llegar a un salón de baile, la música es hipnótica. Ellos logran que todos los instrumentos se fusionen para crear algo lo suficientemente atrapante que te impida irte. Al frente de todo este ambiente se encuentra la reina Olena Dumont en una larga mesa rodeada de varios hombres. Su tiara se encuentra en el medio de dos cuernos que miden el mismo largo que su cabeza.

—Mi reina, aquí se encuentra lo que ordenó —el mensajero se inclina hacia su reina. Ella me observa sonriente, sus dientes afilados, su mirada perturbadora, pero lo extraño es que es bastante atractiva.

—Muchas gracias Baltazar —ella despide a su mensajero, el hombre se retira del salón de baile—. Un Godness en mi castillo es digno de admirar —ella comenta sonriente, sus acompañantes gruñen y me miran asesinos—. Cálmense, este joven y apuesto príncipe no es como su apestosa familia —ella se levanta, rodea la mesa y se pone a mi lado. Ella es más alta que yo.

—Yo... —intento defender el nombre de mi familia, pero ella pone su dedo en mis labios.

—Quiero recordarte que no estás en sus tierras y que cualquier palabra que salga de tus tiernos labios, podría causar tu muerte y créeme que mis amigos no les temen a las consecuencias de tu insulsa familia y mucho menos del desgraciado de Robert —ella me mira fija, su tono de voz suena maternal, pero amenazador, es escalofriante—. Pero no te hice venir hasta aquí solo para amenazarte.

 Ella me guía de nuevo a su mesa, un hombre de aspecto amenazante se levanta y se retira, la reina me obliga a sentarme, ella se sienta a mi lado.

—¿Puedo preguntar por qué estoy aquí? —le pregunto en su idioma.

—Me alegro de que sepas el idioma espectral, el de tu familia es muy simple y aburrido —ella alza su copa y un sirviente le sirve vino—. También me gusta que seas directo, los hombres que dan muchas vueltas son patéticos —ella bebe—. Te traje por dos motivos.

 Ella despide a sus amigos de la mesa, ellos no están felices y me lo hacen saber. Sus miradas solo pueden significar una sola cosa: odio puro.

—El primero era conocerte formalmente. Robert te nombró su heredero por una antigua tradición —ella observa de forma estratégica el baile—. Claro, su error fue haberle permitido a tu familia que participara. El reino sombrío nunca ha sido conquistado por tu familia, este reino ha permanecido en manos de sombras o espectros; pero ahora quedará en tus delicadas manos —ella voltea y me observa de forma despectiva.

—Con todo...

—No he terminado de hablar —ella me calla—. Cuando Seth empezó con su conquista por el reino oscuro, él, Robert y yo; habíamos acordado que ninguno buscaría conquistar el reino del otro —ella vuelve a alzar su copa para ser llenada—. Una sombra no es tan poderosa como un espectro, ellas se debilitan con los años. Eso le pasa a Robert, se hace débil con los años; ya no es ese apuesto y feroz guerrero de hace miles de años atrás. Y por eso buscó un heredero para que tomara su lugar. Él cree que no puede engendrar un hijo —ella se ríe—. Pero yo sé que si puede.

 La miro asustado. Es imposible que el rey tenga un hijo, eso sería mi ruina.

—Mi hijo debería ser el futuro rey, él es el verdadero rey por derecho —ella habla seria—. Pero para tu fortuna, Robert no lo reconoce, a pesar de saber de su existencia —gruñe enojada—. Robert nos ha humillado a ti y a mí. A ti, al enviarte a un remoto planeta, no darte la posición que ganaste. Él se dio cuenta de su error al nombrarte su heredero, él quiere que falles y mueras de forma ''natural'' para librarse de ti.

 Me quedo pensativo a sus palabras, de cierta forma lo intuía.

—Y a mí bloqueándome todas mis flotas comerciales y arrojándome la culpa con el gobierno marino —ella habla enojada—. Tú y yo hemos sido humillados y desprestigiados por Robert.

 Ella se levanta y me pide que la sigue, ambos salimos del animado salón de baile. Ella me guía a un ala del castillo sin que los invitados puedan entrar. Esta sala se encuentra más silenciosa y sin personas que estén mirándome de forma despectiva. La decoración del castillo es característica debido a su forma de utilizar el color negro y sus tonalidades sin caer a utilizar el blanco. Los floreros negros, sus flores negras, las paredes negras, solo la plata y una que otra pieza de oro es notable si le pones mucha atención. Pensaba que el castillo de mi señora Laila era oscuro, pero este le ganó.

 Ella me introduce a una sala de reuniones la cual se encuentra vacía. Una larga mesa de granito negro se encuentra dividiendo la sala, las sillas están listas para que alguien las ocupe.

—Como verás —ella recorre el lugar hasta llegar a la punta de la mesa y toma asiento—. Siéntate —me ordena y obedezco, tomo asiento en el lado izquierdo de la mesa—. Tú y yo nos necesitamos, yo necesito poder exportar mis productos sin las asquerosas restricciones de Robert y de la nueva reina del océano —ella habla despectiva de Lina—. Y tú necesitas ingresos. Robert te puso a gobernar un planeta quebrado y lo quieres salvar, y necesitas mucho dinero para hacerlo.

—¿Qué propone exactamente? —le ordeno.

—Quiero que tú vendas mis cosechas o cualquier tipo de mercancía como si tú lo hubieras fabricado —ella me mira atenta—. Claro, yo te daré un porcentaje de las ventas.

—Suena tentador, pero usted lo dijo —hablo serio—. Mi planeta no tiene los contactos para vendérselo, apenas podemos comerciar entre nosotros.

—Lo sé querido, yo ya tengo a los compradores —ella le resta importancia con la mano—. Solo te pido que firmes las actas de la mercancía y las hagas pasar como tuyas. Solo serás el intermediario.

—¿Qué clase de mercancía estamos hablando? —cuestiono, no pienso pasar por lo mismo del difunto señor March.

—Comida, telas, bebidas —ella me mira como si yo fuera el monstruo y no ella—. También aquí comemos, y fabricamos nuestras cosas. No somos salvajes —alzo una ceja—. Piensa lo que quieras de mí, pero al menos yo no arraso aldeas por un mal manejo de mis poderes.

 Me quedo pasmado.

—Ay querido, las noticias vuelan y más entre espectros —ella vuelve a sonreír de forma maliciosa—. Aunque tu familia lo haya encubierto, yo sé lo que sucedió —ella me mira victoriosa—. ¿Cómo afectaría eso a tu pobre imagen? Primero el ataque de tu hermana, luego la devastación de un pueblo. Hubo muertes por las sombras que liberaste. Eres todo un asesino y aun así yo soy el monstruo. Al menos yo reconozco mis cagadas ¿pero los Godness? ¡Jamás! —ella se levanta de la mesa—. La perfecta familia imperial, que gobierna con mano de hierro y hacen de lado a los que los ayudaron a llegar a donde están.

—¿Qué quiere de mí? —la miro enfadado.

—Así me gusta —ella se lleva las manos a la cintura—. Un hombre dispuesto a encubrir sus cagadas. Lo que te dije —ella se acerca hacia mí—. Quiero que seas mi intermediario, quiero que seas mi sirviente, ayúdame a ganar dinero y te haré un hombre poderoso. Pero eso sí, sí me traicionas, arrasaré con tu bello planeta y no quedará ni siquiera una flor viva ¿sabes el daño que puede causar los espectros? —asiento—. Entonces, tenemos un trato —ella estira su mano y yo la estrecho desconfiado.

 Ella se aparta de mí.

—Te estaré visitando la semana que viene, más te vale tener mis papeles listo señor Godness —ella se acerca a la puerta—. Estaré pasando por un portal la mercancía para que mi comprador se las lleve en tres barcos atracando en sus muelles, listos para partir a su destino.

 Ella sale de la habitación y entra su mensajero para llevarme de vuelta a mi planeta. Lo sigo fuera del castillo, la fiesta se vuelve más alocada y los gritos de los invitados me lo hacen saber. El espectro mensajero abre el portal en el medio del bosque y me empuja dentro de él.

 Caigo en un charco de barro, las gotas de agua caen encima de mí. Me encuentro en el mismo bosque cerca de mi casa. Tengo la ropa empapada de lodo y la lluvia no ayuda. Camino pensativo ¿qué haré ahora? Ella sabe lo de la aldea y no puedo permitir que se siga extendiendo ese incidente. ¿Hubo muertes? Sí las hubo y no había pensado en eso, no soy un asesino, no quise que murieran. Esa maldita sombra me poseyó, ella liberó las sombras, no yo. En serio necesito ese dinero, sería un buen ingreso, aunque siento que estoy cometiendo algún tipo de fraude.

 Llego a la casa todo sucio. Nila me recibe asustada, aunque no me abraza porque no se quiere ensuciar.

—¿Por qué tardaste tanto y por qué estás tan sucio? —ella me observa crítica.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunto subiendo hacia mi habitación.

—Van a ser las once de la mañana —ella se pone a mi lado—. Envié una sombra hacia tu secretaria para que les dijera a los ministros que te encontrabas indispuesto el día de hoy.

—Bien, ahora quiero que envíes una sombra a Cedric, Bernadette, Victor Hunt y a James Barnes y que vengan urgente —le ordeno enérgico. Me encierro en mi cuarto, me quito la ropa y me voy al cuarto de baño. Me meto en la tina, abro el grifo y me quito el lodo del cuerpo.

 No tardo mucho, vacío la bañera y cierro el grifo. Salgo del baño y me voy al armario. Tomo una camisa blanca, una chaqueta negra y unos pantalones de igual color. Admito que, si tengo que comprarme más ropa, tengo que darle un poco de modernidad.

 Salgo de mi habitación hacia el comedor, tengo que llegar a un acuerdo; un acuerdo con los ministros y un acuerdo con Olena. Aunque también está Lina, ella viene de manera frecuente y al percatarse que estoy abriéndole camino a uno de los reinos sancionados por su gobierno me pondría en graves problemas con ella. También está el rey Robert, sé que él no me quería para ser su heredero, pero ponerme en un planeta suicida para hacerme a un lado. Eso si no lo perdono.

—Ya envíe las sombras convocándolos a todos —Nila entra en el comedor—. ¿Me dirás qué está ocurriendo?

 Le cuento lo que me dijo la reina Olena, por supuesto dentro de mi cabeza. No me puedo arriesgar a que alguien nos escuche. Ella se espanta y no la culpo, yo estoy cagado de miedo.

—Esto es malo Tristan —ella se levanta asustada—. ¿Cómo lo supo? —ella me mira enojada.

 No le contesto porque entran Victor y James conversando. Ellos se sorprenden en verme.

—Buenas tardes, ¿se encuentra bien? —me pregunta el señor Barnes.

—Sí, claro —lo miro confundido.

—Yo dije indispuesto, no sé si se malinterpretó —se defiende Nila. Voy a decirle algo más, pero interrumpe Cedric en el comedor junto a Bernadette.

—Más te vale que haya una buena razón para interrumpirnos en nuestra misión —expresa Cedric molesto.

—La reina Olena Dumont me contactó para utilizar el planeta para comerciar —suelto sin más preámbulo. Los presentes me miran atónitos—. Ella quiere pasar su mercancía por este planeta y venderla hacia sus compradores sin las restricciones impuestas a su reino.

 Cedric y Bernadette maldicen.

—Lo que nos faltaba —el señor Hunt se lleva las manos al cabello—. ¿Dígame que no aceptó?

—No le di una respuesta, pero amenazó de arrasar con el planeta si no aceptaba —lo miro nervioso—. También dijo que el planeta recibiría un porcentaje de las ventas.

—No es eso señor —el señor Barnes interviene—. Es que, si nos descubren que estamos negociando con Olena Dumont, sus sanciones también serían para nosotros.

—Exacto —concuerda Victor.

—Pero si no lo hace, tendremos un tsunami de espectros asesinándonos y arrasando con el planeta —puntualiza Bernadette pensativa.

—Pero arriesgándonos a que nos sancionen — contraataca Victor.

—Como si el gobierno del rey Robert nos pusiera tanta atención —comenta sarcástico Cedric—. A mí lo que me preocupa son los espectros, ellos ya saben de nosotros y saben que este planeta no es tan llamativo para la guardia imperial.

—Pero tenemos el océano a una hora de distancia, ellos se han puesto estrictos con sus reglas y si se enteran sería peor —exclama Victor angustiado.

—Se enterarían si alguien confesara —vuelve a la conversación el señor Barnes—. Victor, no soy el ministro de finanzas para saber que el planeta no está generando el suficiente dinero, ni siquiera para nosotros. Necesitamos todas las entradas posibles, así sea con los espectros. Si este planeta tuviera una mejor defensa —Cedric y Bernadette lo miran asesinos—. A penas están en el puesto y falta lo sé, mucho trabajo por hacer —vuelve a mirar a Victor—. Tal vez te dijera que pudiéramos con los espectros, pero ni con nuestra propia gente podemos —él ahora me mira—. ¿Qué tipo mercancía estamos hablando?

—Ella dijo que sus cosechas, ese tipo de cosas —lo miro decidido.

—Puedo cuadrar un terreno donde se haga pasar que lo plantamos —propone el señor Barnes.

—Se colocaría bastante vigilancia para cuando lleguen los espectros con la mercancía —plantea Cedric.

—Habría que sobornar al ministro naval para que mienta en el registro y no diga ni una sola palabra al gobierno marino — Bernadette me mira seria.

—¿Señor Victor? —lo llamo—. Por favor, dígame si está de acuerdo. Lo necesito si quiero que esto funcione.

 Él me mira malhumorado, pero acepta a regañadientes. Los cinco nos ponemos de acuerdo en gran parte de la tarde. Cada uno tiene una tarea y si fallamos, tal vez muramos en menos de un mes. Que buen inicio de semana señores.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro