Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lina: Pensamientos Y Asesinatos.

Mis sirvientes creen que me fui a descansar, pero solo abro un pequeño portal de agua y me teletransporto hacia el jardín de la casa de Tristan. Es curioso estar en un reino oscuro que haya la luz del día, apenas está atardeciendo y el espectáculo es magnífico, a pesar que lo produzca un sol falso. Los colores naranja, rojo y rosa inundan el cielo; Tristan me dijo que ese fenómeno en las nubes se llama arrebol, es una palabra rara, pero la investigué y si tiene su aceptación, incluso se ha estudiado el hecho de la luz en este lado del universo.

 Llego al camino de grava de la casa modesta, no es tan grande como la mía, pero tiene su mérito. Si fuera Tristan, la agrandaría, crearía un estanque en la gran extensión de tierra que posee la casa. Alrededor del estanque crearía un jardín con arbustos llenos de flores y agregaría estatuas de mármol como último toque. Pero no es mi casa y Tristan no invertiría en algo tan frívolo como eso. Subo un par de escalones y llego a la puerta principal la cual toco. Puedo dar por un buen servicio la rapidez que tienen el personal de Tristan para atender la puerta, una sirviente la cual ya me reconoce me invita a pasar.

—Mi señor no se encuentra en la casa, su majestad —me contesta la chica con una breve reverencia.

—¿Sabes cuándo vendrá tu señor? —le pregunto a la sirvienta.

—No debe de tardar, por lo general llega a las siete de la noche —la chica levanta un poco el rostro—. Apenas son las seis y media.

—Lo esperaré en la sala —avanzo hacia la sala de estar. El lugar es uno de los pocos sitios o más bien el único sitio donde se encuentra una decoración elaborada. Un gran ventanal cubierto con una gruesa cortina de terciopelo rojo, el ventanal da una vista al camino de grava para llegar a la casa. Hay un solo cuadro de una pareja de enamorados, el hombre se encuentra sonriente acostado en el regazo de su amada, rodeados de naturaleza y un fondo azul cielo. Encantador, pero no es lo que colocaría en una sala de mi hogar. Muebles de color verde enebro, una gran alfombra con tonalidades verdosas.

 Me siento en el mueble, tengo una mesita de madera al frente de mí con una pequeña chica de cristal. Me gustaría redecorar este lugar, sin embargo, no puedo tomarme atribuciones que no me corresponde, además Tristan no está económicamente bien como para atribuirse tales gastos. Por lo que tengo entendido, el rey Robert le entregó el control de este planeta a Tristan ¿por qué? No me queda claro, debido a que primero; lo lejano que se encuentra este planeta a la capital del reino sombrío. Si se supone que Tristan es el futuro heredero ¿no tendría que mantenerlo cerca para enseñarle de primera mano lo que consiste ser un rey? Haber enviado a Tristan tan lejos, se me hace más una artimaña del rey, que una acción de buena fe.

 Me quedo pensando hasta que escucho el sonido de un par de caballos galopar afuera de la casa. Me acerco sigilosa a la ventana, observo a Tristan acompañado por un grupo de hombres armados. Todos se bajan, son como ocho hombres, Cedric envía como a cuatro a guardar los caballos en los establos, mientras que los otros entran a la casa. Me voy de la ventana y vuelvo rápido al mueble. Creo que no fue buena idea haber venido.

 Escucho las voces de los hombres, Cedric les ordena que se cambien y se bañen para las guardias de la casa. Tristan no viene a la sala, todo lo contrario, lo escucho alejarse en dirección opuesta hacia su oficina.

Retiro mi comentario sobre el buen servicio de la servidumbre.

 Espero un poco más para ver si alguien nota mi presencia en esta diminuta casa. Pero nadie viene, nadie llega a mi encuentro. Me parece algo inaudito este tipo de acciones. Me levanto del mueble y salgo de la sala, sigo el trayecto recto hasta llegar al final y encontrarme con el despacho de Tristan. Escucho su voz, como la de su capitán de su guardia. Abro la puerta y entro en la habitación ante la asombrada mirada de los presentes.

—¡¿Lina?! —exclama Tristan asombrado—. No te esperaba hoy.

—Pero yo sí, estuve esperándote por casi una hora en tu sala, pero al parecer o tu sirvienta se le olvidó decirte o simplemente no quisiste verme —expreso molesta.

—A lo mejor estaba ocupada realizando sus labores —Tristan la defiende—. Como sea, me alegra tenerte. Pero estoy un poco ocupado, si quieres puedes acompañarnos a cenar.

—Ya cené, gracias —respondo seria—. Mejor te espero en tu cuarto para que así termines de hablar tus asuntos con el señor Blackwood.

—Como sea más agradable para ti —él sonríe torpe. Asiento un poco menos irritada. Salgo de su oficina y me dirijo a las escaleras de la casa, se encuentra justo al frente de la puerta principal. Subo las escaleras hasta el segundo piso de la casa. Llego a la habitación principal ubicada en el ala oeste.

 Al entrar en su cuarto, paso el seguro de la puerta. No me agrada en lo más mínimo que los guardias de Tristan duerman en las habitaciones de la casa, esas habitaciones deben ser para sus visitas más distinguidas. Él me dijo que lo hacía porque les había prometido a sus guardias unas tierras a cambio de su fidelidad, pero que aún no se las daba hasta poder afianzarse en el puesto. La espantosa sorpresa cuando escuché sus voces una noche que me encontraba con Tristan desnudos en su cama.

 Me siento en su simple cama. La habitación solo cuenta con una cama de madera, el cabecero tiene un diseño de flores, creo que es la única decoración de la habitación. Una cómoda con sus respectivos cajones, los cuales algunos se encuentran vacíos. Solo guarda unas dos joyas, unas camisas viejas con pantalones iguales. La ropa decente la tiene en su armario, la cual no usa con frecuencia.

 Tristan no es caracterizado por estar a la moda, él dice que tiene lo justo y lo necesario. No gasta más de lo necesario, a vece se olvida de sí mismo la mayoría del tiempo. Creo que, si fuéramos esposos, estaría detrás de él para que mejorara ciertos aspectos. Pero si fuera mi esposo, lo ideal no sería cambiarlo porque por algo me casé con él. No tendría que fijarme en las carencias de su hogar o de su vida, no tendría que preocuparme por mi bienestar económico, social y familiar; debido a que puede estar cerca de mi nivel. Si me casara con Tristan estaría viviendo aquí con él.

 Sé que pensar en lo material está mal, debo amarlo a pesar de todas las cosas, que mi amor traspasa todas los limites sociables; que nuestro amor sería suficiente. Pero sé muy en el fondo que eso es una fantasía, hay cosas que el amor no supera, sé que querré que Tristan sea un hombre poderoso económicamente hablando, pero lo que le alcanzaría sería para una pulsera de plata sencilla, la que cualquiera puede regalarte. No me veo viviendo esa vida, no me veo siendo su esposa en esas condiciones. No veo yo siendo una de las reinas más importantes del universo y mi esposo sea menospreciado por mi círculo social por sus bajos recursos políticos y económicos.

 Tengo que pensar lo que realmente quiero para mi vida. Si quiero a Tristan, si podré amarlo, pero necesito saber si esta relación me llevará a alguna parte; y si es así, tendré que convencer a mi consejo sobre mi elección amorosa.

 Un sonido proveniente de la puerta interrumpe mis pensamientos.

—¿Lina? Soy Tristan ¿estás acostada? —él pregunta a través de la puerta. Me levanto y me dirijo a abrirle la puerta. Él luce cansado, con unas ojeras bien marcadas y como si no hubiera dormido en días—. Discúlpame si no te pude atender cuando llegaste.

 Él se sienta en un banco de madera al frente de la cama. Procede a quitarse las botas sucias de barro, como las medias. El hedor llega a mis fosas nasales.

—Existe aromatizantes para los pies —comento intentando disimular mi desagrado.

—Me imagino —él se levanta y procede a desvestirse—. No me he podido bañar desde ayer, he tenido unos días bastante malos.

—Me habías comentado que habías ido al palacio de tu padre ¿todo bien con eso? —rodeo la habitación y me siento en la otra parte de la cama, él desnudo camina hacia el baño.

—Todo salió bien —él se detiene en el marco del cuarto de baño—. Déjame bañarme rápido y te cuento.

 Él cierra la puerta y escucho el agua salir del grifo. La ropa huele mal, algo podrido; me acerco a ver el hedor y veo que hay grandes manchas de sangre en su camisa. Eso me desconcierta, yo lo vi desnudo y no tenía ninguna herida. Pateo la ropa hacia al cesto de ropa sucia, no me atrevo a recogerla. Me vuelvo a sentar en la cama pensativa, la única respuesta lógica a la sangre es que haya tenido que matar a alguien o alguien murió y Tristan lo quiso auxiliar. Tristan es alguien poderoso, sé lo que sus poderes pueden causar; también sé que no es un asesino.

 Tristan sale del baño mojado y cubierto con una bata blanca de algodón. Él se quita la bata y la deja en la banca donde se había quitado las botas; se dirige a la cómoda y saca un camisón blanco o al menos fue blanco en su confección. Se deja las piernas libres y se dirige a la cama conmigo.

—¿Por qué tu ropa tiene sangre seca? —pregunto intrigada y preocupada por la respuesta. Él busca con la mirada la ropa hasta que la ve al lado del cesto de ropa sucia. Él se levanta para recogerla y la lanza adentro del cesto.

—No me gusta que la ropa esté tirada por mucho tiempo —él se disculpa y vuele a la cama—. La sangre no es mía, es complicado —él respira acelerado—. Ayer en la noche el ministro March falleció en mis brazos.

 Él me cuenta desde el principio como su hermana Estrella había venido con su escuadrón a decirle que el ejército del planeta usaba armas robadas. Tristan acordó con los criminales reunirse en una taberna para acordar la devolución de las armas.

—¿Y aceptaron a entregarte las armas, así como así? —cuestiono incrédula a algo tan poco probable.

—Lo hicieron porque secuestré a su hijo —Tristan se acomoda en la cama, yo lo miro atónita—. No me mires así, ese bebé no era de ellos; los ladrones habían robado a ese niño de su verdadera familia...

—Y tu robaste un niño robado —comento enojada.

—Sí, pero lo devolví o bueno, mi padre devolvió al niño con su verdadera familia —él se voltea hacia mí—. Yo los amenacé para que me dieran las armas y el dinero a cambio de su hijo o al menos, según ellos ese niño era suyo.

—¿Y qué sucedió luego? —me volteo y lo miro a sus lindos ojos grises.

—Nos reunimos en la noche en el bosque, a las afuera de la ciudad —él se va poniendo serio—. Ellos vinieron con las armas robadas y un cofre de coronas; yo traje al bebé...

—Todavía me preocupa el hecho que hayas usado a un infante en tu plan, pudo haber muerto Tristan —le recrimino.

—Lo sé, también me lo dijo Cedric —él se ríe—. Él dijo que era demasiado turbio incluso para mí.

—Eso es cierto —concuerdo con Cedric, tengo mis reservas con él, pero lo guardo para mí.

—Como te decía —él prosigue con su relato—. Cedric revisó las armas con sus hombres, todo estaba bien. El oro, todo marchaba de maravilla, pero la estúpida de la sacerdotisa se le ocurrió la maravillosa idea de hacernos una emboscada con sombras y demás —él tuerce los ojos—. Yo nunca dije que tenía el poder de poseer sombras, me imaginaba que eso era algo evidente, ya que gané ser el heredero del rey Robert por eso —él respira profundo—. La sacerdotisa creyó que me asustaban las sombras, y ella dio la orden a las sombras de atacarnos, pero no lo hicieron. Se quedaron inmóvil porque no pueden atacar a su amo.

—Yo todavía no comprendo cómo funciona ese control hacia ellas —comento sincera.

—Las sombras sienten miedo, sienten el poder que una persona puede ejercer hacia ellas —él se voltea mirando al techo—. Por eso las sacerdotisas son temidas gracias al miedo que ejercer en las sombras. Digamos que yo poseo ese mismo poder, pero intensificado por mil —él pone las manos en su pecho—. Es aterrador que pueda controlar la voluntad de miles de sombras. Solo es algo que he aprendido a aceptar.

—Y las sombras que había invocado la sacerdotisa reconocieron tu poder —él asiente.

—No se movieron, no dijeron nada. Todas las sombras me miraron esperando que yo les diera la orden de atacar, como si yo los hubiera invocado —él habla monótono—. La sacerdotisa estaba aterrada, pero yo di la orden que los atacaran. Las sombras obedecieron y despedazaron los cuerpos de los delincuentes, pero hay algo que no planeé con antelación; lo necesitaba muerto, pero no sabía cómo hacerlo sin que pareciera que yo lo hubiera ordenado —él me mira serio—. Nunca en tu vida, vuelvas a repetir lo que dije y lo que diré a nadie —asiento asustada—. Introduje una sombra en el cuerpo de los ladrones y le di la orden que lanzara un cuchillo hacia el ministro March. Fue una oportunidad que no podía desaprovechar, él quería tomar mi lugar, él utilizaría la oportunidad que a mí se me presentó.

—¿Qué sucedió después? —pregunto seria.

—El ministro March se desangró en el suelo —él extiende su mano en busca de la mía, no la aparto—. Todos estaban alterados, Cedric intentó detener el sangrado. Pero fue inútil. Un demonio había aparecido para llevarse los cadáveres incluido el cuerpo del ministro Simon March.

—¿Él tenía familia? —pregunto un poco triste. Él asiente, él estira sus brazos hacia mí atrayendo mi cuerpo al suyo. Me volteo dándole la espalda, pero dejándolo que me toque. Esta noche no hay sexo, solo caricias y un silencio arrollador.

 Tal vez Tristan si sea un asesino, no por su mano, pero sí de palabra. Tal vez él esconde bastantes secretos que no me dirá a menos que sienta confianza hacia mí. No pienso traicionarle, tal vez él sí sea poderoso, pero no de la forma convencional. Me quedo dormida en sus brazos.

 Una tenue luz llega a mis ojos, los abro lentamente. Me percato que todavía estoy en la habitación de Tristan. Él duerme tranquilo, los rayos del sol falso le dan en su lisa y grisácea cabellera. Salgo de la habitación sin hacer el más mínimo ruido para no despertarlo. Camino por los pasillos de la casa de Tristan hasta llegar a la escalera donde me encuentro con Cedric.

—Su majestad —él hace una breve reverencia—. ¿Tristan ya despertó?

—No, aún no. Lo dejé dormir, no quería despertarlo —hablo apresurada. Tengo que llegar antes que mis sirvientas me despierten. Él asiente y me deja seguir con mi vida.

 Salgo de la casa donde fabrico una bola de agua, y traspaso el portal que hice. Aparezco en mi habitación, todavía no ha llegado nadie. Me quito el vestido blanco con verde que traía puesto, me quedo con el camisón y me sumerjo en el estanque donde duermo la mayor parte del tiempo. Tengo la cama, pero esa la dejo para leer.

 Como si fuera un milagro mi rapidez. Las sirvientas entran y se sientan en el muro del estanque donde una sirviente extiende una mano para despertarme. Finjo pereza y salgo lenta del estanque. Y así empiezo la mañana, preparando la mudanza de mi casa a mi futuro castillo. Mis ministros me guían a las profundidades del océano para alistarme a la toma de posesión. Estoy agitada por múltiples emociones, no le pude decir a Tristan que me coronarán en poco de dos semanas. Tal vez no venga porque vendrá en su lugar el rey Robert con su corte, la cual no lo incluye. Por otro lado, mi familia si vendrá. Solo pido que todo salga maravilloso.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro