Lina: No Quiero Dañar A Nadie
Esto no me puede estar pasando a mí, esto es un muy mal chiste por parte de Taurus, que solo busca darme una lección de mal gusto.
—Eres un mentiroso —le recrimino enojada.
—No miento —él replica ofendido—. Esto es lo que sucede cuando no confías en tu hermano.
—No me vengas con tus sermones —me llevo las manos al cabello. Recorro su oficina en el palacio de mi hermano Sol—. No necesito sermones, necesito soluciones.
—¿Y qué tipo de soluciones? —él cuestiona desde su biblioteca—. Porque hay dos formas de arreglar esto y créeme que te digo que ambas son de igual de dolorosas.
—No me empujarás desde unas escaleras para que aborte —lo miro enojada.
—¿Entonces qué quieres de mí? —él replica enojado—. Lina, cuando coges tienes la altísima probabilidad de quedar embarazada o contraer una enfermedad, en tu caso, agradece el embarazo.
—Para ti es muy fácil decirlo —replico rabiosa—. No tienes un consejo o una familia que espera la perfección de tu parte, que no puedes hacer nada de lo que en verdad quieres porque eso iría en contra de una ley absurda.
Él se acerca hacia mí y me abrasa.
—No sé qué hacer, tengo miedo —confieso al borde de las lágrimas.
—Lo sé —él acaricia mi cabello de forma compasiva—. ¿Quieres tener ese bebé?
—No lo sé —confieso aterrada, no se supone que diga eso, se supone que debo estar feliz por un hijo, pero no lo estoy.
—Oye —él sostiene mi mentón—. No estás sola en esto, yo te apoyo en cualquier decisión que tomes.
—¿Cómo le digo a mi consejo que estoy embarazada? ¿cómo se lo digo al señor Greco, cómo le digo a Tristan que es el padre y que encima presenté a otro hombre como mi pretendiente? —me alejo de mi hermano.
—Creo que debes ir por partes —él me pide que me siente en la silla que tiene delante de su escritorio—. Primero debes hablar con Tristan, explicarle toda la situación con el señor Greco. Rogando que comprenda y que acepte su responsabilidad como padre. Irás con tu consejo, pero con tu senescal, cuéntale el asunto y cómo te puede orientar de manera legal con tu nuevo retoño. Y, por último, tienes que cancelar tu cortejo con el señor Greco. Tristan te lo pedirá, con toda razón; ningún hombre le gusta ser el cabrón del otro. Tu consejo te lo pedirá porque estarías poniendo en duda la paternidad de tu hija.
—Parece un plan razonable —declaro un poco más tranquila.
—¿Te acuerdas que te dije que había dos caminos dolorosos? —asiento—. Bueno, este es el camino más doloroso.
Lo miro aterrada. Tengo cuatro meses de embarazo, no me había dado cuenta que mi periodo se había detenido, lo daba por sentado. Antes se me había frenado por estrés o porque me había sentido muy mal, pero desde que me coronaron he tenido tanto en la cabeza que no le había prestado atención a mi cuerpo. Acudí con mi hermano porque no quería acudir a los médicos del castillo porque eso significaría que todos mis consejeros se enterarían en menos de dos días, mi familia en menos de una semana y el reino en menos de un mes. Las criaturas acuáticas disfrutan del sexo por montones, pero no las consecuencias que traen consigo, los bastardos son muy mal vistos y más sus padres. Mi hija no tendrá derecho a heredar nada de mí, no tendrá derecho a pertenecer a mi corte, mi familia la repudiará por siempre. ¿Se supone que debo estar feliz por la llegada de mi hija si viene de esta forma?
Si quiero hijos, pero ya casada con mi esposo. Quería casarme primero con ese hombre maravilloso y luego traer a todos esos niños al mundo, pero ¿cómo le explico a mis padres esto? Ellos no saben nada de Tristan y yo, nadie sabía nada. Taurus se enojó al principio por haber seguido manteniendo una relación física con Tristan.
—Solo dime ¿si lo que tienes con Tristan es en serio? —él cuestiona un poco más tranquilo—. ¿Tiene cómo mantener a la niña, está establecido?
—Más o menos —hago una mueca. Le cuento que Tristan lo enviaron a un lejano planeta a gobernarlo, pero el planeta no es el más correcto o bueno, más bien es el tipo de planeta que quieres huir. Le cuento que económicamente hablando Tristan no tiene una fortuna, lo que tiene es para cubrir ciertas deudas y no todas.
—Entonces el que tiene el dinero y el poder eres tú —Taurus escoge bien sus palabras, tiene en su expresión un gesto de descontento combinado con incomodidad—. ¿Amas a Tristan?
Lo miro nerviosa, no sé si ame a Tristan. Lo quiero eso sí, pero no estoy segura de que lo ame lo suficiente como para estar con él.
—Tu cara me dice que no, pero quiero escucharlo de tu boca —Taurus me mira comprensivo.
—No quiero decirlo, porque lo quiero mucho, es un gran hombre que me quiere y me trata bien —lo miro asustada—. Él es bueno, tal vez con el tiempo...
—Uno no está con una persona con la esperanza de amarla con el tiempo, uno está con una persona porque lo amas —él declara firme—. ¿Quieres estar con Tristan criando a su hija, quieres estar con Tristan a pesar que no te dará la vida de reina a la que estás acostumbrada, quieres estar con Tristan a pesar que tu círculo social no lo aceptará y lo humillará por no estar a tu nivel? ¿Tú te sientes con la fortaleza mental para soportar todo eso?
Niego con la cabeza.
—No digo que Tristan sea un mal hombre, pero a veces el amor no es lo único que necesita una relación para que funcione —él me toma de la mano—. Tal vez cuando ustedes crezcan y maduren ciertas cosas, donde ya tú sepas lo que en verdad quieres; solo tal vez así puedan estar juntos.
—¿Y esto? —señalo a mi vientre.
—Lo mejor será que hagan un acuerdo para compartir la custodia de la niña, quien se hará cargo de la bebé dependiendo de quien tenga una agenda menos apretada, creo que esa parte se la puede quedar Tristan. Y tú te puedes hacer cargo de la manutención —Taurus propone un plan que no está para nada mal.
—¿Podré verla crecer? —pregunto aterrada.
—No veo porque no puedes hacerlo —él se levanta de su silla y me abraza—. No estás sola en esto y lo sabes.
—Lo sé —le devuelvo el abrazo.
—Vamos, tenemos que hablar con Tristan sobre esta situación —él señala mi vientre. Ambos salimos de su oficina, él le da órdenes a un grupo de guardias. No las escucho porque observo el panorama desde la ventana, los jardines del palacio de Sol me dan cierta envidia; yo no puedo tener jardines porque vivo bajo el agua. La fauna submarina no es la más bonita, pero al menos puedo tener un arrecife de coral cerca del palacio.
Taurus me toma por el brazo y desaparecemos del palacio de Sol para teletransportamos al bosque que da a la casa de Tristan. Ambos caminamos, Taurus mira a su alrededor asombrado por el hecho de que sea de mañana.
—¿Estás segura que es por aquí? —él me interroga preocupado.
—Sí, algunos planteas habitan en un sistema solar, el sol se mantiene en el centro mientras que los planetas orbitan a su alrededor —le explico más o menos lo que yo entendí de la calase de astronomía de Tristan—. Más o menos es así, lo que eso provoca es que una parte del día sea tan luminoso como si estuvieras en el reino de la luz, luego a la mitad del día pareciera que estuvieras en el reino central; y a medida que pasa las horas pareciera que te acercaras al reino oscuro y allí empieza la noche. Es un ciclo que se repite a diario.
—Algo había leído en la biblioteca de nuestro padre, pero nunca me había imaginado vivir algo tan espectacular —él exclama emocionado—. Es un evento astronómico maravilloso.
Sonrío por su entusiasmo, a él siempre la había llamado todo lo que tuviera que ver con la astronomía, la física también lo apasionaba; le gustaba resolver los ejercicios que el maestro le ponía.
Llegamos a la casa de Tristan, Taurus observa el lugar con mucho cuidado. La casa es de una piedra que tiene bastantes años ya construida, las manchas de negro que posee algunas columnas lo evidencia. Llego a la puerta y golpeo la aldaba contra la madera, escucho como una sirvienta grita que ya viene. Espero a que la mujer se digne a abrir la puerta.
La sirvienta abre la puerta y se sorprende en verme. Ella se hace a un lado dejándonos pasar, ella dice que el señor Tristan tenía tiempo que se había ido.
—¿Puede enviar a alguien para que lo busque? —le pregunta Taurus de forma amable—. Es que es una emergencia familiar y lo necesitamos lo más pronto posible.
La sirviente abre los ojos como platos y asiente. Ella le dice a mi hermano que enviará a una sombra a buscarlo, que si queríamos podríamos esperarlo en la sala de estar. Ambos asentimos y nos vamos a la sala de Tristan. La sorpresa me invade al ver a un niño pequeño sosteniendo un libro, lo extraño del niño es que tiene unos diminutos cuernos en la frente. Él levanta la vista hacia nosotros y ladea el rostro confundido.
—¿Tú quién eres? —le ordeno al niño. El niño pronuncia unas palabras que son ajenas a mí—. No te entiendo.
—Creo que habla otro idioma —comenta Taurus incómodo.
—¿No me digas? —replico sarcástica—. ¿Al menos hablas su idioma?
—No, mi inteligencia no llega a ese nivel —confiesa sin quitarle el ojo al niño, el niño tampoco le quita el ojo a mi hermano—. ¿Al menos nos entiendes? —él le pregunta al niño, pero este le responde algo que no comprendo—. La respuesta es que no.
El niño se levanta del mueble, camina hacia nosotros y señala al animal. Al parecer es un dragón, el libro dice que es un dragón, pone el nombre a sus partes.
—Dragón —el niño habla tierno. Taurus asiente, él le explica como puede, las dimensiones de un dragón con sus manos y su cuerpo. El niño no entiende mucho, pero le presta atención a mi hermano. Me siento en el mueble observando detenidamente al niño, tiene algo en su rostro que me resulta familiar.
Escucho a lo lejos que unos caballos se detienen al frente de la casa. Supongo que debe ser Tristan. La puerta se abre de inmediato y los pasos apresurados llegan a la sala. Tristan llega acompañado por Cedric y una mujer, ella me observa de arriba a abajo de forma crítica. El niño corre hacia Tristan y le empieza a hablar en su idioma extraño, Tristan le responde tranquilo y el niño se va con su libro, pero primero se despide de mi hermano.
—¿Quién es ese niño? —demanda mi hermano cruzado de brazos.
—Es un niño que estoy cuidando —replica Tristan preocupado—. ¿Qué están haciendo aquí? Me dijeron que había una emergencia familiar. Si los amigos de Estrella estás en problemas, ni siquiera me pidan que los ayude porque no lo haré —exclama Tristan tajante.
—Primero, no he sabido nada de tu hermana desde la coronación de Luna —Taurus toma el control de la conversación—. Y segundo, créeme que, desde la última vez prefiero morir antes que llamarte.
Tristan lo mira fatal.
—¿Qué hacen aquí? —exige Tristan enojado.
—Necesitamos hablar contigo de un tema importante y a solas —Taurus habla serio. Tristan lo observa consternado y despide a Cedric y a la mujer. Ella es bonita, tiene un rostro delicado, pero su semblante muestra todo lo contrario; carga puesto un uniforme militar parecido al de Cedric, pero el de ella muestra un mayor rango.
—¿Quién es ella? —le exijo a Tristan después que se hayan ido Cedric y la mujer, y cerrado la puerta de la sala.
—Se llama Bernadette Hoffman, es la nueva ministra de defensa del planeta —responde Tristan con las manos por detrás de su espalda—. ¿Y bien, qué es lo que tienen que hablar conmigo?
—Seguiste estando con mi hermana después de la coronación de Luna, siguieron con una relación secreta a pesar de los problemas que causaron —mi hermano declara molesto, él intenta no perder la calma.
—Y aprovechando que ambos están aquí —él me mira y luego a Taurus—. Quiero decirte que doy por terminada la relación que tenía con tu hermana. Es mejor que ella y yo mantengamos caminos distintos.
Ambos lo miramos estupefactos. Me levanto enseguida consternada por sus palabras.
—¿Por qué dices eso? —le recrimino.
—Presentaste a otro hombre con nuestra familia, le diste la oportunidad de hablar con nuestra familia para que te cortejara y yo que supuestamente soy tu novio, me mantienes en el anonimato —me mira enfadado.
—Tristan, eso fue un movimiento político. No era en serio —le aclaro.
—Y yo era algo que según tú sí era en serio ¿o esto solo fue un movimiento para distraerte? ¿solo fui tu sucio amante? —él me recrimina molesto—. Porque si pongo todo en perspectiva, sí lo era. Venías cuando necesitabas estar con alguien, lo hacíamos y luego te ibas. No querías hablar más allá de lo convencional, no querías salir de la casa, yo no podía ir a verte, no me invitaste a tu coronación. Me decías que me querías, pero solo cogíamos.
—Tristan, no era el momento adecuado para decirle a nuestra familia —balbuceo nerviosa—. Yo si te quiero, en serio. Pero no era el momento.
—¿Y cuándo iba a ser el momento? —me reclama dolido—. ¿Cuándo ya no haya forma de ocultarlo? ¿o acaso esperabas que me quedaría tranquilo y feliz viendo que la mujer a la que amo está siendo cortejada por otros y que encima no me da el lugar que supuestamente me corresponde? Me pediste tiempo y lo acepté, pero no me pidas ser el idiota cabrón de la relación.
Me quedo plasmada por sus palabras, sé que tiene razón. Busco nerviosa con la mirada a mi hermano, él me mira desde la chimenea resignado.
—Tienes razón, no te mereces lo que te hice pasar —declaro cabizbaja—. Pero ya no hay forma de ocultar lo nuestro.
—¿A qué te refieres? —él replica confundido, me llevo las manos a mi vientre—. ¿Por qué tienes las manos en tu vientre?
—Estoy embarazada, vamos a ser padres de una niña —confieso con una mueca. No se suponía que así revelaría mi embarazo a mi esposo. Él se tambalea y cae al mueble—. Tengo cuatro meses de embarazo, mi hermano me revisó y pudo ver el sexo del bebé; va a ser una niña.
—¿Estás bromeando conmigo? —él le tiembla el labio.
—Por desgracia de muchos, no lo está haciendo —Taurus interviene en la discusión—. Embarazaste a mi hermana, y ahora te toca responder.
—Pero yo no sé nada sobre la paternidad —Tristan exclama alarmado—. Me dieron a Atlas ayer y ni siquiera sé que hacer con ese niño.
—¿Así se llama el pequeño? —pregunta Taurus incrédulo. Tristan asiente—. ¿Y los padres de esa criatura, por qué lo estás cuidando?
—Sus padres son unos imbéciles de mierda —declara Tristan tajante—. Y su madre me lo dejó porque según ella, yo sí puedo protegerlo mejor de lo que ella podrá. Pero paso a creer que simplemente quería deshacerse de ese niño. Atlas es un niño maravilloso, pero no puedo cargar con otra responsabilidad más. Y ahora resulta que si voy a ser padre de una criatura que tiene mi sangre.
—No estarás solo en esto Tristan, yo voy a estar presente en la vida de nuestra hija —me siento a su lado—. Yo también te ayudaré a criar a nuestra hija. Estamos juntos en esto.
—¿Y nuestra familia? ¿qué sucederá cuando se enteren? —él pregunta angustiado—. Nosotros no estamos casados, nuestra hija será una bastarda.
—Eso es una alta probabilidad —declara Taurus—. Vamos a calmarnos, tengo un plan, pero ustedes dos harán exactamente lo que les diga —ambos asentimos, es el mismo plan que me había comentado. Primero decirle a Tristan sobre mi embarazo; segundo, decirles a los padres de Tristan. Mi tío Cosmo y Tristan están construyendo su relación, Tristan dice que él nos ayudará a enfrentar a mis padres y abuelos. Y, por último, decirles a mis consejeros.
Tristan y Taurus se van al castillo de mi tío Cosmo y yo a enfrentar a mi castigador consejo ¿qué puede salir mal de todo esto?
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