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Capitulo 6


Se encontraba más corto de lo normal, ahora llegaba a cubrir parte mi pecho por un centímetro menos cuando naturalmente me llegaba a la altura de la cadera. Comencé a inspeccionar mis puntas disparejas, cada una de ellas estaba más corta que la otra de modo que se notaba mucho la diferencia. Inspiré hondo y cerré los ojos con la cabeza gacha para contener las lágrimas; en realidad no duraré mucho.

Como si no tuviera mucha importancia aclaró - Pensé que sería mucho de mi parte dejarte conservar esa larga cabellera.

- Maldito- susurré con los ojos contenidos de tal forma que no me llegó a escuchar con el sonido de los cajones abriendo y cerrando- ¿Después de esto seguirás torturándome? Sabes que eso le haría daño al niño.

<<¿¡Que hago!?>>

- Me alegra de que estés consciente pero descuida en el proceso me percataré de que sufras sin que le pueda afectar en lo absoluto- finalmente se detuvo y con una mirada de interesado sacó un instrumento de hierro y otro que era delgado junto con un consolador de goma. Ahogué un grito, me recorrió un escalofrío con tan sólo ver el primero que había sacado, sabía a la perfección que instrumento era pero no tenía idea de que hasta hoy en día llegara a ver uno.

Se había percatado de mi expresión poco disimulada - De seguro conocerás esta reliquia si tienes conocimiento de historia universal y sí es la antigua pera de la angustia, por si nunca has visto una te la presento- la tomó y me la tendió a unos escasos centímetros pero sin embargo la rechacé.

Agudizó su expresión - Ohh descuida no pienso usarla en ti, pienso probarla con otra persona aún más interesante que tú - lo volvió a guardar en el cajón.

<< Me quiere con vida es eso >>

- Y... ¿para que el consolador y el... - no pude recordar su nombre.

Enseguida lo tomó - Inseminación artificial intrauterina ¿ves aquellos frascos?- apuntó hacia un mesón que estaba al lado de la puerta. Eran dos frascos de muestra- Te introduciré una parte de mí luego de que me halla divertido abriendo ese agujero pero primero utilizaré el consolador para desbordar el río - su reloj digital comenzó a emitir un sonido parecido al de un despertador. Sacó del pequeño refrigerador una botella de champaña junto con dos copas de vino y llenó cada una manteniéndolas por la mitad, tomó una y me la tendió sutilmente - siempre me han agradado las rubias por su torpeza pero tú eres diferente, nunca he echo esto con una virgen así que te daré la libertad escoger, prefieres hacer esto por las buenas o por las malas- apuntó hacia el látigo.

Miré hacia ambos lados pensando en otra solución pero temía que no funcionase así que consideré que lo mejor sería hacerlo por las buenas, tal vez pudiera llegar a ser menos doloroso. No tenía escapatoria, me encontraba en un asunto parecido a la segunda temporada de American Horror Story:Asylum con la diferencia de que no hay zombies ni extraterrestres solamente un psimaniático antisocial fanático del sadomasoquismo con poca personalidad, estaba clara de que si nos hacían un casting el podría llegar a ocupar el puesto de Oliver Thredson y yo el de Lana Winters.

- Tu decides - insistió.

Suspiré sintiendo la derrota y con la cabeza gacha tomé la copa precavidamente, estaba segura de que no estaría envenenada. El rio por lo bajo y rápidamente se vació la copa- le tendí la mía- ¿quieres más? olvidé que no bebo - la tomó y arrojó el líquido en el fregadero, se frotó las manos y se encaminó hacia donde estaba. Sujetó mis caderas, con una mano intentó acariciar parte de mí y con la otra sujetó mi cuello con firmeza para evitar que me fuera a mover. Me mantuve inmóvil ante cada paso deseando golpearle con todas mis fuerzas y huir hacia donde fuera posible.

Comenzó a acariciar mi pierna sutilmente recorriendo con cautela cada parte, odiaba admitir que lo estaba haciendo muy bien.

- Estás muy cerrada trata de abrirte un poco, entiende tienes que estar excitada te necesito húmeda y confiada o si no tendrá dificultad para correr- su mano subió por mi ombligo para sentir mis latidos y sin previo aviso me retiró la camisa para enrollarla entre su mano y como si fuera una soga me pegó con ella con todas su fuerzas directamente en mi estómago. Solté un fuerte alarido al sentir la aguda presión que emanaba en mi estómago. Nuevamente volvió a sentir mis latidos y me plantó un fuerte beso en el que ni siquiera tuve oportunidad para respirar casi, sujetó mis muñecas firmemente y con mi camisa hizo fácilmente un nudo ajustándolas.

- No quiero que te muevas y mucho menos que me toques, ¿entendiste?- no le respondí, simplemente tomé bocanadas de aire como si me faltase oxígeno y velozmente me dio una fuerte cachetada en la mejilla pero antes de que pudiera decir algo nuevamente volvió a besarme y esta vez su lengua fue la que logró infectarme más de sus genes.

Cerré los ojos con firmeza para no llorar desconsoladamente, no tenía salida, si entraba en drama era capaz de que usara el látigo y que de una vez me introduciera lo otro. Llegué a estremecerme cuando su mano acariciaba levemente mi zona prohibida desde mi pantalón, su mano subía y bajaba tirando de él con fuerza lenta. Apreté los dedos de mis pies y estiré ambas piernas para evitar darle una patada en una de sus partes.

- Buena chica- susurró en mi oído con su aliento de hombre, el también respiraba a mi pulso - ahora date la vuelta, tengo otros planes en mente.

Por un segundo tuve miedo de hablar pero de todas formas lo hice - ¿Que me vas a hacer?- pregunté con un hilo de voz. El rió maliciosamente como si todo le estuviera haciendo gracia, tiró de mi cadera hacia un lado hasta quedar boca bajo y en un instante sentí un latigazo en mi trasero. Grité vorazmente comenzando a sentir el ardor de la marca inaguantable.- Esto será divertido cariño.

Pense en todo lo opuesto a divertido << Así que el sadico tiene un látigo ¿eh?...>>

Lentamente comenzó a bajarme los pantalones de manera paciente permitiéndome sentir el roce de su látigo de cuero hasta que de pronto un estruendoso ruido lo detuvo. Lo miré de reojo caminar hacia la puerta, en cuanto la abrió sentí que vi la entrada de Narnia con tanta luz distrayendo.

- Hermano siento interrumpirte pero la señora Acleh lleva tres horas esperando ver a su hija, en cinco minutos entra- exclamó una voz más leve desde la otra estancia.

- Mierda - tiró grotescamente de la puerta - Vístete, mañana al salir terminamos esto y si te resistes cambiaré de opinión y lo haremos por las malas amor.

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