19. Amigos
Una pieza creada a la justa medida de alguien, nacida de las manos divinas de un ser para cumplir un único propósito. La razón de mi existencia y mi destino habían sido escritos sobre un papel en blanco mucho antes de mi nacimiento y yo no había jugado ninguna baza en ello.
Creada para complacer.
Creada para no tener pensamiento propio.
Creada para ser un pieza en el ajedrez de la vida de otros.
En las últimas horas mi mente se había enfocada únicamente en esa canción. Casi no me acordaba del camino de vuelta a la escuela, lo único nítido de ese paseo fue la apertura del portal.
Idril había sacado el ojo de Xanthis de su bolsillo y había invocado sobre cielo estrellado que iluminaba el Paso de Urben un relámpago, y estaba segura que de no haber estado allí en su llamada podría haberlo confundido fácilmente con un presagio de tormenta sobre el Paso.
Su trayectoria había ido a parar directamente contra el árbol que teníamos en frente, dejando gotas chisporroteantes que danzaban delante de nosotros sin sentido alguno hasta alcanzar el tamaño perfecto para que un humano pasara entre ellas.
Idril había dicho que ese árbol era un svaldür milenario, y que servía como llave de paso entre el mundo humano y el de La Cúpula debido al gran poder que éste había abarcado durante tantos siglos.
Las siguientes horas pasaron borrosas en mi cabeza, el recibimiento del profesor y como había llegado hasta mi habitación era difuso.
Talivy me había estado esperando desde que finalizó su misión, me contó cada detalle de ella. Yo intentaba mostrar interés pero el mundo se me venía encima, no podía dejar de pensar em la confesión de Idril.
Simplemente no podía.
Preguntas sin respuesta se posaban en mi mente como un torbellino.
¿Talivy y yo antes éramos amigas?
¿Si yo había vivido aquí como es que el resto de alumnos no me reconocían?
¿Veldy sabía que yo había ascendido? y si era así, ¿Por qué no había intercedido?
Si no hubiera aceptado la propuesta de Loras, ¿Cómo hubiera sido mi vida?
El latido de mi corazón ensordecía las palabras de mi compañera de cuarto, al mismo tiempo que un sudor frío me obligaba a sentarme sobre el suelo marmolado de la habitación.
Me faltaba el aire.
Todo el aire de la habitación era poco para la necesidad de mis pulmones.
—¿Elodie? —Talivy saltó de su cama y se acercó a mí— ¿Elodie? ¿Estás bien?
Las palabras se atascaron en mi garganta.
Talivy me sacudía intentando que reaccionara, pero mi cuerpo solo temblaba sumiéndose en la peor explosión de sentimientos que había sentido.
—Mierda Elodie.
Salió disparada de la habitación dejándome sola con la puerta abierta.
¿Dónde iba?
Escuché pisadas aceleradas acercándose a la habitación, la voz de dos interlocutores hacía eco en el pasillo.
—Joder, ¿se lo has contado? Habíamos quedado en algo distinto, yo también era parte de su vida Idril —exhaló la diabla—. Esta vez me has decepcionado.
—Almantea la reconoció, ¿querías que le mintiera en su propia cara?
—Podrías haberte inventado algo, todavía no estaba lista para asumir esa verdad. Es humana Idril, ¿aún no lo entiendes? Contándoselo solo has logrado confundirla, no está lista para asumir el papel que juega en esto.
—Iba a reaccionar de la misma manera aunque hubiera pasado más tiempo. Tú y yo lo sabemos.
—Volverá a ser la misma.
—Lo que tú digas —gruñó—, ahora vamos. Nos necesita.
Tardaron apenas cinco segundos en aparecer por la puerta abierta, ambos con cara de pocos amigos. Se notaba la tensión entre ellos causada por la conversación que acababan de mantener.
Talivy se quedó en el marco de la puerta, observando como Idril se acercaba poco a poco al ovillo de carne y lágrimas en el que me había convertido.
El moreno se sienta en el suelo a mi lado, con cuidado de no tocarme mientras comienza a hablar.
—Ha sido un día difícil ¿eh? No quiero imaginar la sensación que tendría si despertara un día y descubriera que la que creía mi vida era una absoluta mentira.
Al no oír contesta de mi parte el prosigue.
—No sé cómo son los sentimientos humanos, pero los de los seres divinos se ven magnificados en algunas situaciones límite. Así que a lo mejor logro entender cómo te sientes.
Oigo las botas de Talivy avanzar en mi dirección.
— ¿Sabes? Cuando apareciste hace unas semanas por la puerta de nuestra habitación, me embargó la alegría. Habías vuelto, habías vuelto a casa, y aunque no eras la misma notaba la misma esencia en ti.
—No soy la misma que vosotros conocíais.
—No estoy diciendo eso —me interrumpió la diabla—, volviste siendo mejor de lo que eras. La unión perfecta entre lo humano y lo divino. Te ganaste el puesto en esta esta escuela de nuevo por ti misma, nadie intercedió. Y eso te da más coraje del que hubieras conseguido en mil años inmortales.
La miro y ella se agacha para poner nuestra mirada en el mismo nivel.
—No quiero que vuelvas a ser la misma de antes Elodie, quiero que seas tú, con eso me basta.
—El problema es que ya no sé quién soy.
—Eres nuestra amiga.
Esas palabras bastaron para hundirme en un mar de calma, el peso sobre mis hombres se había desvanecido casi por completo. Aunque sabía que en esas palabras se escondían otras no dichas.
Muchas preguntas sin resolver se posaban en mi cabeza, lo único claro era que ellos me necesitaban, y yo los necesitaba a ellos.
Las respuestas ya las encontraría más tarde.
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