18. De verdades y rebeliones
Mi mente iba cómo una maquinaria bien engrasada, uniendo puntos que no me parecía que tuvieran conexión hasta hace escasos minutos.
Ahora sabía que la conversación de Talivy con la enfermera mientras estaba inconsciente, o las palabras de aquel viejo diciendo que me había observado toda mi vida no eran pura coincidencia.
Había un razón para todo pero, ¿qué pintaba yo en todo aquello?
En un descuido, mi mano aterrizó en la puerta de madera a la que me asomaba haciendo que chirriaran sus bisagras.
Esto hizo que los presentes en la sala se giraran mirándome con una mezcla de sorpresa y miedo en su expresión.
Entendía el porqué de esa mirada, los había descubierto despotricando contra la Cúpula, y si esa conversación salía más allá de esas paredes ellos lo pagarían muy caro, quizás incluso con sus cabezas.
Qué suerte tenían de que yo no fuera una chivata.
— ¿Qué mierda haces aquí? —dice enfadado—, ¿No te había dicho que te despidieras de Rea?
Hago una mueca con la cara como respuesta, y esto parece enfadarlo más.
— ¿Es ella? ¿Es ella de verdad? —pregunta la mujer morena sorprendida, interrumpiendo la reprimenda de Idril hacía mi persona.
Idril asiente con pesar.
Espera, ¿de qué me conocía esta mujer?
Almantea avanza hasta mí y me rodea con sus fuertes brazos, estrujándome contra ella hasta dejarme sin una gota de aire en los pulmones.
— ¿Quién eres? —le pregunto despegándome de ella bruscamente.
Ella me mira confundida y luego se gira hacía Idril señalándome.
—No recuerda nada, ni a nadie —dice Idril—, Veldy consiguió exactamente lo que quería.
— ¿Cómo que no recuerda a nadie? ¿No te recuerda a ti? —noto la tristeza en su voz.
Idril niega con la cabeza y ella vuelve a mirarme.
—Entiendo.
Allí como mera espectadora, estaba escuchando una serie de sandeces sobre mi vida que hacían que me mareara solo pensarlo.
¿Cómo que no recordaba nada? Recordaba casi cualquier momento de mi vida, y estos dos no aparecían en ningún momento de ella, que cosa tan absurda, pienso.
Mi mirada se posa sobre el cuerpo de Idril, buscando respuestas que no parecen tener intención de salir de sus labios.
—Tienes muchas cosas que explicarme —le digo.
—No quería que te enteraras así —admite—, es muy complicado Elodie. Quería que estuvieras más preparada antes. Es algo difícil de digerir, pensarías que estoy loco.
La distancia que separa nuestros cuerpos de repente se hace demasiado corta ante sus palabras, el aire de la habitación me ahoga y mis pies me invitan a salir de allí.
Cruzo el umbral de la puerta y comienzo a correr cuesta abajo, mi cabeza no sabe a dónde dirigirse pero de igual manera manda el impulso de huir a mis piernas y con cada paso que doy parezco conseguirlo.
Las voces de dentro de la casa pronto se pierden en la espeses de la noche y se ven sustituidas por el cri-cri de los grillos y el croar de las ranas que visitaban el Paso de Urben cada noche.
Sé que la soledad durará poco, oigo pasos rápidos detrás de mí siguiéndome por el camino principal e inmediatamente sé que es el.
¿Por qué no entiende que necesito alejarme de él?
No me sigas.
— ¡Elodie, por favor espera!
Las piedrecillas del camino hacen que resbale y que mis rodillas toquen el piso cada vez que intento acelerar el paso, así que me rindo y comienzo a caminar dejando que Idril me alcance al par de segundos.
Caminamos juntos, sin romper el silencio entre nosotros en ningún momento.
Sé que él espera a que yo diga la primera palabra, que me enfade y le recrimine por ocultarme tantas cosas, pero esta vez no.
Esta vez no se merecía ni ser el foco de mi rabia.
La voz de Idril me interrumpe y me sorprendo al oírlo soltar las primeras palabras.
¿Dónde quedó el demonio orgulloso y temperamental que conocía?
—Te busqué durante más de un año —susurra—, al principio pensé que Veldy te había metido en una mazmorra del Palacio del Sol cuando descubrió que confabulabas contra él.
Lo miro confundida, nunca había oído nada acerca de ese palacio aunque sonaba lo suficientemente terrible como para preguntar.
—Luego comprendí que eso sería un castigo demasiado benévolo para él, y comencé a vagar por los Ocho Círculos, esperando encontrar algún rastro de ti —continúa—, aunque eso significara lo peor y te encontrara agonizando en una pica por toda la eternidad.
Trago nudos de saliva con dificultad, y dejo de andar con miedo de que mis piernas flaqueen en algún momento ante la crudeza de sus palabras.
—Él sabía que tú no eras la única implicada en la rebelión y nos lo hizo saber de la peor manera —traga nudos del mismo modo que yo—, lo descubrimos por Elker, él lo sabía desde el primer momento y aun así nos hizo buscarte sabiendo que no te íbamos a encontrar.
La voz comienza a flaquearle así que agarro su mano y lo miro con comprensión.
Lo que me cuenta no cobra sentido alguno en mi cabeza, me faltaban detalles que ayudaran a darle forma al puzzle, y él era el único que parecía dispuesto a dármelos.
—Cuéntamelo todo —le invito a seguir.
Él suspira con amargura, pero recupera el relato de inmediato.
—Veldy te mandó al mundo humano sin recuerdos y te infiltró en El Círculo —carraspea—, te hizo volver a tener nueve años, nueve putos años humanos. Y nosotros no podíamos hacer nada para revertirlo, nadie más tiene acceso a esa clase de magia, solo pudimos esperar a que crecieras y tomaras la decisión de someterte a la prueba. Él también pensaba recuperarte así.
Me quedo en blanco, eso no era posible. Yo crecí en una familia hasta los nueve años.
Percibi como la rabia se apoderaba de él mientras recordaba cada detalle, sus nudillos se arremolinaban con la palma de su mano, haciéndolos pasar de su color habitual a un blanco producido por la tensión en ellos.
—Idril, te estás confundiendo de persona, no puedo ser yo —tartamudeo—. Tengo recuerdos de antes de entrar al Círculo, conozco a mi familia y el lugar en el que crecí. No puede ser posible.
El me mira y niega con la cabeza, no entiende como aún no puedo creerlo.
— ¿Estás segura de ello? —pregunta— ¿Cómo se llamaban tus padres?
Vacío, un velo blanco se posó en mi mente. No lo recordaba, no recordaba el nombre de una de las pocas personas que me había amado en el mundo.
¿Cómo no podía recordarlo? Era mi madre, mi familia. Lo único que tenía en el universo.
— ¿Y bien?
El me miraba de cerca, esperando el silencio que confirmaría sus palabras.
—No lo sé —le digo con lágrimas asomando en mis ojos—, pero recuerdo mi vida con ella. Recuerdo nuestra casa, recuerdo su cara. Todo eso no puede ser una mentira.
Se acerca y me toma la cara con sus manos.
—Elodie mírame —me dice—, compara un recuerdo de Rea o Loras con uno de antes de entrar al Círculo. ¿No los notas más nítidos?
Un mar de lágrimas comienza a bajar por mis mejillas, tenía razón. Todos los recuerdos de mis padres tienen ese estúpido velo blanco por encima que los hacía más confusos y menos claros.
El me besa el pelo mientras lloro acurrucada en su pecho.
—Tienes razón —sollozo—, los recuerdos de mi familia no parecen tan reales como el resto. ¿Por qué me han hecho esto?
Llorar, eso es lo único que podía hacer, lo único que me quedaba. Toda mi vida era una mentira, y no sabía el porqué de tanto daño.
—Porque eres más fuerte que cualquiera de nosotros, Veldy te creó y no podía permitir que te volvieras contra él, al menos no de esa manera.
— ¿Como que me creó?
Me sequé las lágrimas a duras penas, dispuesta a escuchar y recuperar la poca compostura que me quedaba.
— Elodie, tu creciste junto a Elker, fuiste su mayor creación, su último ángel. El os crio a ambos, sois lo más cercano que tiene a los hijos.
— ¿Elker y yo somos hermanos?
— No exactamente —duda en si continuar—, en realidad Elker es mi medio hermano, es el primogénito real de mi padre.
Espera, ¿Entonces Elker será el señor del último círculo?
— ¿Qué?
— Elker es el hijo que mi padre tuvo con la humana que arribó a su círculo, le fue arrebatado de sus brazos como castigo. Yo soy posterior, al igual que tú.
— ¿Al igual que yo?
— Elodie, tu destino era aunar todos los Círculos en uno solo junto a Elker, sucediendo algún día a Veldy. Un ángel y un demonio unidos por toda la eternidad por el sagrado lazo.
¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?
— Espera Idril, ¿Elker y yo estábamos destinados a ser pareja?
Esto esta siendo demasiado para mi mente, me está contando la historia de una extraña.
— Lo fuisteis durante un largo tiempo cumpliendo las expectativas de todos. Desde el primer momento Elker te amó, pero nunca fue correspondido a pesar de que tu naturaleza estaba programada para ello —dice mientras me mira a los ojos.
— ¿Y qué pasó?
— Elodie, hay almas que se buscan durante albores de tiempo porque su destino es encontrarse, la tuya y la mía han sido siempre el perfecto ejemplo de ello.
Sus palabras me abruman, se que no me miente. Pero yo no soy capaz de corresponder lo que el siente por mí, yo ya no soy esa persona.
— Idril, yo no...no recuerdo nada de eso.
Sé que cada palabra que digo se asienta en su pecho como una puñalada directa a su corazón. Él me quería, y yo lo quise. Pero eso era algo que nos habían arrebatado.
— Elodie, no te voy a perder de nuevo, no lo voy a permitir. Arreglaremos esto.
Entonces lo supe, nuestro amor propició el caos.
Y todo cambio viene propiciado por la destrucción, yo había iniciado esa rebelión por venganza.
Y yo la acabaría.
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