One Shot
Suspiró como por décima vez en esa noche, observando a su acompañante completamente ajeno a la situación, metido en su mundo e ignorando su presencia en aquel lugar. Jungkook no había dirigido ni una sola mirada en su dirección desde que habían cruzado la puerta del elegante restaurante. Consciente de que no existía ninguna obligación de entablar conversación, recordó que aquella cita se debía únicamente a los deseos de sus padres y a la conveniencia de las negociaciones entre sus respectivas empresas. Sin embargo, anhelaba al menos un gesto que demostrara cierto interés por el lugar.
Ese día se había esforzado en buscar el recinto adecuado, pasando horas pegado a su computadora explorando en la red los mejores restaurantes de la ciudad, hasta que dio con "Filter". El local se veía espacioso y elegante en las fotografías que salían en aquella página web, por lo que no le costó mucho decidirse. Las reseñas elogiaban tanto la exquisita comida como el ambiente calmado del establecimiento.
—Jungkook —llamó, sintiéndose avergonzado por lo mal que estaba yendo todo. El bonito pelinegro que estaba frente a él mostraba un claro aburrimiento mientras trasteaba su teléfono en busca de algún entretenimiento.
—Mmm —hizo un sonido para que supiera que lo escuchaba, pero mantuvo sus ojos en la pantalla del aparato.
—Yo... iré al baño un momento. —Decidió no molestar al chico y levantarse de la mesa, pensando en subir al segundo piso del local y tomar un poco de aire. Tal vez así se le ocurriría algo para cambiar un poco el humor de su acompañante.
—Ajá.
Eso fue lo único que recibió como respuesta, por lo que no demoró más en desaparecerse de su campo de visión.
Una vez estuvo lejos Jungkook resopló, poniendo su teléfono encima de la mesa. No odiaba al pobre Namjoon, él era un chico amable y algo reservado, pero siempre muy educado con todos. Lo que si odiaba era que lo obligaran a asistir a esa cita, más teniendo en cuenta que no conocía muy bien al contrario y que, sin querer ser ofensivo, lo encontraba un poco —muy—, aburrido.
Toda su vida siempre había sido igual de monótona, por esa razón, consideraba que su pareja ideal debía ser alguien con carácter alborozado y personalidad cautivadora. Deseaba vivir esa emoción por el mañana, sentir la adrenalina correr por sus venas y experimentar las miles de sensaciones que nunca tuvo la oportunidad de vivir.
El restaurante al que lo había llevado le parecía lindo, tenía una decoración minimalista muy de su gusto, sin embargo, la música del lugar —que era simplemente una suave tonada de piano—, se le hacía igual de aburrida que la personalidad de su acompañante. Rodó los ojos tomando nuevamente su teléfono, revisando los múltiples mensajes que su mejor amigo le enviaba para hacerle un poco más amena la noche.
No obstante, su atención se vio desviada cuando solo un par de minutos después, el piano se detuvo y en cambio, unos acordes de guitarra comenzaron a hacer eco en el lugar. Las luces se apagaron completamente y solo dos reflectores con luz azul iluminaron el escenario.
La expresión desinteresada de tu rostro, aburrida de los pies a la cabeza,
por favor, mírame ahora.
Una voz un poco aguda, pero al mismo tiempo con una cualidad masculina que le otorgaba calidez y profundidad se hizo escuchar. Un segundo más tarde apareció un precioso chico que se robó las miradas de todos los presentes, incluyéndolo a él.
El artista tenía el cabello rubio peinado hacia atrás, dejando ver su frente por completo y resaltando su marcada mandíbula. Llevaba un traje que consistía en una camisa blanca de satín y unos pantalones de vestir negros que se ajustaban a su fina cintura.
Baja el teléfono, ni siquiera pienses en apartar la cabeza.
Hazme saber cuál es tu tipo.
Como si la canción hubiese sido expresamente para él, pues coincidía hasta ahora con su sentir y acciones, dejó su teléfono sobre la mesa y giró su cuerpo por completo hacia el escenario. Los ojos del cantante se posaron en su persona por un par de segundos que a él se le hicieron eternos, antes de proseguir con su actuación.
Puedes elegir entre mis diferentes versiones, sí.
Oh, acercándote a un secreto,
oh, cubro tus ojos con mis manos.
Se deslizaba por el pequeño escenario con pasos gráciles y seductores, haciéndolo suspirar por la sensualidad y vibra positiva que parecía expulsar hasta por los poros. Jungkook jamás en su vida había escuchado una voz tan hermosa y llena de matices como la de ese chico, que parecía colarse por sus oídos y dañar todos sus sistemas, causando un cortocircuito en su cerebro.
Sus ojos coincidieron una vez más, y pudo jurar que su corazón dio un salto en el interior de su tórax cuando una sonrisa ladina estiró las comisuras de esos labios abultados y rojizos que poseía el hombre en el escenario.
Te llevaré a un mundo completamente nuevo,
sí, abre los ojos ahora, ¡dale!
Su respiración se cortó cuando lo vio bajar de la plataforma, caminando directamente hacia su mesa mientras continuaba su coreografía. La rodeó sin dejar de mirarlo, terminando de pie frente a él y estirando su mano hacia su persona.
Abrió en grande los ojos sintiéndose bastante cohibido por todas las miradas puestas en él, pero alejando esa repentina timidez que lo embargó posó su mano sobre la contraria, poniéndose de pie cuando quiso guiarlo al centro del local. Eso era lo que buscaba a fin de cuentas, esa emoción que hacía latir de forma veloz su corazón.
Mezcla los colores de la paleta, escoge tu filtro.
¿Qué versión de mí quieres?
La que cambiará tu mundo, soy tu filtro,
guárdame en tu corazón.
Continuó cantando mientras lentamente, repasaba todo su cuerpo con sus ojos, que ahora que lo tenía de cerca pudo notar, eran de un hermoso y oscuro color gris con un moteado azulado en la periferia del iris; y con ello concluyó que todo de ese hombre era simplemente impresionante.
El rubio se inclinó hacia él mientras una de sus manos rozaba sutilmente la propia, guiñándole un ojo cuando pudo notar como sus mejillas y orejas se colorearon en un intenso sonrojo.
Le hizo dar una vuelta en el lugar para después apretarlo contra su cuerpo mediante un agarre en su cintura con una de sus manos, mientras la otra acariciaba lentamente su mejilla y bajaba a su cuello deslizándose por la nívea piel. Sus manos eran pequeñas y y sus dedos algo regordetes, pero eso no impidió que su piel ardiera en deseo ante el toque tan hechizante.
El artista lo instó a seguir su ritmo, moviendo sus caderas de un lado a otro lentamente mientras continuaba con sus pasos. Después de unos segundos y decidido a dejarse llevar, Jungkook copió su acción, dejando sus cuerpos danzar en perfecta armonía, creando una palpable conexión entre ambos. El contacto de sus orbes nunca cesó durante el baile, solo de vez en cuando, con el hecho de que uno o el otro desviaban fugazmente la mirada a los labios contrarios.
El cantante se separó lentamente del pelinegro, dejando un rastro notable de deseo en el aire. Jungkook, contemplándolo silenciosamente, siente un impulso arrollador de seguir pegado a su cuerpo, sintiendo la calidez y el aroma tan delicioso que emanaba este, anhelando dejarse llevar por la magia que el contrario había despertado en él.
Mientras el rubio regresa al escenario con elegancia, Jeon se queda estático en el mismo lugar. Cada movimiento del cantante parece hipnotizarlo, cada nota de su voz resonando en su interior como un eco de aquella conexión intensa que compartieron hace solo unos segundos. Con el corazón aún latiendo al ritmo de la música y la piel erizada por la electricidad del momento compartido, el pelinegro observa como un par de bailarines vestidos de negro se unen a él en el escenario, tapándolo de la vista de su público. Se ven varias prendas de ropa volando en la parte trasera, y momentos después el chico vuelve a aparecer con un traje rojo vino que se amoldaba a la perfección a su bien formado cuerpo.
Soy aquello que nunca has visto antes, un filtro completamente nuevo,
entrégate a mí.
Para que puedas ver cosas más emocionantes, escoge tu filtro,
entrégate a mí.
Jungkook puede jurar que esas frases están dedicadas a él, pues los insistentes orbes grisáceos no se apartaban de su persona en ningún momento. Se sentó nuevamente en su silla, viendo a Namjoon aparecer pero restándole importancia al hecho, decidiendo centrar toda su atención en el rubio artista.
Tuvo que contenerse de soltar un jadeo cuando con una sonrisa seductora en su rostro, el cantante —con sus bailarines ambos lados—, comenzó a mover su pelvis en un paso extremadamente sensual que casi lo hace enloquecer en el asiento.
Seremos una pareja nueva,
ey, guárdame en tu corazón.
La actuación terminó y los aplausos resonaron con fuerza en todo el restaurante. Incluso se podían escuchar algunos gritos y silbidos. El rubio se retiró del escenario haciendo una reverencia principesca, dando paso nuevamente a la suave tonada de piano.
—Jungkook ¿no te gustó la comida? Apenas y la has probado —preguntó su acompañante, sacándolo de su mundo de ensueño donde todavía permanecía encantado con aquella canción y su intérprete.
—¿Eh? —Lo miró desconcertado, para después observar su plato lleno de comida—. Sí, sí, está deliciosa.
Un tenso silencio se instauró entre ambos, que solo fue roto minutos después por uno de los meseros del lugar, que se acercó a rellenar sus copas con el costoso vino que Namjoon había pedido y les preguntó si estaban disfrutando de la velada.
—Escucha, Namjoon-ssi, yo... me caes bien y todo, pero no creo que pudiéramos llegar a ser algo más que amigos.
—Te entiendo, no te preocupes, Jungkook. También estoy aquí por obligación. —Le dio una sonrisa tímida, para después ponerse de pie mientras arreglaba su formal traje—. ¿Te llevo a casa?
—No, tranquilo. Yo... me iré más tarde, ya mandé a traer mi auto. —Mordió su labio inferior para evitar la sonrisa que quería abrirse paso en su rostro.
—Bien, fue un gusto pasar tiempo contigo, Jungkook.
[...]
Retiró todo el maquillaje de sus ojos y el resto de su rostro, viendo en el reflejo del espejo como los últimos bailarines que quedaban se marchaban en silencio. Permaneció solo en aquel vestidor por algunos minutos más, sintiendo todavía sus manos cosquillear a pesar de que había pasado mucho tiempo desde que las posó en la delgada cintura de aquel lindo pelinegro que estaba entre su público.
Había recibido un buen regaño de su jefa por ello. Para él era normal coquetear un poco con el público durante su actuación, pero ese día se había excedido demasiado. En primer lugar, porque no debería haber sacado a bailar al cliente, y en segunda, porque se supone que debía interactuar con todos los espectadores, sin embargo, él estuvo centrado la mayor parte del tiempo en ese chico.
Negó con la cabeza poniéndose la capucha de la sudadera que llevaba, obligándose a no pensar en él. No era la primera vez que veía a un chico bonito en el restaurante, pero si era la primera vez que quedaba tan encantado con uno. Es que era algo que no podía explicar, porque simplemente no tenía ningún sentido para su persona.
No sabía si eran sus grandes y brillantes ojitos, o si se trataba de su pulcro y elegante aspecto, pero si había algo que tenía claro es que deseaba haberlo besado cuando lo tuvo la oportunidad. Ahora lo más probable es que no volviera a verlo en su vida.
Soltó un suspiro mientras recogía su bolso con los cambios de ropa, saliendo por la puerta trasera del restaurante, que daba a un pequeño y oscuro callejón. Al salir pudo observar un lujoso auto estacionado allí, parecía que su conductor estaba esperando por alguien, así que ladeó la cabeza curioso, acercándose más.
«¿Será que...? No, no puede ser, han pasado más de dos horas desde eso», pensó para sí mismo.
Jimin bajó la cabeza mordiendo su labio inferior y retirándose la capucha, intentando disimular la sonrisa ladina que quería abrirse paso en su rostro. Si en verdad era él no volvería a dejar pasar la oportunidad. Se aproximó al auto negro, dando un par de toques en los cristales polarizados. El dueño del flamante BMW no tardó en bajar la ventanilla, mostrando su rostro apenado y sonrojado.
—¿Debo asumir que estás esperando por mí? —preguntó con coquetería, pasando una mano por su cabello.
«¡Gracias, Dios! Prometo que ahora sí dejaré de intentar meterme a la deep web y botaré todas las revistas pornográficas que tengo guardadas en el armario».
—Yo... ummh ¿subes? —Jimin aguantó como pudo la risita que le había causado la timidez del pelinegro.
—¿Por qué mejor no bajas tú y hablamos en mi vestidor?
Jungkook sopesó la propuesta por unos segundos, inspirando profundamente antes de asentir y bajarse del auto. Sus manos temblaban debido a los nervios, pues era la primera vez que hacía algo como eso. Si sus padres lo supieran estarían muy decepcionados, pero poco le importaba en ese momento, pues tener a Jimin guiándolo hacia el local agarrando su mano, le desconectaba un par de circuitos en su cabeza.
Una vez dentro el ojigris no esperó ni un segundo para acorralar al contrario contra la pared, dejando sus rostros a una distancia tan ínfima que podían sentir la respiración cálida del otro chocar contra su rostro. Contempló por un momento las facciones tan perfectas del pelinegro, terminando por observar sus labios, rosados y tan apetecibles visualmente, que no dudó más en cerrar la distancia y besarlo.
Jeon abrió los ojos con sorpresa, pero no tardó mucho para corresponder de igual forma, llevando ambas manos al cabello rubio y moviendo sus labios con afán, deleitándose con lo suaves que se sentían al tacto los belfos contrarios. Suspiró sintiendo como las manos de Jimin apretaban su cintura y su lengua rozaba tentadoramente su labio inferior, pidiendo permiso para adentrase en su cavidad bucal.
—Espera un momento, detente. —Colocó sus manos en el pecho del cantante, alejándolo un poco de su propia anatomía. Su respiración estaba agitada y sus labios rojizos y brillantes debido al besuqueo anterior.
—¿Qué sucede? ¿No estabas esperándome para esto? —custionó confundido mirándolo con la cabeza ladeada.
—Sí, pero-
Jimin conforme con su pequeña respuesta tomó sus labios nuevamente, no dispuesto a escuchar ningún pero de parte del chico. Adentró su lengua en la boca del otro, entrelazándola con la contraria en una danza lujuriosa y demandante. Comenzó a desabotonar la camisa oscura que llevaba el pelinegro deseando ese contacto directo de piel con piel, sentir el calor y la suavidad de su impoluta epidermis.
Jungkook no se quedó atrás y deslizó la cremallera de la sudadera del rubio con gran facilidad, embelesándose unos segundos con su abdomen trabajado y blanca piel. Llevó una de sus manos al pecho del otro, pasando sus dedos delicadamente mientras sentía los labios del cantante deslizarse por su cuello con parsimonia, y las manos pequeñas apretar su trasero apegándolo lo más cerca posible a su cuerpo.
—¿Cómo te llamas, bonito? —preguntó con el rostro escondido en su cuello, respirando el aroma de su perfume.
—Mmm J-jungkook, Jeon Jungkook —jadeó sintiendo como Jimin restregaba su miembro semierecto contra el suyo, y una de sus manos se escabullía por la parte trasera de su pantalón.
—¿De los Jeon de Golden's Co.? —cuestionó separándose repentinamente, mirándolo sorprendido.
—Sí ¿por qué? —Enarcó una ceja con el rostro serio.
—Por nada, solo que... no imaginé que alguien como tú hiciera este tipo de cosas.
—¿Qué quieres decir? —pronunció con molestia, poniendo un mayor espacio entre ambos—. ¿Estás insinuando que soy un aburrido?
—Eso lo estás diciendo tú. —Se encogió de hombros, bromeando un poco con el chico.
—Eres un idiota, mejor me marcho.
Cuando hizo el intento por irse el ojigris enseguida lo abrazó por la espalda, dejando un reguero de besos por su nuca y detrás de la oreja, apoyando su miembro duro contra su trasero para que supiera lo caliente que lo tenía.
—Oh no, bebé, debes hacerte cargo de las cosas que provocas —murmuró con voz ronca en su oído y Jungkook no pudo evitar recostar su cabeza en su hombro mientras sentía una de las manos del cantante masajear su miembro por encima de la ropa.
Jimin le hizo dar la vuelta, retirando por completo cualquier pieza de ropa de su cuerpo mientras besaba cada centímetro de piel que tenía enfrente. Lo miró de arriba a abajo cuando lo tuvo completamente desnudo, contemplando su cuerpo bien formado y su delgada cintura, causando un enorme sonrojo en el pelinegro por la mirada tan lasciva que le otorgaba.
Sin querer demorar más, Jimin lo alzó haciendo que enrollara sus piernas en su cintura, y mientras se apoderaba de sus labios nuevamente lo llevó hasta su tocador dejándolo sentado allí. Puso tres dedos frente a su rostro, y Jungkook sabiendo lo que quería los llevó a su boca ensalivándolos por un momento, para luego ver como el ojigris los llevaba entre sus glúteos, bordeando su entrada con uno de ellos. Expectante a lo que sucedería en unos momentos, no demoró demasiado en desabrochar los jeans de Jimin y bajar su ropa interior.
—¡Mmgh! —se quejó un poco cuando uno de los dedos entró de golpe, echando su cabeza hacia atrás para que Jimin pudiera besar y marcar a gusto su cuello.
Un segundo dedo fue añadido poco después, y se vio mordiendo su labio para evitar gemir ante la intrusión. Jimin tenía experiencia en lo que hacía y el creía que su cuerpo se iba a derretir de tan caliente que se encontraba.
Jimin había resultado ser una gran llama ardiente, una que había acabado con todo su autocontrol y derretido todos sus sistemas. Movió sus caderas en compás con los dedos del ojigris, sintiendo su piel cosquillear por cualquier parte que el cantante rozara.
Soltó un quejido molesto cuando sintió su interior vacío, no durando mucho su enojo cuando el pene de Jimin comenzó a expandir sus paredes.
—¡Oh por Dios! —gimió cuando todo el miembro del rubio estuvo en su interior.
—Dios no, bonito, mi nombre es Jimin —soltó socarrón, iniciando un leve vaivén que hizo a Jungkook apretar el agarre en su hombro.
Jungkook sentía que todo su cuerpo ardía en fiebre cuando las embestidas por parte del cantante se hicieron llegar, en un ritmo rápido y fuerte, acabando por completo con su conciencia, dedicándose a gemir en voz alta mientras escuchaba el obseno sonido de sus pieles chocar una contra otra con cada arremetida.
—No tienes idea de lo mucho que me encanta esto —jadeó con voz grave observando el rostro sonrojado del pelinegro, con el cabello pegado a su frente debido al sudor y sus ojos grandes y brillantes llenos de lujuria—. Voy a hacer que nunca olvides este encuentro.
[...]
Despertó sintiendo los rayos de sol sobre su rostro, llevando una mano a sus ojos mientras soltaba un quejido molesto. Con su otra mano palpó el colchón a su lado, sentándose de repente al sentirlo vacío.
Luego de haberse corrido y mientras el buscaba su propia liberación, Jungkook entre gemidos y lloriqueos extasiados le había rogado pasar la noche juntos en un hotel, cosa a la cual jamás se hubiera podido negar.
La noche anterior había sido toda una maravilla, al menos para él, pues no podía dejar de sentirse decepcionado al ver como el otro se había marchado sin siquiera despedirse. Se puso de pie, viendo una pequeña nota escrita por Jungkook encima de una mesita, que decía que tuvo que marcharse porque tenía una importante reunión temprano en la mañana. Eso de todas formas no lo hizo sentir mejor.
Se dio una ducha y volvió a su casa, pero en todo el transcurso del día no pudo dejar de pensar en el chico y todo lo que hicieron esa fantástica noche. La tarde llegó y como era usual, comenzó a prepararse para ir a su trabajo en el restaurante. Ese día debía cantar tres canciones, por lo que tuvo que preparar tres outfits distintos para cada acto.
Al llegar al vestuario los recuerdos le inundaron al ver su tocador, e intentó disimular la repentina vergüenza que lo embargó mostrándose a forma de un gran sonrojo. Se alistó y cuando llegó su hora salió al pequeño escenario dispuesto a darlo todo y brindar una buena actuación a su público.
Sin embargo, no contó con una cosa.
Su respiración se agitó cuando vio a Jungkook cruzar la puerta de entrada, esta vez sin compañía y con un traje gris que se amoldaba perfectamente a su figura. Se sentó tranquilamente en la misma mesa que la noche anterior, y enseguida un mesero fue a tomar su orden. Segundos después regresó con una botella de vino y una copa en sus manos.
En ningún momento el pelinegro había reparado en su presencia, lo que hacía que su orgullo y ego se vieran lastimados. ¿Cómo podía comportarse así después de la noche tan estupenda que pasaron el día anterior? No encontraba respuesta para ello.
Una vez estuvo solo nuevamente, Jungkook finalmente se dignó a mirarlo, estirando sus comisuras en una sonrisa torcida cuando lo descubrió observándolo fijamente. Levantó su copa en su dirección sin despegar sus ojos de su persona, tomando todo el contenido de un trago. Luego de eso puso un algo encima de la mesa y se marchó como mismo había entrado.
Su voz tembló por un segundo ante tal acto, pero se obligó a sí mismo a recomponerse. No podía dar un mal espectáculo o su jefa lo regañaría de nuevo, además tampoco iba a arriesgarse a perder el trabajo por un chiquillo rico y creído que solo quería una noche de sexo.
Cuando su actuación terminó caminó hacia el vestidor quitándose las prendas con molestia, murmurando maldiciones mientras los bailarines lo veían divertidos por el repentino berrinche.
Se cambió a su ropa normal y acomodó todo en su bolso de manera desordenada, queriendo marcharse a casa lo más rápido posible.
No obstante, sus planes se vieron frustrados cuando uno de los meseros se acercó a él mostrándole un pequeño papel.
"Te espero en el hotel, la misma habitación, no tardes, por favor".
Escondió el papel en el bolsillo y tomó su bolso mientras una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. Se retiró del lugar entre saltos emocionados, llamando a un taxi para que lo llevara al hotel donde el bonito pelinegro lo esperaba para saciar de nuevo las ganas.
Fin
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