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11-Pérdidas

Bueno, os voy a dejar este. Pero si quereis que mañana os suba otro, o 2 maás, quien sabe, y que además actualice "un amor de otro planeta", teneis que llegar mínimo a 20 votos y 30 comentarios. ¿Creeis que podréis, aceptáis el reto?

Vosotras pedía más 'rapido de lo que yo escribo, jajjaja. me estoy quedando sin capítulos de esta para subir, así que con calma, jajaja. Hasta que no haya escrito al menos 3 o 4 más, después de los que suba mañana, no actualizaré más. o sólo uno al día, jajaj.


Y aviso, vienen capítulos duros.

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KARA

Pasó poco más de una semana desde la exposición. Aún no podía creer que se hubiesen vendido todas las fotografías. Incluso había más de una persona interesada en la misma, así que tendría que hacer copias. Tendría que pedirle a Alex que me dejase utilizar mi equipo en su casa un par de días.

Durante una semana no vi a Lena. Había tenido que viajar por unos asuntos de negocios relacionados con los laboratorios. Echaba terriblemente de menos su compañía y nuestras charlas. Durante esa semana, Nia también se había llevado sus cosas a su nueva casa, así que yo aproveché a ir pintando la habitación que sería de mi bebé. Aún no sabía lo que era, así que la pinté de un color amarillo muy suave. Hice algunos dibujos de ositos, unicornios y cosas así. Esos días me dolía bastante la espalda, así que tenía que parar a menudo. Además, tenía calambres por las noches que apenas me dejaban dormir.

Alex estuvo ayudando a mi madre a llevar algunas cosas de Midvale a su nuevo apartamento en National City. A mí no me dejaron ni acercarme por allí.

El viernes, estaba terminando de anotar un par de citas en la agenda de Lena cuando la vi entrar.

-Kara: ¡Lena! Has vuelto, por fin... - dije abrazándola.

-Lena: Hola, Kara... ¿cómo estás? – respondió, abrazándome con tanta fuerza que casi me ahoga.

-Kara: Bueno, con algunas molestias, pero bien. ¿Y tú?

-Lena: Bien. Conseguí cerrar tres de los cuatro negocios que teníamos entre manos, así que no me quejo.

-Kara: Me alegro... ¿Quieres que te traiga algo?

-Lena: No. Sólo he venido a revisar unos papeles. Por cierto, el domingo es mi cumpleaños. Mis padres van a organizar una fiesta en su casa, como siempre. ¿Te gustaría venir?

-Kara: ¿Tu cumpleaños? ¡Claro! Pero tengo que buscarte algún regalo. Y sólo tengo esta tarde y mañana, ¡Lena, va a ser imposible, debiste avisarme con más tiempo!

-Lena: Quise decírtelo el día de la exposición, pero estabas muy ocupada. Luego surgió este viaje y lo olvidé. Pero no tienes que comprar nada, Kara, de verdad. Con que tú estés allí, será un regalo más que suficiente para mí.

-Kara: No. Voy a buscar algo para ti.

-Lena: Puedes invitar a Alex y a tu madre si quieres.

-Kara: Claro, se lo diré.

-Lena: Bien, vete a casa ya si quieres, no voy a necesitarte hoy. – dijo, mirándome - ¿Te duele la espalda?

-Kara: Sí, un poco...

-Lena: Entonces decidido, te vas. Ahora mismo. Nos vemos el domingo.

-Kara: Claro. Pero... ¿Puedes darme la dirección?

-Lena: Claro, qué estúpida, lo siento... - dijo apuntándola en un papel – A las dos. Será una comida. Y puede que se alargue hasta la cena. Lleva algo cómodo.

-Kara: Perfecto... - dije mirando cómo entraba en su consulta. Recogí mis cosas y llamé a Alex y a mi madre para decirles lo del cumpleaños de Lena. Alex aceptó enseguida. Mi madre se disculpó, diciendo que tenía algunas cosas que hacer en Midvale ese fin de semana y que no podría ir.

Pasé cerca de dos horas pensando qué podría regalarle a Lena hasta que se me ocurrió una idea genial. Pero tuve que pasar por casa de Alex primero a recoger un par de cosas.

Y el domingo, seis de Octubre, llegó. Me dirigí con Alex a casa de los padres de Lena y al llegar, Alex cogió el regalo del taxi. Yo no tenía ganas de conducir y Alex prefirió no coger el coche por si bebía demasiado.

-Alex: ¿No tenías nada más grande para regalarle?

-Kara: No... ¿Crees que le gustará?

-Alex: Estoy segura de que cualquier cosa que tú le regales a Lena le gustará. Incluso aunque le regalases una simple cuchara de café.

-Kara: Sí, claro, seguro... - dije llamando.

-Lillian: ¡Kara! – dijo cuando abrió la puerta – Hola, pasa...

-Kara: Lillian, ella es mi hermana, Alex. Alex, ella es Lillian, la madre de Lena.

-Alex: Encantada.... ¿Dónde puedo dejar esto?

-Lillian: Igualmente Alex, por aquí.

Seguimos a Lillian hasta una habitación llena de regalos. Alex dejó el mío y luego sacó el suyo, dejándolo encima de una mesa. Pusimos nuestros nombres, ya que Lillian dijo que era una tradición que la persona que cumplía años, eligiera el orden en el que quería abrirlos, y así sería más fácil identificarlos. Aunque el mío no tenía pérdida posible.

-Kara: ¿Qué le has comprado? Es muy pequeño.

-Alex: No, no es pequeño, Es de tamaño normal. No como el tuyo que es tamaño extra gigante.

De nuevo seguimos a Lillian. Primero, a dejar los abrigos en un enorme ropero y después hasta el salón. Allí vi a Lena.

-Lena: ¡Kara! – dijo acercándose, como si acabásemos de salvarle la vida – Me alegro de verte. Alex... Gracias por venir. ¿Y Eliza?

-Kara: Tenía algo que hacer en Midvale. Me ha dicho que la perdones, pero que te felicite de su parte.

-Lena: No pasa nada... Pasad.

-Alex: Cuánta gente...

-Kara: Mucha...

Tras saludar a Lionel y a Lex, Lena nos llevó a dar una vuelta por el lugar. Una enorme mansión con un precioso jardín, con una fuente en medio. Me pareció entender que era uno de los sitios favoritos de Lena.

La comida fue servida a las tres en punto. Lena nos pidió a Alex y a mí que nos sentásemos cada una a un lado suyo.

Tras la comida, se sirvió una enorme tarta de chocolate. Yo repetí dos veces. Estaba realmente buena. Y teniendo en cuenta que estos últimos meses cuidaba mucho lo que comía, me permití un pequeño capricho por un día.

Alrededor de las seis de la tarde, Lena empezó a abrir sus regalos. Alguien se había ocupado de dejarlos todos en el enorme salón, bien ordenados. Lena los miró todos detenidamente, pasando por delante de ellos, acariciando los envoltorios con suavidad. Cogía uno, leía el nombre y lo volvía a soltar.

-Lena: Qué grande... - dijo, parándose frente al mío – De Kara... Creo que lo dejaré para el final. Las cosas buenas siempre se hacen esperar, ¿verdad? – me miró, sonriendo.

Vi que Alex se reía con el comentario, pero no entendí que le vio de gracioso.

Lena fue abriendo todos los regalos uno a uno. Por lo que pude ver, le regalaron bastantes joyas, aunque nunca había visto que Lena usara demasiadas, salvo en contadas ocasiones.

Cuando llegó al regalo de Alex, me quise morir.

-Lena: Desde luego, es muy útil. Gracias Alex.

-Kara: ¿En serio...? – susurré - ¿Le has regalado una pluma?

-Alex: Me ha costado una pasta. Y lleva su nombre grabado, así que cállate.

Lena siguió abriendo regalos hasta que ya sólo quedaba el mío.

-Lena: Bien, veamos lo que hay aquí debajo.... – dijo, rasgando el papel. De pronto su rostro cambió. Pasó de una sonrisa, a una cara de... ¿asombro, sorpresa, disgusto...? No lo tenía claro. – Kara, esto es....

Horrible. Pensé.

-Lena: Es precioso... ¿Lo has hecho tú?

-Kara: Sí, bueno.... – dije sonrojándome.

-Lionel: Lena, hija, enséñalo....

Lena terminó de quitar el papel y le dio la vuelta al cuadro. Sí, le había regalado un cuadro. Un retrato de ella, dibujado por mí.

Me inspiré en una foto que le saqué a Lena sin que se diese cuenta, la noche de mi cumpleaños. Lo cierto es que saqué varias, pero esa foto en especial me gustó.

-Lena: Kara es una maravilla.... – dijo abrazándome de nuevo – Te juro que le buscaré el mejor lugar de la casa. En serio. Es increíble.

-Kara: Me alegro de que te guste.

-Alex: Yo por lo menos le he regalado algo que puede usar – susurró, cuando Lena se alejó, riéndose – No como tú, que le has regalado un dibujo.

-Kara: Un retrato... Además, cállate, que tú sigues dibujando a la gente con palitos.

LENA

Pasó algo más de una semana desde la exposición de Kara. Cuando llegué a casa esa noche, recibí una llamada diciendo que tenía que viajar al día siguiente para cerrar algunos negocios que tenía en varias parte del mundo. Eso me llevaría, como mínimo una semana. Tuve que Llamar a Kara para que anulase todas mis citas y se las pasara a otros médicos de la clínica.

Al final, conseguí cerrar tres de los cuatro tratos. No estaba nada mal. El viernes, en cuanto regresé, fui directa a la clínica. Y allí estaba ella, sonriendo, con un lápiz en la boca mientras tecleaba en el ordenador. Tan bella como siempre. O incluso más. La vi alzar la vista, mirándome, y me acerqué a ella.

-Kara: ¡Lena! Has vuelto, por fin... - dijo abrazándome.

-Lena: Hola, Kara... ¿cómo estás? – dije, abrazándola como si llevase siglos sin verla. Necesitaba sentirla en ese momento. Como si ella fuese el aire que necesitaba para respirar y yo hubiese estado aguantando la respiración durante todos esos días.

-Kara: Bueno, con algunas molestias, pero bien. ¿Y tú?

-Lena: Bien. Conseguí cerrar tres de los cuatro negocios que teníamos entre manos, así que no me quejo.

-Kara: Me alegro... ¿Quieres que te traiga algo?

-Lena: No. Sólo he venido a revisar unos papeles. Por cierto, el domingo es mi cumpleaños. Mis padres van a organizar una fiesta en su casa, como siempre. ¿Te gustaría venir?

-Kara: ¿Tu cumpleaños? ¡Claro! Pero tengo que buscarte algún regalo. Y sólo tengo esta tarde y mañana, ¡Lena, va a ser imposible, debiste avisarme con más tiempo!

Tras hablar con ella unos minutos más y mandarla a casa tras notar que tenía molestias en la espalda, entré en mi consulta y revisé algunos papeles que tenía pendientes.

Después, pasé todo el sábado organizando la fiesta en casa de mis padres. Había pedido ese fin de semana libre en el hospital.

-Lex: ¿Has invitado a tu chica, Len?

-Lena: No es mi chica, Lex... ¿Y tú, has traído a la tuya?

-Lex: Por supuesto, pero no podrá venir hasta la hora de cenar. Tenía unos asuntos importantes que atender.

-Lena: Está bien...

El domingo, por fin, llegó el gran día. Los invitados empezaron a llegar antes de tiempo, algo habitual entre los conocidos de mis padres. Estaba hablando con un amigo de mi padre cuando escuché de nuevo el timbre. Me pareció escuchar las voces de Kara y Alex. Y así era, un par de minutos después, las vi entrar y corrí a saludarlas, casi agradeciéndoles con la mirada que me salvaran de ese pesado.

Después de que mi padre y mi hermano se acercasen a saludarlas, fui a enseñarles la mansión de mis padres, incluido el jardín, uno de mis sitios favoritos. Después fuimos a comer. El postre fue una enorme tarta de chocolate que Kara miraba con asombro, como si fuese una niña. Le gustó tanto que repitió dos veces. Bueno, podía permitírselo. Estaba teniendo la suerte de no engordar demasiado con el embarazo, ya que cuidaba mucho lo que comía, así que Alex y yo decidimos consentirle el capricho ese día.

A las seis, llegó el momento de abrir los regalos. El de Kara me llamó la atención desde el principio. Como para no hacerlo, era enorme. Pero decidí remolonear un rato y hacer como que no lo había visto hasta un minuto después.

-Lena: Qué grande... - dije, deteniéndome justo delante – De Kara... Creo que lo dejaré para el final. Las cosas buenas siempre se hacen esperar, ¿verdad? – la miré, sonriéndola.

Noté que Alex se reía. Chica lista, había entendido el doble sentido de mis palabras. Aunque pude ver que mi hermano también.

Cuando abrí el regalo me quedé sin palabras y tuve que contenerme mucho para no echarme a llorar. Era el mejor regalo que me habían hecho nunca. Kara no se había gastado un dineral en ello, y además, se veía que estaba hecho con cariño. Un retrato, mío, pintado por Kara. Poco me importaba la enorme colección de joyas que me habían regalado ese día, entre otras cosas. Desde ese momento, ese era el objeto más valioso que tendría en mi vida. Uno de valor incalculable.

Mi padre me pidió que lo enseñara y así lo hice.

Fui a darle las gracias a Kara. De nuevo, tuve que contenerme muchísimo. Pero esta vez no era para no llorar. Esta vez, fue para no besarla allí mismo delante de todo el mundo.

Después me alejé para despedir a algunos invitados que ya se marchaban.

Entonces escuché el timbre y vi que Lex fue a abrir. En la puerta había una chica joven, ala que mi hermano abrazó y besó. Así que esa era su novia.... Se acercaron a mí.

-Lex: Lena, esta es Lana, mi novia...

-Lena: Encantada... ¿Lana? – pregunté, mirando a mi hermano. ¿En serio, no había otro nombre? Esta familia y su manía con las Eles.

-Lana: Es un placer. Lex me ha hablado mucho de ti.

-Lena: Espero que bien. – Debía reconocerlo, Lex tenía buen gusto.

-Lana: Por supuesto....

-Lena: Me alegro de conocerte, Lana.

-Lex: Bueno, voy a presentarte a mis padres... - dijo, cogiendo a Lana y alejándose con ella.

Busqué a Kara con la mirada y la vi con Alex, sentada algo apartada del resto. Me acerqué.

-Lena: ¿Vais a quedaros a cenar?

-Alex: No lo sé. Kara está algo cansada.

-Kara: Estoy bien, Alex. Claro que nos quedamos...

-Lena: Perfecto...

En ese momento, los invitados que se habían ido eran más de la mitad, por lo que sólo quedaban unas veinte personas en la casa, contándonos a mis padres, Lex, Lana, Kara, Alex y yo.

Nos dirigimos todos al salón y le pedí a Kara que se sentase en el sofá Alex se sentó a su izquierda y yo, a su derecha.

Mis padres seguramente iban a empezar con su discurso de todos los años, diciendo lo orgullosos que estaban de mí, de mis logros, etcétera. Y así fue. Pero este año hicieron algo inesperado. Empezaron a contar cosas de mi infancia.

-Lionel: ... ¿y te acuerdas de la primera borrachera de Lena? – preguntó, mirando a Lillian – Habíamos tenido una comida con varios amigos. Habíamos tomado unas copas... Lo normal. Cuando fuimos a despedirlos, dejamos a Lena sola en el salón. Al volver, vimos todas las copas vacías, y a Lena completamente roja en una esquina, de pie, intentando mantenerse lo más tiesa posible. Tenía... ¿cuánto, siete años?

-Lillian: Sí, siete....

Miré a Kara que se reía con ganas. Dios, cómo me gustaba verla así.

-Alex: No te rías tanto, que tú también tenías lo tuyo...

-Kara: Ni se te ocurra, Alex.

-Lex: ¿En serio...? ¿Kara tiene historias vergonzosas de cuando era niña? Cuéntanos alguna, Alex...

-Kara: No... Alex, no...

-Alex: Bueno, recuerdo una, cuando Kara tenía trece años... Vivíamos en Midvale y teníamos gallinas, cerdos...

-Kara: Oh, Dios... - dijo, sonrojándose y escondiendo la cara entre sus manos.

-Alex: Mi padre la mandó a dar de comer al as gallinas. Algo que debería haberle llevado no más de diez minutos. A día de hoy, seguimos sin saber qué pasó, Kara se niega a contarlo, pero veinticinco minutos después, la vimos entrar en casa, con los zapatos en la mano, intentando no hacer ruido, de puntillas...

-Kara: No sigas...

-Alex: Era una mancha de barro andante. Sólo se le veían los ojos y porque los llevaba abiertos. Pero no sólo era barro. También estaba cubierta de plumas. Cientos de plumas.

-Lena: ¿En serio...? ¿Qué pasó?

-Kara: Nada...

-Alex: Ese es el gran misterio. Sólo lo saben Kara, las gallinas y los cerdos. Y la única superviviente que queda de eso es Kara y se niega a hablar...

Volví a mirarla. Era tan adorable cuando se sonrojaba....

Tras varias anécdotas vergonzosas más, tanto mías como de Kara, llegó la hora de la cena. Así que nos dirigimos de nuevo al salón para comer.

-Alex: Ya sabes más cosas de Kara... - me susurró.

-Lena: Sabes que querrá matarte por esto cuando estéis a solas, ¿verdad?

-Alex: Es información valiosa, Luthor. Aprovéchala...

Tras la cena, que duró bastante menos que la comida, noté a Kara bastante cansada. Aunque quisiera disimularlo, no podía evitar cabecear de sueño de vez en cuando.

-Lena: ¿Habéis traído coche?

-Alex: No. Hemos venido en taxi.

-Lena: Entonces os acerco a casa...

-Lionel: Esperamos veros más a menudo por aquí. – dijo, dirigiéndose sobre todo a Kara.

-Kara: Por supuesto señor Luthor, gracias. Ha sido una fiesta muy divertida.

-Lillian: Cuídate Kara...

-Kara: Lo haré.

-Lex: Tu hermana y tú siempre seréis bienvenidas en esta casa.

-Kara: Gracias...

Después de las despedidas, cogimos los abrigos y subimos al coche.

KARA

Por fin volvíamos a casa. No era que me lo hubiese pasado mal con Lena y su familia. Más bien, todo lo contrario. Pero estaba agotada. Pintar ese cuadro para su regalo me había llevado todo el día y buena parte de la noche del sábado. Subí en la parte de atrás, dejando que Alex me abrazase y acurrucándome, cerrando los ojos. Aunque antes vi que Lena nos miraba por el espejo retrovisor.

-Lena: ¿Queréis quedaros aquí? Hay habitaciones de sobra...

-Kara: No... Sólo quiero llegar a casa, darme una ducha y meterme en mi cama...

-Alex: Le cuesta dormir en una cama que no sea la suya... - oí que decía antes de quedarme dormida.

Noté que Alex me sacudía con cuidado poco después.

-Alex: Ya estamos llegando, Kara...

Abrí los ojos y me senté, mirando por la ventanilla. La calle estaba cortada por la policía, así que Lena tuvo que aparcar donde pudo y desde ahí fuimos caminando hasta mi casa. Al llegar a la calle de mi edificio, palidecí.

-Kara: Alex... ¿Ese es mi...?

-Alex: Tu apartamento... - dijo abrazándome.

-Kara: ¡Está ardiendo! – grité, queriendo acercarme. Pero Alex me detuvo.

-Alex: No, Kara, quieta.... Quieta...

Los bomberos ya estaban allí, intentando apagar el fuego, pero parecía que no iba a resultarles fácil.

-Alex: Lena, quédate con ella... - dijo, mientras Lena ocupaba el lugar de Alex, abrazándome. Vi a mi hermana acercarse al jefe de bomberos y enseñarle su placa. Les vi hablar durante algunos minutos. Parecía que Alex le conocía. Aunque eso era lo que menos me importaba en ese momento. La vi acercarse a nosotras de nuevo – Les han avisado hace media hora. Parece que van a tardar un buen rato en apagarlo. ¿Quieres venirte a casa?

-Kara: No... Quiero quedarme.

-Lena: Kara, hace frío....

-Kara: No voy a irme...

Vi que Alex se acercaba a una ambulancia que había cerca y hablaba con uno de los enfermeros. Cogió una manta que le tendieron y se acercó de nuevo, tapándome con ella mientras me abrazaba, igual que Lena.

No sé el tiempo que pasó, pero fueron horas, eso seguro. Estaba sentada en la acera enfrente de mi edificio, con Alex y Lena a mi lado, mirando lo que quedaba de mi apartamento.

Alex volvió a acercarse a hablar con el jefe de bomberos en un par de ocasiones. En ese momento le vi salir del edificio y acercarse a nosotras.

-Alex: Tommy...

-Tommy: Bueno, lo siento. Está todo destrozado, no creo que quede nada que pueda salvarse. Voy a dejaros pasar sólo porque eres tú, Alex. Os acompañarán dos de mis hombres, pero si os dicen que salgáis, salid de ahí pitando, ¿entendido?

-Alex: Sí... ¿Sabéis cómo empezó?

-Tommy: Parece que fue provocado... Olía mucho a gasolina, y la cerradura ha sido forzada.

-Alex: Gracias... Avisaré a un equipo para que venga a analizarlo todo. Kara...

No podía dejar de llorar, con la cabeza entre mis piernas. Todo destrozado... Fue lo único que escuché. TODO.

-Alex: Kara, ¿quieres ver si hay algo que se pueda salvar?

-Kara: ¿Podemos entrar?

-Alex: Sólo si crees que puedes hacerlo.

-Kara: Sí...

-Alex: Bien, vamos... - dijo ayudándome a levantar. Noté que Lena me sujetaba y fuimos subiendo por las escaleras. Estaba todo negro por el humo. Al llegar a mi apartamento, estuve a punto de caerme al suelo.

-Lena: Kara... Será mejor que nos vayamos, venga.

-Kara: No... Quiero verlo, Lena...

-Lena: De acuerdo... - dijo mientras entrábamos -Dios mío....

Miré alrededor. Me aparté de Lena, caminando hacia lo que quedaba del sofá. Miré los restos del televisor, y de las pocas cosas que tenía. Me acerqué a la estantería que tenía al fondo y casi caí de rodillas. Todos los libros de fotografía que tanto me había costado reunir... perdidos.

-Alex: Kara... Te vas a manchar, levántate, vamos...

Obedecí, como un robot, y me dirigí a mi cuarto. O a lo que quedaba de él. Al igual que el resto de la casa, estaba todo negro, de la cama sólo quedaba un amasijo de hierros de lo que habían sido las patas. Notaba que Alex y Lena me seguían, pegadas a mí.

Volví a moverme y fui hacia el cuarto que estaba preparando para el bebé. Entonces no pude más. Me apoyé en la pared, empezando a llorar. Todo el esfuerzo de la última semana, las cosas que Alex y mi madre me habían regalado: la cuna, el carrito, la ropa... todo perdido.

-Alex: Kara.... – dijo abrazándome.

-Kara: No queda nada, Alex...

-Alex: Vamos a averiguar quién ha hecho esto, ¿vale?

-Kara: ¿Y ahora qué hago...?

-Alex: Ahora te vienes a casa conmigo y descansas. Esto no es bueno para ti, Kara...

-Kara: Tienes que irte a trabajar, Alex...

-Lena: Entonces te quedarás conmigo, en mi casa. No vas a quedarte sola....

-Alex: ¿Estás segura?

-Lena: La clínica puede funcionar un día sin mí.

Me despedí de Alex y fui con Lena al coche. Me senté delante, con ella, aunque estaba totalmente ida. Escuché que me habló un par de veces por el camino, pero no la miré. Sólo podía pensar en que había perdido todo.

No sé el tiempo que pasamos en el coche. Sólo recuerdo a Lena abriendo la puerta y ayudándome a salir. Sé que caminamos unos segundos, sin que Lena dejase de abrazarme. Subimos en un ascensor y entramos a un enorme ático.

-Lena: Vamos, tienes que darte una ducha, estás llena de... - dijo callándose - ¿Quieres que te ayude? - Asentí y entramos en el baño. Aún tenía la manta que Alex había pedido a los de la ambulancia. – Enseguida vuelvo... - dijo saliendo y volviendo poco después, con un pijama, seguramente para mí.

Noté cómo Lena me quitaba la manta y la tiraba a un lado. Luego empezó a quitarme la ropa, mirándome de vez en cuando, preocupada. Intenté taparme cuando noté que estaba completamente desnuda.

-Lena: Tranquila... - dijo quitándose también la ropa y entrando conmigo en la ducha. Noté cómo me enjabonaba y me limpiaba con cuidado con una esponja. Tenía toda la cara negra después de haber tocado varias cosas para ver si eran recuperables y tocarme la cara después.

Después lavó mi pelo con mucho cuidado. Cuando terminó, me envolvió en una toalla y salimos. Me fue secando lentamente, pidiendo permiso cuando llegó a la zona de mis pechos. Sólo cuando asentí, continuó secándome. Siempre con mucho cuidado, como si pensara que iba a romperme.

Luego me ayudó a ponerme el pijama, ella se puso el suyo, y me llevó hasta su cama. Me tumbé, en silencio y Lena se sentó a mi lado.

-Lena: Kara... Lo importante es que tú y tu bebé estáis bien... - dijo, metiendo la mano bajo la camiseta del pijama y acariciando mi vientre. – Puedes quedarte el tiempo que necesites... ¿De acuerdo? Ahora intenta dormir... - Me besó en la frente y se levantó. Entonces agarré su mano con la poca fuerza que me quedaba.

-Kara: Quédate conmigo, por favor.... No te vayas.

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