Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

Julieta.

Odio que me miren así; ojos llenos de compasión, pena. Pensando en el duelo que arrastro desde hace cuatro meses.

Odio los cuchicheos constantes en los pasillos, como si fuésemos niños de primaria.

Odio lo sola que me siento desde aquella maldita noche de principios de agosto.

El recuerdo acude a mi mente rápido; atroz, haciendo que el estómago se me revuelva y tenga que tomar una bocanada larga de aire para intentar controlar las náuseas.

Irene y yo habíamos salido por el centro de Madrid, era el último día que teníamos juntas antes de que ella tuviese que marcharse a la casa de veraneo de su padres en Valencia para pasar el resto del verano con ellos. Habíamos decidido que ninguna volvería a casa hasta que el sol no hubiese salido por completo y nos hubiésemos comido unos buenos churros con chocolate en San Ginés.

Todo parecía marchar bien; la música de los garitos a los que íbamos era buena, la gente que conocíamos agradable... Pero habíamos bebido demasiado, realmente no recuerdo en qué momento se nos fue tanto de las manos y desde cierto punto de la noche todos los recuerdos se vuelven difusos en mi mente. Aunque si hay un momento que está claro por más que haya intentado borrarlo de ella.

Irene se iba riendo, seguramente de alguna de las muchas anécdotas que siempre me contaba. Se adelantó un poco, quedando en medio del paso de peatones mientras gesticulaba exageradamente. Tenía una sonrisa inmensa en los labios y apenas se le entendía nada de lo que decía por culpa de las carcajadas que escapaban de ella. Estaba preciosa, con su corta melena rubia despeinada por las horas de fiesta y el rimen corrido, nunca estaba fea, siempre la envidié por eso.

Recuerdo las luces que salieron de la nada, el chirrido de los neumáticos intentando frenar a tiempo. Y el silencio que llegó a continuación. Un silencio atroz que me persigue por las noches. Su voz silenciada para siempre.

Después de aquello los recuerdos están borrosos.

Aparto todos esos pensamientos de mi mente cuando me introduzco en clase de historia del arte. Algunos compañeros se callan para observarme y decido ignorarlos a todos mientras me dirijo al asiento más alejado de ellos.

Los primeros días del curso fueron horribles. Todos me dieron el pésame, todos querían saber cómo me encontraba y yo solo tenía ganas de gritarles que me dejaran tranquila. ¿Cómo iba a estar? Irene había sido mi mejor amiga desde que las dos pisamos prescolar. Inseparables. Todos los profesores decían que éramos siamesas porque donde estaba la una, la otra la seguía tan solo un paso por detrás. Y de pronto, había desaparecido, dejándome completamente sola. No estaba bien, no lo estoy. Y no tenía ganas de hablar con ninguno de ellos de cómo me sentía, del constante dolor del pecho, de la falta de aire cuando algo me recordaba a ella.

Así que los aparté. Todos aquellos amigos que había tenido durante los primeros años de la universidad pasaron a ser simples compañeros de clase.

Saco mi archivador de la mochila junto al estuche y espero a que el señor Gonzales llegue a clase, es raro, nunca se retrasa ni un minuto y hoy ya llega unos cuantos más tarde.

Paseo la mirada entre mis compañeros y observo como ríen entre ellos, como hablan con entusiasmo de algo que han hecho durante el fin de semana. Al instante la nostalgia se apodera de mí.

Irene y yo podríamos ser uno de ellos.

Pero ya no.

Ya nunca más.

Lanzo el dolor a lo más hondo de mi ser y con un lapicero empiezo a dibujar remolinos en una de las hojas del archivador mientras espero a que el profesor llegue.

Tan solo han pasado unos pocos minutos cuando la puerta se abre y el silencio reina en la clase mientras todos observamos al chico que acaba de entrar. Debe de ser nuevo o he pasado los últimos tres meses tan absorta en mí misma que no me había fijado en él.

Es alto, mucho más que la media de mis compañeros. Parte del pelo rubio oscuro lo lleva recogido en un moño y el resto le cae suelto hasta la altura de los hombros y tiene la barba bien perfilada, un poco más oscura que su cabello, al igual que las cejas. Pero lo que más me llama la atención de él son sus ojos; un azul profundo que hace que la mirada se te vaya sola hasta ellos y sea imposible de apartarla.

Si Irene no hubiese muerto, ya nos habríamos fijado ambas en él y habríamos hecho esa estúpida competición de quien se lo podría ligar primero. Pero ya no me interesa pasar tiempo con nadie.

Debe de ser nuevo, el resto de la clase sigue en silencio, observándolo y analizándolo.

Pero el chico no camina hacia alguno de los sitios libres, sino que se dirige hacia la mesa del profesor, dejando sobre ella un maletín negro.

Parpadeo, aturdida y recuerdo de pronto la charla que nos dio el señor Gonzales hace un par de semanas: se iba a jubilar y pronto llegaría su sustituto.

Al parecer, ya ha llegado.

Y es mucho más joven que cualquier otro profesor de esta universidad. ¿Qué edad tendrá? Rondará los treinta, podría pasar perfectamente por un alumno más.

—Buenos días —dice el nuevo profesor, girándose para quedar frente a nosotros. En su voz puedo apreciar un fuerte acento de lo que creo que es italiano—. Soy Dante De Angello, vuestro nuevo profesor de historia del arte. Podéis llamarme Dante.

Se escuchan murmullos, seguro que todos piensan lo mismo que yo: es demasiado joven para ser profesor.

Irene se estaría abanicando de forma exagerada si estuviese aquí.

Bajo la mirada a la hoja y continuo con mis remolinos mientras el nuevo profesor explica que el señor Gonzales y él mantuvieron una charla para que pudiese saber por que parte del temario vamos.

Dejo de prestar atención, últimamente las clases ya no me llenan como antes lo hacían y mi amor por el arte parece apagado. No he vuelto a ser capaz de dibujar nada desde este verano, lo máximo que mis dedos son capaces de crear son los estúpidos remolinos que adornan la mayoría de las hojas de mi archivador. Si sigo así, voy a suspender todas las materias, lo sé. Pero ya nada me importa.

***

Dante.

Estoy mucho más nervioso de lo que imaginé al entrar en clase.

Soy consciente de las miradas de sorpresa de los jóvenes al comprender que no soy un alumno más. Por lo normal, cuando piensas en el profesor de historia del arte, te viene a la cabeza la imagen de un hombre ya entrado en años y no de uno de treinta y dos.

Fue todo un asombro para mí cuando mi padre me llamó para informarme de que me había conseguido trabajo en una universidad de España y que ya podía ir dejando el trabajo como camarero que tenía en el centro de Roma. Nunca le gustó que quisiese ser profesor y no abogado como el resto de mi familia, pero aún le gustaba menos que tuviese que trabajar de camarero mientras encontraba trabajo de lo mío después de que se me terminase el contrato como suplente en un instituto. Por eso hizo un par de llamadas a unos viejos amigos y me consiguió este puesto.

Agradezco la obsesión de mi madre por España y habernos obligado a mis hermanos y a mí a estudiar este idioma durante tantos años, si no, ahora no podría encontrarme aquí.

Controlo los nervios lo mejor que puedo mientras doy el monologo que llevo ensañando todo el fin de semana para que salga perfecto.

Me siento satisfecho al ver que todos los alumnos me prestan atención mientras doy la clase, puede que solo lo hagan porque sienten curiosidad por su nuevo docente, pero aun así, me escuchan todos menos... La chica del fondo.

Se encuentra sentada en el sitio más apartado de todos, con la mirada fija en la hoja en la que está garabateando. El cabello largo y negro le cae en la cara por lo que se me hace imposible poder verla la cara.

—La señorita del fondo de la clase, ¿puedes responder a mi pregunta? —inquiero. No he hecho ninguna pregunta, pero estoy seguro de que ella no lo sabe. Solo pretendo llamar su atención para que esté atenta.

La chica alza al instante el rostro y clava sus ojos verdes en mí. No parece nerviosa ni avergonzada por no prestar atención, tan solo me mantiene la mirada unos segundos en los que me deja apreciar la falta de vida en sus ojos apagados.

—No, lo siento —responde sin emoción.

Frunzo el ceño ante la falta de interés, ¿no se supone que la gente viene a la universidad porque quiere aprender?

—Le recomiendo que esté atenta para poder responder a la siguiente pregunta.

Asiente ligeramente con la cabeza y deja el lapicero a un lado y se echa atrás en el asiento, manteniéndome la mirada a la espera de que continue con la clase.

Y eso hago. Aunque estoy seguro de que durante el resto de la hora no ha almacenado ninguna de mis palabras en su cabeza, ya que, aunque sus ojos se mantenían al frente, me he percatado de que su mente estaba en algún lugar muy lejano.

Cuando la hora finaliza, el resto de alumnos recoge despacio y sé que muchos de ellos se van a acercar a mí para hablarme, pero ella sale con pasos apresurados de la clase y con la cabeza baja, intentando no hacer contacto visual con nadie.

Mientras respondo a la preguntas de algunos alumnos: ¿Cómo es posible que sea profesor tan joven? ¿De qué parte de Italia soy? Y muchas más, mi cabeza solo puede pensar en la chica de ojos tristes del fondo de clase y el por qué su mirada se ve tan apagada.

***

¡Felices fiestas! 🎄 🎁

Aunque aún no comienzan las actualizaciones de «El arte de sanar» me apetecía traeros el primer capítulo para celebrar estas fiestas.

¿Qué os ha parecido?

¿Tenéis ganas de seguir leyendo los siguientes capítulos?

Yo estoy muy emocionada con esta historia aunque me da un pelín de miedo, ya que para escribirla me tengo que meter en la piel de Julieta y como habéis podido ver en este primer capítulo, es un personaje que no está bien. Espero conseguir que se refleje correctamente su estado y se la pueda comprender.

¿Cuando empezarán la actualizaciones?

Seguramente para finales de enero, durante estas semanas de navidad me las estoy tomando de vacaciones para despejar un poco la mente por lo que no estoy escribiendo nada en estos días, pero después de año nuevo me pondré las pilas para dejar varios capítulos más escritos y así asegurarme de que pueda subir el capítulo semanal una vez que empiecen las actualizaciones.♥️

Nos vemos pronto,

Marta

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro