Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Último timbre

Los siguientes días pasaron tan rápido como pudieron. No íbamos casi al colegio porque ya todo estaba hecho, íbamos básicamente para vernos la cara. En el transcurso de esas semanas Ibrahim cumplió diecisiete y le hicimos su respectiva comelona, fuimos a comer helado y también visitamos a la abuela de Miguel, quien nos prometió invitarnos a comer pollo al horno alguna vez.

Otro acontecimiento importante que sucedió fue que ¡Arianna caminó por primera vez a su casa! Sí, tan simple como eso, para nosotros era una gran hazaña. Después pensarlo un chin y prometer que la llevaríamos hasta la puerta de su casa, emprendimos la marcha.

Recuerdo que íbamos con una guachafita (diminutivo de "guachafa", dícese de desorden) nada normal, nos reíamos de todo lo que se podía ver por la calle y echábamos cuentos mientras llegábamos y tal como lo prometimos, hasta la puerta de su casa.

Tuvimos el loncherazo (actividad donde todos nos vestimos de primaria o preescolar para rememorar nuestro transcurso en la vida colegial) y compartimos comida con todos, literal. Parecíamos niños de kínder y todo, llevamos peluches y bueno, loncheras. Hicimos muchos planes para el último timbre, nos tomamos la famosa foto en la cancha con el número de la promoción, nos reunimos en casa de cada uno y más achantes (dícese de reuniones sin un fin en específico).

Miguel por su parte había empezado la escuela y nos enviaba fotos constantemente de lo que hacía, también asistió a su primer trabajo y cobró su primer sueldo, lo cual nos hizo alegrarnos un montón por él.

Con la empresa la contratada tuvimos la fiesta de último timbre que, básicamente se trataba de música, robots, tambores, mucha sudoración, fotos y de más por parte de los estudiantes. La finalidad de la celebración era escuchar sonar la última campana que daría fin oficialmente a nuestro paso por ese colegio que nos obsequió un sinfín de anécdotas (buenas y malas).

Llegamos temprano y cada uno llevaba su debido birrete decorado, la chemise de la promo y jeans. Todos parecíamos eufóricos, literalmente.
Pronto colocaron música y para ser plenas nueve de la mañana teníamos la energía suficiente como para ser las doce de la madrugada, algunos bailaban de aquí para allá y de allá para acá, otros se tomaban un centenar de fotos y las parejitas gozaban de los momentos a solas para darse los besos. Había una cámara siguiéndonos a todos lados y documentando todo lo que sucedía para luego hacer quién sabe qué cosa. Por nuestro lado, nosotros aprovechamos para tomarnos un buen par de fotos juntos y hasta llamamos a Miguel, quien se colocó su franela de educación física para hacernos compañía en la distancia. Él también salió en las fotos, debo recalcar.

Para eso de las once ya éramos una masa de adolescentes sudorosos, cansados y sonrientes bailando al ritmo de los tambores. Hicieron competencias para ver quien bailaba mejor y algunos como yo, solo le echaban porras a los que sí se atrevieron a bailar frente a todos. También nos invitaron a dar un pequeño discurso ―más que invitación, nos obligaron― a una compañera y a mí.

Se preguntarán, ¿Por qué tú, Kar?

Pues yo tampoco sé, querido lector. No tengo idea de por qué me eligieron a mí.

Pero el punto está en que lo hicieron y, dándome un micrófono y grabándome desde otro ángulo, mi voz temblorosa empezó a hablar. Les juro que intenté por lo más sagrado decir algo coherente, ¿okay?

―Bueno...―empecé, la voz me sonó temblorosa por diez―durante estos años pasé por diferentes grupos para poder encontrar el mío y son esos seis que están ahí y uno en el exterior―apunto hacia donde están mis amigos y ellos gritan.

―Son mi familia, al igual que todos lo que están aquí―señalo a mi alrededor―. Aunque no somos tan unidos tenemos algo en común, somos una promoción. Somos una familia―me río, nerviosa y sin saber qué más decir―. Muchos venimos desde pequeños juntos y eso me hace feliz, los amo, familia.―finalizo y entrego el micrófono a Numa, otro compañero.

Rato más tarde, el animador nos mandó a tomarnos de las manos y hacer un gran círculo porque finalmente, ya se acercaba la hora de escuchar por última vez la campana del colegio. Hicimos lo propio y tomamos nuestras manos, sonreímos mientras el camarógrafo nos apuntaba a cada uno. Los profesores hablaron y Pedro, específicamente, nos hizo soltar algunas lágrimas mientras decía que éramos nosotros el futuro del país, que estudiáramos arduamente y trabajáramos, que fuésemos honestos y un montón más. El timbre sonó desde los parlantes y posteriormente colocaron canciones de despedida y ahí fue cuando varias de las muchachas empezaron a soltar lágrimas a diestra y siniestra, ¡por fin había llegado el momento, carajo!

Para las doce y media del día, cada uno iba partiendo a sus casas para volver al colegio a las cuatro de la tarde porque se llevaría a cabo la caravana.

Qué tarde aquella... entre un poco de alcohol, sol y calor anduvimos por mitad de la ciudad con la bulla que caracteriza al maracucho (dícese de individuo oriundo de Maracaibo, estado Zulia, alias lo mejor de Venezuela). Llegamos a la Plaza de la República y bailamos un chin, serenó, hubo más fotos y un montón de familia orgullosa viendo a sus hijos cerrar una etapa más.

Y bueno, querido lector, ese día estuvo lleno de muchas emociones. Ese día dimos otro pasito de tortuga para finalmente estar más cerca de la tan esperada graduación.

Lección del día:

Preparen un mini discurso a los eventos especiales a los que asistan (por si acaso)

Trabajen en su miedo escénico.

Disfruten, rían, vivan. Esta vida es una sola y no tenemos conocimiento de si habrá o no un mañana.

Estamos por aquí de paso, así que, querido lector, disfruta mucho. Aprende de los errores y mejóralos para el futuro.


******

Ya se acerca el final, querido lector.
Está atento en los próximos días.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro