Cursar el bachillerato es una experiencia única.

Desde que se pisa un nuevo colegio y con otro tipo de gente, se sabe de antemano que vendrá un tiempo de cambios, sean bruscos o moderados, se van dando paulatinamente una clase de cambios que, a veces nosotros mismos no nos damos cuenta. Cuando entré a primer año de bachillerato, lo hice con gran parte de mis compañeros de primaria pero aún así, nos dispersamos por distintas secciones y empezó el codeo con distintas personalidades, edades y géneros, empecé a conocer un poquito, una muy ínfima capa más de lo que representa el “mundo real”. Me perdí en el camino de encontrar a buenos amigos, a esos que me hacían sentir bien con lo que hacía, decía o era; esos amigos que si bien puedes contarlos espolvoreados como las estrellas, están ahí brillando intermitentemente sin importar cuán nublado está. Pero tuve la fortuna de encontrarlos más tarde y hoy, los puedo llamar familia.
    

Y cuánta fortuna me causa eso.
  

Sin olvidar la alegría y la felicidad que me provocan estos siete personajes, te invito a quedarte, lector. Puede que nuestras anécdotas te hagan reír y creer… creer en la amistad numerosa y quizás en el amor.

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