Kelly
En todos los salones está la niña risueña que es amiga de todos y es muy “chévere”, la que tiene una súper heroína como mamá y una sonrisa encantadora que te incita a ser su amiga, educada, cordial e impaciente. Yo tuve la fortuna de tener a esa niña en mi salón y pronto tuve la dicha de llamarla mejor amiga.
Durante nuestra estadía en la primaria se creó un grupito que apodamos como “la pandilla” y, básicamente nuestro propósito era juntarnos los fines de semana a hacer picnics, correr por el parque y hablar sobre cualquier cosa que a nuestras mentes de nueve, diez y once años se les ocurriera. No éramos muy íntimas que se diga, pero nos llevábamos bien entre todas y eso lo hacía especial. No fue hasta sexto grado que la invité a mi casa para pasar el rato que nos volvimos muy amigas, pues ese día (según yo), se afianzó nuestra amistad.
Hablábamos todos los días en el colegio, compartimos nuestros cumpleaños, compartíamos anécdotas y se volvió un tipo de lazo fraternal irrompible, se volvió mi hermana. Pasamos al bachillerato juntas de igual forma y juntas afrontamos nuevos retos, nos rodeábamos de las mismas personas y teníamos, dentro de lo que cabe, un grupo “sano” de amistades.
Fui su cómplice en una escapada hacia el zoológico y como consiguiente nos ganamos un regañón por parte de los directivos escolares y ella se ganó el apodo de polizón. Cabe resaltar que lloré ese día a montones porque me imaginé en el peor de los escenarios, dejando de ser su mejor amiga por ella ser una “mala influencia”, cosa que, gracias al cielo no sucedió. Eso más bien considero que fue una experiencia un tanto emocionante, fue una de las más arriesgadas que hemos experimentado y, me alegra un montón haber estado ahí ese día.
Crecimos.
Cambiamos.
Maduramos.
Pero creo que lo mejor de esta amistad radica en que sin importar cuánto tiempo pase, seguimos siendo las mismas y las conversaciones no se hacen pesadas. Es como si pudiera ser yo misma sin importar qué porque sé que ella no me va a juzgar. Halar las orejas quizás sí, pero sé que la lealtad es algo fundamental aquí; una de las cosas que más resalta de su persona es que siempre encuentra cómo hacernos sonreír y aligerar los ambientes incómodos que se puedan presentar.
Kelly es ella misma y eso la hace sumamente especial.
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