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Bellas artes

Miguel practicaba natación en un colegio de bastante prestigio en mi ciudad natal; Maracaibo. Iba todas las tardes e incluso, a veces tomaba clases por las noches pero el hecho está en que a veces, a hurtadillas lograba meter a sus amigos a la piscina cuando los directivos se iban. Pasaban un rato agradable y luego volvían a sus casas como si nada.
     
Un sábado, si no mal recuerdo; él propuso ir a la piscina el lunes correspondiente a su clase habitual y nosotros gustosos aceptamos, ¡cómo no! nos hacía falta un buen chapuzón y más aún, disfrutábamos nuestros últimos días todos juntos; fue esta la razón por la que todos pedimos permiso a nuestros padres para salir juntos ese día, algunos le sacamos permiso al otro y así sucesivamente. Nos montamos los ocho en el fiat palio y al ritmo de Dalex, con un montón de gente más y su canción titulada “cuaderno”, nos aventuramos a ir a la piscina. Al llegar, el recinto aún estaba algo lleno y los directivos aún se encontraban por ahí, así que mientras ellos se iban; las muchachas y yo aprovechamos para tomarnos un par de fotos, correr por la gran cancha de fútbol y ver cómo el sol iba cayendo.

Todo iba sobre ruedas, estábamos muy enérgicos y sudábamos como “morsas”, jugamos un poco de futbol con una pelota que ni idea de dónde salió y, cuando fue la hora de Miguel entrar al agua, todos nos situamos cerca de la piscina, esperando la señal para irnos a cambiar. Realmente era un milagro que estuviésemos todos juntos ya que por lo general, siempre faltaba como mínimo un integrante pero en esa ocasión, tenerlos a todos juntos era bastante emocionante.
      
Llegó la hora de ver marchar a los directivos y como si estuviéramos como “Pedrito por su casa” nos metimos al baño. Antes de hacerlo recuerdo que dije:

―Arianna, al salir, está pendiente. Hay un charco de agua y conociéndote, te caes―advertí.

Entramos al baño y cada una empezó a cambiarse. Sin pensarlo ni planearlo, cada una salió con un traje de baño enterizo de color negro y nos veíamos de lo más cómicas; exceptuando a Kelly, ella llevaba uno naranja lleno de colores. Siempre marcando la diferencia.

Entre piropos y reclamos por parte mía hacia las que tardaban, me llevé del baño a Arianna, dejando a Carolina, Gabs y Kells en su proceso. Salí con Arianna pisándome los talones y cuando llevaba varios pasos fuera del baño, en la lejanía divisé al par de señoras miembros de los directivos de la institución; mi primer instinto fue gritar:

“Arianna, ¡Vienen las viejas!, corre!”

Corrí delante de ella y… ¿Recuerdan el agua que mencioné párrafos atrás? Pues… ¿Adivinan quién se cayó?

Sí, Arianna se cayó. No de platanazo precisamente. Se resbaló de tal forma que pareció volar por un nanosegundo y cayó sentada de culo. Yo corrí literal como si mi vida dependiera de ello hacia el baño y solo se sintió el estrépito de la en ese entonces rubia.

Ella se levantó como pudo y de igual forma entró al baño, siendo seguidas por una de las señoras más odiosas que he tenido la oportunidad de toparme en mi vida.

―Ok, chicas. Ya las vimos por las cámaras, no hay necesidad que se escondan. Pueden bañarse diez, quince minutos― dijo entrando. No tuve la oportunidad de verla pues yo entré a un cubículo, solo la escuché irse. Cuando decidí salir, ni cinco minutos después, ella expresó:

―Las quiero fuera de mi colegio en cinco minutos. Están en propiedad privada. ¡Salgan ya!

Nosotras, entre miradas y bastante susto y adrenalina, nos vestimos en lo que cantó un gallo, Kelly tomó sus audífonos y salió bien digna, siendo seguida por nosotras. Por otro lado, los muchachos ya estaban fuera de la piscina. Miguel estaba siendo regañado e Ibrahim recataba sus zapatos y ropa, los cuales habían sido “raptados” ¡La señora quería quedarse con ellos!

―¿Por qué los has traído?, Miguel… en el tiempo que llevas aquí se ha notado cómo eres tú y esto no parece cosa tuya…―recuerdo que le dijo la señora a Miguel.

―Es que… me voy dentro de una semana y quería pasar tiempo de calidad con ellos―Miguel quería reírse de la situación, era casi imposible no notarlo.

―¡Si querías “reunirte”, existen los cafés!, no acá. Este no es lugar para reuniones sociales. Es una institución privada.

No alcancé a escuchar más, pues salimos despavoridas de ahí de camino al Palio.

El par de señoras estiradas nos siguieron, insultaron y echaron. De nuevo.

Arianna estaba que se hacía encima, aunado a ello el golpe tremendísimo que se dio.

Gabs intentaba abogar a nuestro favor mientras terminaba de vestirse.

Kelly estaba hecha la loca mientras tenía sus audífonos puestos y una pockerface nada normal.

Carolina hablaba, manoteaba y repetía la palabra “mierda”.

Y yo… pues yo intentaba llamar al trío de zopencos que aún estaban adentro.

Minutos posteriores a que las señoras se portaran de lo más groseras (dado que nosotras estábamos súper pacíficas y nos disculpamos), salimos por el portón con toallas, bolsos y zapatos en mano. La situación daba bastante risa e histeria a la vez porque…

El par de señoras claramente se portaron groseras, bien nos pudieron decir por las buenas que necesitaban que saliéramos de los baños y cambiáramos.

Nos habían pedido que esperásemos afuera mientras la calle estaba solitaria.
Nos habían amenazado y ciertamente “humillado”

Sí, puede que estuviésemos en propiedad privada y tenía razón para estar tan molesta, pero no era la forma. Posterior a ello, los muchachos salieron riéndose a carcajadas de los sucesos anteriores; Alexis a medio vestirse, Miguel aun con el traje de baño e Ibrahim bien relajado. Síp, mientras nosotras estábamos despotricando sapos y culebras, ellos parecían bien chistositos al respecto.

Sacaron el carro y una vez todos adentro, empezó realmente el viaje.
Arianna se quejaba del dolor insoportable mientras ellos se reían de lo que las señoras nos habían dicho, yo apoyaba a la rubita diciendo que eso debió doler y juntos estábamos ideando una “excusa” para hacer constar el por qué habíamos llegado tan temprano, puesto que para sacarle permiso a la Rubia fue toda una odisea. No recuerdo quién fue el que dijo:

“Le vas a decir a tu mamá que decidimos venirnos antes y ya, actúas normal. No la vayas a cagar, por favor.”
Cantábamos al ritmo de “rebota”, “nou nou nou”, “cristina” y otras canciones del momento mientras yo intuía que cualquiera que nos viese o escuchase diría que éramos unos locos.

Cuando fue hora de llegar a dejar al primer “pasajero”, parecíamos sardinas en latas y hacía un calor infernal, nos bajamos oliendo a perro remojado, las toallas estaban empapadas sin razón y parecíamos agitados. Cada uno se acomodó en las bancas del porche mientras esperábamos que abrieran para “entregar” debidamente a la rubia.

Al abrir, enseguida su mamá preguntó:

“―¿Tan temprano? ¿Cómo les fue?”
A lo que nosotros respondimos:
“―Bieeeen” al unísono.
Perfecto.

Éramos muy malos mintiendo, así que nos miramos entre todos y nos echamos a reír estrepitosamente.

¿La pasamos bien?

¡Claro que sí!

¿Valió la pena?

Considero que cada minuto de esa tarde fue de felicidad y alegría, así que sí, valió totalmente la pena.

Lección del día:

Valoren a sus amigos, porque los recuerdos no se pueden abrazar.

Antes de los veinte
Dicen que se vale tener delirios de delincuente
Robar corazones pero también ver lo que se siente
Y ay que mal se siente
Sin que me arrepienta
Quiero enamorarme más de mil veces, perder la cuenta
Poder distinguir mi media naranja si ella me encuentra

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