Premisas dramáticas: el símbolo de conflicto y adelanto de tramas maestras
Os presento la premisa dramática más útil junto a las tramas maestras que no las cuento con el resto porque para mí es independiente (son otro mundo).
¿Sabéis otra cosa que no me gusta de las reseñas que leo?
Que nadie se fija en el villano. Cuando es el elemento más importante, para mí, de la historia. Los secundarios y el villano o villana hacen al mejor protagonsita. De los secundarios se hacen cargo las subtramas, ¿pero y el villano, que parece que está en tierra de nadie?
Ya he dicho que no, no es una subtrama. Un villano no es un personaje cualquiera. El villano (o los villanos) encarnan al símbolo de conflicto y se nos tiene que quitar de la cabeza que solo puede ser una persona.
1-Símbolos de conflicto
¿Sabéis qué he inferido? Que nadie le presta atención al villano más que cuando por la fuerza se le necesita como en Sailor Moon. Ni el reseñador, que no nota su ausencia, ni el escritor que ni se acuerda.
Esta premisa sirve a lo largo de toda la historia, pero con pinceladas. Nos ayuda para volver a encontrar la dirección del camino correcto, pero no de forma totalmente precisa, aunque no nos abandona nunca, como hace la paradoja.
Se oponen dos ideas potentes, encarnadas en dos personajes enfrentados
Aquí tenemos la relación protagonista y antagonista, que a fin de cuentas, es el motor que mueve la trama principal y motiva a las subtramas. Es por tanto, el antagonista, un recurso más del que echar mano para hacer a nuestro personaje más virtuoso, más humano o más despreciable, quién sabe; todo depende de la perspectiva.
¿Nunca os han dicho que la calidad del protagonista es equivalente a la del villano? ¿Por qué Batman mola tanto? Porque sus villanos, en especial el Joker le exigen un nivel determinado. ¿Por qué Gotham está teniendo tanto éxito? No es solo por Gordon. El tema de esa serie es explicar los símbolos de conflicto del mundo de Batman.
Ejemplo
¿Conocéis la película de Bichos? Es preciosa, ¿sabíais que es una copia de Los siete samuráis de Akira Kurosawa?
Probablemente, un porcentaje bajísimo de los que lean esto conozca esta película japonesa. Y de esos, muy pocos la disfruten, en primer lugar porque dura cuatro horas —si sois valientes y os atrevéis, os puedo asegurar que al final, te engancha más que cualquier sitcom mediocre actual—. En cambio, casi el 90% adoran Bichos.
Si analizáis la historia, es la misma.
El protagonista de Los siete samuráis es un campesino que está harto de que lleguen los bandoleros a robarles la comida del pueblo. Se niega a suicidarse, ni a morirse de hambre, así que acude a la ciudad en busca de samuráis que le ayuden —recordad que los samuráis eran mercenarios por norma general y el pueblo llano les consideraban abusones arrogantes—. Por supuesto, no encuentra a nadie más que a uno viejo y altruista.
Tras unos cuantos, bastantes, minutos de metraje, el protagonista vuelve al pueblo con siete samuráis, cada cual más curioso e inútil, pero fingen que son respetables y diestrísimos en la lucha. Al final, se las ingenian para repeler el nuevo ataque de los bandidos.
Os acabo de contar la historia de Bichos literalmente.
¿Diferencia? En la idea, desde luego no. Y no me malinterpretéis porque adoro esa película de Pixar nivel tener un peluche en mi cama del protagonista. Pero hay cosas objetivas que uno tiene que analizar para aprender a contar historias.
¿Por qué le funcionó en su momento a Kurosawa la idea y por qué Pixar decidió "homenajearla" o "reinventarla"? ¿Por qué la pueden disfrutar hasta los adultos? Porque incluyen símbolos de conflictos universales que entienden todos.
La ley contra el revólver, la fuerza contra la justicia.
Los bichos y los samuráis son la justicia, los saltamontes y los bandoleros son la fuerza.
¿Qué hay de Los siete magníficos? Exactamente lo mismo cambiando el Japón medieval por el Oeste americano.
Bonus de regalo: pensad en Bichos o Los siete samuráis. La primera es una historia destinada a un target infantil y la segunda es del año 1954, momento en el que el cine todavía estaba experimentando con técnicas narrativas. Solo hay malos y buenos. Solo hay opresores y oprimidos.
Pensad en El caballero oscuro, en su trilogía. Hay una escala de grises tremenda que capta toda la luz y la oscuridad de Bruce Wayne destello a destello —aunque esto se puede ver mejor en los comics, por supuesto— ¿Por qué?
Por la forma que tienen de complicar y desarrollar el símbolo de conflicto que son sus villanos. Ya no solo el Joker, que es su némesis y personaje más destacado. Pingüino, Enigma, Poison Yvy, Harvey Dent, todos sacan a relucir uno de los muchísimos matices que tiene el protagonista.
Poison Yvy le enseña que no todos los villanos tienen malas intenciones, Harvey Dent que a veces, ser héroe implica sacrificarse por su gente en las sombras, convirtiéndose en el caballero oscuro que es, Enigma que si uno cambia de perspectiva y se pone en la piel del otro, el malvado cambia de chaqueta. Lo que han hecho en DC ha sido coger el recurso del símbolo de conflicto y conformar toda la historia alrededor de él, desarrollándola hasta límites insospechados. ¿No destaca esta editorial por la calidad de sus villanos? —lo siento, Marvel, pero es lo que hay, sin desmerecer a mi queridísimo Venom, entre otros.
¿No es Tokyo Ghoul una reflexión sobre la relatividad en una disputa que atañe a dos razas diferentes? Depende de la visión con la que se abarque la historia, los villanos son unos u otros. Hay ghouls como Rize, también hay otros como Touka, pero también hay humanos como Mado o Akira.
Su autor solo ha necesitado coger ese símbolo para que funcione como el pegamento que termine por sostener la historia de "casualmente", un híbrido de ghoul y humano. ¿Por qué la primera parte —solo lo he leído, desconozco el orden del anime— se desarrolla todo desde la perspectiva de los ghouls y después, Kaneki pierde de forma conveniente la memoria y es adiestrado por la CCG?
Si bien estamos contando lo mismo que contó Akira Kurosawa y muchos otros desde hace milenios, en lo que podemos renovar es en otorgarle calidad y originalidad en el desarrollo. El arte es sumatorio.
Todo lo que crea el ser humano se basa en lo anterior. Si el estilo jónico es el corintio mejorado, El caballero oscuro o Tokyo Ghoul es como observar La tormenta en el mar de Galilea de Rembrandt.
¿Por qué nos ayuda durante toda la historia?
Porque sabemos que lo que hay que contar es el conflicto que se crea cuando la fuerza bruta pisa a personas legales, lo que sucede cuando los segundos buscan justicia, los obstáculos que deben pasar y cómo ganan o pierden el enfrentamiento, dependiendo de... sí: el tema.
Kurosawa decidió ser positivo y que los campesinos ganaran a los bandoleros para dejar una enseñanza o filosofía esperanzadora. Pero podría haberse enfocado en mostrar la mezquindad humana, como lo hizo Serguéi Eisenstein en El acorazado Potemkin durante la famosa escena —por otras cosas— de la escalera de Odessa.
El cineasta decidió que la fuerza del revólver ganaría a la justicia, matando incluso a bebés en carrito para ilustrar la mezquindad del régimen zarista y que el espectador se pusiera del lado de los revolucionarios que terminan por amotinarse en el acorazado.
Como veis, no son más que recursos de los que echar mano para vencer a la hoja en blanco, pero no podemos pedirles que nos solucionen la vida. Hay que mezclarlos con todo lo anterior e ir pensando, utilizando todo lo que sabemos, la historia, que ir armando y desarmando, antes de ponernos a rellenarla con contenido real.
Sabemos que es emocionante ponerse a escribir lo que llevamos imaginando en nuestra cabeza quién sabe cuánto tiempo. Pero nada bueno puede salir de ahí si uno no piensa las cosas con cabeza.
Por eso tenéis que esperar un poquito más antes de poneros a escribir.
En las historias sin deus ex machina, el entrenamiento dura lo que tiene que durar, ya sabéis.
Os voy a hablar de las tramas maestras.
Esta fui yo cuando me enteré de la existencia de las tramas maestras:
Mierda útil. Sí. Y que es más complicada de pillar solo.
Campbell desarrolló el viaje del héroe, sí. Pero hay un tipo (por decir uno, esto es relativo, a saber quién fue la primera persona) que escribió El guion y la trama, donde se explica con mucho detenimiento las distintas tramas maestras principales que existen a la hora de contar historias. El hombre sin nombre es Ronald Tobías. Linda Seger también habló sobre ello, pero se centraba más en los personajes, a mi ver.
La trama maestra es la premisa que más ayuda en el planteamiento, el nudo y el desenlace. Son cánones narrativos universales no finitos, sin número fijo estipulado. Historias que llevan contándose desde hace años, que otorgan a la obra una cierta estructura.
Sin embargo, por mucho que parezcan la clave, la respuesta divina, la paloma blanca que baje a iluminarnos la vida para que demos a luz la mejor de las historias, está vacía por dentro —como mi alma—. ¡Pero no os vengáis abajo! Que es no es más que una ventaja. Nos da la posibilidad de crear a libre albedrío.
¿Qué significa libre albedrío? Pues que sabiendo que tenemos de límite el armazón de la trama maestra, debemos ocuparnos de crear algo original. Ahí sí. Dentro, no fuera, ¿nos explicamos?
Ahí es donde tenemos que encontrar el hueco inexplorado, hacer lo que la gente nunca se esperaría, mezclar elementos, posibilidades, encontrar el giro que combine con nuestra historia y no esté demasiado explotado.
"Los finales tienen que ser sorprendentes pero inevitables", Aristóteles said.
Ultra consejo exprés desde el fondo de nuestro corazón: NUNCA. NUNCA, ¿ME OÍS? NUNCA DIGÁIS QUE VUESTRA HISTORIA ES ORIGINAL. NUNCA, JAMÁS. ¿Por qué? Porque la probabilidad de que lo sea es ínfima y estaréis lanzándoos un triple que os dejará a la altura del betún.
Y en el caso de que sí sea original, NO LO DIGÁIS. La originalidad se tiene que dibujar en la mente del lector cuando esté disfrutando de la historia. Si él lo percibe como original es que habéis triunfado, que lo digas solo tú, no tiene sentido. Es nuestro bicho, nos enamoraría aunque fuera deforme y babeara pus.
Ultra consejo exprés 2: No pasa nada si las historias empiezan siendo un cliché. Lo que importa es que NO ACABEN siendo clichés. Recuerden que es relativo, sí que puede, pero con cierto conocimiento.
Son 20, así que prepararos para teoría pura y dura, cachorros.
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