Bill Cipher andaba felizmente por su mansión por que su juguete, su muñeca estaba allí con el...

Ahhh como amaba sus suplicas, sus gritos que pedían que ya no lo tocaran, que ya no lo lastimaran mas, esa cara toda sonrojada y llorosa....

ahhhh... amaba dejarlo afónico de tantos gritos..., pero el odiaba tener que esperar hasta que se recuperara, así que con su poder lo mejoraba en un santiamén...

Siempre lo escuchaba cantar después de que lo hacia suyo, se había dado cuenta que no era locura, si no que se estaba rompiendo por dentro, quizá por pensar en aquel chiquillo que tenían como hijo, no lo iba a negar le impresiono tener un hijo, nunca estuvo en sus planes tener uno, y mucho menos uno tan rebelde como ese...

Escucho una suave voz es aquella gigantesca mansión, era tan suave, tan bella, ahhh y es toda mía...

Fui a mi habitación y me dirigí a la casa de muñecas, allí estaba mi pino cantando mirándose al espejo con aquel vestuario que lo hacia ver apetecible...

Una falda negra corta tableada, unas medias largas blancas hasta los muslos, zapatos negros con un moño en el medio, una polera semi ajustada color blanca con un dibujo de un ojo en el medio... su cabello castaño le llegaba a la altura de sus hombros, claro, es normal si ah pasado aquí mas de un mes, en la tierra solo un par de días...

Veo como toma un cuaderno que le obsequie para que se desquitara allí, y dibujaba a Jack, vaya que lo echa de menos, pero... dejará de extrañarlo por que lo dejare en la dulce y amarga espera...