
Capítulo 4. La voz filosa de Ivett.
Sabiendo que mi intervención les regalaría algo de dolor, y tal vez alguna que otra gota de mi tan preciado líquido o en el peor de los casos una tortura bien ganada por aquella mujerzuela. Verla allí con su porte de la clásica trepadora, me confirma sus ansias de poder prestado.
Doy los primeros pasos mientras alejo la puerta basculante permitiendo que mis fosas nasales se impregnen del olor a la grasa, a los condimentos y las especias que forman parte esencial de la comida de mi madre desde que tengo uso de razón. Pero antes de espetar, que se callen, veo como la cuñadita salta cual gata herida sobre Talya advirtiéndole que salga o tendrá que vérselas con ella.
—¡Vaya...vaya miren a la cuñadita!, esto no me lo esperaba, —susurro para mis adentros.
Mi madre siempre temerosa, maldita virtud enemiga de los débiles, retrocede dos pasos para alejarse de la puta, pero esta se atreve a sujetarle el antebrazo. <<Error, grave error>>, ya por mi mente vengativa se pasean varias formas de cobrarle tal osadía.
—Suéltala o no respondo —sentencia con voz pausada la viuda de Akim. Tono de voz que no altera ni amedrenta la soberbia de Talya, por lo que hace caso omiso.
En su lugar opta por mantener su ridícula estrategia amenazante e intimidante hacia las dos mujeres, vanagloriándose de anunciar nuestro noviazgo, <<estúpida ilusa>>, ¿quién coña le ha dicho que somos novios?, pues ella, no es más qué tres huecos a los cuales yo tengo acceso exclusivo para follar, y ¡mierda! de eso a ser novios hay mucho, pero mucho trecho, ya pagará por tan insultante afirmación. Una sonrisa sádica es retenida por mí en un intento de controlar mis emociones.
—Me importa una mierda de quién seas novia, —espeta la cuñadita. —La sueltas o tu nombre cambiará, —le advierte la madre de mi sobrino, a la par que inicia un conteo casi inaudible desde aquí donde estoy parado, sin que ellas se percaten de mi presencia.
Uno, dos, tres enumera Ivett al unísono que un kiai es emitido por ella justo cuando expulsa el aire retenido, en el momento que, realiza una técnica digna de las artes marciales secretas, veo sorprendido como la cuñadita suelta el agarre rotándole el brazo sobre su propio eje haciendo que el hombro suene estrepitosamente al quebrarse, divinamente para mí, de manera majestuosa. Talya en fracciones de segundos es sometida y con un cuchillo, Lecuine, que esa cosa que llamo cuñadita agarra de la mesada para simplemente cortar cual maestro cirujano una mano a la gran puta. Me debato entre estar feliz por el espectáculo que se despliega delante de mí o enojarme por tener que encontrar otra ramera para mi uso exclusivo.
—¡¿Ves?! Te lo advertí, ahora se te conocerá como la manca. —Le susurra la cuñadita al oído, mientras Talya se desangra, pintando una alfombra roja sangre sobre el piso de la lustrosa cocina, mientras gritando se retuerce del dolor. Los alaridos son como música para mis oídos, pero sabiendo que incomodarían a los invitados, espeto furioso.
—Sáquenla —ordeno al cuerpo de seguridad cuando decido intervenir pensando que ya tengo más que suficiente de este drama femenino. A la par que beso la frente de Irina y me volteo haciendo una ligera inclinación de cabeza en señal de respeto a Ivett, a la que de ahora en más llamaré cuñada.
La voz de uno de mis soldados de la bratva me hace terminar mi escueto agradecimiento.
—Krov', ¿desea qué la llevemos al hospital o a una clínica privada? —se apresura a preguntar mi personal, pero ¡diablos!, antes de que yo pueda decir algo es la voz suave, tranquila y sumisa de Ivett la que les da la respuesta.
—Déjenla en la orilla del camino y tienen diez minutos para volver —explica como si se tratase de una perra vieja que ya no es bienvenida en la casa de sus antiguos amos.
Un perplejo personal me observa tratando de decidir si deben obedecer a la siempre callada y silenciosa mujer o esperar una contraorden de mi parte. Sin embargo, en ésta ocasión sólo me encojo de hombros mientras usando una voz clara, apoyando a la viuda de mí hermano, suelto indiferente. —Ya oyeron a Ivett ahora sólo les restan nueve minutos para volver —confirmo la orden de ella.
Dos meses después, finalizado el tan famoso general invierno ruso, ese siberiano invierno que dura los cinco meses que abarcan de noviembre a marzo. Es la primavera quien calienta nuestros cuerpos, ya no necesitamos de pesados abrigos de pieles, ahora podemos dejar despejadas nuestras cabelleras, por fin podremos lucir sin necesidad de ocultarnos bajo varias capas de lana nuestros bien trabajados cuerpos y mostrar con masculino orgullo los nuevos tatuajes.
Hoy la cena transcurre en un ambiente donde chocan contra la mesa diversas olas de intranquilidad, incomodidad, felicidad, y claro está la mayor de todas, la expectativa. Irina y mi padre están a la espera que anuncie la universidad y la carrera que marcará mi futuro dentro de la bratva.
De ser por el que se sienta en la cabecera de nuestra mesa me vería obligado a elegir contaduría; tediosa profesión donde los ojos no salen más allá de unos aburridos cuadernos contables, es la esperanza del esposo de Irina, que me incline por un trabajo de oficina lejos de los grandes riesgos que conlleva moverse dentro de la mafiya. Sólo en su retrógrada mente cabe que yo, Vladislav, desearía ser como él.
Moriría en la primera semana con el solo hecho de saber que no tendría el control de mis soldados y sus técnicas de cobro. Lo peor de todo sería renunciar a oler, ver y pisar esa sustancia espesa, roja y viscosa que me dio el apodo de krov'.
Para alcanzar mi objetivo de ser el próximo pakhan opto, oficialmente, por Comercio Internacional. Sin embargo, comprendo que un buen líder está consciente de que su permanencia en el poder depende de cómo logre mover, entender y manipular la mente y el subconsciente de su personal al mando, de sus socios comerciales, deudores, sin dejar de lado a las otras mafias u organizaciones clandestinas. Aquí en mi mundo nadie ve por nadie, inclusive, eres enemigo de tus propios pensamientos.
Es por ello que es imperativo formarme en psiquiatría, así como en perfilación criminal de tal manera que, con la primera, yo, controle los pensamientos y las acciones de mis subordinados, con la segunda entienda el comportamiento y las expresiones corporales para saber que esperar de cada uno de los miembros de la mafiya. Éste es mi objetivo real y el motivo por el cual opto por la universidad Central de Ciencias Económicas de Suiza ya que a escasos veinticinco minutos de ella está la universidad de Medicina Neurológica y Salud Mental.
Por otra parte, elegí, para Oleg, Administración Empresarial de tal manera que juntos cursemos varias cátedras y pueda cumplir con su trabajo a tiempo completo de ser mi sombra y escudo. Para completar sus habilidades también cursará Medicina Forense, bajo las mismas condiciones. Todo con el único fin de complementarnos profesionalmente y poder someter a las personas que sean necesarias con tal de dejar de ser Krov' para ser el pakhan.
Orgulloso de hacer desplazar al destino que me correspondía por ser hijo de quien nací, como siempre; control...control...control es lo que se necesita para tener la vida que queremos, sé que en un mes empiezo a estudiar psiquiatría, claro está, con una identificación falsa, evitando así poner de sobre aviso de mis nuevas fortalezas, a la mafiya. De hecho allí seré conocido como el italianito, <<¡qué ironía!>>, pues nada lo dejo al azar; mi secreta identidad la elegí para forzarme a adentrarme en la cultura italiana porque estoy consciente de lo que me espera de inmediato al regresar.
Respiro tres veces, alzo mi copa y brindo luego de participarles a mis progenitores mi intención de estudiar Comercio Internacional en Suiza y como ya es de esperarse sus reacciones son diametralmente opuesta. Por un lado, Irina brinda con su copa a medio llenar orgullosa de su segundo hijo, mi padre con resignación y el orgullo pisado al darse cuenta que a quien ama como hijo no opta por seguir sus pasos, sin embargo, no le es difícil aceptarlo para simplemente abrazarme y desearme éxitos. Ivett sólo levanta las cejas y ladea la cabeza mientras achina ligeramente sus ojos; tratando de leerme las verdaderas intenciones. Una voz interna me alerta confirmando que esta mujer me está demostrando que no es alguien que podemos dejar pasar por debajo de la mesa. Una cosa que me ha enseñado este frío y crudo mundo es que las apariencias engañan y me quito el nombre, sí Ivett está, por demostrarnos quien es en realidad.
Al otro lado de la ciudad, la cena, en casa de Oleg es sustancialmente distinta a la mía. Ellos se encuentran tan orgullosos de su hijo; pues es el primero en esa familia en lograr entrar a una universidad. ¿Qué, dónde, cómo y cuándo va a estudiar? les importa muy poco con tal de que traiga un título que poner como trofeo en la pared central de su sala.
Nuestra partida está pautada para dentro de tres semanas así que dispongo el tiempo suficiente para reajustar a mis cobradores, promotores y el resto de mis soldados de tal forma que, yo Krov', continúe controlando majestuosamente mi cartera de clientes, así como también demostrar que mi posición no está vacante durante mi ausencia.
Para pasar desapercibido tomaremos un vuelo comercial en clase turista al aeropuerto de Lugano también conocida como la suiza italiana por su proximidad a la frontera de dicho país. La tercera razón de elegir dicha universidad es conocer y adentrarme en la cosa nostra. Mi boda se llevará a cabo en cuanto retorne a Rusia, nuestros matrimonios son transacciones de economía y poder. Así que para controlar esa unión es mejor estar preparado, y entender las costumbres y tradiciones de mi futura cónyuge, eso me dará una ventaja para dominar en la relación.
Bastan ocho interminables horas y dos trasbordos para llegar a Lugano, bella ciudad, algo apretada por la cantidad de universitarios que repletan las plazas, calles y cafés.
Contemplo el arquitectónico edificio, pero autóctono de la zona, con cinco apartamentos tipo estudio, por piso, pero con las comodidades para albergar a dos o tres estudiantes según sea su gusto o situación económica. Está lleno a reventar de universitarios, es nuestra mejor elección, porque a veces la mejor manera de esconderse es estar mezclado en el montón. Como es de esperarse es el último piso; el cual usaremos como madriguera, sólo consta de dos apartamentos. No me interesa socializar así que me importa una mierda quién o quiénes son mis vecinos.
<<Necesito olerla>>. Mis entrañas empiezan a revelarse, <<control... control...control...>>, pienso, mientras cierro los ojos buscando relajación.
Pasada una semana entramos al hall del edificio, mientras subimos las escaleras. Oleg como siempre actuando precavido entra primero y da una ojeada para asegurarse que todo esté bajo control. Decidimos tomar un par de horas de descanso luego de inspeccionar por días los alrededores para ubicar las tiendas básicas, establecer las mejores rutas de acceso a la universidad de economía y el tiempo de viaje para la universidad de medicina. Y lo más importante es el estudio que realizamos de los puntos de encuentro con elementos de la bratva ya infiltrados en Suiza. Es una lástima que estos soldados se tomen con tanta ligereza e improvisación su trabajo, el pakhan deberá tomar medidas sino quiere perder ésta zona o peor aún cederla a la cosa nostra.
<<Necesito olerla, verla>>. Mi cuerpo la reclama como el niño a la leche materna o el adicto a su droga...<<Control...control...control...>> me repito como un mantra, mientras dejo caer la lluvia artificial de la ducha sobre mi tensa musculatura en la cual se reflejan muchos tatuajes, algunos hechos por simple gusto de adornar y decorar mi piel para ser una obra de arte andante, pero otros son requisitos indispensables para hacer saber cuál es mi posición o rango dentro de la bratva, es un mensaje directo para quien se acerque a mí. Por ahora uno de mis preferidos es la estrella pues le voy agregando tantas puntas como escalafón voy subiendo a costa de la sangre derramada de mis víctimas, aunque debo reconocer que no son propiamente mis víctimas, sino de ellos mismos, al no cumplir con el acuerdo pautado entre nosotros, yo, Vladislav, sólo soy el arma que los destruye.
Dos días después nos encontramos cenando en el comedor de la universidad antes de volver a la madriguera con deseos de tomar un merecido descanso en espera a iniciar mañana la investigación del funcionamiento de la organización en esta zona, al igual de estudiar las estrategias de la mafia italiana.
Otro nuevo amanecer y <<necesito olerla, verla y pisarla>>. Tomo tres bocanadas de aire para alejar esos pensamientos y me repito...<<Control...control...control>>.
Hoy terminamos de decorar los ambientes del apartamento con los muebles y accesorios recién adquiridos, llenamos la despensa e instalamos el equipamiento de seguridad necesario para iniciar la nueva etapa.
Mi inquieta mente no para de dar vueltas ¿cuánto tiempo podré sobrellevar sin olerla, verla y pisarla? Trato de no pensar en esa dependencia que tanto me atrae, pero es casi inevitable, un frío recorre mi espalda sólo con el hecho de reconocer que mi estabilidad depende de <<ella>>.
Afortunadamente para mi distracción la apertura de las clases nos obliga a ajustarnos y adaptarnos a ésta tranquila y aburrida forma de vida. Jamás esperé descubrir algo más latoso que los libros de contabilidad. Reconozco que esta vida estudiantil sin los actos de cobranza le está pasando factura a mi mente.
<<La sueño, la extraño>> estoy pensando seriamente que tendré que buscar un poco por mí mismo...<<Control, control, control...>>, me repito incesantemente.
Observo con pesadez la pantalla del celular y compruebo que son las diez de la noche acabamos de finalizar el segundo mes de clase, algunas asignaturas son interesantes por lo que aprovecho a captar la mayor cantidad de información y mis extraordinarias notas así lo reflejan. Una ligera plática entre Sombra y yo nos mantienen con los sentidos activos mientras subimos las escaleras con la intención de dormir un poco, pero una estruendosa música de rock pesado hace vibrar las paredes del segundo piso. Miro a Oleg indicándole que debe hacer algo para evitar que esta mierda se repita, ya se está haciendo rutina todos los viernes.
Sin proponerlo el destino hace su acto de presencia cuando de repente se abre la puerta del 2-A observamos como dos jóvenes completamente intoxicados de alcohol salen a tropezones de ella, dando traspiés, dirigiéndose en dirección a las escaleras. Le hago seña a Oleg para que esperemos en el descanso entre el piso uno y dos, me preparo mentalmente cierro los ojos, mi cuerpo se tensa, mi corazón incrementa su bombeo, estoy casi eufórico imaginándome lo que se aproxima. Y como es de esperarse esos afortunados borrachos no logran mantener el equilibrio, doy gracias al destino por volver a mover sus hilos para que esos dos etílicos cuerpos rueden como muñecos de trapo, pero llenos de <<ella>>.
El contemplar con morbosa fascinación como la frente de uno de ellos se incrusta en el filo de un escalón me permite disfrutar de ver varios hilos rojos que salpican parte de las escaleras. El agradable sonido de varios huesos fracturándose es música para mis oídos, sus cuerpos caen a nuestros pies. Mala... mala casualidad allí <<la vi>> de cerca, << la olí>>, pero necesito más, mucho más, sin dudarlo uso mis pies para darles un fuerte empujón premiándolos con un descenso por las escaleras hasta que llegan al descanso del primer piso.
Bajo lentamente... ¿Por qué apurar algo que nos gusta? lo ideal es disfrutarlo por el máximo tiempo posible, así que inhalando sintiéndome vivo mientras veo la cabeza ensangrentada y los cuerpos de ambos borrachos descender frenéticamente por las escaleras. Al estrellarse contra el piso del hall rápidamente los charcos de sangre y algún que otro diente no se hacen esperar para impregnar el reluciente piso de mármol veneciano, y allí estoy yo; <<pisándola>>.
Luego de sentirme satisfecho les deseo las buenas noches a esos mal trechos cuerpos. Me alejo feliz, relajado, cruzo mirada con Oleg y optamos por subir a nuestra madriguera, no sin antes agradecerles el permitirme oler, ver y pisar esa sustancia tan vital para mi control mental y físico. Krov', mi perfecto apodo; sangre.
Dos años y medio han pasado mientras mi rutina se mantiene casi idéntica, eso me ha permitido mantener mi posición en la bratva. Dejo reposar mi cabeza sobre el respaldar de la silla, presiono enviar en el teclado de mi laptop logrando entregar otra asignación más de la universidad. El tiempo ha transcurrido en un abrir y cerrar de ojos, estoy por terminar la carrera, lamentablemente, me espera una celebración que tal vez, solo tal vez debo sobrellevarla.
Estoy cursando el penúltimo semestre de ambas carreras, en comercio internacional me mantengo perfil bajo, mis notas no reflejan los conocimientos adquiridos, pues, prefiero estar en la lista de los diez mejores para mantener el apoyo de la mafiya. Es por eso que he decidido abstenerme de responder todas las evaluaciones al ciento por ciento, aun sabiendo las respuestas; así evito sobresalir en demasía. Caso contrario en psiquiatría pues al estar encubierto me degusto siendo el primero en la clase. De hecho, he optado por sobrecarga académica logrando entrar en la próxima promoción; un semestre antes de lo programado.
Viajo a mi amada Rusia con frecuencia y sin fecha predeterminada con la finalidad de mantener el control absoluto de mi cargo. Durante los dos primeros años no se han presentado mayores problemas, así que Victor no tiene quejas de mi desempeño, sin embargo, no permanezco de brazos cruzados eso equivaldría a ceder el control. El brigadier ha autorizado aumentar un diez por ciento mi cartera de cobranza pues me estoy especializando en el trato de deudores retrasados, morosos, escurridizos o renuentes; porque a mí nadie se me escapa, como dije anteriormente mis soldados tienen métodos propios y cruelmente efectivos.
Hoy estoy en Rusia, mi hogar, mis previos, esa siberiana nación que me vio nacer y de seguro aquí moriré. Frente a mí está la puta de Talya, bueno lo que queda de ella, uno de mis soldados la recogió ensangrentada esa fatídica noche. Me complace saber que la cicatriz es tan horrenda, y que él la tiene trabajando como sumisa en un bar de mala muerte donde el BDSM está de moda. Casi no la reconozco pues ha perdido la mitad de su masa corporal, aunado a varias marcas de quemaduras de cigarrillos en su cuello y brazos. No me es difícil correr la voz de quien la dejó manca, sé de ahora en más que el característico hecho de faltarle una mano se conocerá como la marca de Ivett.
Por otro lado, desde el primer semestre pude identificar a Salvatore como un integrante bastante prometedor de la cosa nostra, es uno de mis más competitivos compañeros en las clases de comercio internacional. Es inspirador ver cómo trata de alcanzarme académicamente, pero es inútil, soy superior a quien será en poco tiempo mi cuñado. Sé bien que está aquí para espiarme y poner de sobre aviso a su sorella, su hermana Susanne. El amor que le tiene a mi futura esposa es evidente, tanto, que se sacrifica para saciar la curiosidad de ella.
No soy estúpido ni imbécil así que planifico ganarme su respeto y aprobación. Son simples las acciones que debo tomar.
Lo más básico es dejarlo mantenerse, en muy pocas cátedras, por arriba de mi promedio, pero asegurándome que entienda que en la mayoría de las materias soy muy superior a él, ¿por qué?; muy sencillo así demuestro ser digno de su hermanita, estúpida idiota, mira que enviar a su hermano para espiarme, lo pagará caro ni se lo imagina.
Para mi entera preparación y profundizar en las estrategias de la cosa nostra simulo interés por la mafia italiana, con frecuencia lo acompaño a cumplir con sus rondas de trabajo, pero como es de esperarse él no tiene nada que enseñarme, aunque no se lo dejo saber.
Y, por último, pero no menos importante es convencerlo que su hermanita estará en buenas manos cuando se case conmigo, eso es lo más fácil de lograr; pues los italianos son tan predecibles al ser adictos al amor, estúpidos románticos. Aún me causa risa el momento que me aceptó como la mejor opción de cuñado.
Acudimos nuevamente en busca de putas y como siempre opté por mujeres opuestas al físico de Susanne, elegía a diestras y siniestras a morenas, latinas, asiáticas, pelirrojas...
—¿Te desagradan las rubias? —indagaba un molesto Salvatore, intentando conocer mis gustos sexuales. Tal vez para poder transmitirle la información a Susanne, no sé con qué fin, tal vez el de pintarse el cabello con tal de agradarme como mujer, pero claro que eso no es mi problema. Allí lo importante es que mis herramientas psicológicas estaban dando frutos, usé la proyección como simple estrategia. Me había vuelto tan especialista en la manipulación que él cayó redondito en la trampa, de hecho, se puede decir que hasta rebotó.
A lo que le respondí —que me encantaban las rubias de hecho son mi tipo preferido de mujer, que me encontraba feliz y satisfecho que mi futura esposa fuera una rubia natural— me burlé internamente mientras con un rostro estoico le mantuve la mirada dándole falsa veracidad a mis embusteras palabras.
Él no apartó su mirada de mis ojos tratando de descifrar mis mentirosas palabras que salieron libremente de mi tramposa boca, para simplemente continuar con mi ensayada explicación.
—Desde que la supe de ella juré no permitir que ninguna rubia me tocara a excepción de ella— mantuve la mirada penetrante en Salvatore y sin un ápice de vergüenza o pudor le expresé —que era mi forma de respetarla y demostrarle que ella será la única rubia para mí— <<Idiotas románticos>>, fue lo último que pensé al verlo asentir confiado de mi supuesto amor por Susanne.
Cómo era de esperarse la proyección aprendida en las clases de psiquiatría dieron el fruto deseado. Tontos e ingenuos italianos el amor les corre por sus venas, pero es una debilidad que se les sale por los poros y esa será la perdición de Susanne en nuestro matrimonio.
Estoy a punto de iniciar el último semestre ya estoy finalizando el curso de perfilación criminal, calculo que en seis meses volver a mi excitante vida en Rusia con la única diferencia que tal vez, solo tal vez, compartiré mi cama, eso aún no lo he decidido. Camino con paso firme para encontrarme con mi sombra, quien resulta ser un excelente estudiante, ¿quién lo diría? Pero, en fin, la vida aquí es agradable, aunque algo rutinaria y aburrida, sin embargo, estoy listo para mi siguiente etapa de evolución en la mafiya.
En mi mundo hubo control hasta que a mitad de las carreras. ¡Diablos!...
La vi, mi obsesión es consecuencia directa de oírla reír, su risa en instante se convirtió en carcajadas llenas de felicidad. Sensación que yo, Vladislav, no recuerdo haber experimentado nunca. No me mal entiendan he degustado deliciosos manjares, bebido exóticos licores, follado hasta olvidar casi mi nombre, viajo con lujo, visto lo que quiero.
Pero Dios, esa ingenua chica, ¡diablos!, hace que quiera más de esta cochina vida.
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